martes, 28 de junio de 2022

Frontispicio 20 Thomas Mann. GENIOS. HAROLD BLOOM.




 [223]

Frontispicio 20

Thomas Mann

Goethe sabía que, fuerte o débil, también sonaría este“ ouf”el día de su

muerte. Se sentía como ejemplo de aquella grandeza que tanto glorifica

como oprime. La corporeizó en la figura más apacible y pacífica que podía

adoptar: en la de un gran poeta. Pero incluso en ella no fue cómoda a sus

contemporáneos, y suscitó, al lado de amor y asombro, confusión y

desprecio26.

En su reflexión sobre “La carrera de Goethe como hombre de letras”

, en 1932, un año antes de que Hitler asumiera el poder, Mann aún

era libre de considerar a su antecesor como un fenómeno estético. En

1938, Mann en el exilio dictó una conferencia sobre el Fausto de Goethe

en la Universidad de Princeton y concluyó en un tono muy diferente:

Aun cuando una “palabra pura” nos parezca ineficaz hoy en día, una

palabra de buena voluntad sea brutalmente desatendida por el acontecer

mundial que va sucediéndose sin ni fijarse en ella; nosotros queremos

creer, movidos por nuestra fe antidiabólica, que en el fondo la Humanidad

tiene un oído muy fino y que las palabras que han nacido del esfuerzo

propio le puedan ser gratas y que no sucumbirán en su corazón27.

¿Qué tan relevante es el humanismo ilustrado de Goethe y de Mann

para nosotros, dos generaciones después? En la estela de los sucesos del

11 de septiembre del 2001 hubo balidos que clamaban que “ cese la ironía”

, pero desaparecieron rápidamente. Todo es ironía en esa novísima

era de guerras religiosas y terror domesticado. En 1938 Mann quería

resaltar la utilidad de la literatura para la vida y esa utilidad trasciende el

duelo. La grandeza de Goethe tenía mucho que ver con la escala de sus

especulaciones y con su énfasis en la salvación secular que nuestro propio

impulso intelectual podría inducir. Mann, que lo sucedió, pasó de

la ambivalencia hacia el genio de su precursor y una ironía defensiva en

relación con Goethe a una certeza combativa de la labor del humanismo

en la preservación del valor y en el mantenimiento de una fe antidiabó[

224]

lica. Suelo urgir a mis estudiantes y a los lectores que vienen a las presentaciones

públicas de mis libros a que regresen a La montaña mágica en

estos momentos de conflicto. El propio genio de Mann consiste en enseñar

a aplicar “un oído muy fino” sin el cual seríamos más fácilmente

seducidos por la brutalidad.

lunes, 27 de junio de 2022

[220] Frontispicio 18 Johann Wolfgang von Goethe. GENIOS. HAROLD BLOOM.




 [220]

Frontispicio 18

Johann Wolfgang von Goethe

¡Sí! Por entero me entrego a ese designio, que esa es la última palabra

de la sabiduría; sólo merece libertad y vida quien diariamente sabe

conquistarlas. Transcurran aquí de ese modo sus activos años, cercados de

peligros, el niño, el hombre adulto y el anciano. Un gentío así querría yo ver

y hallarme en terreno libre con un libre pueblo. Decirle habría al momento:

¡Detente, eres tan bello! No es posible que la huella de mis días terrenales

vaya a perderse en los eones... En el presentimiento de tan alta dicha gozo

ya ahora del supremo momento. (Desplómase Fausto, y los Lémures lo

cogen y lo tienden en el suelo.)24.

No sólo el Fausto de Goethe muere aquí: también llega a su conclusión

toda la tradición literaria occidental desde Homero hasta Shakespeare

y Goethe, pasando por Dante. Después de la muerte de Fausto

empieza la procesión que siguió a la Ilustración y que tiene nombres

diversos —romanticismo, modernismo, posmodernismo- pero que se

trata en realidad de un solo fenómeno. Quizás hasta ahora, a comienzos

del nuevo milenio, podemos detectar señales de la decadencia de ese

fenómeno. Ya se cierne sobre nosotros una era de guerras religiosas que

posiblemente de lugar a una nueva Era Teocrática tal como lo profetizó

GiambattistaVico. Es muy incierto el futuro de la literatura secular occidental

en tiempos como estos.

Goethe es el último sabio de la antigua cultura secular occidental,

que podemos llamar humanismo, Ilustración o como quieran. Una de

las cualidades más refrescantes de Goethe es su irreverencia: la segunda

parte de Fausto es una obra maravillosamente escandalosa cuyo propósito

primordial es desplegar el genio de Goethe en toda su extensión y

complejidad.

Goethe creía en sus propios demonios que parecen haberlo dotado

de energías ocultas, incluyendo la apropiación paródica de todos sus

antecesores, desde Homero hasta Hamlet de Shakespeare. De acuerdo

con el Goethe posterior, la sabiduría es renunciación porque realizar

todos nuestros deseos es cortejar el caos.

[221]

Y sin embargo las renunciaciones de Goethe son equívocas y es difícil

reconciliar los logros de su sabiduría con sus taimados excesos. El

entierro de Fausto es una parodia de la escena del cementerio de Hamlet,

como si Goethe quisiera robarle a Hamlet un poco de su carisma para

su muy poco dramático ego. Shakespeare, una persona evidentemente

descolorida, no habría soñado en competir con Hamlet, su creación más

brillante y enigmática. Goethe opaca con creces a su Fausto, a quien no

se le permite participar del genio ejemplar de su creador.

domingo, 26 de junio de 2022

James Boswell. GENIOS. HAROLD BLOOM.




James Boswell

Durante toda esta conversación me comporté con una viril compostura

y una cortés dignidad que no podían sino infundir temor y respeto; ella

estaba pálida como la ceniza y temblaba y vacilaba. Por tres veces insistió

en que me quedara un poco más, ya que, probablemente, era la última vez

que estaría con ella. No se le ocurría nada que decir. Y yo me quedé en

silencio. Cuando me iba, ella dijo:

-Espero, señor, que me dará permiso para interesarme por su salud.

—Señora -repuse yo, con socarronería—, me parece que no será necesario

durante algunas semanas.

Ella repitió su petición. Pero como no quería que siguiese incordiándome

más, la corté diciéndole que quizá pasaría un tiempo en el campo, y me

marché. Es casi imposible que pueda ser inocente del delito de detestable

engaño. Y, sin embargo, sus rotundas aseveraciones me sorprendieron de

verdad. Con toda probabilidad, se trata de una puta falsaria de las peores.

Así concluyó mi intriga con la bella Louisa, de la que tanto me ufanaba

y de la que esperaba, al menos, un invierno de copulación sin riesgos.

Verdaderamente, es muy duro. No puedo decir, como harían los jovencitos

que se la han cogido en una casa de mala nota, que la próxima vez tendré

más cuidado. Pues lo cierto es que tuve cuidado. Sin embargo, puesto que

estoy por completo atrapado, saquémosle el mayor partido. No me la he

cogido por imprudencia. Sencillamente, son los riesgos de la guerra?3.

