martes, 14 de enero de 2014

Una familia lejana. Novela. Carlos Fuentes. Por: Alina Camacho-Gingerich.

 
"Es una de mis obras preferidas, porque quizá resume mis obsesiones mejor que ninguna otra.
Una familia lejana es una parábola narrativa. La herencia de los Heredia es una novela inacabada. Nadie recuerda toda la historia: ésta es su frase final; condena al lector a continuar la historia, es decir, a convertirse en el narrador. Además, en este libro digo que como el origen de toda novela es múltiple, su destino también lo es. Me gusta el personaje del Heredia francés. Es el Diablo que quiere la unidad perfecta y el dominio absoluto. No lo logra, porque el lector es libre de continuar la historia. Pero de cierto modo, todos estamos poseídos por otros, el autor o el lector".
Carlos Fuentes.
 
Inti: Revista de literatura hispánica



Volume 1 | Number 28 Article 7

1988
La historia como ruptura trágica y fusión erótica en

Una familia lejana de Carlos Fuentes



Alina Camacho-Gingerich

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Citas recomendadas
Camacho-Gingerich, Alina (Otoño 1988) "La historia como ruptura trágica y fusión erótica en Una

familia lejana de Carlos Fuentes," Inti: Revista de literatura hispánica: No. 28, Article 7.


Available at: http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss28/7
LA HISTORIA COMO RUPTURA TRAGICA Y FUSION EROTICA EN

UNA FAMILIA LEJANA DE CARLOS FUENTES



Alina Camacho-Gingerich


St. John's University


En Una familia lejana Carlos Fuentes expone su poética, que es a la vez



su visión de la realidad. Para el escritor mexicano, como para otros

novelistas modernos, la imaginación narrativa (poética) es por muy

incompleta que sea, la única verdad posible. Para ellos, América es mucho



más que lo que nos ofrece su historia y su geografía; es, también, un tiempo

del arte, de la imaginación. Branly, una de las principales voces narrativas

de esta novela, le dice a su amigo Carlos Fuentes, personaje, narrador y

autor, ya casi al final de la obra, lo siguiente:

Escuché entonces mi voz narrar la de Heredia (Hugo) esta tarde reciente de

octubre en Xochicalco; se trata de una figura creada por la imaginación

narrativa, pues sólo ella es capaz de reproducir algo verbalmente, así sea

incompleto, así sea aproximativo. Esa proximidad incompleta sería, de todos

modos, la única verdad posible. (156-157)

Para Carlos Fuentes la realidad es una invención del escritor. El

significante, discurso narrativo o realidad textual imaginada, reemplaza la

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realidad extratextual. Su obra parte de lo inmediato y se uni versaliza por

medio de los símbolos, la mitología, los arquetipos. En su caso, claro está,

la imaginación del autor se alimenta de la historia y de la realidad

mexicanas:

Es que siempre he pensado que en México hay subterráneos — de la

memoria, de la imaginación, de la realidad. Y de repente, resulta que es

cierto, que es verídico en el sentido de la exactitud, porque yo creo que la

verdad es la verdad de la Imaginación, no sólo la verdad de lo que se puede

medir y contar. (Espejo, 83)



Fuentes pasa gran parte de su infancia fuera de su patria; regresa del

extranjero a México a los dieciséis años, a un país, como él mismo admite,

que él había imaginado más que vivido: Y esto ha sido fundamental para mi




literatura, porque yo hablo de un México que yo imagino, no de un México

real: no es un México mensurable, no es un México exacto, pero es un


México verídico (88). En Cervantes o la crítica de la lectura Fuentes



observa que el genio del autor del Quijote, la primera novela moderna,

consistió en hacer del lenguaje la realidad central de la novela:

Sólo mediante los recursos del lenguaje puede librarse el tenso e intenso

combate entre el pasado y el presente, entre la renovación y el tributo debido

a la forma precedente. Cervantes no sólo encara este problema en Don

Quijote: lo resuelve y supera sus contradicciones porque es el primer



novelista que radica la crítica de la creación dentro de las páginas de su

propia creación. (32-33)

En Una familia lejana Fuentes continúa examinando el fenómeno del



colonialismo y de la independencia, las relaciones entre México y Francia,

entre el Nuevo y el Viejo Mundo. La novela comienza cuando el Conde Branly

le propone a su amigo "Carlos Fuentes" almozar juntos en el Automobile

Club de France en la Place de la Concorde para contarle la historia de los

Heredia. En México el verano anterior, en una excursión a Xochicalco,

organizada por un amigo francés mutuo, Jean, el conde conoce al arqueólogo

mexicano Hugo Heredia y a su hijo Víctor, quienes poco después viajan a

Francia con el pretexto de participar en un congreso arqueológico. Los

Heredia, padre e hijo, se hospedan en la casa de su nuevo amigo, Branly.

