jueves, 22 de octubre de 2020

ANONYMOUS. (Fragmento. Novela. Inédita. "EL HACEDOR DE SOMBRAS". (Bola Negra).



 ANONYMOUS.

(1)

¿Y vos qué sentiste en medio del fogonazo y la agonía? ¿Soñaste otra vida?

“Te levantás... En el cuarto contiguo, están tus dos hijos, pronto despertarán, y Ana, la joven del servicio les dirá que deben tomar deprisa la ducha y el desayuno para que el bus escolar no los deje.

Movés los músculos, sentís la alfombra, tu pie sale dejando cobijas y edredones, una sensación a modorra te invade. Estirás el cuerpo, volteás e insistís mirar una masa amorfa de cobijas y de sábanas: es Adriana.

Hacés un lance e iniciás explorando un montículo grande y redondeado. Escuchás detrás de la montaña un murmullo, algo parecido a la voz humana, algo moviéndose en medio de la luz tenue y amarillenta reflejada por un espejo de la recámara principal.

El sol entra, un palmo, dos, invade la habitación: primero es un hilillo de oro, un hilillo de estupor y madrugada, para ir quebrando la modorra y las tinieblas.

El agua te moja la cara, es un líquido ardiente-frío, quema la piel... reintentás combatirlo abriendo y cerrando los ojos, oxigenando imágenes, oxigenando los pensamientos y la memoria.

Sospechás: hoy a mediados de semana la jornada será dura, ardua y perezosa con los empresarios. Estarán puntuales a la cita en la empresa de tu suegro la que algún día heredarás el mando gracias a Adriana, su hija.

Regresás al cuarto y oís unos ruidos, son unos murmullos, son las voces de tus dos hijos quienes han despertado y juguetean con Jack, el rotweiller.

A la insistencia de Camilo y Sebastián se compró.

¿Y, en este fin de año, finalizado noviembre, a dónde se irán de vacaciones? ¿París, Madrid, Londres? Adriana y los niños insisten en volver a Marbella: Sol, mar... cerrás los ojos y mirás los veleros, imágenes quemantes... sueños, más sueños...


¿Agonizás? ¿Olés la pólvora? ¿Viste el fogonazo bajando las escalerillas de la cripta? ¿Sí ó no?

“Ficción... es una ficción lo que está pasando en estos segundos por tu mente... Toda la puta madre de la realidad es una puta ficción y se irá al carajo... no lo sabés... y vos continuás en la agonía de lo que pudo ser...”

“¿Qué pasó con el Alpha Romeo, con el Audi, con el Mercedez Benz o con el Jaguar?” ¿Qué pasó con la Quinta de vacaciones comprada a un precio de oportunidad en el Golfo de Papagayo? Dos millones y medio de dólares… ¿razones? El gringo se iba y no volvería en los últimos cinco años. ¿Allí es dónde has llevado a tu amante? ¿Gimena? ¿Gimena gime cuando le hacés el amor?

En la playa del Golfo de Papagayo dos mujeres rubias caminan de la mano. ¡Los hombres vuelven a mirar los cuerpos bronceados y perfectos en sus diminutas tangas!...

Era cuestión de tiempo, Adriana lo debía de saber... nunca le ha importado... eres un infiel... eso jura Adriana...

Interrumpís con la colonia, con el after shave, apretás los músculos de la cara y hacés un palmoteo, un pequeño masaje facial frente al espejo... Repasás con insistencia todas las posibilidades para este fin de año.

Ahhh, uhmmm, una preocupación más, ¿hacer la fiesta antes de lo pactado con Germán quien desea mostrar y venderte el último modelo de la Mercedes Benz?

¿Cuántos invitados serán este año? ¿Le dijiste a Adriana las dudas de una fiesta cerca de la piscina? La última vez, el diciembre pasado alguien imprudente se orinó en el agua y el agua se tiñó ante los ojos inoportunos de algunos amigos de un color azul, y los invitados rieron.

Nunca se supo –aunque tenés los candidatos- de quién fue el meón, el orinón en la piscina...

Y Juan Alberto, tu empleado de confianza tuvo un trabajo extra. Cambiar el agua...

Y, ¿a dónde hacer la fiesta? ¿No son tus amigos?

O acaso cerca de las canchas de tenis o cerca del área del gimnasio o del sauna, podría ser, no, la verdad, estás orgulloso de la alberca olímpica construida con las medidas exactas -ni un centímetro más ni menos. Tu piscina es una piscina no las mierditas de estanques de algunos amigos tuyos y, vos criticás con Adriana y los niños diciéndoles: ¡esas, esas son mierditas de albercas!

“La mía sí es una piscina, si señor, se le frunce el culo a cualquiera para pasarla de un lado a otro, no son cinco o diez brazaditas y se llega al otro extremo, no señor.”.

El conjunto es extraño, la entrada a la alberca con columnas griegas y los dioses en mármol puestos en los cuatro vértices de la piscina hacen un híbrido de la arquitectura.

Las críticas de ingenieros y arquitectos amigos no se dejaron esperar: ¿Nereidas, tritones, Neptunos, delfines adornando en un mosaico el fondo de la piscina? ¿Extraño? Eso fue lo deseado por vos.

¿Te despertarás a la pesadilla? Con vos, las cosas funcionan al revés, la pesadilla es la realidad.

¡Duerrrrrrmeee!”