Así se despide James Boswell de la bella Louisa, “ de la que esperaba,

al menos, un invierno de copulación sin riesgos” . Se felicita por su

compostura y su cortesía y disfruta de su despliegue de dignidad. No

conocemos la versión de Louisa de su despedida, pero no me cabe la

menor duda de que sintió “ temor y respeto” ante la actitud de Boswell.

Pero su genio se anticipa a nuestras dudas, así que un párrafo más adelante

habla de “una puta falsaria de las peores” con la misma dramática

conciencia de sí mismo que exhibió con el doctor Johnson, conVoltaire,

con Rousseau.

Boswell es un maestro de la ironía retrospectiva: en vez de murmurar

“ ojalá hubiera dicho eso” , procede a expresar sus pensamientos

[219]

posteriores como si hubiesen sido espontáneos mientras admite sutilmente

ante el lector que todo es una reconstrucción, incluyendo la personalidad

y el carácter de James Boswell.

La Vida de Johnson es un milagro concienzudo que logra el sutil

equilibrio entre el formidable Johnson y las agudas provocaciones puestas

en escena de su biógrafo. Pero incluso el oportunismo de Boswell

tiene sus limitaciones: Boswell no es Shakespeare y el doctor Johnson

no es sir Juan Falstaff, triunfo de la imaginación dramática. Pero Boswell

respeta y ama de comienzo a fin la realidad de su asunto, aunque sin duda

le adjudica al gran crítico muchos toques shakespearianos.

sábado, 25 de junio de 2022

Lustro cuatro DOCTOR SAMUEL JOHNSON, JAMES BOSWELL, JOHANN WOLFGANG VON GOETHE, SIGMUND FREUD, THOMAS MANN



 Lustro cuatro

DOCTOR SAMUEL JOHNSON, JAMES

BOSWELL, JOHANN WOLFGANG VON

GOETHE, SIGMUND FREUD,

THOMAS MANN

En este segundo lustro de escritores sabios he querido experimentar

con la disolución de los límites y he permitido que los personajes se

mezclen entre sí, hasta tal punto que los frontispicios están juntos. Si

repitiera este procedimiento en el resto del libro estaría corriendo el

riesgo de un cierto caos, pero lo conservé deliberadamente en esta

sección porque cabalísticamente Hokmah es indivisible. Aunque el

doctor Johnson y Boswell eran cristianos moralistas (un poco

escandalosamente en el caso de Boswell) y Goethe, Freud y Mann,

laicos, se combinan entre sí con irresistible autoridad.

Freud habría protestado si yo afirmara que él confiaba en la

posibilidad de demostrar la utilidad de la literatura para la vida, como

lo hacen estos otros moralistas. Pero se podría decir que Freud se

representó equivocadamente a sí mismo como científico y como

sanador. Un ensayo como “El duelo y la melancolía” está más cerca

del doctor Johnson y de Goethe de lo que lo está incluso de Charles

Darwin. Thomas Mann, el novelista convertido en escritor sabio,

estaba mostrando con precisión a Freud cuando asoció al sabio judío

con Goethe, el más sabio de todos los hombres de letras.

[217]

Frontispicio i6

Doctor Samuel Johnson

.. .dado que el genio, como quiera que sea, es como el fuego en el

pedernal, que sólo se puede producir en colisión con el tema apropiado, es

asunto de cada hombre averiguar si sus facultades no cooperarían felizmente

con sus deseos, y teniendo en cuenta que aquellos cuya eficiencia él admira

sólo llegaron a conocer su propia fuerza por el resultado, debe aplicarse al

mismo esfuerzo, con el mismo espíritu, y puede razonablemente esperar el

mismo éxito.

Samuel Johnson, que sigue siendo el más grande de todos los críticos

literarios, nos urge a que busquemos el tema apropiado, el único que logrará

que nuestro genio se encienda. En una carta a su biógrafo, Boswell,

en 1763, amplió este principio de ambición estética e individual:

Es posible que en todos los corazones conocidos anide el deseo de

distinción que hace que un hombre se vuelva primero hacia la esperanza

y después hacia el deseo de que la Naturaleza lo haya dotado con algo

peculiar. Esta vanidad lleva a un intelecto a alimentar aversiones y a otro

a llevar a cabo sus deseos hasta que el arte los eleva muy por encima de su

estado de poder original y dado que con el tiempo la afectación se compone

tornándose hábito, al final tiranizan a aquel que al comienzo los estimuló

para que surgieran.

El costo de este engrandecimiento es la tiranía de la vanidad o pathos

del escritor fracasado. El genio exige un equilibrio peligroso entre la

fuerte emulación de los más grandiosos antecesores, como la de Alexander

Pope por parte de Johnson, y el autoengaño de tantos contemporáneos

incluidos en Vidas de poetas de Johnson porque los libreros (no

Johnson) querían que estuvieran allí. Ahora son una triste letanía de

piezas de época: Roscommon, Pomfret, Stepney, Sprat, Sheffield, Fenton,

Yalden, Tickel y muchos más: son legión. Puede resultar divertido

hacer una antología de poetas contemporáneos con los Sprats y Yaldens

de cada uno, los candidatos a la iniquidad del olvido.

viernes, 24 de junio de 2022

Frontispicio 12 y 13 Sócrates y Platón. GENIOS




 

Frontispicio 12 y 13

Sócrates y Platón

Finalmente, llegó Sócrates sin que, en contra de su costumbre, hubiera

transcurrido mucho tiempo, sino más o menos cuando estaban en la mitad de

la comida. Entonces Agatón, que estaba reclinado solo en el último extremo,

según me contó Aristodemo, dijo:

—Aquí, Sócrates, échate junto a mí, para que también yo en contacto

contigo goce de esa sabia idea que se te presentó en el portal. Pues es evidente

que la encontraste y la tienes, ya que, de otro modo, no te hubieras retirado

antes.

Sócrates se sentó y dijo:

—Estaría bien, Agatón, que la sabiduría fuera una cosa de tal

naturaleza que, al ponernos en contacto unos con otros, fluyera de lo más

lleno a lo más vacío de nosotros, como fluye el agua en las copas, a través de

un hilo de lana, de la más llena a la más vacía. Pues si la sabiduría se

comporta también así, valoro muy alto el estar reclinado junto a ti, porque

pienso que me llenaría de tu mucha y hermosa sabiduría. La mía,

seguramente, es mediocre, o incluso ilusoria como un sueño, mientras que la

tuya es brillante y capaz de mucho crecimiento, dado que desde tu juventud

ha resplandecido con tanto fulgor y se ha puesto de manifiesto anteayer en

presencia de más de treinta mil griegos como testigos1.

