miércoles, 21 de noviembre de 2018

ESCRITOR: ALFONSO CHASE. 100 AÑOS DE LITERATURA COSTARRICENSE.


ESCRITOR: ALFONSO CHASE. 
En los relatos de Alfonso Chase destaca la preocupación por el problema del tiempo. Aparece, en primer lugar, una reflexión sobre su transcurrir, como sucede en el cuento “Los relojes”, incluido en Mirar con inocencia (1975), en el que el narrador recuerda un episodio triste de su infancia. Se trata del embargo de los bienes familiares de los cuales él logra salvar únicamente los relojes de todos: “- No ve, mamá, los relojes. Lo único que no nos pudieron quitar fueron los viejos tiempos”.
En Los juegos furtivos (1968) hay una reflexión reiterada y múltiple sobre dicho problema, que el texto mismo se encarga de explicitar. “ Mi vida como una carta sellada que hoy, mañana, otro día, debo abrir para buscar el tiempo que he perdido en laberintos o callejuelas”. En esta novela quien habla va recordando en forma desordenada varios episodios de su infancia y adolescencia. Cada recuerdo es como un hilo, que conduce a otro, y así va tejiendo su biografía y encontrando su identidad. De esta manera, el personaje toma forma a medida que progresa el relato de sus recuerdos. Por un lado, las remembranzas y el tiempo dan origen al personaje: somos los que podemos recordar, parece decir la novela. Por otro lado, el personaje solo puede surgir cuando acaba el relato de sus recuerdos.
Pero la referencia al problema del tiempo no termina allí. Los juegos furtivos consiste en una narración compleja que mezcla datos de la historia nacional. Hay pasajes relativos a la guerra civil de 1948, menciones a la cultura de la época, críticas a los burócratas, la clase media consumista costarricense y al Partido Liberación Nacional. Sin embargo, dichos datos no se presentan únicamente como partes de una realidad externa (la historia) sino como elementos de una biografía personal.
Una tercera referencia al tiempo en la novela de Chase es la constante alusión a la música. Más allá de la mención explícita a obras musicales, los capítulos, así como la obra en su totalidad, se intentan estructurar musicalmente (“Allegro vivace”, “Adagio” y “Finale”). Desde el punto de vista de la audición, la música se presenta como un fenómeno lineal: uno escucha las notas una tras otra, es decir, la parte melódica. Pero, a la vez, cuando se trata de varios instrumentos o voces que suenan simultáneamente, existe la parte armónica, es decir, la coincidencia de varios sonidos en el mismo momento. Por esta razón, la música se escribe en un pentagrama y una partitura.
La novela sigue un principio de composición semejante.
Así, la obra literaria se sirve de una narración que dispone los hechos como si fuera un mosaico, lo que produce un efecto de disgregación. En Los juegos furtivos lo anterior se relaciona, además, con otro tipo de complejidades técnicas, como por ejemplo el hecho de que en algunas partes el narrador se dirija explícitamente a un interlocutor – el tú – que a veces parece ser él mismo cuando era niño: “Tienes ocho años y te escondes debajo de la mesa. Oyes las discusiones”. El aparente desdoblamiento del narrador recuerda el motivo del espejo, constante en relatos y poemas de Chase.
El personaje de Los juegos furtivos es un joven escritor; lo mismo sucede en un cuento posterior, “Prontuario del servidor” (El hombre que se quedó adentro del sueño, 1994). En este relato se alternan fragmentos impresos en dos distintos tipos de letras. La diferencia gráfica sirve para sugerir que se trata de dos versiones sobre la realidad, dos modos opuestos de considerar la vida. Por un lado, la versión oficial del escritor como un burócrata conforme con el sistema; por otro, su propia aversión a ese sistema.

Sin embargo, ya la misma versión oficial deja ver entre líneas la realidad alienante. Los juegos que se van construyendo a lo largo de los distintos fragmentos conducen a una confusión acerca de la realidad y a una situación como de espejos dentro de espejos. Como dice el epígrafe del cuento, las varias maneras de escribir reflejan diferentes maneras de concebir la realidad. Pero nunca se logra llegar a saber cuál de ellas es la verdadera.

Fuente:
100 años de literatura costarricense tomo II
Páginas: 820, 821,822,823.
Margarita Rojas. Flora Ovares.
Editorial Costa Rica - Editorial UCR. 2018.-

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