martes, 27 de octubre de 2020

Máximo Gorki Henry James Rudyard Kipling Herman Melville. 44 escritores de la literatura universal.

 


Máximo Gorki

Henry James

Rudyard Kipling

Herman Melville

Máximo Gorki

Cuando volvió a Moscú, a principios de los años treinta, le condecoraron con la Orden de Lenin, se puso su nombre a una calle y se le condujo a una dacha en la que Stalin, al conocer sus problemas de movilidad, había ordenado instalar un ascensor.

A esa casa le enviaron cada mañana, durante años, un ejemplar del diario Pravda confeccionado solo para él. Las noticias molestas —depuraciones, represión, juicios sumarios— eran eliminadas y sustituidas por otras sobre planes de colectivización, o actos heroicos.

***

Henry James

Hay una foto suya en la que aparece, de perfil, con chistera y abrigo, las manos a la espalda, sosteniendo los guantes y el bastón. Atildado, elegante, ceremonioso, pulcro en el atuendo. Ocurrió en una ocasión que un niño se acercó hasta él, en una fiesta, y le ofreció una flor sucia y mustia. Todo quedó en suspenso, hasta que James se agachó hasta ponerse a la altura de su joven amigo, aceptó la flor, e hizo una profunda reverencia. Al alejarse, todos esperaron a ver si la ponía en su ojal. No hay constancia de que lo hiciera.

*** 

 Rudyard Kipling

Bigote, gafas redondas, calva despejada, de contable o banquero, apenas uno sesenta y cinco de estatura. Llegó a ser tan popular que cuando en 1898 se recuperaba en Nueva York de una grave neumonía que casi le cuesta la vida, miles de personas, como en una vigilia laica, silenciosa, callada y entusiasta, se fueron congregando frente al hotel donde estaba hospedado, ocupando las calles adyacentes, para escuchar el parte médico que decía que se encontraba fuera de peligro.

*** 

Herman Melville

Tenía veintiún años y acababa de enrolarse en el Acushnet, un ballenero de 350 toneladas. La tripulación la componían 22 americanos, tres portugueses y un inglés, según anotó cuidadosamente Valentine Pease, la hija del capitán. Era su padre quien, mientras se iban alistando, dictaba las señas personales de cada marinero: un metro ochenta, piel morena, cabellos castaños… Pero ella debió levantar los ojos un momento para cruzarse con los de aquel mocetón sobre el que los barcos ejercieron siempre una seducción casi magnética y anotó algo en el margen. Una sola palabra: «cascarrabias».

Fuente:

Ficha técnica

Nº de páginas:

236

Editorial:

SIRUELA

Idioma:

CASTELLANO

Encuadernación:

Tapa dura

ISBN:

9788416964406

Año de edición:

2017

Plaza de edición:

MADRID


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