domingo, 26 de junio de 2022

James Boswell. GENIOS. HAROLD BLOOM.




James Boswell

Durante toda esta conversación me comporté con una viril compostura

y una cortés dignidad que no podían sino infundir temor y respeto; ella

estaba pálida como la ceniza y temblaba y vacilaba. Por tres veces insistió

en que me quedara un poco más, ya que, probablemente, era la última vez

que estaría con ella. No se le ocurría nada que decir. Y yo me quedé en

silencio. Cuando me iba, ella dijo:

-Espero, señor, que me dará permiso para interesarme por su salud.

—Señora -repuse yo, con socarronería—, me parece que no será necesario

durante algunas semanas.

Ella repitió su petición. Pero como no quería que siguiese incordiándome

más, la corté diciéndole que quizá pasaría un tiempo en el campo, y me

marché. Es casi imposible que pueda ser inocente del delito de detestable

engaño. Y, sin embargo, sus rotundas aseveraciones me sorprendieron de

verdad. Con toda probabilidad, se trata de una puta falsaria de las peores.

Así concluyó mi intriga con la bella Louisa, de la que tanto me ufanaba

y de la que esperaba, al menos, un invierno de copulación sin riesgos.

Verdaderamente, es muy duro. No puedo decir, como harían los jovencitos

que se la han cogido en una casa de mala nota, que la próxima vez tendré

más cuidado. Pues lo cierto es que tuve cuidado. Sin embargo, puesto que

estoy por completo atrapado, saquémosle el mayor partido. No me la he

cogido por imprudencia. Sencillamente, son los riesgos de la guerra?3.

Así se despide James Boswell de la bella Louisa, “ de la que esperaba,

al menos, un invierno de copulación sin riesgos” . Se felicita por su

compostura y su cortesía y disfruta de su despliegue de dignidad. No

conocemos la versión de Louisa de su despedida, pero no me cabe la

menor duda de que sintió “ temor y respeto” ante la actitud de Boswell.

Pero su genio se anticipa a nuestras dudas, así que un párrafo más adelante

habla de “una puta falsaria de las peores” con la misma dramática

conciencia de sí mismo que exhibió con el doctor Johnson, conVoltaire,

con Rousseau.

Boswell es un maestro de la ironía retrospectiva: en vez de murmurar

“ ojalá hubiera dicho eso” , procede a expresar sus pensamientos

[219]

posteriores como si hubiesen sido espontáneos mientras admite sutilmente

ante el lector que todo es una reconstrucción, incluyendo la personalidad

y el carácter de James Boswell.

La Vida de Johnson es un milagro concienzudo que logra el sutil

equilibrio entre el formidable Johnson y las agudas provocaciones puestas

en escena de su biógrafo. Pero incluso el oportunismo de Boswell

tiene sus limitaciones: Boswell no es Shakespeare y el doctor Johnson

no es sir Juan Falstaff, triunfo de la imaginación dramática. Pero Boswell

respeta y ama de comienzo a fin la realidad de su asunto, aunque sin duda

le adjudica al gran crítico muchos toques shakespearianos.

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