sábado, 31 de diciembre de 2022

Georges Bernanos Francia contra los robots. INTRODUCCIÓN.

 


Esta apasionada defensa de la libertad es un desafío a las idolatrías paganas de ganancia y fuerza, con una increíble actualidad. Esta diatriba contra la sociedad de las máquinas es un grito futurista, para señalar una sociedad en la que es posible llevar una vida digna de seres humanos.

 


 Georges Bernanos

 

 Francia contra los robots

 

 

 

 

 


 

 PARA GEORGES BERNANOS, CON RESPETO Y AGRADECIMIENTO

El texto que aquí se presenta sorprenderá al lector por la visión y la exactitud del autor en lo que respecta a la organización económica y social del mundo venidero; Bernanos adivina con precisión algunas características singulares que ocupan el espacio público de nuestro tiempo, y lo hace más de medio siglo antes.

Anticiparse en el tiempo ofrece un interés real sólo si el camino que lleva a esas conclusiones propone una dinámica de pensamiento y un lenguaje que transportan al lector mezclando profundidad y virtuosismo. Aquí esto se logra. Bernanos es uno de los grandes maestros de la lengua francesa del siglo XX, y el torrente de palabras que nos invita a compartir no deja ningún lugar a dudas.

Sabe mantenernos en vilo, sacudirnos y hablarnos sin demagogia. Años atrás, en su impactante El gran miedo de los biempensantes, ya había explicado lo que debe ser un libro de ensayos: «Escribo este libro para mí y para usted —para que me lea, sí: no para otro, para usted, usted mismo. Prometí que lo conmovería, de amistad o de rabia, ¿qué importa?—. Le entrego un libro vivo».

Podría haber dicho lo mismo de éste. La obra y el destino de Bernanos se sitúan bajo el signo de la lucha en pos de la verdad y del honor, sin tibieza ni hipocresía. Esta búsqueda le costó cara, pero es la razón por la cual hoy en día podemos leer sus libros con la certeza de que en ellos abarca los temas esenciales de nuestros cuestionamientos.

Habitado por una fe cristiana que nunca lo abandonará, desde niño sueña viajar con amigos a Paraguay para relanzar la utopía de las reducciones jesuíticas donde las razas y las culturas se reconciliaban; donde, él creía, esa fe había sobrevivido mejor. Y luego, como toda su generación, conoce el horror de la primera guerra mundial, escondido en las trincheras repugnantes, viendo la muerte cara a cara y alrededor de él. Marcado por esa locura mortífera, se embarca en la escritura y comienza a darse a conocer como autor, anclado profundamente en una tradición monárquica y antisemita.

Es entonces cercano a Maurras y a su movimiento la «Acción Francesa». Bernanos trabaja como vendedor de seguros para satisfacer las necesidades de su numerosa familia. Tiene que tomar los trenes durante las madrugadas brumosas; vivir de forma miserable; ir de puerta en puerta; por las noches, en hoteles modestos, escribir novelas que todavía no circulan.

El éxito tarda en llegar, pero con Bajo el sol de Satanás (1926) finalmente obtiene el reconocimiento que le permite consagrarse de tiempo completo a la escritura. Casi tiene cuarenta años. En sus inicios, gracias al impulso de la crítica de los medios de extrema derecha, conoce el verdadero éxito ante el público. Además de novelas y relatos, también entrega artículos y el panfleto El gran miedo de los biempensantes, donde denuncia a la sociedad francesa que le provoca náuseas por su cobardía, su hipocresía y su miedo a una guerra que exige numerosas renuncias.

Rodeado de los suyos, abandona su país natal y se va a vivir a Mallorca. Ahí, en esa España que se desgarrará en una guerra civil criminal, el destino de Bernanos dará un vuelco. Esa búsqueda de la verdad, que constituye su centro y su motor, lo obligará a modificar sus posturas: al inicio de la guerra, por razones ideológicas, es partidario de Franco; después evoluciona y cambia por completo de opinión gracias a sus análisis de la situación.

