domingo, 31 de mayo de 2015

Premio Hugo. Año: 1958. Fritz Leiber. Novela: "El gran tiempo".





Obra ganadora del Premio Hugo a la mejor novela de ciencia ficción
Recordado frecuentemente como un escritor de ciencia-ficción, la vida de Fritz Leiber es mucho más compleja que la de un simple escritor. Fritz Reuter Leiber Jr fue hijo de un notable actor shakesperiano y una actriz del cine mudo. Inclinado inicialmente hacia esos campos, intervino como actor en la compañía de su padre de 1934 a 1936, fecha en la que decidió asentarse como escritor. Aunque no olvidó su faceta de actor e intervino en pequeños papeles cinematográficos como en CAMILLE (1937) junto a Greta Garbo y Robert Taylor. Su filmografía cuenta, al menos, con 5 o 6 de estos papeles.

Leiber se graduó en la Universidad de Chicago en Psicología y Fisiología, estudios que le ayudaron a pergeñar la estructura de alguna de sus historias, y, al mismo tiempo, siguió un Seminario sobre Teología General Episcopaliana. Llegó a ser sacerdote episcopaliano, ocupación que dejó al cabo de un año.

Se le atribuye el mérito, que él mismo ni ha negado ni ha confirmado, de haber sido el primero en usar el término Espada y Brujería para describir el particular subgénero en el que abundan la hechicería y las aventuras de espadachines. También escribió cuentos y novelas sobre horrores insondables cuyo lugar común es poseer algo profundamente siniestro bajo la superficie de una apacible vida urbana. Sus influencias proceden de Shakespeare, Edgar Allen Poe, H. P. Lovecraft y M. R. James de quienes tomó alguno de sus temas.

Su carrera de escritor experimentó muchos altibajos debido a su alcoholismo crónico, algo de lo cual habló y escribió abiertamente, logró publicar 40 libros.

Debemos precisar que su interés por la literatura proviene de su larga correspondencia con un intimo amigo de universidad, Harry Fischer. Conjuntamente desarrollaron unos personajes que constituyen sus alter egos: El nórdico Fafhrd, un individuo larguirucho, alto, flexible, procedente del Norte (basado en Leiber), y el Ratonero Gris, vivaz basado en (Fischer). Leiber presentó los personajes por primera vez en una historia, ADEPT GAMBIT, que serviría el molde de creaciones posteriores en un mundo de magia mística y constituirían la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris, también conocida como Espada y Brujería. Uno de estos relatos, MAL ENCUENTRO EN LAMMARCK recibió el premio Hugo en 1971 y el Nebula en 1990. Los relatos fueron recopilados en seis o siete volúmenes, todos publicados en español.

A mediados de los 40 empezó a publicar en Astounding Science Fiction, probablemente esto influyó en un viraje hacia la ciencia-ficción. Desde entonces incluiría elementos de este género en sus novelas.

El lado más interesante de la literatura de Leiber es su preocupación por la amenaza del moderno horror urbano, de la vida en ciudad y su trama de terrores que gradualmente corrompen la psique. En LA PISTOLA AUTOMÁTICA nos presenta una pistola con vida propia, y en EL FANTASMA DEL HUMO las tensiones que sufre un trabajador metropolitano sobre el que se ejerce presión. Ambos relatos se encuentran recopilados en ESPECTROS DE LA NOCHE.

Leiber también estaba fascinado con la idea de la mujer fatal. Usó la brujería como una metáfora de la astucia femenina y escribió una de sus mejores novelas ESPOSA HECHICERA de la que se han rodado dos películas, una de ellas con guión de Matheson, y un episodio televisivo también con guión de Richard Matheson. La culminación fue NUESTRA SEÑORA DE LAS TINIEBLAS, no sólo un homenaje para el género de horror sino la resolución natural de su trabajo previo.

THE GREEN MILLENNIUM (EL MILENIO VERDE) es una novela completamente diferente de ESPOSA HECHICERA y HÁGASE LA OSCURIDAD tanto en humor como en aproximación. Es una novela con muchos más mundos paralelos, especialmente en lo social, que su trabajo previo. Mezcla una visión sobre America de pesadilla con su habitual sentido del humor.

Una de sus mejores obras como escritor de ciencia-ficción es HÁGASE LA OSCURIDAD cuyo argumento se centra en el derrocamiento de una dictadura religiosa que guarda celosamente sus conocimientos científicos para manipular a la gente.