La ironía socrática se presenta como ignorancia, para después atraparnos

ingeniosamente con sabiduría. En cambio la ironía de Platón se

me parece a la de Chaucer, sobre la cual G.K. Chesterton dijo que era

tan grande que no la veíamos. Al meditar sobre el genio de Platón,

Emerson comentó lo siguiente sobre su extraordinario rango de especulación:

De Platón proceden todas las cosas que todavía se escriben y se discuten

entre los hombres de pensamiento. Grande estrago hace en nuestras

originalidades. Hemos alcanzado con él la montaña de donde han sido

arrancadas todas estas piedras que amontonamos8.

[179]

Parecería que Montaigne, maestro de Emerson, prefería a Sócrates

sobre Platón, mientras que el afecto de Emerson favorecía al cronista

de Sócrates: “Platón, con sus ojos de vasto alcance, proporcionó las luces

y las sombras según la índole de nuestra vida terrenal” 9.

La definición de Emerson de los platónicos es muy amplia: incluía

a Miguel Angel, a Shakespeare, a Swedenborg y a Goethe. Aunque no

estoy de acuerdo con ella, me gusta mucho la clasificación de Hamlet

como platónico que hace Emerson:

Hamlet es un platónico puro, y es sólo la magnitud del genio propio

de Shakespeare lo que le impide ser clasificado como el más eminente de

esa escuela10.

Lo que Emerson quería decir es que el impulso desalmado de Hamlet

se concentra en la trascendencia, pero ese es el Hamlet del acto v, y no

el violento y genial estudiante del comienzo de la obra. Los platónicos

son hombres y mujeres peligrosos, para ellos mismos y para los demás.

Las Leyes de Platón me resultan más inquietantes que el Deuteronomio

o que el Corán en sus facetas más feroces. Los grandes moralistas se

vuelven salvajes con facilidad y a mí me gusta cada vez menos que la

Universidad de Yale -donde estoy hace cincuenta años- haya seguido

el camino de las demás instituciones académicas del mundo de habla

inglesa y esté convirtiendo sus leyes en parodias del platonismo.

[180]

Sócrates

469 | 399 a.c.

Platón

c. 429 I 347 a.c

así como se dice de Helena de Argos que tenía tal belleza universal que

cada cual podía sentirla emparentada con la suya preferida, así Platón le

parece a un lector de la Nueva Inglaterra ser un genio americano11.

Emerson no pensaba en Sócrates como si fuese un genio americano;

los sabios de la tradición oral aparentemente pertenecen a su propia

gente: Confucio a los chinos, Jesús a los judíos, Sócrates a los atenienses.

Platón, por otra parte, tiene la universalidad de los grandes escritores:

Homero, Shakespeare, Cervantes y Montaigne, entre otros. De estos,

sólo Platón teme a su propio arte: no volverá a presentarse este fenómeno

hasta Tolstoi. La novelista Iris Murdoch escribió una admirable monografía

que se ocupa de este temor: Elfuego y el sol: por qué Platón desterró

a los artistas (1977). Murdoch es muy lúcida, como suele serlo en sus

novelas más características:

La paradoja más evidente en el problema que estamos considerando

es que Platón es un gran artista. No debiera imaginarse quizá que esta

paradoja le haya preocupado mucho. En la tierra de la posteridad los estudiosos

reúnen la obra e inventan los problemas. Platón tenía otros problemas,

muchos de ellos políticos. Sostuvo una larga batalla contra la

sofistería y la magia y, no obstante, produjo algunas de las imágenes más

memorables de la filosofía europea: la Caverna, el cochero, el astuto y desamparado

Eros, el Demiurgo que corta la Anima Mundi en tajadas y la

estira a lo ancho. Platón no dejó de insistir en la remota ausencia de imagen

del Bien; sin embargo, en su exposición siguió retrasando a los usos

más elaborados del arte. La misma forma de diálogo es artística e indirecta

y abundan en ella los recursos irónicos y el juego. Desde luego que

[181]

las declaraciones hechas por el arte se escapan hacia la libre ambigüedad

de la vida humana. El arte defrauda la vocación religiosa en el último

momento y es hostil a las categorías filosóficas. No obstante, ni la filosofía

ni la teología pueden prescindir de él.. .lI.

Suponemos que el principal acontecimiento en la vida de Platón fue

la muerte judicial de Sócrates. También parece una hipótesis válida la

de que la muy artística polémica de Platón en contra del arte es principalmente

la batalla de la supremacía cultural en contra de Homero, batalla

que Platón estaba destinado a perder. El diálogo platónico es un gran

invento, pero ni La república ni el Banquete tienen la eminencia estética

de la Ilíada. Sin duda alguna en el Reino de los cielos platónico oirían

la Ilíada.

Yo soy un crítico literario, no un filósofo o un historiador, así que

tengo capacidades limitadas para escribir sobre el genio de Platón. Pocas

obras literarias me conmueven tanto como el Banquete, así que limitaré

mis comentarios sobre Platón a ese diálogo.

El genio, o el daimón, de Sócrates es uno de los puntos de partida

de Platón. Aprendemos de Sócrates que él puede demostrar nuestra

ignorancia, pues empieza con su propia formidable “ ignorancia” . Considerar

a Sócrates un antecesor, como lo hizo Platón, me parece que

equivale a decidirnos por Homero. Sócrates -como Platón lo sugiere

invariablemente- consideraba que la Ilíada era una tragedia. Freud es

una especie de antítesis de Platón, que honra la imagen del padre; Freud

no lo hace, pero no hubo un Sócrates en su vida. La ironía socrática es

idéntica al genio socrático, y por ende la ironía platónica es muy sutil,

dado que no es principalmente retórica, como tampoco lo es la de su

maestro; o sea, no dice una cosa queriendo decir otra. Sócrates es demasiado

natural, demasiado consistente para eso, como lo repitió Montaigne

insistentemente:

Fue él quien hizo bajar del cielo, donde no hacía sino perder el tiempo,

a la sabiduría humana, para devolvérsela al hombre en el que reside

su más justa y laboriosa tarea y la más útil’3.

La ironía del propio Montaigne es evidente. Gregory Vlastos, uno

de los más importantes especialistas en Sócrates, consideró que este

mostraba “ un fracaso de amor” . ¿Qué podría ser más irónico que esto,

[182]

si Vlastos tiene razón? -recordemos que en el Banquete Sócrates declara

que él sólo es una autoridad en el amor-. Esto es lo que dice Vlastos

en “The Paradox of Sócrates” [La paradoja de Sócrates]:

Ya argüí que a él sí le importan las almas de los camaradas. Pero su

preocupación es limitada y condicional. Si se han de salvar las almas de

los hombres, deben hacerlo a su manera. Y cuando se da cuenta de que

no es posible hacerlo, los ve descender por el camino de la perdición con

pesadumbre pero sin angustia. Jesús lloró por Jerusalén. Sócrates previene

a Atenas, la exhorta, la condena. Pero no tiene lágrimas para ella. Uno se

pregunta si Platón, lleno de rabia contra Atenas, no la quería más en su

rabia y en su odio de lo que Sócrates jamás la quiso con sus reprimendas

tristes y amables. Nos parece que hay una postrera zona de frigidez en el

alma de ese gran erótico; si hubiese querido más a sus conciudadanos

difícilmente habría podido cargarlos con el peso de “lógica despótica”,

imposible de sobrellevar.