Siguiendo las reglas de un juego en el que ya hace algún tiempo participan

ambos, Hugo y Víctor Heredia buscan en el anuario telefónico el homónimo

de uno de ellos y terminan por encontrar el del hijo. Branly accede a la

petición del joven mexicano de visitar al señor francés con su mismo

nombre. Es con esta visita al francés Víctor Heredia en Le Clos des Renards

que la historia empieza a enredarse, con ramificaciones casi infinitas. A un

primer nivel, entonces, esta novela es la historia de los Heredia.

ALINA CAMACHO-GINGERICH 61


En un ambiente en el que los sueños y la imaginación predominan, se nos

cuentan otras historias, todas ellas entrelazadas: las del Víctor francés y

sus antepasados, el cruel Francisco Luis de Heredia y sus dos esposas,

Mademoiselle Lange, la francesa enajenada en el Nuevo Mundo, su primera

mujer, y la burda segunda mujer, madre de Víctor, a quien éste rechaza; la

historia de los dos niños, Víctor Heredia, el mexicano, y André, el hijo del

Heredia francés. Víctor Heredia sugiere la posibilidad de que el padre de

Branly le haya hecho el amor a Mademoiselle Lange, a quien el francés

prefiere considerar su madre, en Cuba. Branly también revive ciertas

escenas de su infancia en el Parc Monceau. En Le Clos de Renards los

jóvenes son sorprendidos en un acto de sodomía, cada uno con la mitad de un

objeto brillante y de una belleza perfecta. Hugo Heredia les dice a las

autoridades que su hijo se ha ahogado. Branly, insatisfecho, regresa a

México en búsqueda de respuestas. Hugo Heredia le explica en Xochicalco

durante la Vigilia de Todos los Santos la historia de su vida, el encuentro

con la figura diabólica de Víctor Heredia en Venezuela y el lazo o nexo

especial que existe entre los jóvenes. Después de contarle la historia a

Fuentes, a pesar de que Hugo Heredia le había rogado que no se la contara a

nadie por temor a su vida, Branly casi se ahoga en la piscina del Club. Unos

días después, cuando Fuentes va a visitar a Branly a su casa, ve en una de

las habitaciones de la casa al fantasma de Lucie, la esposa de Hugo Heredia.

Al morir Branly, se nos dice, Lucie vivirá, y Branly se convertirá en el

fantasma de ella.

En Una familia lejana las historias se entrelazan, los personajes se



metamorfosean, el uno es el otro. Las generaciones, se nos dice, son

infinitas, todos somos padres de los padres e hijos de los hijos (138). Yo,



tú, él, todos somos Heredia. Compartimos el mismo pasado, la misma

historia. El autor/narrador/personaje de la novela se pregunta:

Branly: ¿sólo en él resucitaban todos los tiempos de la mujer de Hugo Heredia

que fue la novia de los parques infantiles de mi amigo, que fue la mamasel

gabacha, la niña que hace ciento ochenta años fue vista por otro espectro de

Branly en el mismo parque, a la misma hora, en la misma luz?

Hay en la novela, una confluencia de personajes, espacios y de tiempos.

Todos los lugares que hemos recorrido, se nos dice en esta novela, no son,

al cabo, sino la búsqueda de un solo lugar que ya conocemos y que contiene

toda nuestra emoción, toda nuestra memoria (132).

Una familia lejana es una "carta hidrográfica" en la que los personajes



son ríos de una cuenca cuyos orígenes, multiplicidad de afluentes y destino

final se desconocen (157). Al concluir Branly su historia sobre los Heredia,

Fuentes se convierte, sin haberlo pedido ni quererlo, en el nuevo narrador

de lo que Branly le ha contado. Pero la historia no ha concluído porque la


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naturaleza de lo narrado es que sea incompleto y sea contiguo (155).



Siempre existe otra narración paralela, contigua, invisible, a la contada.

