jueves, 5 de julio de 2018

H E N R I M I C H A U X LA VIDA EN LOS PLIEGUES. (Fragmento).


LITERATURA DE RESCATE.
H E N R I M I C H A U X

LA VIDA

EN LOS PLIEGUES

LIBERTAD DE ACCIÓN
LA SESIÓN DE BOLSA
Escupo sobre mi vida. Me desolarizo en ella ¡
¿Quién no es mejor que su vida?
La cosa empezó cuando era niño. Había un gran adulto
Inoportuno.
¿Cómo vengarme de él? Lo puse én una bolsa. Allí
podía golpearlo n mi antojó. Gritaba, pero yo me hacía
el sordo. No era Interesante.
Conservé cuidadosamente esa costumbre de mi infancia. Desconfiaba de las posibilidades de intervención que
uno adquiere al volverse adulto, además de que éstas
no llegan lejos.
A quien está en la cama no se le ofrece una silla. *
Esta costumbre, he dicho, la conservé justamente, y
hasta hoy la mantuve en secreto. Era más seguro.



Su inconveniente —puesto que hay uno— es que gra*
cías a ella soporto a gente imposible con demasiada facilidad.
Sé que los espero en la bolsa. Eso es lo que da una
maravillosa .paciencia.
A propósito, dejo durar situaciones ridiculas y demorarse a los que no me dejan vivir
La dicha que me ocasionaría ponerlos de patitas en
la calle en realidad es contenida en el momento de la
acción por las delicias incomparablemente mayores de
tenerlos próximamente en la bolsa.- En la bolsa donde
los muelo a palos impunemente y con un ardor que
cansaría a diez hombres robustos que se turnaran metó­
dicamente.
Sin este artecito de mi propiedad, ¿cómo habría pasado mi vida desalentadora, a menudo pobre, siempre
agobiado por los demás?
¿Cómo habría podido continuarla, decenas de años a
través de tantos sinsabores, bajo tantos amos, próximos
o lejanos, bajo dos guerras, dos largas ocupaciones por

un pueblo en armas y que cree en las cosas inmutables,
bajo otros innumerables enemigos?
Pero la costumbre liberadora me salvó. Cierto es que
por un pelo, y resistí a la desesperación que al parecer
no iba a dejarme nada. Mediocres, pelmas, una bestia
de la que habria podido deshacerme cien veces, me los
guardaba para la sesión de bolsa.


LAS GANAS SATISFECHAS
No he hecho daño a nadie en la vida. Sólo tenía las
ganas. Pronto ya no tenía más. ganas. Había satisfecho
mis ganas.
En la vida uno nunca realiza lo que quiere. Por más
que con un asesinato feliz haya suprimido usted a sus
cinco enemigos, éstos todavía le crearán problemas. Y
eso es el colmo, proveniendo de muertos y para cuya
muerte uno se tomó tanto trabajo. Además, en la ejecución siempre hay algo que no estuvo perfecto, en cambio
a mi manera puedo matarlos dos veces, veinte veces y
más. Cada vez, el mismo hombre me entrega su jeta
aborrecida que le hundiré en los hombros hasta que
muera, y, una vez consumada dicha muerte y ya frío
el hombre, si me molestó un detalle, acto seguido lo
levanto y lo vuelvo a asesinar con los retoques apropiados.



Por eso en lo real, como se dice, no hago daño a nadie;
ni siquiera a mis enemigos.
Los guardo para mi espectáculo, donde, con el cuidado
y el desinterés deseado (sin el cual no existe el arte)
y con las correcciones y ensayos convenientes, les ajusto las cuentas.
Por eso, muy poca gente tuvo que quejarse de mí, a
menos que hayan venido groseramente a ponerse en mi
camino. Y aún así
Vaciado periódicamente de su malevolencia, mi corazón se abre a la bondad, y casi sería posible confiarme
a una niñita durante algunas horas. Sin duda, no le
sucedería nada enojoso. ¿Quién sabe? hasta me dejaría con pesar


LA BODEGA DE LOS SALCHICHONES
Me encanta amasar
Te agarro un mariscal y te lo trituro de tal modo que
pierde la mitad de sus sentidos, pierde su nariz en cuyo
olfato creía y hasta su mano, que no podrá llevar más
a su quepis, ni siquiera si todo un cuerpo de ejército
fuera a saludarlo.
Sí, por trituraciones sucesivas, lo reduzco, lo reduzco,
salchichón en adelante incapaz de intervención.
Y no me contento con los mariscales. En mi bodega
tengo una cantidad de salchichones que en otros tiempos
fueron personajes considerables, y aparentemente fuera
de mi alcance.
Pero mi infalible instinto de júbilo venció las dificultades.
Si luego todavía hacen algún escándalo, realmente no
es culpa mía. No hubieran podido ser más amasados.


L I B E R T A D DE A C C I O N 13
Me aseguran que algunos siguen agitándose. Los diarios
lo imprimen. ¿Es real? ¿Cómo lo seria? Están enrollados.
El resto es un epifenómeno como se lo encuentra en la
naturaleza, suerte de misterio del orden de los reflejos y
las exhalaciones y cuya importancia no haría faltar exagerar. No, no hace falta.
En mi bodega yacen, en profundo silencio.

LA HONDA DE HOMBRES
También tengo mi honda de hombres. Se los.puede lanzar lejos, muy lejos. Hay que saber agarrarlos. -
No obstante, difícilmente se los lanza bastante lejos.
A decir verdad nunca se los lanza bastante lejos. Vuelven cuarenta años después a veces, cuando uno por fin
se creía tranquilo, mientras que ellos lo están, volviendo
con el paso regular del que no se apura, que se habría
encontrado allí hace cinco minutos todavía y para volver
inmediatamente después.

Fuente:

H E N R I M I C H A U X

LA VIDA

EN LOS PLIEGUES

traducción de
Vieron G o l d s t e i n
§ f
Ediciones Librerías Fausto
;
Título del original francés
L a VIE DANS LES PLIS
Éditions Gallimard
D iseño de la tapa
O s c a r D íaz
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
© by e d ic io n e s l i b r e r í a s f a u s t o Buenos Aires - 1976
Impreso en la Argentina Printed in Argentina

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