domingo, 21 de noviembre de 2021

José Luis García Barrientos Las figuras retóricas El lenguaje literario 2. (Fragmento).


 

PRESENTACIÓN

En la primera salida de El lenguaje literario prometía una segunda

entrega con el título de «Estilo y figuras». Al poco, cada término

de este bien avenido casamiento pedía separación de trato y

alojarse en cuadernos aparte. A pesar de la clara afinidad de

caracteres, no tuve más remedio que ceder ante dos argumentos:

que, por más que los adelgazase, no cabrían decorosamente en

un mismo volumen, y que el tono de cada uno -más teórico el del

«Estilo» y más práctico el de las «Figuras»- ganaría en nitidez

sonando a una distancia acorde.

Presento ahora como segunda parte la que, en secuencia lógica,

debiera ser tercera. La razón es estratégica o, si se quiere, retórica:

cambiar, recurriendo a la variatio, el hilo del discurso -que

fluía ya por cauces especulativos en la primera parte y debe volver

a hacerlo al tratar de unos supuestos rasgos generales de la «lengua

» de los textos «poéticos»- y refrescar así la atención con el

catálogo de los recursos expresivos particulares -«esquemas» o

«figuras»- que nuestra tradición cultural ha ido anotando y clasificando

desde los griegos hasta hoy mismo. Quiero creer además

que, después de la observación meticulosa de tales manifestaciones,

la discusión de unas «pautas» del lenguaje poético será más

provechosa y rica, y más fundada.

En este volumen se intensifican, si cabe, las pretensiones de

todos los de la serie: claridad, sencillez y utilidad, junto al máximo

de rigor y amenidad posible. Clarificar y ordenar el corpus de

figuras retóricas, elegir los ejemplos más expresivos e interesantes,

y facilitar al máximo la consulta han sido los objetivos que

han orientado una tarea tan modesta como laboriosa. Y que se

reduce, en definitiva, a pasar a limpio, actualizándola, esta pequeña

muestra del inmenso y espléndido legado de la cultura clásica.

La inclusión entre los ejemplos españoles de unos pocos (traducidos)

de obras de la Antigüedad no puede ser más intencionada.

LAS FIGURAS RETÓRICAS

Entenderemos aquí por «figura», en su acepción más amplia,

cualquier tipo de recurso o manipulación del lenguaje con fines

retóricos. Originariamente el modelo de discurso «figurado» fue

la oratoria, pero desde muy pronto la literatura compitió con ella

hasta desplazarla como campo privilegiado de observación y práctica

de las figuras. Hoy, con la oratoria en decadencia, es la publicidad,

tan pujante, la manifestación más desear(n)ada del lenguaje

figurado (véase, en esta misma colección, A. Ferraz, E l le n g u a je

de la p u b lic id a d , 19963), junto a la más secreta y delicada del discurso

poético, que es la que nos importa.

En el refinado sistema conceptual de la Retórica las figuras se

encuadran en el estudio de la e lo c u tio , una de las p a r te s a r t is o fases

de elaboración del discurso, que consiste en «poner en palabras»

las ideas producidas en la in v e n tio y estructuradas en la d is p o s itio ;

que serán retenidas luego en la m e m o ria y pronunciadas, por fin,

en la a c lio .

El tratamiento de la elocución comprende la «teoría de los

estilos» o g e n e ra e lo c u tio n is y las «cualidades» o «virtudes» elocutivas,

que son la corrección (p u r it a s ), la claridad (p e r s p ic u ita s ) y la

belleza ( o r n a t u s ) . Esta última, que se concibe como una suma de

adornos que se «añaden» al estilo lingüístico «normal», puede

derivar de la combinación de las palabras en el discurso (c om p o s itio

) o de la elección de las palabras: tro p o s (uso de términos en

acepción inapropiada) y f i g u r a s (empleo de términos en acepción

apropiada, pero que, por distintos motivos, se desvían de la norma

usual). Según afecten al plano del significante o del significado,

se distinguen la fig u r a s de d ic c ió n de las f i g u r a s de p e n s am ie n to .

Además de las «figuras» en sentido estricto, integran nuestro

repertorio los tropos, los m e ta p la sm o s (artificios fónicos y gráficos)

y algunos fenómenos de «composición». Es claro que no se conciben

ya como adornos «superpuestos» al lenguaje, sino como procedimientos

de éste orientados a potenciar la expresividad, eficacia

o belleza del discurso.

LAS FIGURAS RETÓRICAS 11

Es formidable el cúmulo de diferencias que arroja la tradición

retórica en número, terminología y clasificación de las figuras.

Nuestro catálogo, sin otro criterio restrictivo que el del valor «literario

», aspira a ser de los más amplios. El índice alfabético que

cierra la exposición sirve también para ampliar con una serie de

equivalencias terminológicas las denominaciones elegidas para

las figuras. Nuestra clasificación, en fin, adopta un criterio decididamente

lingüístico, que además de parecerme más claro, es sin

duda el más coherente con la colección en que aparece.

Resultan así agrupadas las figuras en cuatro clases: «fonológicas

», «gramaticales» y «semánticas», Según el plano del e n u n c ia d o

lingüístico inmediatamente manipulado, y «pragmáticas», que

afectan a la e n u n c ia c ió n , es decir, que implican otros componentes

de la situación comunicativa.

Los tres tipos de figuras de enunciado se clasifican sistemáticamente

en dos subclases: las «licencias» o infracciones, excepcionalmente

admitidas, de las normas lingüísticas, y las «recurrencias

» o refuerzo de tales normas mediante la repetición periódica

de fenómenos equivalentes (de forma que, como en la acepción

matemática del término, cualquier elemento de la secuencia se

puede calcular conociendo los precedentes). Las licencias se

agrupan, a su vez, según los tipos de modificación de la q u a tr ip a r -

t i t a r a t io (Quintiliano): «adición» (a d ie c tio ), «supresión» ( d e tr a c -

t io ) , «inversión» (t r a n s m u ta t io ) y «sustitución» (in m u t a d o ).

Las figuras pragmáticas manifiestan un doble carácter genuinamente

retórico: el dialéctico propio de sus orígenes forenses y

el «ficcional» (en el sentido de dicción ficticia) que tanto identifica

a la literatura. Se agrupan en cuatro apartados: las que precisamente

instauran una «ficción enunciativa» y las que se orientan,

respectivamente, a la realidad representada («referenciales»), al

hablante («expresivas») y a los destinatarios («apelativas»).

Si tenemos en cuenta que en los actos de lenguaje operan

simultáneamente los distintos planos lingüísticos y los diferentes

factores comunicativos, no resultará extraño notar interferencias

entre las figuras de unos y otros apartados. Así, por ejemplo,

serán pocas las que carezcan de implicaciones semánticas, y

menos aún las que no ostenten orientación pragmática alguna.

Nuestra clasificación no será al respecto más insatisfactoria que

las demás, incluida la tradicional; pero sí es, en conjunto, más sistemática

que la mayoría.

Fuente:

/l ARCO/LIBROS,S.L.

CUADERNOS DE

Lengua Española

Dirección: L. Gómez Torrego

© by Arco Libros, S.L., 1998

Juan Bautista de Toledo, 28. 28002 Madrid

ISBN: 84-7635-296-4

Depósito legal: M-l0.743-1998

Printed in Spain - Impreso por Gráficas Torrejón (Madrid).

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