¿Quién, entonces, se pregunta en la novela misma, ha escrito la novela de

los Heredia? ¿Hugo Heredia en Xochicalco, el Víctor Heredia del Clos de

Renards, Branly o Fuentes? Se nos sugiere otra posibilidad más: Alejandro

Dumas, como el autor de esta novela de fanstamas inédita. El escritor no es

el autor tradicional sino el momento de convergencia de todas las voces que

concluyen en el texto.1

Fuentes en Una familia lejana crea un mundo fantasmagórico, sobrenatural,



en el que por medio de la imaginación, la memoria selectiva y

creadora — la memoria es como un témpano flotante; sólo muestra lo que

quiere decir (113) —, y el sueño, el pasado converge en el presente, y la



irrealidad se hace indistinguible de la realidad. Lo onírico es parte integral

de la realidad presentada. Como lo expresa Branly en Una familia


lejana: lo fantástico de mi sueño era estas observaciones cotidianas; la



racionalidad de mi sueño era su fantástica identificación, abrupta e


indiscutible, con la realidad total del mundo (120). Se rechaza el tiempo



muerto de la historiografía y se entra, metafórica, mítica y

simultáneamente, al tiempo total del presente. La presencia del pasado en el

presente, se nos dice en Una familia lejana, es la única vida, el olvido es la

única muerte. En efecto, Hugo le dice a Branly, tuviste un pasado y no lo




recuerdas. Trata de identificarlo en el poco tiempo que te queda o perderás


tu futuro (187). La profesión arqueológica de Heredia tiene la función de



suplir en algo a esa amnesia de nuestra historia, ese olvido de nuestro

pasado, de nuestras raíces. La misión de los fantasmas como Lucie va a ser

la de reparar los olvidos de los vivos, su injusticia para con los muertos



(166). El poema "La chambre voisine" de Jules Supervielle, varios versos

del cual sirven de epígrafe al capítulo XX de la novela, se convierte en el

leit-motif de la historia que se nos cuenta. Lucie, la esposa francesa del



Heredia mexicano, quien después de su muerte se convierte en su

conciencia, creía en la buena lección de las piedras: la presencia del pasado



en el presente, pues sin aquél el presente es incomprensible. Se oponía a lo

que ella acabó por llamar la mala lección de las piedras: la convicción de que



pertenecíamos a una casta superior con privilegios innatos, con el derecho

de reclamar una autoridad que nos había sido usurpada por otros inferiores

a nosotros (164).

Para Fuentes (como para Cervantes y Balzac, Proust, Dostoievsky y

Lezama Lima, entre otros) el arte y especialmente el arte de narrar es,

como se nos dice en Una familia lejana, un desesperado intento por

restablecer la analogía sin sacrificar la diferenciación (191). El hombre



moderno ha perdido el poder de analogía entre las cosas, como lo reconoce

el mismo Branly: Quizás algún antepasado mío, en el siglo catorce, podía


entender sin pena la homologación entre Dios, un ciervo de astas nacientes
ALINA CAMACHO-GINGERICH 63


y la aureola de una luna roja. Mi antepasado del siglo diecisiete ya no sabía


esto; nada se parecía entre sí (191).



El hombre contemporáneo ha perdido la imagen unificadora del mundo,

vive en un mundo fragmentado. Esta ruptura o desmembramiento de la

realidad está representada en el origen antiguo de México por la imagen de

Coyolxauhqui, hermana de Huitzilopochtli, esa imagen de la diosa

descuartizada que encontraron en el área del Templo Mayor cuando se

hacían excavaciones cerca del zócalo de la Ciudad de México. Coyolxauhqui,

imagen de los derrotados, simboliza el grupo vencido.2 El arte del escritor



mexicano contemporáneo significa una toma de conciencia de esa

separación, de esa fragmentación, un intento de reunir lo que fue separado.

La imaginación poética es, entonces, para Fuentes, como para su

compatriota Octavio Paz, el descubrimiento de la presencia de la imagen del

mundo en lo que surge como fragmento y dispersión, percibir en lo uno lo

otro. El poeta desaparece detrás de su voz que es la de todos y la de nadie:

es siempre la voz de la "otredad" (Paz, Los hijos del limo, 207).



Tanto Paz como Fuentes reciben el legado de su pasado indígena, del

pensamiento oriental, y de los parnasianos y simbolistas franceses.