Y, como no, está su serie sobre la Guerra del Cambio escrita entre 1958 y 1965 narra las luchas entre dos facciones, las arañas y las serpientes por controlar el universo. Para ello no dudan en reclutar dobles a los que separan de su línea temporal y utilizan en su guerra a lo largo del tiempo y el espacio. El interés de la historia está en el misterio que envuelve toda la historia, Leiber por no preocuparse no se preocupa ni de explicarnos las líneas generales de la contienda. Tal vez sea el toque Leiber lo que encandile al lector y le haga leer hasta el final. La serie está formada por una recopilación de relatos, CRÓNICAS DEL GRAN TIEMPO, y una novela corta, EL GRAN TIEMPO, que fue premiada con el Hugo en 1958.

EL PLANETA ERRANTE es su novela de ciencia-ficción clásica. Ganó el premio Hugo de 1965. Se la puede considerar la predecesora de novelas y películas de desastres posteriores. La novela explora con detenimiento las diversas reacciones de la gente ante la posibilidad de una muerte inminente.

***

Fritz Leiber se distingue entre los autores norteamericanos de ciencia ficción por dos importantes características. La primera, por ser uno de los decanos en su profesión. La segunda, por ser un escritor ecléctico, que nunca se ha encasillado en un solo género o estilo determinado, sino que ha sobresalido, y sigue sobresaliendo, en varios de ellos. También reúne otra característica, a la que él no da la menor importancia: la de ser el autor que más premios literarios de fantasía y ciencia ficción ha ganado en el mundo: seis Hugos, tres Nébulas y cuatro premios de literatura fantástica, el Lovecraft, el August Derleth, el Gandalf y el Lovecraft a la obra de toda una vida. Un record que no ostenta por ahora ningún otro escritor de fantasía o de ciencia ficción. Y me atrevería a decir que posee aún una cuarta característica, mucho más importante que las anteriores: una profunda humanidad, que se refleja constantemente, tanto en su obra como en su persona.
Fuente: N.N.



(Fragmento) Novela. El gran tiempo.

