PRESENTACIÓN
En la primera salida de El lenguaje literario prometía una segunda
entrega con el título de «Estilo y figuras». Al poco, cada término
de este bien avenido casamiento pedía separación de trato y
alojarse en cuadernos aparte. A pesar de la clara afinidad de
caracteres, no tuve más remedio que ceder ante dos argumentos:
que, por más que los adelgazase, no cabrían decorosamente en
un mismo volumen, y que el tono de cada uno -más teórico el del
«Estilo» y más práctico el de las «Figuras»- ganaría en nitidez
sonando a una distancia acorde.
Presento ahora como segunda parte la que, en secuencia lógica,
debiera ser tercera. La razón es estratégica o, si se quiere, retórica:
cambiar, recurriendo a la variatio, el hilo del discurso -que
fluía ya por cauces especulativos en la primera parte y debe volver
a hacerlo al tratar de unos supuestos rasgos generales de la «lengua
» de los textos «poéticos»- y refrescar así la atención con el
catálogo de los recursos expresivos particulares -«esquemas» o
«figuras»- que nuestra tradición cultural ha ido anotando y clasificando
desde los griegos hasta hoy mismo. Quiero creer además
que, después de la observación meticulosa de tales manifestaciones,
la discusión de unas «pautas» del lenguaje poético será más
provechosa y rica, y más fundada.
En este volumen se intensifican, si cabe, las pretensiones de
todos los de la serie: claridad, sencillez y utilidad, junto al máximo
de rigor y amenidad posible. Clarificar y ordenar el corpus de
figuras retóricas, elegir los ejemplos más expresivos e interesantes,
y facilitar al máximo la consulta han sido los objetivos que
han orientado una tarea tan modesta como laboriosa. Y que se
reduce, en definitiva, a pasar a limpio, actualizándola, esta pequeña
muestra del inmenso y espléndido legado de la cultura clásica.
La inclusión entre los ejemplos españoles de unos pocos (traducidos)
de obras de la Antigüedad no puede ser más intencionada.
LAS FIGURAS RETÓRICAS
Entenderemos aquí por «figura», en su acepción más amplia,
cualquier tipo de recurso o manipulación del lenguaje con fines
retóricos. Originariamente el modelo de discurso «figurado» fue
la oratoria, pero desde muy pronto la literatura compitió con ella
hasta desplazarla como campo privilegiado de observación y práctica
de las figuras. Hoy, con la oratoria en decadencia, es la publicidad,
tan pujante, la manifestación más desear(n)ada del lenguaje
figurado (véase, en esta misma colección, A. Ferraz, E l le n g u a je
de la p u b lic id a d , 19963), junto a la más secreta y delicada del discurso
poético, que es la que nos importa.
En el refinado sistema conceptual de la Retórica las figuras se
encuadran en el estudio de la e lo c u tio , una de las p a r te s a r t is o fases
de elaboración del discurso, que consiste en «poner en palabras»
las ideas producidas en la in v e n tio y estructuradas en la d is p o s itio ;
que serán retenidas luego en la m e m o ria y pronunciadas, por fin,
en la a c lio .
El tratamiento de la elocución comprende la «teoría de los
estilos» o g e n e ra e lo c u tio n is y las «cualidades» o «virtudes» elocutivas,
que son la corrección (p u r it a s ), la claridad (p e r s p ic u ita s ) y la
belleza ( o r n a t u s ) . Esta última, que se concibe como una suma de
adornos que se «añaden» al estilo lingüístico «normal», puede
derivar de la combinación de las palabras en el discurso (c om p o s itio
) o de la elección de las palabras: tro p o s (uso de términos en
acepción inapropiada) y f i g u r a s (empleo de términos en acepción
apropiada, pero que, por distintos motivos, se desvían de la norma
usual). Según afecten al plano del significante o del significado,
se distinguen la fig u r a s de d ic c ió n de las f i g u r a s de p e n s am ie n to .
Además de las «figuras» en sentido estricto, integran nuestro
repertorio los tropos, los m e ta p la sm o s (artificios fónicos y gráficos)
y algunos fenómenos de «composición». Es claro que no se conciben
ya como adornos «superpuestos» al lenguaje, sino como procedimientos
de éste orientados a potenciar la expresividad, eficacia
o belleza del discurso.
LAS FIGURAS RETÓRICAS 11
Es formidable el cúmulo de diferencias que arroja la tradición
retórica en número, terminología y clasificación de las figuras.
Nuestro catálogo, sin otro criterio restrictivo que el del valor «literario
», aspira a ser de los más amplios. El índice alfabético que
cierra la exposición sirve también para ampliar con una serie de
equivalencias terminológicas las denominaciones elegidas para
las figuras. Nuestra clasificación, en fin, adopta un criterio decididamente
lingüístico, que además de parecerme más claro, es sin
duda el más coherente con la colección en que aparece.
Resultan así agrupadas las figuras en cuatro clases: «fonológicas
», «gramaticales» y «semánticas», Según el plano del e n u n c ia d o
lingüístico inmediatamente manipulado, y «pragmáticas», que
afectan a la e n u n c ia c ió n , es decir, que implican otros componentes
de la situación comunicativa.
Los tres tipos de figuras de enunciado se clasifican sistemáticamente
en dos subclases: las «licencias» o infracciones, excepcionalmente
admitidas, de las normas lingüísticas, y las «recurrencias
» o refuerzo de tales normas mediante la repetición periódica
de fenómenos equivalentes (de forma que, como en la acepción
matemática del término, cualquier elemento de la secuencia se
puede calcular conociendo los precedentes). Las licencias se
agrupan, a su vez, según los tipos de modificación de la q u a tr ip a r -
t i t a r a t io (Quintiliano): «adición» (a d ie c tio ), «supresión» ( d e tr a c -
t io ) , «inversión» (t r a n s m u ta t io ) y «sustitución» (in m u t a d o ).
Las figuras pragmáticas manifiestan un doble carácter genuinamente
retórico: el dialéctico propio de sus orígenes forenses y
el «ficcional» (en el sentido de dicción ficticia) que tanto identifica
a la literatura. Se agrupan en cuatro apartados: las que precisamente
instauran una «ficción enunciativa» y las que se orientan,
respectivamente, a la realidad representada («referenciales»), al
hablante («expresivas») y a los destinatarios («apelativas»).
Si tenemos en cuenta que en los actos de lenguaje operan
simultáneamente los distintos planos lingüísticos y los diferentes
factores comunicativos, no resultará extraño notar interferencias
entre las figuras de unos y otros apartados. Así, por ejemplo,
serán pocas las que carezcan de implicaciones semánticas, y
menos aún las que no ostenten orientación pragmática alguna.
Nuestra clasificación no será al respecto más insatisfactoria que
las demás, incluida la tradicional; pero sí es, en conjunto, más sistemática
que la mayoría.
Fuente:
/l ARCO/LIBROS,S.L.
CUADERNOS DE
Lengua Española
Dirección: L. Gómez Torrego
© by Arco Libros, S.L., 1998
Juan Bautista de Toledo, 28. 28002 Madrid
ISBN: 84-7635-296-4
Depósito legal: M-l0.743-1998
Printed in Spain - Impreso por Gráficas Torrejón (Madrid).
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