La “ lógica despótica” , de acuerdo con Vlastos, es Nietzsche sobre

Sócrates en El origen de la tragedia, uno de los primeros encuentros en

el enfrentamiento de toda una vida que Nietzsche mantuvo con Sócrates.

De alguna manera a casi todo el mundo le resulta más fastidioso

(y no estoy siendo irónico) que Sócrates no haya escrito nada que el

hecho de que Jesús y Confucio se hayan limitado a sus proverbios. Aunque

en una forma menos hostil que Nietzsche, Kierkegaard también se

mostró preocupado con el silencio de Sócrates. No sabemos dónde termina

Sócrates y dónde empieza el Sócrates de Platón y ni siquiera sabemos

si tiene sentido hacer esa distinción. Después de un profundo

análisis, Vlastos concluyó que el Sócrates de los primeros diálogos de

Platón era el Sócrates histórico y no una ficción platónica. La única alternativa

es el Sócrates de Jenofonte, y el Jenofonte de Memorabilia no

es nunca un escritor tan interesante como el de la Anábasis, un recuento

de la heroica marcha forzada de un ejército de saqueadores griegos

que se retiran de Persia hacia el mar Negro. Jenofonte era un discípulo

tan leal de Sócrates como el mismo Platón, pero era un soldado profesional

y no un filósofo dramático. Vlastos despedaza al pobre Jenofonte

-cuyo Sócrates carecía de ironía y de originalidad moral- diciendo que

el galante general habría sido el tema Victoriano por excelencia para

Lytton Strachey. Así que sólo nos queda Platón, un gran artista, que

[183]

además amó y honró a Sócrates como a un padre. El Sócrates de Platón

es obra de un dramaturgo comparable a Eurípides y (con ciertas reservas)

a Aristófanes, pero entre los lectores de Platón hubo muchos que

también habían oído a Sócrates. No todos estamos en la posición de San

Pablo y de los autores de los Evangelios, que nunca vieron ni oyeron a

Jesús.

Y sin embargo Sócrates sin Platón (o con él) sigue siendo una paradoja

o un enigma permanente. A diferencia del Platón de los últimos

tiempos, Sócrates no tenía un dogma; hubiera querido creer en la inmortalidad

del alma, pero aceptó la posibilidad de la aniquilación de la

conciencia con la muerte. En lo que respecta a la vocación o a la misión

de Sócrates, parece contradictoria en sí misma. Hace profesión de ignorancia

e instruye en la sabiduría y en el cuidado del alma, pero prácticamente

toda su actividad es esencialmente destructiva: uno plantea una

posición y él la refuta. Vlastos intenta resolver la paradoja diciendo que

Sócrates era un buscador, siempre en busca de la verdad. Sin embargo

el misionero irónico rara vez aparece sobre el ironista que busca.

Nos ocupamos de Seren Kierkegaard, escritor religioso danés del

siglo xix, en otro capítulo de este volumen. Pe;ro quiero citar aquí la disertación

académica que presentó en 1841. El libro mismo es tan irónico

que no se puede sacar de él una idea clara de la ironía socrática, pero

sigue dejándome estupefacto la tesis xm:

La ironía no es tanto apatía despojada de las sensibles emociones del

alma; es más bien como la vejación provocada por el hecho de que otros

también disfrutan lo que ella desea para sí misma.

Esto no parece socrático ni hegeliano, pero es perfectamente kierkegaardiano

y nos conduce hacia las vejaciones y ansiedades de las almas

intensamente creativas, en competencia con todas las demás. ¿Acaso la

paradoja socrática no incluye su actitud agonística, eternamente central

en la cultura ateniense? El Banquete, del que ya pronto espero ocuparme,

es sin duda una contienda, por la bebida, la oratoria, el eros, el cuidado

del alma o del yo -que finalmente es la preocupación exclusiva de Sócrates-.

Si puede encontrar la virtud en otro ser, entonces y sólo entonces

la reconocerá en sí mismo. Pero dado que representa sin duda lo

más destacado de los atenienses desde cualquier punto de vista, no tiene

otra opción que continuar con su misión. La tesis xih de Kierkegaard

[184]

es por tanto una inversión irónica de la ironía socrática, y una muy deliberada,

porque su argumento es que el Sócrates externo no es más que

una máscara, y que interiormente Sócrates era lo opuesto de lo que pretendía

ser. La ironía final consiste en que Sócrates sería el sofista más

auténtico, y no Gorgias y sus seguidores, de quienes Sócrates denigraba.

Siguiendo la estela de Vlastos, Nehamas habla de la ambivalencia de

Nietzsche hacia Sócrates, a quien denuncia por ser el buscador de una

moralidad razonable y alaba por su autenticidad dialéctica. Esto resulta

vertiginoso y aumenta la profunda comprensión de la ironía socrática

que Nehamas aporta:

Con frecuencia la ironía consiste en dejarle saber a la audiencia que

algo está pasando en nuestro interior que ellos no pueden ver. Pero además,

y en una forma más radical, deja abierta la cuestión de si nosotros

podemos verlo.

¿Lo ve Sócrates? Si estuviésemos hablando del más sublime de los

ironistas, Hamlet, que se da cuenta de todo, podríamos responder esta

pregunta. Hamlet lo ve todo, en sí mismo y en los demás. Con el Sócrates

de Platón nos encontramos en el abismo de la ironía platónica, que a

mí no me parece ni retórica ni dramática. ¿Sabe Platón más de Sócrates

que Sócrates mismo? No podemos ignorar el genio de Platón, pero él

no es Shakespeare y Sócrates nunca se oye a sí mismo como si fuera otra

persona.

Quizás aún nos deja estupefactos la expresión “amor socrático” , pero

muchos de entre nosotros creemos saber, con cierta presunción, lo que

significa “amor platónico” . En la lengua popular, nuestros diccionarios

lo definen hoy en día como el afecto que trasciende el deseo sexual y

que nos conduce hacia un reino ideal o espiritual. Esto no es exactamente

lo que defiende el Banquete, aunque no resulta fácil exponer el Banquete,

un triunfo del arte literario.