Vive en carne propia y en el alma ese conflicto, pero su clarividencia y honestidad lo obligan a decir su verdad. En 1938 sorprende a su público con la aparición de un libro excepcional por su rigor y su discernimiento; Los grandes cementerios bajo la luna. En él acomete contra los golpistas, ataca el autoritarismo de los franquistas y denuncia los atropellos provocados por el levantamiento antidemocrático.

Al romper con sus amigos de extrema derecha, deja España, donde evidentemente está amenazado, y decide abandonar de inmediato esa Europa que rápido se hundirá en la guerra. Nuestro Bernanos vuelve a pensar en Paraguay, en ese lejano lugar donde todo parece posible. Siempre impulsivo, incluso iracundo, se va con su familia el 20 de julio de 1938. El escritor polémico deja detrás de sí una Europa que vislumbra destinada al horror y a la destrucción. Lo impacta la belleza de Río de Janeiro, adonde llega el 4 de agosto; después da una conferencia en Buenos Aires y se dirige hacia Asunción, donde la realidad lo vuelve a alcanzar.

Lo que descubre no tiene nada que ver con sus sueños infantiles, y después de diez días en los que se dedica a recorrer el lugar, muy a su pesar, regresa a Brasil, que tanto le gustó. Todavía no sabe que ése será su país de residencia durante largos años …

Siempre preocupado por diferenciarse de sus pares, decide convertirse en criador de vacas, pensando que con ese trabajo podrá vivir y hacerse rico. La escritura será posible gracias a las ganancias de esa actividad y así el autor tendrá tiempo para consagrar a su arte… Incluso en esos momentos, nuestro escritor sueña. No logra nada con las doscientas cincuenta vacas en las que invirtió los ahorros familiares; pronto debe disponerse a revender lo que queda.

Sacudido por los acontecimientos, termina por instalarse en un lugar modesto, «la granja de la Cruz de las Almas», nombre que parece provenir de una de sus novelas. En Belo Horizonte se conmueve cuando ve a los brasileños llorar al enterarse de la caída de París: las fuerzas nazis invadieron Francia y su estancia se transforma en exilio. Desde su refugio escribe sin cesar artículos y ensayos que muestran la urgencia de intervenir, de decir, de denunciar.

Por cierto, si acaso termina una novela que comenzó hace mucho tiempo, renuncia a ese género literario, pues se dedica por completo a la lucha contra las fuerzas del mal, aquellas que pretenden asfixiar la Libertad. Bernanos siente que es su deber hablar, defender una visión de lo que debería ser el mundo. Se alinea entonces al lado de la Resistencia y del general De Gaulle, publica tanto en periódicos de la Francia Libre como en la prensa brasileña. El tono es poderoso y su palabra provocadora.

La edición de sus textos escritos en Brasil se titula El camino de la Cruz de las Almas, y, a la fecha de su publicación, en 1948, cuenta con cuatro volúmenes… Un trabajo monumental que Bernanos lleva a cabo en condiciones económicas muy difíciles, al retomar su pasado como periodista, ocupación de su juventud. Vocifera, ataca, ridiculiza e interroga. Todos los días va a escribir a un café de la ciudad más próxima, Barbacena, sentado en el bar colonial. Cuando el embajador de Francia, que representa al régimen de Vichy, le envía una invitación oficial, Bernanos la devuelve sin siquiera abrirla y escribe en el sobre: «No recibo cartas de traidores».

Muy rápidamente, algunos temas se instalan y perdurarán; por ejemplo, se pronuncia contra el mundo de las máquinas y el dinero, en particular en una carta abierta al presidente Roosevelt. «El imperio del dinero es el imperio de los viejos», escribe Bernanos, para quien la juventud encarna el ideal.

Bernanos está fascinado con Brasil y ahí encuentra razones para albergar esperanzas. Es sensible a la belleza del lugar y también está muy impresionado por sus habitantes. Se pueden describir dos razones evidentes que lo acercan a los brasileños: por un lado, coincide con su forma de valorar a Francia y, por otro, le preocupa mucho la juventud de esa población.

