sábado, 31 de mayo de 2014

Roberto Brenes Mesén. Literatura Costarricense.


Brenes Mesén, Roberto (1874-1947).

Poeta, ensayista, filólogo y pedagogo costarricense, nacido en San José de Costa Rica en 1874 y fallecido en su ciudad natal en 1947. Autor de una extensa y profunda producción poética que, partiendo de los modelos formales y temáticos del Modernismo, fue evolucionando hacia otras inquietudes más hondas como la preocupación esotérica y la reflexión filosófica, está considerado como uno de los grandes renovadores de la poesía costarricense del siglo XX.

Alentado desde su temprana juventud por una entusiasta vocación humanística, se interesó vivamente por el estudio de las Letras y comenzó a cultivar la creación poética, ante la indiferencia de una sociedad local que, por aquellos años finales del siglo XIX, no incluía entre sus preocupaciones la pobreza literaria y artística que reinaba en las esferas culturales de la nación. No obstante, los sonoros ecos del Modernismo, ampliamente difundidos por todo el subcontinente hispanoamericano, habían hecho acto de presencia también en suelo costarricense, novedad a la que se asió con bríos el joven Roberto Brenes para huir de un costumbrismo criollista que, como una lacra de alicorto vuelo regional, seguía lastrando la producción lírica de los escasos poetas renombrados de su tiempo.

Así pues, relegando al apolillado baúl de la tradición local ese acento nacionalista que amenazaba con orientar a los jóvenes poetas costarricenses por la trillada senda del costumbrismo criollo y el ensimismamiento regional, Brenes Mesén abrazó los novedosos postulados modernistas y comenzó a escribir unas composiciones poéticas en las que triunfaba la descripción de espacios cosmopolitas, la exaltación gozosa de lo universal y, en oposición a las virtudes nacionales glosadas por los poetas de generaciones precedentes, el canto elogioso a los valores esenciales del ser humano, con independencia de su condición social o su identidad nacional. No por ello dejó de implicarse, como cualquier humanista de su época, en las polémicas sobre la necesidad de reforzar, desde el ámbito de la ficción, esa forja de los valores nacionales que parecían reclamar, por aquel entonces, todas las jóvenes naciones hispanoamericanas; pero contribuyó a ello desde sus obras de crítica literaria y reflexión ensayística, sin convertir su aliento lírico en instrumento de la cohesión social del país.

Esa efervescencia cosmopolita de sus poemas modernistas quedó bien patente en sus primeras colecciones de versos, que pronto le consagraron como uno de los iniciadores de la moderna poesía costarricense y, sin lugar a duda, como el mejor exponente del Modernismo en las Letras de su país. Entre los poemarios más sobresalientes de esta primera etapa de su producción lírica, cabe citar los titulados En el silencio (San José: Imprenta Alsina, 1905), El canto de las horas (San José: J. García Monge, ed., 1911), Hacia nuevos umbrales (San José: Imprenta Alsina, 1913), Voces del ángelus (San José: El Convivio, 1916) y Pastorales y jacintos (Id. Id., 1917).

Durante el decenio siguiente a la publicación de este último libro de poemas, Roberto Brenes Mesén se consagró a los estudios literarios y ensayísticos, para reaparecer en el panorama poético costarricense de finales de los años veinte con una nueva colección de versos en los que quedaba manifiesta su evolución hacia la nueva estética postmodernista y, sobre todo, a una concepción teosófica del mundo en la que, como ya había explicado en sus obras de crítica literaria, el misticismo ascético se presentaba como el mejor camino para el conocimiento de la verdad. En esta corriente estética y espiritual fueron fluyendo los poemarios de su segunda etapa lírica, aparecidos bajo los títulos de Los dioses vuelven (Id. Id., 1928), Lázaro de Betania (Id. Id., 1932), En busca del Grial (Madrid: Hernando, 1935), Poemas de amor y muerte (San José: Imprenta Soley y Valverde, 1943), En casa de Gutemberg, banquete platónico y otros poemas (San José: Imprenta Tormo, 1945) y Rasur o Semana de esplendor (San José: Imprenta Trejos, 1946).

Tras la desaparición del poeta, vieron la luz en su país natal varias recopilaciones antológicas que subrayan su importancia como iniciador de una nueva corriente estética en la lírica costarricense; entre ellas, cabe recordar aquí las tituladas Antología poética (San José: Ministerio de Educación Pública, 1959), Antología poética (San José: Ed. Costa Rica, 1964) y Poesías de Roberto Brenes Mesén (Id. Id., 1975), esta última prologada por J. B. Acuña.

En su faceta de ensayista, el humanista de San José destacó por el rigor y la lucidez de sus reflexiones acerca del conocimiento, orientadas casi siempre a poner en relieve las limitaciones del método positivista que todavía imperaba durante sus años de formación escolar. La orientación teosófica que había ido adquiriendo su pensamiento quedó plasmada en obras como Metafísica de la materia (San José: Imprenta Lehmann, 1917) y El misticismo como instrumento de investigación de la verdad (San José: Ediciones del Repertorio Americano, 1921), título -este último- que constituye en sí mismo la mejor síntesis de esa cosmovisión místico-ascética que Brenes Mesén adoptó en su madurez.

