miércoles, 6 de noviembre de 2019

C a r l W i n t e r , U n i v e r s i t a t s v e r l a g , GmbH., Heidelberg


PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Las grandes literaturas de la Antigüedad clásica, que se muestran a
nuestros ojos conclusas poseen su propia problemática frente a las literaturas
en curso de desarrollo de los pueblos modernos. Especialmente la
historia de la literatura latina, cuyo origen, florecimiento y decadencia
se desenvuelven en sucesión milenaria con límites superiores e inferiores
precisos, nos induce a contemplarla como un hecho biológico, en el que se
conciben la juventud, madurez y ancianidad del espíritu latino, en exposición
coherente, como la historia de un organismo. Una ojeada a la literatura
latina en su ámbito universal con inclusión de la literatura técnica y de la
multitud de documentos y leyes grabados en piedra y bronce, conduce a la
instructiva comprobación de que la literatura de un pueblo, en su conjunto,
es no sólo arte y belleza, sino también la expresión escrita de su cultura.
Contemplada así, álzase la literatura latina con imponente impulso sobre
el nivel estético, para asumir como objeto la esencia entera del Humanismo
antiguo tal como se encierra en el espíritu latino y en sus logros genuinos
transmitidos al mundo moderno. Pero el espíritu alemán, que, a pesar de
su dependencia de la cultura mediterránea, es consciente de su participación
en la formación de una nueva cultura océanica en la zona norte
de Europa, anhela hoy más que nunca un encuentro con la latina, a la
que tanto debe. Este encuentro no debe, sin embargo, efectuarse mediante
especulaciones ensayistas, sino sólo basándose en una exposición coherentemente
descifrable de todos los problemas culturales de la Romanidad
tal como deben verificarse en una Historia de la literatura romana realizada
pragmáticamente.
Pero la ascensión de la romanidad a la cultura clásica y la curva de
su ocaso sólo pueden transferirse de la vida literaria del pueblo a la visión
de un devenir causal y exponerse con nítidos contornos si se presenta esta
exposición desembarazada de los problemas específicos relativos a la historia
de las formas y a la crónica personal. Es, pues, inevitable la bipartición
de este tratado. Sólo gracias a ello será posible también perseguir en
el contexto hasta la bifurcación final del latín en la lengua erudita de la
Edad Media y en las lenguas romances, la historia de la lengua en prosa y
leyes prosódicas de los metros, inherente a la historia del espíritu —en
lugar de mediante glosas a cada autor—.
10 Historia de la literatura romana
Pero en la exposición de la historia de las formas literarias, en lo que
atañe a la sucesión de los géneros, no nos contentamos con el esquema
griego, a pesar de la fatal vinculación de Roma a Grecia. La literatura
comienza entre los griegos con la poesía, entre los romanos con la prosa.
El libro de texto y de lectura era para los griegos Homero, para los romanos
las Leyes de las Doce Tablas. Además de Homero, los griegos poseen
ya desde el comienzo un arte lírico del intimismo popular como la rodia
Canción de las golondrinas, y de la subjetividad como la plasmada en
Arquíloco. Por el contrario, el destino romano era refrenar a lo largo de
los siglos, por medio del talante vital de la gravitas, auctoritas y maiestas
de la temprana romanidad republicana, el germen del arte puro que albergaba
el pueblo latino. La primera edad republicana sólo poseía como
manifestación artística propia la oratoria, y todavía Cicerón decía de los
líricos que no tenía tiempo de leerlos, a menos que se le doblase la vida.
Así que en la historia de la literatura latina, al hacer la ordenación de
la materia, la prosa debe preceder a la poesía. La inclinación del pueblo
tendía a la manifestación literaria primero en el terreno religioso, luego
en el derecho y en la oratoria. Pero en la ordenación interna de la esfera
poética hay que distinguir entre puntos de vista psicológicos, comunes a
todos los pueblos y el sentimiento pragmático propio de la originalidad
romana. La poesía narrativa y el drama se ofrecen ante todo a nuestra
consideración como esferas de interés universal humano. Después constituye
el núcleo de una gran zona literaria específicamente romana la sátira,
que, nacida en el siglo i i a. de C., muestra un carácter fundamental que se
aprecia también en la novela latina de Petronio y Apuleyo y se manifiesta
finalmente incluso en la fábula. Por el contrario es significativo que a los
romanos les falte totalmente la leyenda, que entre los griegos es también
el núcleo de la fábula.
Hasta el último siglo a. de C. no aparece en Roma la poesía de carácter
subjetivo que alcanza hermosura inusitada en los poemas de Catulo, en
el arte primoroso y románico de la elegía, en el Idilio de Virgilio, y
en las Odas de Horacio. En estas obras se nos muestra el hombre romano
en el despliegue de instintos primitivos distintos de los que habían configurado
a los políticos romanos del orden censorio.
El cuadro entero de la literatura latina con sus secciones particulares
se cierra así con el libro del alma humana.
Pero cuando el primer impulso lleva el espíritu romano a través de los
siglos, no hay todavía un organismo, una esencia orgánica, que sacase de
sí misma las condiciones para su crecimiento, engrandecimiento y destino.
El carácter pragmático de la historia literaria está vinculado a la fisonomía
de la historia política y económica, que brinda al arte y a los artistas
calor, templanza y temperatura. Desempeña además su papel la influencia
existente entre los pueblos. Prescindiendo del influjo oseo y etrusco en los
primeros tiempos, había ido incrementándose cada vez más la propensión
itálica de los latinos a asimilar la influencia recibida escalonadamente a
través de los helenos y de los pueblos grecoparlantes. Finalmente se inscribe
en el curso de la vida literaria romana condicionada biológicamente
Prólogo a la segunda edición 11
con fuerza elemental la renovación sanguínea, merced a las provincias,
cuya población latinizada trasvasa en el desarrollo romano su propia
aptitud y su propia disposición para el arte y la ciencia vigorosa ya antes
de la latinización.
El libro de Pietro de Francisci (traducido por L. Sertorius, 1941) Der
Geist der romischen Kultur, pone en primer plano con énfasis el anhelo
por una historia del espíritu de la cultura romana. Ello culmina en la
tesis: se nos aparece Roma, en verdad, como un admirable sistema, el
más admirable, de fuerzas ideales y valores, que haya contemplado jamás
la historia (p. 43). Pero este énfasis renuncia a desarrollar su tesis en el
inventario de la literatura romana y, sin embargo, sólo un contacto robustecido
por la interpretación filológica de los monumentos de la vida del
lenguaje puede captar el espíritu de cada período de la historia romana
y, con ello, comunicar objetivamente al fenómeno romano de la Antigüedad
su resplandor hasta en la cultura del presente.
Bonn, 26 de noviembre de 1960.
E rnst B ickel

Ficha técnica:
EDITORIAL GREDOS
MADRID
© 1960. C a r l W i n t e r , U n i v e r s i t a t s v e r l a g , GmbH., Heidelberg.
© 1982. EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, para la versión
española.
Traducción de la edición alemana. Título original: LEHRBUCH DER GESCHICHTE
DER ROMISCHEN LITERATUR. Zweite, durch Zusátze erweiterte Auflage.
Depósito Legal: M. 31791 - 1982.
ISBN 84-249-0853-8.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81. Madrid, 1982. — 5002,
A la vocación humanística del pueblo alemán

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