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DE
LA VERDAD
(1625)
¿Qué
es la verdad?, preguntó Pilato mofándose; y no esperaría la respuesta. En
verdad que hay deleite en lo frívolo; y se considera una servidumbre mantener
una creencia; afecta al libre albedrío, en el pensamiento así como en la
acción. Y aunque las sectas de filósofos de esa clase ya han desaparecido, aún
quedan ciertos ingenios discursivos que tienen la misma cepa aunque no hay en
ellos la misma savia como la había en los antiguos. Pero no es sólo las penas y
trabajo que los hombres se toman para encontrar la verdad ni tampoco que, al
encontrarla, se impone al pensamiento de los hombres y aporta mentiras en su
favor, sino una afición natural, aunque corrupta, hacia la propia mentira. Uno
de los últimos de las escuelas griegas examina la cuestión y discurre sobre qué
habrá para que los hombres amen la mentira; no es que lo hagan por placer, como
los poetas; ni por beneficiarse, como el comerciante, sino por la propia
mentira. Y o no sé qué decir; esta misma verdad es una luz del día pura y clara
que no ilumina las máscaras y disfraces y triunfos de la mitad del mundo y tan
impresionante y deliciosamente como la luz de las candelas. Quizá la verdad
alcance el precio de una perla que luce más durante el día, pero no alcanzará
el precio de un diamante o un carbúnculo que brilla más bajo luces variadas. El
mezclarle una mentira tiene que agregarle encanto. ¿Duda alguien que si se
quitaran de la mente de los hombre s las opiniones vacuas, las esperanzas
vanas, los cálculos erróneos, las mimadas fantasías y cosas análogas, no
quedaría la mente de algunos hombres como pobre s cosas hundidas llenas de
melancolía y desanimadas, algo desagradable para ellos? Uno de los padres, con
gran seriedad, llama a la poesía vinum
daemonum[1], porque
llena la imaginación y sin embargo no es más que la sombra de una mentira. Pero
no es que la mentira pase por la mente, sino que se hunde en ella y se asienta
allí, y produce el daño como dijimos antes. Mas, sea como fuere, el que estas
cosas corrompan los juicios y afectos de los hombres, la verdad, que sólo debe
juzgarse por sí misma, enseña que la averiguación de la verdad, que es el
cortejarla, el conocimiento de la verdad, que es su presencia, y la creencia de
la verdad, que es gozarla, es el soberano bien de la naturaleza humana. La
primera criatura de Dios, en la creación de los días, fue la luz del sentido;
la última fue la luz de la razón; y su obra del sabbath desde entonces es la
iluminación de su Espíritu. Primero, expandió luz sobre el haz de la materia o
caos; luego expandió luz en el rostro del hombre; y aún expandió e inspiró luz
bajo el rostro de su elegido. El poeta que embelleció la secta, aunque, por lo
demás fue inferior a los otros, dijo en form a excelsa: Es un placer estarse en la orilla y ver los barcos zarandeados por las
olas; un placer estar en la ventana de un castillo y ver una batalla y los
percances que suceden abajo; pero no hay placer comparable al del lugar
estratégico de la verdad (una cima que no puede ser dominada y donde el
aire es siempre puro y sereno) y ver los
errores divagaciones, nieblas y tempestades del valle que yace al fondo;
siempre que tal panorama se vea con piedad y no con vanidad y orgullo. La
verdad es que hay cielos y tierra para que la mente del hombre sea movida por
la caridad, descanse en la providencia y vuelva hacia los asideros de la
verdad.
Pasando
de la verdad teológica y filosófica a la verdad de los asuntos de la vida
civil, se reconocerá, aun por aquellos que no lo practiquen, que el trato claro
y rotundo es la honra de la naturaleza humana y que la mezcla de la falsedad es
como alear en la acuñación oro y plata, que puede hacer más resistente el me
tal, pero lo rebaja. Por esos procedimientos sinuosos y retorcidos caminan las
serpi entes, las cuales reptan sobre el vientre y no sobre los pies. No hay
vicio que cubra de vergüenza tanto al hombre como encontrarle falso y pérfido;
por eso Montaigne se expresó con elegancia, cuando preguntó la causa de que la
p alabra mentira tuviera un sentido tan desgraciado y odioso; dijo: Sopesándolo bien, decir que un hombre miente
es tanto como decir que es valiente con Dios y cobarde con los hombres. Porque
la mentira se encara con Dios y huye ante el hombre. Seguramente la maldad
de la falsía y quebrantamiento de la fe es posible que no pueda ser expresada
con tanta elevación, como que será la última apelación pidiendo el juicio de
Dios sobre las generaciones humanas: habiéndosenos dicho que cuando venga Cristo, no encontrará fe en la
tierra.
Fuente:"Ensayos" del filósofo Francis Bacon (1561-1626) Madrid, Aguilar, 1965, 11x15 cm, 238 páginas. Portada deteriorada (de ahí su precio) Biblioteca de Iniciación Filosófica Historia de la filosofía. Pensamiento. Siglo XVII bja.
El egregio Bacon, dechado de sabiduría, recién leí sus ensayos el año pasado, justo en esta edición de la biblioteca de iniciación filosófica de Aguilar, me parece que es la única edición completa en español. Ojalá te animes a subirlos —poco a poco— todos; son invaluables.
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