lunes, 3 de julio de 2023

A N T O L O G I A H E N R Y W . L O N G F E L L O W FRAGMENTO




 A N T O L O G I A

H E N R Y W .

L O N G F E L L O W

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A N T O L O G I A

3

PASOS DE ÁNGELES

Cuando las horas diurnas agonizan

y las voces solemnes de la noche

van despertando lo mejor del alma

adormecida, en un sagrado júbilo.

Antes que enciendan lámparas nocturnas

y como altos y lúgubres fantasmas,

en la luz insegura y temblorosa

se ven danzar las sombras de los muros.

Es cuando, por la puerta mal cerrada,

entran las formas de los que se fueron:

los buenos, los de ayer, los bienamados

vienen una vez más a visitarme.

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

4

Él, el joven, el fuerte, el que soñaba

con los nobles ideales de la lucha,

pero cayó a la vera del camino

cansado de la marcha de la vida.

Ellos, los que eran santos y eran débiles

y arrastraban la cruz de sufrimiento,

y cruzando sus manos mansamente

se alejaban por siempre de los vivos.

Y con ellos el Ser todo belleza

y todo amor, que en juveniles días

me dieran para que siempre me amara

y ahora está con los santos en el cielo.

Es ella, y el divino mensajero

se aproxima con paso silencioso,

ocupa junto a mí el sillón vacío,

pone en la mía su invisible mano.

Sentada allí sus ojos me contemplan

con ternura profunda y luminosa,

igual que las estrellas, quietas, santas,

que miran hacia abajo desde el cielo.

A N T O L O G I A

5

Oración sin decir, mas comprendida,

la del sereno y silencioso espíritu;

dulce reconvención, bendición dulce,

surgiendo de los labios invisibles.

Y todo mi pesar y abatimiento,

y todo mi temor se desvanece,

y sólo pienso en el recuerdo santo,

en los que así vivieron y murieron.

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

6

MILTON

Desde la playa rumorosa miro

ir y venir las gigantescas olas,

mientras el sol, en el vaivén del agua,

brilla a través de su esmeralda viva,

y la novena ola despojándose

lentamente del frágil atavío

de sus espumas, en la arena pálida

se arroja, convirtiéndolas en oro.

Así, en esa cadencia majestuosa,

en la potente ondulación del canto,

oh bardo ciego de Inglaterra, Maónides,

se alzará sobre todas esa ola,

A N T O L O G I A

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y al alma, en la soberbia de su fuerza,

la llenará de melodiosos mares.

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

8

A UN VIEJO LIBRO DE

CANCIONES DANESAS

Bienvenido, viejo amigo,

a este hogar en tierra extraña

donde azotan rudos vientos

del otoño las ventanas.

Parece que un mundo ingrato

con dureza te tratara

desde que nos conocimos

aquel día en Dinamarca.

De vejez veo señales

en el margen de tus páginas,

huellas de las toscas manos

que en el mesón te marcaran.

A N T O L O G I A

9

Amarillas son tus hojas

y estás cubierto de manchas,

cual las que pasan al soplo

de las otoñales ráfagas.

Y también te humedecieron

con el vino de las jarras

de olímpicas libaciones

en jubilosas veladas.

Pero siempre me recuerdas

las horas casi olvidadas,

cuando, joven soñador,

junto al Báltico vagaba.

Y parábame a escuchar

del Rey Cristián la balada

que al acercarse el ocaso

en las tabernas cantaban.

Tú que recuerdas los bardos

que en sus salas solitarias

con almas de pasión rotas

escribieran estas páginas.

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

10

Tú recuerdas los hogares

cuyas frías noches largas

con tus cantares de amor

y amistad iluminabas.

Y algún antiguo trovero

que en su gris y vieja Islandia

la leyenda de los Vikings

recibía en sus baladas.

Y allá, cuando en Elsinore,

Yorick y sus camaradas

en la corte del Rey Hamlet

estas coplas entonaban.

Cuando en húmedos cuarteles

de Federico la guardia

del inglés, en coro ronco,

oyó el cañón al cantarlas.

Los labriegos en los campos,

los marinos en las aguas,

mercaderes y estudiantes,

todos ellos las cantaban.

A N T O L O G I A

11

Tú que de ellos fuiste amigo,

te olvidaron... Esta casa

por lo menos ahora es tuya:

bienvenido en tierra extraña.

Y como las golondrinas

anidando en tejas rancias,

tus canciones jubilosas

en mi pecho su nido hagan.

Y aquí, tibias y tranquilas,

en mi corazón guardadas,

me recuerdan siempre viajes

y la juventud lejana.