El mejor preludio para el Banquete es Greek Homosexuality (1978),

de K.J. Dover, que nos advierte alegremente que Platón podría muy bien

ser un caso especial:

Hay dos obras en especial, el Banquete y el Fedro, en donde Platón

toma el deseo homosexual y el amor homosexual como punto de partida

para desarrollar su teoría metafísica y es de particular importancia el hecho

[185]

de que él considere la filosofía no como una actividad que hay que desarrollar

en meditación solitaria y comunicar en pronunciamientos ex cathedra

del maestro a sus discípulos, sino como el progreso dialéctico que bien

podría iniciarse con la reacción de un hombre mayor al estímulo de uno

más joven... Como aristócrata ateniense que era, se movía en un círculo

de la sociedad que ciertamente consideraba normales el deseo y la emoción

homosexuales... El tratamiento que Platón dio al amor homosexual

bien pudo haber sido consecuencia de este ambiente. No obstante, debemos

dejar abierta la posibilidad de que su propia emoción homosexual

fuese excepcionalmente intensa.

Dudo que Platón fuese único excepto por su genio sobresaliente. La

acción del Banquete está ubicada en el 416 a.C., cuando Platón acababa

de cumplir 13 años. Si el simposio (que más que un banquete era una

fiesta para beber) realmente se llevó a cabo en ese momento, Sócrates

tendría 53 años y Alcibiades sería un político muy poderoso en Atenas

durante el que sería el décimo quinto año de la guerra del Peloponeso.

Es dudoso, pero no imposible, que este simposio se haya llevado a cabo.

El joven dramaturgo Agatón ofrece la fiesta para celebrar la victoria de

su primera tragedia en el festival ateniense. Además de Agatón y Sócrates

(de lejos el mayor de los presentes), se encuentra allí Aristófanes, un

soberbio escritor de farsas entre las cuales está Las nubes, una extravagante

sátira de Sócrates que ya había sido puesta en escena. Hay otros

cuatro hablantes: Alcibiades, que llega tarde, Fedro, Pausanias y Erixímaco.

Los discursos más importantes son los de Aristófanes, Sócrates

y Alcibiades, aunque el discurso de Agatón sobre el amor está entre el

de Aristófanes y el de Sócrates. Platón rompe la secuencia -no hay continuidad

entre la visión de Aristófanes y la de Sócrates-, pero Alcibiades

es la coda perfecta para toda la obra, pues se centra en el enigma de Sócrates

mismo.

Es de todos conocido el argumento de Aristófanes según el cual el

amor es el deseo y la búsqueda de la compleción, representada por una

grotesca criatura con dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Somos

fragmentos desesperados que vamos de aquí para allá buscando a nuestra

otra mitad original. Zeus nos dividió en castigo y anhelamos convertirnos

de nuevo en “ seres humanos circulares” . Es muy posible que con

esta brillante invención Platón estuviese retribuyendo a Aristófanes por

Las nubes, pero está claro que también satiriza el amor heterosexual y

[186]

su culminación social, el matrimonio. Y sin embargo Platón le dio a Aristófanes

el mito más memorable del Banquete.

Atípicamente, Sócrates recurre a un mentor: la sabia Diotima, que

se supone ser una sacerdotisa pero que seguramente es un invento de

Platón. Ella se encarga de refutar a Aristófanes (y cuando él se dispone

a protestar Alcibiades, borracho, irrumpe en la fiesta) argumentando

astutamente que el amor no lo es ni de la mitad ni del todo, sino del Bien.

La belleza de un joven en particular en últimas conduce al amante a una

escalera que es necesario trepar. Dado que el amor resulta ser otro nombre

para la filosofía, los objetos particulares -uno u otro muchacho- se

van quedando en los escalones inferiores y el auténtico buscador asciende

hacia la revelación, hacia la Belleza extraordinaria que es además el

Bien. Todo esto nos resulta conocido gracias al platonismo, el neoplatonismo

y el platonismo cristiano, pero fue originalmente concebido por

Platón, es la evidencia de su genio, y no es probable que el Sócrates histórico

lo haya formulado. La originalidad literaria es tan sorprendente

en este caso que yo me inclino a interpretarlo como la triunfal réplica

de Platón a Homero y a los dramaturgo trágicos atenienses, pues no hay

nada en su visión de Eros que nos hubiese permitido anticipar esto, el

mayor triunfo literario de Platón en su incesante confrontación con

Homero. Hay algo de extático en la falta de precedentes de la doctrina

de Diotima, en la cual el amor se transforma en la ambición de sacar a

la luz la Belleza, a guisa de vástago. La filosofía supera a la poesía, y también

(de alguna manera) a los padres y a las madres, y logra la inmortalidad

del alma al percibir por fin, no la poesía ni la Belleza, sino la forma

de lo Bello. Lo que era una justificación pedagógica de la pederastía ha

trascendido en la victoria agonística de la filosofía sobre todos sus competidores,

cualquiera que sea el costo humano resultante.

Sócrates habla de su daimón pero a mí me parece que el Platón que

compuso el Banquete es más daimónico, no una personalidad genial,

como Sócrates, sino una nueva especie de poeta, ancestro de Dante y

de John Milton, y del romanticismo posterior, incluyendo a W.B. Yeats,

Wallace Stevens y Hart Crane, en el siglo xx. Y sin embargo Platón, fiel

al Sócrates que lo inició en la filosofía, no concluye el Banquete con su

propio triunfalismo. Con una entrada maravillosamente cómica, Alcibiades

nos devuelve con un gesto inolvidable a la paradoja de Sócrates.

De ahora en adelante Sócrates -nos dice Alcibiades- es un Sileno,

una estatua grotesca en el exterior pero llena de hermosas imágenes de

[187]

la divinidad. Sileno, demonio relacionado con el dios mimo Dionisio,

está más allá de lo humano y, por asociación, Sócrates, el primer filósofo

verdadero, también lo está. Sin embargo, irónicamente, aunque Sócrates

actúa como si estuviera enamorado -de Alcibiades o de cualquier otro

joven hermoso- él es el objeto de su deseo porque perciben en él la forma

de lo Bueno. En ello radica la perfección de la paradoja socrática. Sócrates

encarna el ideal: amarlo a él es amar la sabiduría y por ende aprender

a filosofar. Esto me hace personalmente infeliz porque no le creo a

Platón, pero estéticamente no puedo más que abdicar ante la aplastante

victoria del genio platónico en la desesperada confrontación con

Homero.

[188]


jueves, 23 de junio de 2022

Lustro tres EL YAVISTA, SÓCRATES Y PLATÓN, SAN PABLO, MAHOMA. GENIOS. HAROLD BLOOM


 

Lustro tres

EL YAVISTA, SÓCRATES Y PLATÓN,

SAN PABLO, MAHOMA

El núcleo escondido de este lustro es Jesús. Estuvo aquí pero se ha

retirado un poco, en parte a causa de mis propias dudas, en parte por

un sabio consejo editorial. Genios es un libro sobre la conciencia del

autor, e incluso Sócrates es un autor, aunque de la tradición oral.

Pero me parece a mí que hay dos personas diferentes, el Jesús

histórico del cual no sabemos gran cosa y el personaje literario

estampado a fuego en los cuatro Evangelios, de la misma forma como

Yavé es el gran personaje literario del escritor J o Yavista. Jesús y

Hamlet son los únicos personajes literarios que parecen poseer la

conciencia del autor, pero este libro no está dedicado a los personajes

literarios sino a las mentes creativas ejemplares.

