martes, 21 de junio de 2016

Alejandra Pizarnik & León Ostrov Cartas.

 
Carta N.º 2[16]
Raro no pensar en usted. Raro no disolverse en una angustia innombrable al pensar que estoy aquí, más sola que las piedras —aún ellas son besadas por el mar. Pero no estoy muy extrañada. He mirado al mar, lo alabé a pesar de todo, me enfrenté con el sol, y participé seriamente en el sueño de las arenas.
He preguntado a mi sangre si mi vida tiene posibilidades. Y se me ha dicho que sí. Y la palabra libertad tiene sentido. Esto es lo que sentí entre las rocas, junto al mar. He meditado en mi manía de negar la vida, en ese pesimismo mezquino del que quiero salir. No hay duda: lo difícil es aceptar la vida. De allí mis aullidos, mis horribles defensas para execrarla. Pero es solo por comodidad.
Quisiera ahora más que nunca trascender el miedo infantil, la imbecilidad, en suma. Todo es tan incierto y tan frágil que a veces me considero esa niñita perdida en el mar de la que habla Supervielle en un cuento. La única solución es ser valiente. En suma, dejaré de analizarme. No sé si mi decisión es definitiva, ¡cómo puede serlo si todo vuela, si a cada instante mi yo se alimenta de las cenizas de un yo anterior!

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