El resto de la producción impresa del poeta costarricense discurrió por los cauces de la investigación filológica y la crítica literaria, materias en las que también sobresalió entre las figuras cimeras de su tiempo. Con poco más de treinta años dio a la imprenta un valioso trabajo de investigación lingüística titulado Gramática histórica y lógica de la lengua castellana (San José: Imprenta Alsina, 1905), al que después siguieron otras obras tan consultadas en todas las facultades de Letras hispanoamericanas como Las categorías literarias (San José: J. García Monge, ed., 1923), Crítica americana (San José: El Convivio, 1936) y Dante, filosofía y poesía (San José: Imprenta Trejos, 1945).

Bibliografía

    CAMACHO, Jorge Andrés: "Apuntes críticos sobre la poesía de Roberto Brenes Mesén: en busca de un esquema poético", en Revista de Filología y Lingüística (San José), I, 1 (1975), pp. 33-43.

    CHAMORRO GONZÁLEZ, Faustino: "Acercamiento a la obra de Roberto Brenes Mesén", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh [U.S.A.]), LIII, 138-139 (1987), pp. 95-119.

    DENGO OBREGÓN, María Eugenia: "Presentación y selección", en Roberto Brenes Mesén, San José: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 1974.

    ROCHA GUTIÉRREZ, Raúl: La influencia teosófica en la poesía de Roberto Brenes Mesén, San José: Universidad de Costa Rica, 1976.

    VV. AA.: En torno a Roberto Brenes Mesén, San José: Ministerio de Educación Pública, 1974.

J. R. Fernández de Cano.


***
LA MUERTE DEL LIRIO



Por: Roberto Brenes Mesén





Acuéstame, mamá, sobre las rosas deshojadas;

Acuéstame, mamá, sobre mis sueños,

Como sobre una almohada;

Estoy yerta y triste como una flor enferma;

Se ha muerto para mí toda esperanza.

Acuéstame, mamá, porque me siento

Colgando de la vida sobre el mundo de la nada,

Como en el campo los flotantes lirios

De la efímeras arañas.



Así estoy bien, mamá. Entreabre ahora

El cristal de la ventana;

Quiero sentir ese jardín fragante

Sentada al borde de mi cama,

Como un amigo

De la infancia

Que acerca a mis narices su pañuelo

Empapado de esencias de montaña.



Mamá, dame perfumes

Porque me embriagan;

Yo entiendo lo que dicen

Las tímidas gargantas de las flores olorosas.



Mamá, se rizan los claveles y hablan

Una lengua penetrante,

En cuyas sílabas de aroma muchas cosas olvidadas

Resucitan

Se levantan,

Y ríen lo mismo que los niños en tu alcoba

Si los despierta el sol por la mañana.



Acércame el florero: me gustan los claveles;

Su piel, su color y su alma.

¡Es una alma tan serena

El alma de esa flor que nunca engaña!

Mamá, ¿tú crees que hay alma? ¿la tenemos todos?

Si el alma es mariposa, ¿la del hombre es una larva?

-No, sueño mío, ¡tú no piensas! Oye;

Tu padre

-Sí, perdóname, ¡tú lo amas!

¿Te ha comprendido alguna vez mi padre?

¿Verdad que no?...Tu labio tiembla y calla,

Porque temes decir una mentira;

Jamás te ha comprendido, alma de mi alma,

Tus ojos me lo dicen,

Me lo cuenta el silencio de tus lágrimas,

 ¡A mí Luis no me comprende!

-¡Cálmate Blanca!

 ¿Por qué te martirizas? ¿Por qué lloras?

Lirio de amor, ¡ten calma!

-¡No me comprende Luis! Supón, me ha dicho

Que las niñas de mi edad no tienen gracia,

Que no hay en los capullos

Ni un hermano del perfume que se oculta en las entrañas

De las rosas bien abiertas

A la luz de la mañana,

Que las damas de treinta años,

Como copas rebosantes de Champaña,

Están llenas de luz, están llenas de fuego,

Y tienen  a sus pies, como a una sierva, la palabra.

Nosotras las de quince,

No sabemos cómo se ama

Nos seducen los semblantes

O el color de la corbata.

Ignora Luis que toda mi existencia

Está suspensa de las alas de su voz, porque me llega

Como de un bosque fresco, con la carga

De tesoros que no he visto nunca,

Sino a través del tragaluz de su mirada.

Por ella he descendido

Al fondo de una gruta de esmeralda

Y sorprendida me  venció el encanto

De la lámpara

Misteriosa que Aladino ha sepultado

En un rincón de esa alma,

Sólida y luminosa

Como el agua congelada

Que duerme en las pupilas del diamante.

Mamá, Luis no me comprende, y no ama

Quien no puede comprender

A la persona amada.



Extiéndame la colcha,

La colcha blanca;

Será mi último sueño

Y quiero morir amortajada

Para que nadie aje mi cuerpo

Ni siquiera con la luz de una mirada.



¿Di a Luis, cuando me busque

Que me dormí con la esperanza

De volver a los treinta años!



Deja abierto el cristal de la ventana

Quiero sentir ese jardín fragante

Sentada al borde de mi cama,

Como un amigo

De la infancia

Que acerca a mis narices el pañuelo

Empapado de recuerdos y de esencias de aquella alma.


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