martes, 8 de febrero de 2022

GUÍA DEL PEREGRINO MEDIEVAL. CODEX CALIXTINUS. FRAGMENTO. LITERATURA DE RESCATE.


 

Un fenómeno tan profundamente enraizado y extendido como el de las

peregrinaciones jacobeas, era natural que provocase la aparición de un manual, o guía

informativa. Este objetivo lo satisfizo una obra, surgida como tal en el siglo XII, y que

se ha conocido habitualmente como Codex calixtinus por atribuirse su composición al

Papa Calixto II. Su nombre encabeza efectivamente varios capítulos de la obra, y una

carta suya le sirve de prólogo-presentación. En la actualidad se reserva esta

denominación de Codex calixtinus, para el bello manuscrito de 225 folios, con

escritura del siglo XII, que se conserva en el Archivo catedralicio de Santiago de

Compostela. Se conoce la obra transmitida en el Codex calixtinus, como Liber Sancti

Iacobi. Se trata de un conjunto de materiales que fueron redactándose en diversas

épocas y en forma independiente, hasta que fueron sometidos a una redacción o

revisión final. Las diversas teorías sobre el autor, podemos resumirlas diciendo que

hay que pensar en varios autores, teniendo en cuenta que se trata de diversas unidades

o partes. Con todo, ha debido haber un compilador que organizó todos esos

materiales preexistentes en un conjunto. Ese autor pudo ser desde un monje

cluniacense, a un clérigo secular, o incluso un goliardo. Pero además hubo un último

revisor o editor, responsable de la forma que la colección tiene en la actualidad. Aquí

se apunta con una cierta verosimilitud, al francés Aymeric Picaud, bajo cuyo nombre,

asociado al del Papa Calixto II, viene circulando el Liber Sancti Iacobi.

www.lectulandia.com - Página 2

Millán Bravo Lozano

Guía del peregrino medieval.

«Codex Calixtinus»

ePub r1.0

Titivillus 26.09.2018

www.lectulandia.com - Página 3

Millán Bravo Lozano, 1989

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.0

www.lectulandia.com - Página 4

Parentibus piissimis, strenuissimis,

Millan atque Eliciae,

apud «viam francigenam» ipsís ortis,

filius ibíque in lucem editus,

D.

www.lectulandia.com - Página 5

Introducción

1. SANTIAGO Y ESPAÑA: Historia y leyenda.

Si hay alguna cuestión espinosa en la Historia de España, es la de la realidad

histórica de la antiquísima tradición que relaciona al Apóstol Santiago con España. El

no disponer de base documental para fijar los hechos, no representa una situación

especial: son numerosos los procesos y ciclos en que esto sucede. Pero por otro lado,

la tradición que los afirma y avala es tan poderosa y surge con tal pujanza en la Edad

Media, que sería imprudente negarle un imprescindible fundamento histórico.

El personaje histórico es el Apóstol Santiago, a quien el Evangelio denomina «el

Mayor», para distinguirle del otro del mismo nombre, denominado «el Menor»[1]. Era

hermano de San Juan Evangelista, y como él, hijo del pescador Zebedeo y de

Salomé[2].

En la tradición española sobre Santiago, hay tres elementos fundamentales:

1.º La estancia de Santiago en España, en viaje de evangelización y su vuelta a

Jerusalén donde fue martirizado el año 44 de nuestra era.

2.º La traslación de sus restos, por vía marítima, a España, donde sus discípulos

les dieron tierra en el «Finisterrae» de Galicia.

3.º El hallazgo de estos restos, en las proximidades de la ciudad episcopal de Iria

Flavia (actual Padrón), por el obispo de la ciudad, Teodomiro, a comienzos del

siglo IX.

Este último suceso, ya pertenece a la Historia y a partir de él la documentación

sobre Santiago es rica y abundante[3].

La Historia Compostelana[4] nos narra así el hallazgo del cuerpo de Santiago. En

un castro próximo a Iria Flavia, comenzaron a verse «luces ardientes durante la

noche», y se afirmaba que allí «se habían aparecido con frecuencia ángeles». De ello

se pasó aviso al Obispo de la ciudad, Teodomiro, el cual verificó personalmente la

veracidad de los hechos, y se los comunicó al Rey asturiano Alfonso II el Casto[5]. El

Rey reaccionó con entusiasmo y prestó desde el primer momento su ayuda

incondicional, para dar a conocer el extraordinario descubrimiento. Estos hechos

debieron tener lugar, entre los años 812-814[6].

A partir de ese momento, se construyen, con la ayuda real, las primeras

edificaciones al servicio del culto y con ello se echaban los cimientos de lo que había

de llegar a ser la gran ciudad del Apóstol, en el paraje donde habían aparecido las

«luces ardientes», que comenzó a conocerse como «campus stellae», es decir

«Compostela»[7].

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