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

12

HIMNO

(EN LA ORDENACIÓN DE MI

HERMANO)

Cristo le dijo al joven: "Aún hay algo,

hay algo más si quieres ser perfecto;

vende tus bienes, dale todo al pobre,

y después de dar todo, ven conmigo".

En este templo Cristo está de nuevo,

y al repetir idénticas palabras

en la cabeza de otro adolescente

vuelve a poner sus manos invisibles.

Y siempre cerca de él, en el camino,

irá El que nadie ve, para que un día

A N T O L O G I A

13

le pregunte, apoyándose en su brazo:

"¿Apruebas, oh Señor, lo que yo hice?”

En la fiesta nupcial, siempre a su lado,

para santificar con su presencia;

con él, en el Getsemaní sombrío,

en el dolor y en el nocturno rezo.

¡Sacro mandato, reposar sin término,

como el de Juan, de Juan el bien amado,

con la cabeza en el divino pecho

hasta llegar al fin de la jornada!

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

14

EL SEGADOR Y LAS FLORES

El Segador llamábase la Muerte

y en cada golpe de su hoz, cortaba

junto con las espigas virginales,

las flores que también allí crecían.

"¿Por qué no he de llevarme lo que es bello?"

preguntó el Segador, "no basta el grano,

me es muy grato el perfume de estas flores

más yo he de devolver a todas ellas".

Al contemplar, lloroso, sus corolas,

fue besando las hojas moribundas:

las envolvió en la piel de las espigas,

eran para el Señor del Paraíso.

A N T O L O G I A

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"Mi Señor siempre amó estas florecillas",

se oyó decir al Segador, sonriente,

"son dulces prendas de la tierra donde

el Salvador anduvo cuando niño.

"Florecerán en luminosos campos

donde voy con amor a trasplantarlas;

los Santos, en sus túnicas blanquísimas,

han de llevar, sagrados, los pimpollos".

Y la madre dejó, triste y llorosa

que llevara las flores que ella amaba:

sabía que hallaríalas de nuevo

en los campos de luz que hay allá arriba.

Mas no fue con crueldad, no, ni con ira,

que llegó el Segador esa mariana:

ese día fue un ángel el que vino

y se llevó las flores de la madre.

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16

HIMNO A LA NOCHE

Escuché el roce de sus atavíos

cuando pasó la Noche entre los mármoles

de sus salas, y vi en su obscura túnica

las luces de los muros celestiales.

Su presencia sentí, su encantamiento

poderoso, llegando de la altura,

su presencia serena y majestuosa

como de la persona que se ama.

Escuché voces de dolor y júbilo,

los sones lentos y multiplicados

que llenan los nocturnos aposentos

como las rimas de un poeta antiguo.

A N T O L O G I A

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En las cisternas de la medianoche

mi alma bebía el agua del reposo:

la fuente pura de la paz perenne

de esas hondas cisternas siempre mana.

¡Oh Santa Noche, tú que me enseñaste

el largo sufrimiento de los hombres!

Tu dedo se posó sobre los labios

de la angustia, y cesaron sus lamentos.

¡Paz! Como Orestes rezo esta plegaria,

diciendo con tus grandes alas negras

lo bello, lo esperado y bienvenido,

¡la Noche bienamada!

H E N R Y W . L O N G F E L L O W

18

VICTOR GALBRAITH

Víctor Galbraith era un soldado que fu¿ fusilado por

una grave falta de disciplina en la campaña de México.

Según una superstición militar, ninguna bala en la que se

halla escrito el nombre del condenado le dará muerte.

Bajo los Muros de Monterrey

al alba suenan ya los clarines:

Víctor Galbraith!

en las neblinas grises del alba

decir parecen: "¡Ven a tu muerte,

Víctor Galbraith!”

Llegó el soldado, marcial, gallardo,

con paso firme, la frente erguida,

Víctor Galbraith,

A N T O L O G I A

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y él, hábil trompa, muy bien sabía

lo que en su toque decía el bronce:

"¡Ven a tu muerte, Víctor Galbraith!”

Miró la tierra, contempló el cielo

y los fusiles que le apuntaban

con voz serena y clara mirada

exclamó: "¡Apunten aquí, a mi pecho,

porque así muere Víctor Galbraith!"

Fueron seis balas, lenguas de fuego,

las que cumplieron su fin mortal:

Víctor Galbraith

cayó postrado, pero aún viviente,

porque su nombre no está en las balas,

sólo te hirieron, Víctor Galbraith.

Tres en la frente, tres en el pecho,

pero sangrando se levantó,

y exclamó en medio de su agonía:

"¡Denme la muerte, por Jesucristo!”

Víctor Galbraith.

Otras seis balas, lenguas de fuego,

cruzaron, rojas, el alba gris,

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y el joven trompa murió su muerte

ignominiosa. ¡Víctor Galbraith!

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