Considerar que Mahoma, sello de los profetas, es un genio creativo es

contravenir el Islam, pues Dios mismo es quien pronuncia cada una

de las palabras del Corán. Pero no podemos ignorar el Corán porque

es una obra de genio que es urgente estudiar. No es posible

considerar la sabiduría divina, Hoktnah, en sus formulaciones

occidentales sin yuxtaponer el Yavista a Platón, San Pablo al Corán.

[169]

Frontispicio n

El Yavista

[ i ] El Eterno Se le apareció en la planicie de Mamre mientras estaba

sentado en la entrada de su tienda, en pleno calor del día. [2] Alzó la vista

y miró: he aquí que había tres hombres parados frente a él. El los vio y

corrió hacia ellos desde la entrada de la tienda, y se postró sobre el terreno.

[3] Y dijo: “Señor mío, si he hallado gracia en tus ojos, por favor no sigas

de largo ante tu sirviente

[4] “Que traigan agua y lavad vuestros pies, y reclinaos debajo del

árbol. [5] Iré a buscar un pedazo de pan para que tengan sustento, luego

continuaréis, por cuanto ya habréis pasado por el camino de vuestro

sirviente ”. Dijeron ellos: “Pues haz como dices, tal como has dicho

[6] Y Abraham se apresuró a la tienda de Sara y dijo: “¡De prisa!

¡Tres medidas de harina, de sémola; amásala y haz tortas!”. [7] Y

Abraham fue corriendo al ganado, tomó un ternero, tierno y bueno, y se lo

dio al joven, quien lo preparó enseguida. [8] Tomó crema y leche y el

ternero que había preparado, y los colocó delante de ellos; y se paró frente a

ellos, debajo del árbol, y ellos comieron1.

He aquí al Yavista (o a la Yavista) en su expresión más misteriosa. El

día se ha puesto más y más caluroso y Yavé se le aparece a Abraham cerca

de los terebintos en la planicie de Mamre. Otros dos elohim acompañan

a este Dios que ha llegado de sorpresa, dos seres divinos o ángeles que

acompañan a Yavé en el camino y que se proponen destruir Sodoma y

Gomorra, las pecaminosas ciudades de la planicie. Como los demás, Yavé

se lava los pies, se recuesta a la sombra de los terebintos y disfruta de un

delicioso almuerzo de ternera, tortas, queso y leche. Complacido con la

hospitalidad de Abraham y las habilidades culinarias de Sara, Yavé le

anuncia un hijo a Abraham y Sara, demasiado viejos para esa concepción

y ese alumbramiento. Cuando Sara, que está escondida en su tienda, se

ríe irónicamente de la promesa, Yavé se ofende y acusa a la asustada mujer,

que lo niega, de haber tenido la desfachatez de reírse.

¿Quién querría renunciar a este Yavé a pesar de los lamentos de los

teólogos y de los académicos que desean un dios menos humano? El

[170]

Yavista es un genio cómico que trabaja en un terreno en el que no esperamos

lo cómico. El picaresco júbilo y la exuberancia de este escritor no

tuvieron igual hasta Shakespeare, cuyas audacias debían ser más sutiles

en una Inglaterra en la que los herejes iban a dar a la hoguera y los blasfemos

podían perder una oreja o incluso la lengua. Pero el Yavista ignora

todo lo relacionado con las herejías y las blasfemias. El escritor J es un

contador de cuentos, de un refinamiento sorprendente y de una naturalidad

casi infantil.

William Blake afirmó que la historia de la religión consistía en la

“ selección de formas de adoración de entre los cuentos poéticos” . El

judaismo, el cristianismo y el islamismo todos surgen de ese proceso, y

todos están infinitamente lejos de la belleza exuberante del Yavista.

[171]

El Yavista

980 ¿? | 900 a.c.

l o s o r íg e n e s h e b r e o s siguen siendo difíciles de datar con exactitud.

Abram, que se convirtió en Abraham, padre de los judíos, de los cristianos

y de los musulmanes, posiblemente vivió en el siglo 18 antes de

nuestra era. Israel pudo haber descendido hasta Egipto un siglo después

y el Exodo pudo haber ocurrido cerca de 1280 a.C. Canaán quizás

fue conquistada cincuenta años después. Se puede afirmar tentativamente

que el profeta Samuel y el rey Saúl son del 1020-1000 a.C., y David

reinó en Judea e Israel del 1000 al 960, cuando Salomón ascendió al trono

y fue rey hasta aproximadamente el 922, después de lo cual el reino se

dividió.

El escritor más grande en lengua hebrea, conocido entre los estudiosos

como J o el Yavista, escribió las partes cruciales de lo que ahora

llamamos Génesis, Exodo y Números en algún momento entre el 950

y el 900. Dado que desconocemos el nombre de este autor, estamos en

libertad de especular sobre su identidad.

El Libro de J o el Yavista forma parte de esa gigantesca estructura

que va del Génesis hasta Reyes y que fue inventada por un gran editorescritor,

el Redactor, durante el exilio babilonio, aproximadamente en

el 550 a.C. En 1990 escribí un comentario, The Book ofjf [El libro de J,

Barcelona, Interzona, 1995], con el que sigo estando de acuerdo, si bien

no estoy contento con la traducción que usé en ese volumen*.

El novelista Victoriano Samuel Butler, autor de la inolvidable El

destino de la carne, escribió también un libro en el que afirmaba que el

autor de la Odisea era una mujer. Butler es delicioso aunque no del todo

convincente, y retrospectivamente me doy cuenta de que él influyó en

mi deducción de que el Yavista fue una mujer, una aristócrata de la es*

En Genius, Bloom cita del Tanakh (1985), versión judeoamericana de las Sagradas

Escrituras en la que la Torá, o los Cinco Libros de Moisés (que incluye el texto

de J) fue interpretado por un distinguido grupo conformado entre otros por

Harry M. Orlinsky, H.L. Ginsberg, Ephraim A. Speiser. Aquí se usó la traducción

de Daniel ben Itzjak, La Torá, Libro del Génesis, Sección Vaierá, 18: 1-6,

Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 1999, p. 35. N delT.

[172]

pléndida corte de Salomón el Sabio. Me gusta la sugerencia de Jack

Miles de que sea lo suficientemente audaz como para identificar a esta

gran mujer como la hitita Betsabé, madre de Salomón. Se sabe que

David planeó la muerte de su marido Urías en batalla para poder sumarla

a sus otras esposas. ¡Sería muy divertido que el genio cuyas historias el

Redactor organizó en laTorá hubiese sido una mujer hitita y no un hombre

israelita! Dado que J es un gran ironista y no siente especial afecto

por los patriarcas hebreos y más bien sí por sus esposas, Betsabé encajaría

admirablemente. También habría que tener en cuenta la admiración

de J por Tamar y Agar, mujeres que, como Betsabé, no eran israelitas.