Las farolas de las calles asechan con su luz. Un grupo de jovencitas en sus carros lujosos pasan embruteciendo el ambiente con risas y olores de perfumes caros cerca del Cementerio General, cerca de la cripta. ¡Se apagan las luces y se encienden las llagas!

¡Vuelve a lo que pudo ser…!

“Te abrocharás las mangas de la camisa, deslizarás en medio de tus dedos las mancuernillas de oro de 24 k - compradas en Tiffany, en una tienda de Italia- para hacer el puño francés. Harás el nudo de la corbata. Alargarás la mano y en la repisa de cristal, tomarás el perfume haciendo girar la tapa, harás un embudo con una de las manos y pasarás el líquido por tu cara mientras un olor semi dulzón invadirá las fosas nasales que se colará – hasta el cuarto contiguo donde Adriana dormita- y pensarás en las noticias de cómo en los últimos días amenazaron de muerte a los directores de los medios de comunicación más importantes del país. ¿Qué ha ocurrido con los políticos? ¿Qué ha ocurrido con los candidatos, precandidatos, la clase dirigente del país? ¡El país es un horror de violencia”

“Empero, un egoísmo natural y ancestral, invade tu cuerpo cuando piensas en los problemas nacionales. ¡Que se jodan los demás! ¿No ha sido así siempre? ¿Acaso no ha sido siempre así con el destino, con la vida de los otros? ¿Quién se preocupó porque vos estuvieras bien? ¡Basta!”

“Un dolor o una incomodidad te hace voltear la cara... el frío pega fuerte, y más en la cripta, ¿qué mirás en el instante? Un hilo de muerte pasa por tu frente... lo deseado se escapa por los dedos en cada respiración...”

“¿Quién sos? Agachá más la cabeza y húndete en la sombra”.

“Nada tiene sentido en la pequeña existencia más allá de dos palmos de tu nariz”. “La realidad, ¿qué es la realidad y qué es el sueño?”

“Atrás quedó la noche, el frío, la madrugada y los malos momentos.”

“Atrás quedó orillada la conversación con Adriana. ¿Quién es Adriana? ¿Lo que pudo ser y no es? ¿Dónde están los hijos? ¿Qué está pasando?

¡Aflojá los músculos... duerme¡”

¿Quién sos? Doble identidad, te desdoblás, te redoblás en el otro... sospechás: la realidad posee numerosos pasillos. ¿Quién sos? No lo sabés... sos la gran incógnita, lo desconocido... existe un parpadeo. Te desbordás en el sueño, en la modorra, no-pasa nada... siempre no-pasa nada...

“La afeitada termina y la cara se humedece con la colonia. ¿No es a Marbella a dónde quieren ir a final de año? Te enamorarás... asistirías a cualquier lugar con tal de ver a tu amante Gimena?”

Oblicua, horizontal, vertical, la noche es grande, la noche es inmensa, la noche circula por las venas junto a los otros, en la cripta... el sudor y la taquicardia disminuye de repente, así sucede con esa pinche droga, con esa cochinada que Emilio y Lorenzo te venden.

Alguien contó: “mirá, la mezclan con aspirina y ya”... ¡Saber si es verdad!


Los hijos, ¿dónde están los hijos? Tu mujer, ¿dónde está tu mujer?

Ahora se desvanece la realidad, se escinde en sueño y luz, en una marea de sombras y en un montículo de preguntas y de soledad y de frío y luego, de más soledad en una ola, en un vaivén que viene y va.

El instante se está resquebrajando y, sentís el frío en los costados... ya nada es, podés percibir la fatiga de la noche: densa, pesada.

Prevalece un estremecimiento de músculos, de tirantez y no podés respirar. ¡Un fogonazo!

“¿Adónde quedó Adriana con sus ropas finas y los labios carnosos? ¿Adónde quedó su piel húmeda y su voz jadeante cuando la tocás por dentro? ¿Adónde quedaron las bragas olorosas a ella y, su vagina ardiente como el desierto de Marraquech?”

El instante se desvanece, se cae.

Una imagen detrás de otra se derrumba, cede al espacio y a lo oscuro... Y el fogonazo estúpido es un ángel vengador, hiere tu costado de sueño.

Y la respiración se hace cada vez más difícil y a la pareja no le importa tu muerte, así: anónima, sin dueño, rodando escaleras abajo... ¿Morirás? ¿Cuántos mueren “anónimos?”

Escuchás a lo lejos la pitoreta del tren, escuchás cerca a la pareja de jóvenes hacer el amor, ella dice unas palabras, él se queda callado en el escudo del no-abecedario, unos movimientos en las sombras... escuchás los estertores de ella y los estertores de él... ellos no escuchan tus estertores, el hip hip de cocaína en tu nariz y en la sangre.

Sos “Nadie”, “algo” tirado en el suelo de mármol y en el centro de tu pupila vuela un búho por esa noche, alguien te quiere encapsular con los rótulos de muerte, con los avisos de neón, con los travestis comerciantes de sexo cada noche. Hip hip, hip, hop hop hop deseás moverte, avistar a la pareja que entreabre las carnes a la vida y cierran las carnes a la muerte... ¿Dónde están tus hijos? ¿Dónde está Adriana? ¿Dónde está lo que pudo ser y no fue?

“¡Duerrrmeee... yaaa!...”

***

    J.Méndez-Limbrick.

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