El club de los adictos literarios
Thomas de Quincey
En muchos casos ya es tarde. No hay posibilidad de recurrir al análisis de tejidos ni a controles antidoping, pero algunos medallistas olímpicos de la palabra, que forman parte del canon universal (como Lance Armstrong lo ha sido del canon deportivo) lograron sus triunfos tras recurrir al efecto de las drogas para acabar un poema, una novela o para superar el miedo a la derrota del escritor: la mente en blanco.
-El principio: un inglés comedor de opio-
El opio había comenzado a llegar a Europa desde Oriente a principios del siglo XIX, tras provocar guerras sin fin. En las ciudades europeas se vendía como medicamento para los dolores musculares y como estimulante, por su bajo precio, para resistir las agotadoras jornadas laborales de los obreros.
El escritor Thomas De Quincey empezó a consumirlo para poder soportar los dolores de estómago y pronto descubrió que, aparte de efectos curativos, el opio le provocaba una exaltación intelectual, perfecta para su proceso de creación literaria. Diecisiete años de adicción le permitieron escribir 'Confesiones de un inglés comedor de opio' (1821), obra en la que narra su experiencia como adicto. "Preguntarle a un comedor de opio confirmado y habitual si tal día en particular había o no tomado opio equivaldría a preguntarle si sus pulmones habían respirado, o si su corazón había cumplido sus funciones". De Quincey, gran amigo de Coleridge, que escribió su poema 'Kubla Khan', también bajo el influjo del opio, murió a los 74 años, después de intentar dejar la droga. "Me di cuenta de que moriría si seguía consumiendo opio y decidí, por tanto, morir si era preciso en el intento por librarme de él".
Fuente:
http://www.revistavanityfair.es/moda/tendencias/articulos/el-club-de-los-adictos-literarios/17103
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