Quisiera aclarar que mi lectura del texto de J es la misma que haría

de cualquier otro gran texto literario, y lo leo como leería a Homero, a

Dante o a Shakespeare. Al margen de su verdadera historia, las representaciones

vitales de Abram/Abraham, Jacob/Israel, Judá, Tamar, José

y Moisés son de J, y aquí los considero en su calidad de personajes literarios.

Decidí excluir a Jesús de este libro en vez de tratarlo como un

personaje literario creado por Marcos en su Evangelio, aunque él pertenece,

al menos en parte, a la historia del genio judío, aseveración con

la que me limito a repetir al reverendo John P. Meier, el más distinguido

biógrafo católico romano de Jesús.

Una de las manifestaciones más sobrecogedoras del genio del Yavista

trasciende incluso a Shakespeare (aunque me duela decirlo). El personaje

más sorprendente d e j no es Abraham, ni Jacob, ni Moisés, ni siquiera

José -a quien considero un retrato sustituto del rey David-. Es, extrañamente,

Yavé, no sólo Dios como personaje literario sino, inolvidablemente,

Dios. Una vez más, quisiera evitar el escándalo. El Yavé de J ha

sido una extravagancia durante casi tres mil años porque es humanodemasiado-

humano. Recuerdo haber afirmado, en mi Book ofjf que, de

acuerdo con los estándares normativos -judaicos, cristianos o islámicos-,

la representación de Yavé es blasfema. Hoy añadiría que me quedé corto

en esta afirmación: los teólogos (los antiguos y los modernos) y los

académicos consideran que el Yavé de J es “ antropomorfo” , lo cual es

una absurda evasión.

La única sobresaliente excepción la constituye el estudioso alemán

Gerhard von Rad, aunque donde dice Israel yo pondría J y donde habla

del Antiguo Testamento yo hablaría de la Biblia hebrea o Tanakh:

[173]

En realidad Israel pensaba que Yavé tenía forma humana. Pero la forma

de expresarlo a la que nosotros recurrimos va exactamente en dirección

opuesta según las ideas del Antiguo Testamento, porque de acuerdo

con las ideas del yavismo, no se puede decir que Israel tenía una concepción

antropomórfica de Dios sino lo contrario, que ella tenía una concepción

teomórfica del hombre.

Con su gran ironía, J consideraba que sus mujeres y sus hombres

eran teomorfos, mientras que su dinámico Yavé es extraordinario y sin

trabas desde el comienzo:

[5] pero todo arbusto del campo todavía no estaba en la tierra y toda

hierba del campo todavía no había brotado, pues El Eterno Dios no había

enviado lluvia sobre la tierra y no había nadie que trabajara el suelo.

[6] Ascendió una bruma de la tierra y regó toda la superficie del suelo.

[7] Y El Eterno Dios formó al hombre de polvo de la tierra y le exhaló en

sus fosas nasales el alma de vida; y el hombre se transformó en un ser vivo2.

Estamos demasiado acostumbrados a esto para reconocer su perdurable

extrañeza. Yavé modela la figura de Adán con arcilla roja adamah,

no como un ceramista da forma con su rueda sino como un niño haciendo

pasteles de barro. Sin embargo este es un Dios infantil que insufla en

su criatura el soplo de la vida, convirtiendo a Adán en un ser vivo, no

un alma prisionera dentro de un cuerpo sino una entidad en la que la

una y el otro se han fundido, como el propio Yavé.

Esto ya es bastante original, pero J lo supera con la más elaborada

creación de Eva, el único relato de cómo se formaron las mujeres que

existe en toda la literatura del antiguo Cercano Oriente:

[18] El Eterno Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le

haré una compañera que le corresponda” . [19] El Eterno Dios había formado

de la tierra todas las bestias del campo y todas las aves del cielo, y

las había llevado ante el hombre para ver qué nombre le daba a cada una;

y todo nombre que el hombre le daba a cada ser vivo, ese era su nombre.

[20] Y el hombre les dio nombre a todo animal de ganado y a las aves del

cielo y a todas las bestias del campo; pero en cuanto al hombre, no halló

un ayudante que le correspondiera.

[174]

[21] El Eterno Dios causó un profundo estado de somnolencia en el

hombre, y este se durmió; y El tomó uno de sus costados y cerró la carne

en su lugar. [22] El Eterno Dios, con el costado que había tomado del

hombre, construyó una mujer y la llevó ante el hombre. [23] Y el hombre

dijo: “Esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada

Ishá (mujer), pues del Ish (hombre) fue tomada”3.

El hebreo que aquí aparece traducido como “ un ayudante que le

corresponda” significa más bien alguien al lado de Adán, un igual, pues

la misma palabra se usa después para describir la actitud de Yavé hacia

nosotros. La traducción de Reina-Valera (y la del rey Jacobo), “ le haré

ayuda idónea” *, fue el comienzo de infinidad de problemas de los cuales

nunca nos libraremos. Pero cuando J resulta más enigmática es cuando

Yavé “ hizo caer un sueño profundo sobre Adán” (tardemah, un sopor

pesado y anestésico, pues Yavé está operándolo). Es palpable e irónico

que Yavé hace un trabajo más hermoso esta vez. El hombre salió de la

arcilla y la mujer, de un ser vivo, de forma que nace animada.

Abandono el jardín y dejo atrás a nuestro padre Abraham para ocuparme

de la historia del taimado Jacob, que se convirtió en Israel después

de luchar con un ángel misterioso (uno de los elohim, o seres

divinos) durante toda la noche, hasta llegar a un empate:

[23]Esa noche se levantó y tomó a sus dos mujeres, sus dos sirvientas

y sus once hijos, y cruzó el vado de Iabok. [24] Y cuando los tomó y les

hizo cruzar la corriente, envió del otro lado todas sus posesiones.

[25] Iaacov (Jacob) se quedó solo y un hombre luchó con él hasta el

amanecer. [26] Cuando (el hombre) vio que no podía vencerlo, tocó la

coyuntura superior del muslo; de modo que Iaacov (Jacob) se dislocó la

cadera en su forcejeo con el hombre. [27] Entonces este dijo: “Déjame ir,

pues ya ha amanecido” .

Y él dijo: “No te enviaré a menos que me bendigas” .

[28] Y él le dijo: “¿Cuál es tu nombre?” .

Él dijo: “Iaacov (Jacob)” .

* La llamada Biblia del rey Jacobo que cita Bloom dice así: I wtll make him an help

meet for him. N del T.

[175]

[29] Él dijo: “Ya no se dirá que tu nombre es Iaacov (Jacob), sino Israel,

pues has luchado con Dios y con hombres, y has vencido” .

[30] Iaacov (Jacob) preguntó: “Dime, por favor, cuál es tu nombre».

Y él dijo: “ ¿Por qué me preguntas mi nombre?” . Y lo bendijo allí.

