Esta obra fue publicada
en el año 1858 y con ella gano el primer premio en un concurso organizado por
la universidad de chile, y en donde el jurado destaca el gran merito de ser una
obra completamente chilena. Blest Gana muestra aquí el dominio de un narrador
maduro tanto en las formas del discurso como en la caracterización de
personajes los cuales nos amplían la visión de los sectores de la sociedad del
siglo XIX.
***
(Santiago, 1830 - París,
1920) Narrador y diplomático chileno. Fue el primer gran novelista chileno,
adscrito desde sus inicios al naturalismo, movimiento que dominó el panorama
literario de su país entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Hermano del poeta Guillermo Blest Gana, se inició
en la carrera militar y tras recibir el despacho de subteniente fue enviado a
París a completar estudios. Regresó a Chile en 1851, siendo destinado a ejercer
de profesor de topografía en la Escuela Militar. Poco tiempo desempeñó la
profesión para la que había estudiado, ya que pronto se inició en la política y
la diplomacia. Así, fue intendente en Colchagua, diputado y ministro de Chile
en Francia.
Tal vez influido por su hermano Guillermo, o por
el ambiente del momento, Alberto Blest Gana se inició literariamente en la
poesía, pero la lectura de la obra de Balzac lo decidió por la novela, género
para el cual se creía mejor dotado.
Su primera novela fue Una escena social, publicada
en forma de folletín en el periódico literario El Museo, en 1853. En ella ya se
aprecia el influjo del naturalismo, lo que le ocasionó no pocas críticas,
particularmente del ámbito religioso, la Iglesia no aceptaba todavía que en una
creación artística se hablara de amantes, relaciones extramatrimoniales y
violaciones.
Después, en 1855, publicó Engaños y desengaños y
Los desposados, ambas en La Revista de Santiago. La creatividad de Alberto
Blest era fecunda en su juventud, así, en el año 1858, daba a la imprenta otras
dos novelas: El primer amor y La fascinación, ambas en la Revista del Pacífico.
Pero La fascinación fue publicada casi simultáneamente en forma de libro.
Por esa época, Alberto Blest Gana ya asumía
plenamente los postulados naturalistas, según los cuales las letras debían cumplir
una labor civilizadora, mostrando en forma transparente la realidad, por cruda
que ésta fuere, para prestar sus servicios a la causa del progreso. Para el
autor era la novela, y especialmente la costumbrista, el género que mejor podía
cumplir dicha función utilitaria, ya que esta novela hablaba el lenguaje común,
cotidiano, del hombre de la calle, describiendo situaciones y escenas que todo
el mundo podía entender.
La consagración literaria de Alberto Blest Gana
llegó en 1860. La Universidad de Chile había convocado, a instancias de José
Victorino Lastarria, un certamen para promover del arte de la novela en Chile,
género que no estaba muy difundido hasta entonces. Ganó el primer premio Blest
Gana, con su novela La aritmética en el amor. La obra, saludada por Lastarria
como netamente chilena, fue publicada de inmediato y abrió paso a su autor al
cuerpo docente de la Facultad de Humanidades.
En su discurso de ingreso a esta institución, el
escritor definió claramente sus objetivos literarios, haciendo una defensa del
costumbrismo chileno dentro de la tendencia general del naturalismo,
representado principalmente por Émile Zola. Para Blest Gana, la novela debía
desempeñar un papel en el progreso de los pueblos y no limitarse a ser un mero
divertimento cultural de las elites cultas. Por otra parte, el costumbrismo,
pletórico de giros chilenos en el lenguaje, convertía este estilo en el medio
más adecuado para difundir la literatura entre el pueblo.
La capacidad creadora del novelista era realmente
notable. Así, sólo en 1859 escribió dos novelas, Un drama en el campo y Juan de
Aria, pero también concluyó un libro de relatos titulado Cuadros de
costumbres.Si la consagración como literato le llegó a Blest Gana con La
aritmética en el amor, la fama general se la concedió Martín Rivas. Novela de
costumbres político-sociales, también apareció en forma de folletín, esta vez
en el periódico de gran tirada La Voz de Chile, en 1862.
Ampliamente leída, los lectores, en especial las
mujeres, sufrían con las desventuras de los personajes y esperaban con
expectación el capítulo siguiente, decepcionándose si éste no se publicaba en
la fecha prevista. Martín Rivas, que consumó su ascenso social y amoroso al
llegar a Santiago, casándose con la hija de un aristócrata, se convirtió en un
personaje que encarnaba ciertos ideales chilenos. Se trata de un relato lleno
de ironía, con un objetivo ético y moralizador en el sentido más amplio de la
palabra. Martín Rivas influyó notablemente en la novelística posterior.
FUENTE:
Recopilador: DR. ENRICO
PUGLIATTI.
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