viernes, 1 de noviembre de 2013

Voltaire: Diccionario filosófico: Amor propio.


 
 
AMOR PROPIO. Nicole, en sus Ensayos de moral, escritos después de publicarse dos o tres mil volúmenes de la misma materia, dice que «por medio de ruedas y patíbulos establecidos en común deben reprimirse los pensamientos y los designios tiránicos del amor propio de cada cual».



No me ocuparé de si se pueden tener patíbulos en común, como se tienen prados y bosques, ni si con ruedas de tortura se pueden reprimir los pensamientos, pero sí diré que es muy extraño que Nicole tome por equivalentes el robo perpetrado en camino real y el asesinato por amor propio. Es preciso distinguir mejor una cosa de otra. El que dijera que Nerón hizo asesinar a su madre por amor a sí mismo, y que el bandido Cartouche estaba dotado de amor propio excesivo se expresaría incorrectamente. El amor propio no es una maldad, es un sentimiento natural en todos los hombres y está más cerca de la vanidad que del crimen.



Un mendigo que se situaba en las cercanías de Madrid pedía limosna con altivez. Un viandante le espetó: «No os da vergüenza ser un holgazán, pudiendo, como podéis, trabajar?» «Señor —le contestó el mendigo—, os pido dinero y no consejos.» Y dicho esto, le volvió la espalda conservando toda la dignidad castellana. Era un mendigo más orgulloso que el señor, cuya vanidad se ofendió sin motivo. Pedía limosna por amor a sí mismo y no consentía que le reprimiera otro amor propio.



Un misionero que viajaba por la India se encontró con un faquir cargado de cadenas, desnudo como un mono y acostado boca abajo, recibiendo vergajazos por los pecados cometidos por sus coterráneos, y éstos a cambio le daban algunas monedas. «¡Qué manera de renunciar a su amor propio!», exclamó uno de los espectadores. «No renuncio a mi amor propio —replicó el faquir—. Sabed que si me dejo azotar en este mundo es para devolveros los azotes en el otro, cuando vosotros seáis caballos y yo jinete.»



Los que creen que el amor a sí mismo es la base de los sentimientos y de las acciones de los hombres, tienen razón en España, en la India y en todo el mundo habitado. Y así como nadie escribe para probar que tiene rostro, tampoco se necesita escribir para probar que se tiene amor propio, instrumento de la propia conservación y semejante al instrumento de la perpetuidad de la especie. Dado que éste nos es necesario, nos causa placer y por esto lo ocultamos.


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