S.O.S. DESDE NINGUNA PARTE
Me di cuenta de que el piano había abandonado a Erich y al volver la cabeza vi a Beau, Maud y a Sid amontonados sobre el diván de control. El Control Mayor indicaba con su luz verde emergencia inmediata, pero la señal era tan simple que hasta yo reconocí la l amada de peligro de las Arañas y, por unos segundos, me sentí muy mal. Entonces Erich sopló su hálito de reserva sobre el medio de la «Puerta» y yo me di una de mis estimulantes patadas mentales en la base de la espina dorsal y corrimos, con Mark, hacia el os, que estaban en el centro del Lugar.
El parpadeo se extinguía mientras nos acercábamos y Sid nos dijo que no nos moviéramos porque hacíamos sombras. Pegó sus ojos al indicador y nosotros permanecimos rígidos como estatuas mientras él acariciaba los diales como si estuviera haciendo el amor.
Su sensible mano revoloteó sobre el dial de Introversión y sobre el Control Menor, e inmediatamente el Lugar se puso negro como mi alma y no existió para mí nada más que el brazo de Erich y el conocimiento de que Sid estaba cuidando una luz verde que yo ni siquiera podía ver, aunque mis ojos tuvieron tiempo suficiente para acomodarse.
Entonces la luz verde l egó nuevamente muy despacio, y pudimos ver la vieja y amada y tranquilizadora cara de Sid — el verde dorado lo hacía aparecer como un sireno — y el botón que bril aba con toda su luz, y a Sid que encendía las luces del Lugar, y entonces me relajé.
—Compañeros, estén listos para un enganche. Los he aprehendido no importa quienes sean o dónde estén.
Beau, por supuesto el más cercano, lo miró severamente. Sid se estremeció, incómodo. — Al principio me pareció que era de nuestro globo mil años antes del Señor, pero esa señal destel ó y se desvaneció como por arte de magia. Por lo visto el l amado viene de algo más pequeño que el Lugar y seguramente al garete en el cosmos. También creí reconocer al primero — un atomítico antipódeo l amado Benson Carter — pero esa apariencia se modificó.
Beau dijo:
—No nos encontramos en la fase adecuada de los Lugares cósmicos con ritmo de enganche, ¿no es cierto, señor? Sid respondió:
—En general no, muchacho. Beau continuó:
—No creía que tuviéramos algún enganche concertado. Ni órdenes de alerta. Sid dijo:
—No, en verdad. Los ojos de Mark refulgieron. Tocó a Erich en el hombro.
— Un denarius octaviano contra diez Reichsmarks parece una celada de las Serpientes. La irónica sonrisa de Erich descubrió sus dientes.
— Adelante con la operación Puerta que estoy con ustedes.
No era necesario eso para que yo advirtiera la gravedad de la situación o concibiera la idea de que siempre existe la posibilidad de toparse con algo verdaderamente ajeno al cosmos. Las Serpientes hablan interceptado nuestra clave más de una vez. Maud tranquilamente repartía armas y Doc la ayudaba. Sólo Bruce y Lili no intervenían. Pero observaban.
El indicador bril ó. Sid se dirigió al Sustentador y dijo:
—Muy bien corazoncitos. Recuerden, a través de esta Puerta pasan los refulgentes pisciformes hacia adentro y afuera del cosmos.
La Puerta apareció a la izquierda y por encima de donde debería estar y se oscureció demasiado rápido. Hubo una oleada de viento marino con añejo gusto salado, si eso tiene algún sentido, pero nadie escaló los Vientos del Cambio, podría jurarlo — y yo habría estado braceando contra el os. La Puerta se puso de color tinta y hubo un aleteo de látigos de piel gris y un destel o de carne cobriza y dorada y algo oscuro y ruido de cascos y Erich que apuntaba un detonante revólver por encima de su brazo, y después la Puerta se desvaneció y un Lunarius de plata y con tentáculos y un sátiro Venusius se dirigieron en línea recta hacia nosotros.
El Lunarius aferraba un montón de ropas y armas. El sátiro ayudaba a una mujer de cintura de avispa a l evar un pesado casquete de bronce. La mujer vestía pol era corta y breve chaqueta de cuel o alto de cuero castaño tan oscuro que era casi negro. Su peinado de petsofa culminaba en dos cuernos y osadamente refulgía, áurea, aquí y al í y usaba sandalias y brazaletes de cobre en los tobil os, y muñecas — uno era un l amador de cobre y plata — y de su ancho cinturón de cobre pendía un hacha corta de dos cabezas. Era morena, la frente y la barbil a huidizas, pero el efecto era cualquier cosa menos debilidad; tenía un rostro de hermoso arco, y muy familiar, ¡por Cristo!
Pero antes de que yo pudiera decir «Kabysia Labrys», Maud me lo espetó agudamente
—Es Kaby con dos amigos. Viene con una pareja de Fantasmas.
Y entonces vi que realmente se trataba de los viejos días porque reconocí a mi enamorado Lunarius Ilhilihis, y en medio de la gran confusión me di una buena patada esclarecedora porque advertí que podía distinguir la personalidad de cada una de las aterciopeladas jetas de plata.
Llegaron al diván de control e Il y depositó al í su carga y los otros el casquete, y Kaby osciló pero se desprendió de los dos ETs cuando comenzaron a sostenerla y miró airadamente a Sid que intentaba hacer lo propio aunque el a era su «dulce amiga Keftiana» que él le había mencionado a Bruce.
Kaby se inclinó con los brazos extendidos sobre el diván y dio dos boqueadas tan profundas que se le marcaron las vértebras a través de su morena cintura y luego sacudió la cabeza y ordenó, — ¡Vino!
Mientras Beau se precipitaba a buscar el vino, Sid intentó tomar nuevamente su mano y le dijo:
—Adorada, nunca te escuché l amar antes y tampoco sabía que esta vez se trataba de ti.
Pero el a se desprendió.
— Ayuden a Lunarius.
Y yo miré y vi — ¡Oh, Júpiter! — que uno de los seis tentáculos de Ilhilihis colgaba por el medio.
Eso me concernía y, mientras me acercaba a él, recordé sintéticamente para mí misma: «Recuerda, sólo pesa cincuenta libras aunque tiene siete pies de altura; no le agradan los sonidos graves ni que lo apretujen; las dos piernas no son tentáculos y tienen un uso distinto; las usa para los pasos largos, los tentáculos para los saltos; también usa los tentáculos para mirar de cerca y para manipular; cuando están extendidos significa que se encuentra tranquilo; cuando retraídos, en guardia o nervioso; crispadamente retraídos, disgustado; saludando…»
Justamente, uno de el os barrió mi cara como un dulce y oloroso plumero y yo le dije:
—Il y, muchacho, hace tantos sueños…
Y mis dedos cepil aron suavemente su hocico. Hube menester, sin embargo, de cierto autocontrol para no oprimirlo y con un cloqueo procuré tomar su colgante tentáculo, pero él lo alejó y la cajita de la voz que pendía de su cinturón chil ó:
—Mala, mala. Papá se las arreglará solo. Greta, mujer, ¿vendaste siquiera, alguna vez, a un octopus de la Tierra?