El escritor francés tiene una visión singular y un tanto quimérica de su país natal: ve en sus compatriotas a un pueblo revolucionario que supo autoafirmarse cuando hubo que levantarse contra la injusticia y la privación de la Libertad. Para Bernanos, el pueblo de 1789 es la más bella y la más evidente manifestación de lo que pudo representar esa población. Es el momento en el que se construye una parte imperecedera de Francia.

No obstante, los brasileños están muy impregnados de esa Francia enamorada de la libertad y de la justicia. El escritor exiliado y los intelectuales locales están en perfecta armonía: su discurso conmueve a los lectores brasileños ya que les habla de una Francia que se asemeja a la imagen que tienen de ella. Todos están enamorados de una representación del país de la Revolución e indignados por las infamias que se cometen contra ella en el transcurso de esa época trágica. En ese sentido, Bernanos vive en armonía en Brasil, pues se nutre de los mismos fantasmas que quienes lo rodean; todos viven con una idea un tanto idílica de esa tierra lejana y de su historia.

Tan pronto regresa a Francia después de la Liberación, escribe a uno de sus pares que viajará al país que él tuvo que abandonar: «Va a entrar en contacto con un pueblo que ama a una Francia que, precisamente, usted ama y comprende perfectamente. Allá, la fidelidad a Francia es algo mucho más profundo que ‘la hispanidad’ de la Argentina». Y justifica sus observaciones con un largo análisis de la historia de las ideas en Brasil: «La asociación de la mística revolucionaria y de la solemnidad comtista es toda la tradición intelectual y moral de la élite brasileña. Esa gente realmente vivió Los miserables de Víctor Hugo». ¿De qué otra manera podría expresar mejor la afinidad y la complementariedad de esas dos naciones?

Es debido a esta visión común de Francia que la entereza de los hombres y mujeres de su país de acogida lo conmueve. Con la idea de que ésta, en muchos aspectos, evoca los sacrificios que, por mucho tiempo, un gran número de sus compatriotas soportó. «Porque solamente sobrevivirán a la inmensa aniquilación que se anuncia los pueblos a los que la soledad y la pobreza les enseñaron a ser pacientes, y a los que el espíritu de la servidumbre todavía no ha envilecido porque no han vivido como un rebaño»… Esa Francia que lucha contra el nazismo y ese Brasil que busca salir de la miseria están en sintonía en su derrotero.

Con esa intimidad reconocida, el otro aspecto del país que cautiva a Bernanos es su juventud. De hecho, cuando debe regresar a Francia, ante todo se dirige a los jóvenes con un «Adiós a la juventud brasileña» que es particularmente conmovedor. En su obra, la infancia y la juventud tienen un papel primordial, ya que son los momentos en los que el sueño todavía es posible. Incluso escribirá que todo su trabajo no es más que un intento por encontrar los énfasis de los momentos más emocionantes que hace mucho conoció, durante los primeros años de su vida.

En su bellísimo prólogo que abre Los grandes cementerios bajo la luna, insiste en esa voz de la infancia que trata de recuperar y en el papel que todavía puede tener: «Mi certeza profunda es que la parte del mundo que todavía es susceptible de ser remendada tan sólo les pertenece a los niños, a los héroes y a los mártires». Entonces, a veces con algo de paternalismo, equipara su país de adopción con un universo infantil: «Es un país niño, sus responsabilidades son las de la infancia, todas sus faltas son reparables».

Desde luego, en apariencia, hay un costado ofensivo en esa visión, en ese tono condescendiente, pero cuando visitamos la obra de Bernanos, nos damos cuenta de que esa curiosa forma de expresarse corresponde a un elogio sincero. En ese texto no duda en dar a la juventud brasileña deberes fatigosos por cumplir: «Jóvenes y jovencitas, es verdad, tienen derecho a las ilusiones. Les pedimos, la libertad les pide, sacrificar ese derecho. Ustedes son la última oportunidad de este mundo. El mundo debería poder contentarse con ver con claridad a través de los ojos de los hombres de edad y de experiencia, pero precisamente son esos hombres los que hoy se niegan a ver, ya que, tan pronto levantan los párpados, ven las ruinas que, por avaricia, ellos mismos hicieran o que, por estupidez, permitieron que se hicieran».