Basándonos en el principio de la correspondencia universal de los

contrarios, se concibe que esto vive en función de aquello, lo uno de lo otro,

y que llegado el momento los contrarios se funden. En Nicolás de Cusa el

autor mexicano también encuentra la idea de una síntesis armoniosa de la

realidad. La idea de Dios como coincidentia oppositorum: la síntesis de



opuestos en un ser infinito y único, Dios, que trasciende y al mismo tiempo

incluye las diferencias de las criaturas. La influencia del surrealismo en

nuestros escritores contemporáneos es evidente y lo es especialmente en la

obra de Fuentes. Breton, acordémonos, había manifestado su creencia en la

existencia de un cierto punto del espíritu desde el cual la vida y la muerte,

lo imaginario y lo real, el pasado y el futuro, lo incomunicable y lo

comunicable, dejan de ser percibidos contradictoriamente. Nuestros

escritores rechazan los límites impuestos por el tiempo cronológico y

consagran el instante: cada momento es todo momento. Es el presente

perpetuo de la poesía. Como tan bien lo expresa Paz: Poesía, momentánea




reconciliación: ayer, hoy, mañana, aquí y allá; tú, yo, él, nosotros. Todo


está presente: será presente (El arco y la lira, 284).

En Una familia lejana, la fragmentación, la unidad y la metamorfosis



buscan integrarse en una unidad, es un ir hacia una totalidad. Se busca un

tiempo completo, una contigüidad espacial y temporal. La contigüidad

espacial y temporal es, como el arqueólogo Hugo tan bien lo comprende, la

lección más profunda de la antigüedad mexicana: todo está relacionado, nada




está aislado, todas las cosas están acompañadas de la totalidad de sus

atributos espaciales, temporales, físicos, oníricos, visibles e invisibles


(176). En las ruinas de la civilización precolombina lo que se creía muerto,

64 INTI No 28
o lo que pensábamos que solamente soñábamos, adquiere vida. En Tiempo

mexicano ya Fuentes nos había ofrecido esta interpretación de la historia



mexicana:

La historia de México indígena es la historia de una ausencia y de una espera:

la de un principio de unión, es decir, de libertad original. Cada piedra, cada

templo, cada escultura de México antiguo son algo más que el signo

pragmático de una sociedad teocrática: son los recipientes de esa espera

desesperada; el regreso de Quetzalcoátl, un retorno al origen sin separación,

idéntico al encuentro con un futuro bienhechor. (22)

Cuando el joven mexicano Víctor guiado por un odio invencible, parte

por la mitad ese objeto precolombino de una unidad de tal manera excelente,

sin fisuras, como una poderosa gota de oro cóncavo, que él había encontrado



en un templo tolteca, y se deshace de ambas mitades del objeto, el joven lo

despoja de una belleza que era sinónima de su unidad. Al partir ese objeto

por la mitad Víctor había aprendido los usos del poder arbitrario pero había

perdido, de paso, la memoria de la unidad del tiempo (175). La novela es una



búsqueda de esa unidad (en el arte, la historia, la cultura) simbolizada por

la pieza precolombina. Hugo Heredia así se da cuenta, y sacrifica a su hijo

con el fin de lograr esa totalidad perdida. Víctor encontraría una de las

mitades de ese objeto en Xochicalco: será la prenda para recobrar, más

tarde, la otra mitad y reconstituir el objeto. La cópula de Víctor y Andrés

en el asiento del Citröen de Branly simboliza ese intento de rescatar el

pasado y lograr la unidad primigencia del ser andrógino.3 Con la unión de los



adolescentes, el francés y el mexicano, se quiere lograr un pasado vivo,

actual, irrenunciable. La cópula de los niños quiere recuperar la imaginación

perdida del hombre, anterior a su separación.

Por medio de la narración de la historia de los Heredia, gracias a la

libertad que nos ofrece la imaginación narrativa, los personajes de la

novela logran modificar la historia, cambiar el curso de las cosas, trazar

sus pasos una vez más y hacer todo eso que lamentaron no haber hecho en el

pasado. La imaginación narrativa les ofrece una oportunidad más, les ofrece

eso que pudo haber sido. El narrador se pregunta:

No sé si relatar lo que pertenece al tiempo — una memoria, una premonición o

el sueño que se inserta entre ambas y es nuestro presente — suponga

encarnarlo y representarlo con el fervor que, súbitamente, se había

apoderado de mi amigo, como si a través de esta lejana historia de otro lugar

y edad remota cumpliese muchas de las acciones inminentes que, en su vida

consciente, dejó pasar por alto. (109)

Los crímenes de esta historia, si los hay, se nos dice, son de omisión.

Ahora, gracias a la historia narrativa, pueden ser corregidos. Ese niño en el

ALINA CAMACHO-GINGERICH 65


Parc Monceau que se llamaba André, a quien nunca Branly llegó a darle la

mano, ahora es niño, por haber invitado Branly a los Heredia a su residencia

en París, por seguir el juego de la homonimia en el anuario telefónico, por

haber llevado a Víctor al Clos des Renards y porque en el acto final no

interrumpió ese encuentro o confluencia de las cosas; ahora ese niño ya

nunca estará solo pues siempre gozará de la compañía de Víctor. Gracias al

sacrificio de Víctor, Hugo podrá reunirse con su esposa Lucie e hijo

Antonio, muertos hace algún tiempo, pues la unión simbólica de los

adolescentes ha querido crear un espacio perfecto, original.