[31] Iaacov (Jacob) llamó a aquel lugar Peniel “Pues he visto a Dios

cara a cara, y aun así mi alma se ha salvado” . [32] El sol salió para él mientras

atravesaba Peniel, y él rengueaba de su muslo4.

Este es un triunfo de J pero uno que confrontamos con grandes

dificultades porque Jacob el luchador se convirtió en un mito protestante

en el cual el patriarca sostiene un afectuoso combate con Dios mismo.

La versión judeoamericana dice “ has luchado con seres humanos

y divinos” , y yo la reemplazaría por “ con elohim y con hombres” , primero

con hombres y después con uno de los elohim en el vado de Iabok

(y el juego de palabras con el nombre Jacob es característico de J). ¿Combate

Jacob con un ser benigno? La tradición judía es ambigua al respecto,

y algunas fuentes sugieren que el antagonista era el demonio Samuel,

ángel de la muerte, cosa que me parece que tiene sentido. Es la víspera

de la reunión de Jacob con su hermano Esaú, despojado engañosamente

de sus derechos de nacimiento y de la bendición de Isaac. Jacob no

es un guerrero y sabe que el impredecible Esaú se acerca con 400 de

sus rudos edomitas, una cuadrilla de hombres malos. Después de haber

enviado al otro lado a los miembros de su casa y sus posesiones, Jacob

espera para emboscar al ángel de su propia muerte, que se apresura para

llegar al encuentro al día siguiente, de manera que Jacob bloquea el vado.

Hay algo nefario en este innombrado elohim que, como un vampiro, teme

a la luz del día: “Déjame ir, pues ya ha amanecido” . Tomen nota, además

de que este no es un encuentro cariñoso: Jacob queda permanentemente

lisiado. ¿Cómo explicar el obstinado aguante con el que Jacob mantiene

a raya al ángel/demonio? J no lo explica, pero en cambio ilumina al

nuevo Israel con una epifanía mientras se va: “El sol salió para él mientras

atravesaba Peniel, y él rengueaba de su muslo” .

Israel pudo haber significado para J “el que lucha contra Dios” (versión

Reina-Valera), o también “que el ángel triunfe” . En cualquier caso

el nombre es irónico porque es Jacob el que lucha y el que vence. Toda

su vida ha peleado por la Bendición y el genio de J se expresa en la insinuación

de que la voluntad humana, la de Jacob, puede ser lo suficien[

176]

temente resuelta como para detener al Ángel de la muerte en uno que

otro encuentro esencial.

Ahora me ocuparé de un tercer episodio de la narración del Yavista,

el momento más enigmático y estremecedor de la Biblia hebrea. El Moisés

de J no es el titán heroico del Deuteronomio y es manejado por J

con afectuosa ironía y por Yavé, con no poca rudeza. Este Moisés es un

hombre ansioso, no muy paciente, y dudoso de sus propias cualidades

para el liderazgo. Este hombre no es muy locuaz y está renuente a convertirse

en un profeta de Yavé:

[10] Moshé (Moisés) le dijo a El Eterno: “Te ruego, mi Señor, no soy

hombre de palabras, ni desde ayer, ni desde anteayer, ni desde que hablaste

por primera vez con Tu sirviente, pues soy pesado de boca y pesado de

palabras” .

[i i] El Eterno le dijo: “ ¿Quién le dio boca al hombre, o quién hace al

hombre mudo o sordo, o al hombre que ve o al ciego? ¿Acaso no soy Yo,

El Eterno? [12] Y ahora, ¡ve! Estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes

decir” .

[13] El dijo: “Te ruego, mi Señor, envía a alguien más apropiado” .

[14] La ira de El Eterno se despertó contra Moshé (Moisés), y dijo:

“ ¿Acaso no está tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él ciertamente

hablará; además, he aquí que él saldrá a encontrarte y cuando te vea se

alegrará su corazón. [ 15] Tú le hablarás y colocarás las palabras en su boca;

y Yo estaré en tu boca y en su boca; y os enseñaré a ambos lo que deben

hacer. [16] El hablará por ti ante el pueblo; y ocurrirá que él será tu boca

y tú serás su guía. [17] Y esta vara tomarás en tu mano, con la que harás

señales” 5.

Evidentemente la ira de Yavé no se aplaca con la anuencia de su

profeta a ser reclutado y mientras Moisés baja hacia Egipto, J nos sacude

con lo siguiente:

[24] Y en el camino, en la posada, El Eterno lo encontró y trató de

matarlo. [25] Tzipora tomó una piedra afilada y cortó el prepucio de su

hijo y lo arrojó a sus pies; y dijo: “En todo lo que a mí concierne, estás

casado con sangre”6.

[177]

En relación con el injustificado intento por parte de Yavé de matar

a Moisés, ha habido comentarios normativos en todos los sentidos, aunque

la valiente Tzipora siempre corre con la responsabilidad de salvar

el día y a su marido. Según el gran intérprete Rashi, Moisés se detiene

en una posada en vez de apresurarse hacia Egipto, pero el hebreo claramente

se refiere a un campamento nocturno, inevitable en el Negev.

¿Cuál es el motivo de la ira de Yavé? J no nos da ninguno y evidentemente

cree que no hay explicación posible. ¡A sabiendas de que Rashi

no había hecho su trabajo, la normativa tradicional insistía absurdamente

en que Moisés debía ser asesinado porque no había circuncidado a su

hijo pequeño! Pero esta es una interpretación tardía, basada en lo que

yo supongo es la manipulación por parte del Redactor de este sorprendente

pasaje. La tradición mesoráchica, infeliz con la ironía de choque

del Yavista, sencillamente reescribió el pasaje. Satán aparece como una

gran serpiente del desierto que casi se traga a Moisés hasta que Tzipora

circuncida al pequeño.

Los herejes gnósticos antiguos y modernos (entre los cuales me incluyo)

se han deleitado con el pasaje, pero el refinado e irónico Yavista

no era ni un creyente ni un hereje. Yo imagino que J quería que viéramos

una vez más que la identificación total con la voluntad de Dios es imposible:

él no es predecible. Mientras escribía estas palabras, los inefables

Falwell y Robertson sugirieron que Dios había permitido la destrucción

de las Torres Gemelas porque toleramos a los defensores del aborto, a

los homosexuales, a las feministas y a los de similar calaña. Lo último que

quisiera oír sería la interpretación Falwell-Robertson de por qué Yavé

intentó asesinar a Moisés.

El genio del Yavista es casi milagroso: nunca deja de sorprendernos.

Homero evidentemente no estaba interesado en sorprender a sus lectores,

pero su recreación de la poesía del pasado es la más memorable de

las que jamás se hubiesen intentado. J era grandiosa y original, con un

genio que nunca ha sido asimilado por la tradición que difícilmente pretendió

fundar pero que se escandalizaría con ella si alguna vez llegara a

ser plenamente consciente de ella.

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MISCELÁNEA LA REESCRITURA.

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