Por cierto que sí, a un inteligente octopus de alrededor de un cuarto de bil ón A. D. pero no se lo dije. Permanecí a su lado y dejé que le hablara a la palma de mi mano con uno de sus tentáculos — la inefable conversación de plumas que se siente tan bien, aunque me he preguntado con frecuencia quién le enseñó el inglés — y observé cómo usaba a otros dos tentáculos para extraer una especie de venda Lunaria de su bolso y tapar su herida con el a.
Mientras tanto, el sátiro se arrodil ó sobre el casquete de bronce, decorado con pequeñas cabezas de muertos y cruces con ganchos en la parte superior y svásticas, y sin embargo, mucho más antiguo, en apariencia, que nazi, y el sátiro le dijo a Sid:
—Pensándolo bien, jefe, cuando usted vio que la Puerta se elevaba, disminuyó la gravedad, ¿podría usted aumentarla ahora?
Sid tocó el Sustentador Menor y todos nosotros nos volvimos muy livianos y mi estómago dio una voltereta y el sátiro apiló sobre el casquete las ropas y armas que había transportado Il y y cargó con todo y cuidadosamente lo depositó en el extremo del bar. Decidí que el sátiro era un maestro inglés, seguramente una personalidad fuerte, también. Me hubiera gustado conocerlo a él, el a, el o.
Sid pensó preguntar a Il y si quería gravedad lunar normal en un sector, pero a mi amado le gusta la mezcla y, como es tan liviano, la gravedad terráquea normal no lo perturba. Como me dijera una vez:
—¿Podría la gravedad joviana molestar a un escarabajo, querida Greta?
Le pregunté a Il y sobre el sátiro y chil ó que se l amaba Sevensee y que no lo había conocido antes de esta operación. Yo sabía que los sátiros venían de un bil ón de años en el futuro, así como los Lunarius de un bil ón de años en el pasado, y pensé — ¡Krishna! pero debe de haber sido una operación verdaderamente importante o de emergencia para que las Arañas utilizaran a estos dos, con dos bil ones de años entre ambos; una diferencia de tiempo ligeramente sobrecogedora durante unos segundos, como ustedes sabrán.
Comencé a interrogar a Il y sobre el asunto pero justamente Beau huía del bar con una gran copa negra y roja de barro l ena de vino; hacíamos lo posible por tener una variedad utensilios para bebidas en reserva, de modo que los tipos se sintieran más a gusto. Kaby se la arrebató y la apuró casi de un solo trago y luego la estrel ó contra el piso. El a hace esta clase de cosas aunque Sid intentó enseñarla mejor.
Después se quedó contemplando su pensamiento hasta que los ojos se le pusieron en blanco y los labios se le estiraron hacia atrás descubriendo sus dientes y cobró un aspecto mucho menos humano que los dos ETs, como si fuera una furia. Sólo un viajero del tiempo sabe cuán parecidos a los murales salvajes y a sus grabados pueden lucir algunos de los antiguos.
Se me erizó el pelo con un alarido. Golpeó el diván con el puño y gritó:
—¡Dioses! ¿Debo ver destrozada a Creta, revivida y ahora nuevamente destrozada? Esto es demasiado para vuestra esclava.
Personalmente, yo pensaba que el a podía resistir cualquier cosa.
Hubo una ola de preguntas sobre lo que decía de Creta — yo formulé una, porque las noticias, por cierto, me aterrorizaban — pero el a levantó su brazo pidiendo silencio e inspiró profundamente antes de comenzar.
—La batal a no se había definido. Como negros centípedos, los proyectiles de los Dorios se estrel aban contra nuestros innumerables barcos. Sobre la bril ante playa, oculta por las rocas. Sevensee y yo permanecíamos junto al fusil de aguja, alertas para inferir silenciosas heridas a los negros cascos. Junto a nosotros se encontraba Ilhilihis, vestido de monstruo marino. Pero entonces… entonces…
Entonces comprobé que no era una criaturita de hierro, pues su voz se quebró y comenzó a temblar y a Sol ozar angustiadamente, aunque su rostro era todavía la máscara de la ira, y arrojó el vino hacia arriba. Sid se adelantó de un salto y la hizo detenerse, y pienso que ese había sido su propósito desde hacía rato.


Cuando tomo un diario y lo leo, imagino fantasmas que se deslizan entre las líneas. Debe de haber fantasmas en todo el mundo. Deben de haber fantasmas en todo el mundo. Deben de ser innumerables como los granos de arena, me parece.

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