Medio siglo con Borges
Esta colección de artículos,
conferencias, reseñas y notas da testimonio de más de medio siglo de lecturas
de un autor que ha sido para mí, desde que leí sus primeros cuentos y ensayos
en la Lima de los años cincuenta, una fuente inagotable de placer intelectual.
Muchas veces lo he releído y, a diferencia de lo que me ocurre con otros
escritores que marcaron mi adolescencia, nunca me decepcionó; al contrario,
cada nueva lectura renueva mi entusiasmo y felicidad, revelándome nuevos
secretos y sutilezas de ese mundo borgiano tan inusitado en sus temas y tan
diáfano y elegante en su expresión.
Mi estrecha relación de lector
con los libros de Borges contradice la idea según la cual uno admira ante todo
a los autores afines, a quienes dan voz y forma a los fantasmas y anhelos que a
uno mismo lo habitan. Pocos escritores están más alejados que Borges de lo que
mis demonios personales me han empujado a ser como escritor: un novelista
intoxicado de realidad y fascinado por la historia que va haciéndose a nuestro
alrededor y por la pasada, que gravita todavía con fuerza sobre la actualidad.
Jamás me ha tentado la literatura fantástica y pocos autores de esta corriente
figuran entre mis favoritos. Los temas puramente intelectuales y abstractos,
teñidos de inactualidad, como el tiempo, la identidad o la metafísica, nunca me
han inquietado demasiado y, en cambio, asuntos tan terrenales como la política
y el erotismo —que Borges despreciaba o ignoraba— tienen un papel protagónico
en lo que escribo. Pero no creo que estas abismales diferencias de vocación y
personalidad hayan sido un obstáculo para apreciar el genio de Borges. Por el
contrario, la belleza e inteligencia del mundo que creó me ayudaron a descubrir
las limitaciones del mío, y la perfección de su prosa me hizo tomar conciencia
de las imperfecciones de la mía. Será por eso que siempre leí —y releo— a
Borges no sólo con la exaltación que despierta un gran escritor; también con
una indefinible nostalgia y la sensación de que algo de aquel deslumbrante
universo salido de su imaginación y de su prosa me estará siempre negado, por
más que tanto lo admire y goce con él.
Lima, febrero de 2004
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