Una familia lejana termina en una nota algo fatalista y trágica. La última

frase, Nadie recuerda toda la historia, nos recuerda que estamos destinados



al olvido, que, al fin y al cabo, no podemos recuperar todo el pasado, toda la

historia. Cuando Carlos Fuentes/Heredia regresa, ya al final de la novela, al

Club Automovilístico de la France, ve, en la piscina donde antes se había

bañado Branly, en el centro de una "nata" color esperma: Dos fetos




doblados sobre sí mismos y abrazados como siameses, atados por los

ombligos, flotando con una placidez que desmiente todo pasado, toda

historia, todo arrepentimiento ... Sus caras son viejas ... Son fetos muy

viejos, como si hubiese durado nueve siglos en el vientre de su madre


(213). Aunque llega a ver en esos dos fetos flotantes las caras de dos niños

que se volvieron viejos, no los reconoce porque nunca los conoció. Pero si

no sabe quiénes son ellos, sí sabe, gracias al fantasma de Heredia que de

ahora en adelante siempre lo acompañará, quién es él: Fuentes es Heredia y

todos nosotros, y a la vez, nadie; es la voz del lenguaje.

NOTAS

1 A la pregunta de quién es el "verdadero" autor Michel Foucault responde que

no importa quién es el que habla y Roland Barthes afirma que darle un autor a un texto

es imponerle un límite a ese texto; el lector empieza a existir en el momento en que

muere el lector. Jacques Lacan nos dice que el niño se descubre por primera vez en

una imagen externa y, por lo tanto, llega a confundir esta imagen de sí mismo con las

imágenes de los otros que lo rodean. Así empieza la "dialéctica social". La confusión lo

lleva a identificarse con el otro. Una vez que el ego se identifica con el otro (el objeto

del deseo del hombre es un objeto deseado por otro) el deseo regula el conocimiento y

hace posible la comparación y el intercambio de objetos: un objeto equivale a otro.

66 INTI No 28
2 El conocido arqueólogo e historiador Eduardo Matos explica el simbolismo de

esta diosa de la siguiente manera: Su presencia se integra al prólogo final que enfrenta




el cautivo al ser condenado a la cima del templo para ser sacrificado. Coyolxauhqui,

magníficamente representada, cumple su cometido al servicio no solamente de un

pueblo triunfal, sino del grupo que dirige sus destinos con la inclemente lógica impuesta


por la necesidad de conservar su poderío (83).

3 Este concepto del amor es, claro, platónico. En el Simposio (Banquete) o de la

erótica se nos dice que cada uno de nosotros no es más que una mitad de hombre, que

ha sido separada de su todo como se divide una hoja en dos. El amor platónico es la



búsqueda de ese estado andrógino, representado por la Venus Urania. Véase el estudio

de Gloria Durán, "Carlos Fuentes y el andrógino" donde se examina el tema del

personaje andrógino en la obra de Fuentes anterior a Una familia lejana.




OBRAS CITADAS


Barthes, Roland. "The Death of the Author". Images/Music/Text. New York: Hill and



Wang, 1977.

Durán, Gloria. "Carlos Fuentes y el andrógino". Simposio: Carlos Fuentes, Actas.



Hispanic Studies, 2. Columbia: University of South Carolina, 1978, 45-58.

Foucault, Michel. Language, Counter-Memory, Practice. Cornell University Press,



1977.

Fuentes, Carlos. Cervantes o la crítica de la lectura. México: Joaquín Mortiz, 1976.

. Tiempo Mexicano. México: Joaquín Mortiz, 1971.

. Una familia lejana. México: Biblioteca Era, 1980.

Matos, Eduardo y Felipe Ehrenberg. Coyolxauqhi, 2a ed. México: Secretaría de



Educación Pública, 1980.

Muller, John P. and William Richardson. Lacan and Language. New York: International



University Press, 1982.

Paz, Octavio. Los hijos del limo. Barcelona: Seix Barral, 1974.

. "Los signos en rotación", El arco y la lira, 3a ed. México: FCE, 1973, pp. 261-



270.

Roffé, Reina, ed. Espejo de escritores. Hanover: Ediciones del Norte, 1985

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