lunes, 1 de junio de 2015

Juan Ramón Biedma. Premio Hammett de novela 2008. El imán y la brújula.


Premio Hammett de novela 2008. El imán y la brújula.
Juan Ramón Biedma nace en Sevilla (España), estudia Derecho, y durante años combina su actividad en la gestión de emergencias con la de locutor de radio, guionista, crítico musical y cinematográfico, actualmente colabora en diversas publicaciones y páginas webs.

Su primera novela `El manuscrito de Dios` fue designada Mención Especial del Jurado en el II Premio de Novela de la Semana Negra de Gijón del 2004 y finalista del Premio Memorial Silverio Cañada, la obra ha sido reeditada continuamente desde su publicación. Con su segunda obra, `El espejo del monstruo`, inicia una serie de novelas por entregas protagonizadas por el abogado Set Santiago, que interrumpe para presentar `El imán y la brújula`, una intriga histórico-criminal ambientada en la España de 1926.

En la actualidad, finaliza la corrección de `El efecto Transilvania`, una novela de fantasía callejera para adultos mayores de 14 años.

***

Sevilla, Madrid, 1926. Un desertor de la guerra de Marruecos que sobrevive gracias al pequeño contrabando es contratado para encontrar dos películas perversas rodadas catorce años atrás por los extraños miembros de un grupo que pretendió liberarse de la necesidad de Dios siguiendo los postulados del Marqués de Sade. En el descenso que supondrá esta búsqueda el protagonista se enfrentara a los estamentos más abyectos de un mundo sumergido, a los intereses de los militares coloniales y a los de la misma casa del rey.

En su búsqueda Éctor recibe la ayuda de Piancastelli, un individuo enigmático capaz de extraños prodigios, así como de Séptima, sobrina de uno de los miembros del grupo de realizadores de las películas. El recorrido que se hace por el Madrid de los años veinte, mientras se reconstruye la vida de cada integrante del grupo, contribuye a mostrar el cambio de época que está experimentando el país y enfrentarse a los bandos que han terminado por hacer de las películas una cuestión de estado.

En paralelo vemos a Jacinto Ortega, un aparente monstruo que se dedica a degollar niños para extraer su sangre. Cuando nos enteramos de que su hijo padece tuberculosis y que se ha descartado la posibilidad de curarle por medios convencionales, entendemos que casi nada es lo que inicialmente parece.

Galardonada con el premio Novelpol a la mejor novela policíaca del año 2007 y finalista del premio Hammett de la Semana Negra, Biedma nos habla de temas tan actuales, duros y controvertidos como las snuff movies, las sectas religiosas, la corrupción de menores, los asesinos en serie, la masoneria, el fascismo y el colonialismo.

«Biedma se ha convertido en un artista de una nueva novela negra, esperpéntica, que podría calificarse de nieta de Valle Inclán.» Paco Ignacio Taibo II

*David G. Panadero


(Fragmento. Novela). El imán y la brújula.
 1


JACINTO ORTEGA Y JACINTO ORTEGA



El cuerpo de la niña se desmorona cuando el hombre abre la mano izquierda y deja que dibuje en el suelo un lento garabato. La derecha sostiene el recipiente de barro que con-tiene la sangre que ha brotado al cortarle el cuello. Después toma la jarra de loza decorada con una ballena que él mismo ha pintado y la llena hasta el borde del líquido caliente.
Todavía siente en los dedos, ásperos de tanto tiempo en contacto con sal marina, la piel de crema de la peque-ña de no más de ocho años, el cabello suave que casi se deshacía mientras lo sujetaba, los estertores de monigote de una de esas nuevas películas de dibujos animados, pero proyectada con un dispositivo defectuoso.
Para no mirar la agonía de la niña a sus pies, intenta fi-jar la mirada en el calendario de la pared, que le sirve para recordar que se encuentra en la cochera anexa a su casa, que el 23 de noviembre de 1926 aún no ha terminado.

Adelgazar sin drogas:
por la simple evaporación de un líquido resolutivo.
Desafío, a cualquiera, que pruebe que mi Agua Reductora no hace adelgazar
en ocho días y desaparecer definitivamente los mofletes,
la doble barba y, en general, toda grasa superfina.

La leyenda del almanaque publicitario va acompañada de una ilustración donde un individuo gordo y feliz se columpia en una balanza gigante. Su hijo siempre se ríe al ver el dibujo.
Aparta con el pie la navaja que dejó precipitadamente en el suelo para coger la vasija y no perder ni una sola go-ta de sangre, con cuidado de no mellar la herramienta, consciente de que ésta es la primera de otras muchas veces en las que tendrá que usarla para el mismo fin, y deja el recipiente en un rincón; ya lo limpiará todo después, aho-ra no puede perder más tiempo.
También tendrá que enterrar el pequeño cadáver. La garganta se le contrae en un nudo que no deja pasar ni el aire cuando repara en que tendrá que sepultarlo tan cerca de la esquina como pueda para dejar sitio a los muchos que lo seguirán.
Cuando empieza a caminar, despacio para no derramar nada, casi se sorprende de volver a respirar. Deja abierta la puerta que comunica el garaje con el salón, el niño nunca entra allí sin permiso y en la casa no vive nadie más; cru-za la penumbra de la estancia y sube la escalera que le lle-va frente al dormitorio.
Su hijo, pálido y adormilado, sonríe cuando lo ve llegar.

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