Ahí, el autor muestra su confianza en esa juventud no sólo en lo que respecta al futuro de su país natal, sino también en la vitalidad de un pensamiento llamado a ofrecer alternativas al mundo venidero. Desde hace mucho tiempo, sus reflexiones están marcadas por la contraposición que ve desarrollarse entre las diferentes formas de imaginar nuestra relación con el mundo y sobre todo en cómo organizar las sociedades que vendrán. Reunirá sus ideas y las presentará en este texto Francia contra los robots.

A lo largo de 1944, hace lecturas de fragmentos del libro y entrega el texto definitivo al Comité de la Francia Libre de Brasil que organiza la edición y la venta por suscripción. Se publicará en agosto de 1946, y el autor recibirá su ejemplar en París, a donde regresa después de que el General de Gaulle lo invita personalmente. Como siempre, no aceptará ningún puesto ni ningún honor. Cuando le proponen integrar la Academia francesa, responde: «cuando ya no tenga más que un par de nalgas para pensar, me iré a sentar en las bancas de la Academia». Una vez más, asqueado de Francia, de la purga y de la situación política, se vuelve a ir al extranjero, esta vez a Túnez. Pero la enfermedad lo carcome y fallece en 1948, a la edad de sesenta años.

En el texto que aquí se presenta, Bernanos expresa su visión del porvenir y sobre todo hace énfasis en una contraposición original: al dar la espalda al mundo capitalista y al comunista se cuestiona acerca de la capacidad de los hombres de hacer pervivir la libertad en el mundo del mañana. Para él, el capitalismo ayuda al surgimiento de monopolios multinacionales y el comunismo llega a la misma situación, pero con un monopolio único: el Estado. Sin embargo, su lógica es idéntica.

La opresión que sufre la humanidad más que nada se sostiene de la invasión de aquello que él llama «la Técnica», estado mental que apunta a hacer desaparecer la sensibilidad y la libertad del ser humano para que en él tan sólo perdure su capacidad de trabajo y de consumo. Ignoramos si Marcuse leyó a Bernanos, pero él diría lo mismo años más tarde. «Un mundo ganado por la Técnica es un mundo perdido para la Libertad»: así dice Bernanos, utilizando las impresiones que Brasil le legó. En efecto, es sensible a las cualidades humanas de los habitantes de su país de acogida, y muy naturalmente contrapone la mentalidad llamada «latina» a la de los anglosajones, culpables, según él, de dejar que triunfe una manera de ser que degrada al ser humano.

Lo que él llama «Técnica» es el sistema que impone la Civilización de las Máquinas. Dice que la técnica «trata de reformar al hombre, es decir, de formar a un hombre capaz de contentarse con lo que ésta le puede dar, un trabajador eficiente, bien alimentado, atiborrado de vitaminas, jovial y deportista, que acepta sin discutir los ucases de la técnica, en el espíritu de la propaganda oficial, con el fin de conservar todas sus fuerzas físicas y mentales para la producción». Leemos esto con pavor, de tal forma que estamos tentados a darle la razón, setenta y cuatro años después de que emitió esas hipótesis …

Más que nunca, debemos leer a Bernanos, compartir ese amor por la libertad y la humanidad sensible. Y aprender con clarividencia a rehusarnos a desempeñar ese papel, a no aceptar transformarnos en ese ser humano limitado y estrecho que el mundo contemporáneo nos invita a ser, en el que incluso nos obliga a convertirnos. Leámoslo con reconocimiento y sepamos pronunciar junto con Albert Camus: «Ese escritor con clase merece el respeto y el agradecimiento de todos los hombres libres».

 PHILIPPE OLLÉ-LAPRUNE

Ciudad de México, noviembre de 2018

FUENTE:

  • Editorial ‏ : ‎ HarperCollins (6 Octubre 2020)
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 304 páginas
  • ISBN-10 ‏ : ‎ 6075620397
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 978-6075620398
  • Peso del Artículo ‏ : ‎ 1.2 pounds
  • Dimensiones ‏ : ‎ 5.5 x 0.75 x 8 pulgadas


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