sábado, 2 de enero de 2016

Carlos Fuentes. Premio Internacional Alfonso Reyes. Año: 1979.


Su obra incluye novelas, cuentos, teatros y ensayos entre los que destacan `La muerte de Artemio Cruz` (1962), `Cambio de piel` (1967) o la extensa `Terra nostra` (1975).

A lo largo de su vida recibió numerosos premios, entre los que destacan el Premio Biblioteca Breve en 1967, el Premio Cervantes en 1987, el Premio Príncipe de Asturias en 1994, el Premio Picasso, otorgado por la UNESCO, en 1994, la Legión de Honor del Gobierno francés de 2003, el Premio Real Academia Española en 2004, el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha en 2008, el González-Ruano de Periodismo en 2009, y el Premio Fundación Gabarrón en 2011.

En la última década, publicó `Todas las familias felices` (2006), `La voluntad y la fortuna` (2008), `Adán en Edén` (2009), `La gran novela latinoamericana` (2011), `Carolina Grau` (2011), `Personas` (2012) y `Federico en su balcón` (2012).

Fue catedrático en las universidades de Harvard y Cambridge (Inglaterra) y poseía una larga lista de doctorados `honoris causa` por universidades como Harvard, Cambridge, Essex, Miami y Chicago, entre otras.

Fuente:
Editorial: EMECÉ,

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Paúl Benavides. ENLATADO CRÍTICO DE NARRATIVA 2015.


ENLATADO CRÍTICO DE NARRATIVA 2015
Por Paúl Benavides
En días pasados publicamos un comentario sobre el artículo de un crítico del suplemento Áncora (20/12), relacionado con la producción del 2015 en el género de poesía. En esta oportunidad, nos referimos a lo que Álvaro Rojas plantea en ese mismo espacio con el título de “Narrativa en Costa Rica este 2015: Mil y una historias”. Es importante discutir sus aseveraciones por cuanto intenta presentarse su comentario como un grupo de criterios de autoridad.
Un solo comentador seleccionado por Áncora se enfrenta a todas las novelas publicadas en el 2015, que no fueron pocas, y elige la “mejor”, en tan solo mil doscientas veintidós palabras.
Inicia el crítico seleccionado con noticias de reediciones de novelas y premios de algunos autores nacionales. Dice que la “novela costarricense pasa por un período de mucha actividad; algunos escritores costarricenses se asoman con sus textos a las páginas de grandes editoriales”. A todo esto le parece que falta un trabajo similar al realizado por Álvaro Quesada Soto con respecto a los últimos 25 o 30 años de “producción costarricense”. Entendemos su referencia y nos parece plausible. Hacen falta estudios totalizadores, profundos, como dice Rojas.
A su vez, describe que “este año, las novelas histórica, negra, psicológica y cierto tipo de novela experimental se mantienen como tendencias en nuestra narrativa; el número de editoriales ha crecido, las revistas literarias, principalmente digitales, también”. Todas estas noticias y menciones al estado narrativo es confirmable. Hasta el momento Rojas se mantiene en la descripción de hechos que es moneda común en el medio literario.
Sin embargo, notamos que en el párrafo cuarto de su discurso comete una sorpresiva disrupción, cuando afirma lo siguiente: “Todo ello favorece la discusión (presumimos que todo ello es la actividad literaria, etc.), la confrontación de ideas y la madurez para aceptar el ejercicio crítico, que es limitado en ambientes pueblerinos donde se escribe más para ganar premios y salir en los periódicos que por pasión literaria; me refiero a esos lugares donde resulta más importante el querer ser escritor que el acto de escribir, para seguir aquella famosa distinción que hizo William Faulkner. En síntesis, no puede haber crítica literaria donde los egos son más grandes que las obras”.
Nos interesa esta disrupción en el feliz registro de las noticias literarias del crítico. ¿Quiere decir que nos anuncia ad portas que el aceptar sus siguientes disquisiciones será un acto de madurez de nuestra parte? ¿De no aceptar su ejercicio crítico seremos acusados de inmaduros por cuanto este es “limitado en ambientes pueblerinos donde se escribe más para ganar premios”…? ¿Por qué se cura en salud Álvaro Rojas? ¿Cuál es su verdadero interés subyacente?
El crítico es contundente: “… no puede haber crítica literaria donde los egos son más grandes que las obras”. ¿Contra cuáles egos se dirige? ¿Contra los egos de los escritores cuyas obras no citará en el artículo? ¿No es un comentario lo que desarrolla sobre la narrativa del 2015? ¿Por qué se embarca en lucubraciones sociológicas sobre el medio cultural y sobre actitudes esperables? ¿Para qué carga su batería contra los “ambientes pueblerinos” donde la crítica sufre limitación? ¿Cómo no podría tener cualquier autor derecho a aspirar a un premio o a dirigirse contra una crítica específica? ¿No es que el crecimiento literario favorece “la discusión, la confrontación de ideas”? ¿No hay aquí de hecho una burda contradicción? Todos los autores tienen derecho a aspirar a premios, becas, oportunidades. Todos los autores deben tener su ego para defender lo que escribe. Si un crítico es amañado es necesario decirlo.
Hasta aquí Álvaro Rojas está satisfecho, en apariencia, con haber zanjado cualquier oposición por haber reducido posibles oposiciones, pues quienes lo hicieren ya sabemos que vienen de lugares donde los “egos son más grandes que las obras”, de “ambientes pueblerinos donde se escribe más para ganar premios y salir en los periódicos que por pasión literaria” (lo cual es opinión nada más basada en los mismos chismes de todas las épocas que se dan en los corrillos literarios de cualquier país y que situación inherente al mismo mundillo de los escritores).
Acto seguido, el crítico elige a la carta, luego de amonestar sacerdotalmente. Y esta otra disrupción es de antología: “Oscar Núñez Olivas, con su novela ʻLa guerra prometidaʼ, publicada por Alfaguara, trae nuevamente al terreno de la ficción la guerra contra los filibusteros de 1856. Mediante una estupenda novela histórica –a mi juicio a la mejor de este año–, reconstruye los escenarios…” Entendemos por fin el ambiente preparador hasta el momento, las disrupciones extrañas y las preceptivas personales para aceptar el “ejercicio crítico”. Con esta apresurada selección del libro del año en novela, comprendemos los zigzagueos semánticos de Álvaro Rojas.
Sin embargo, nosotros nos preguntamos: ¿qué clase de metodología es esta para ejercer la crítica en un medio pueblerino donde hay egos más grandes que las obras y escritores que escriben para premios? ¿Se encuentra en un mejor nivel?
Las siguientes menciones de Álvaro Rojas utilizan las frases y palabras conocidas para elogiar obras de agrado personal: “estupenda”, “extraordinaria obra”, “atrevimiento narrativo”, “chispazos de fineza literaria”, una novela que fue noticia “porque la publicó Anagrama y porque él, su autor, tiene entre sus nacionalidades la nuestra” (suficiente motivo entonces para dejar claro su puesto en la lista).
No dejamos de mostrar algún asombro cuando Rojas se dirige a la novela negra en el país. “Este tipo de obra (escribe), que cuando se hace bien es fluida, irreverente, más de acción que de reflexión…” ¿Es exacto decir que la novela negra se construye con más acción? ¿No es más bien un género que nos pone a reflexionar sobre el pudridero que son nuestras sociedades?
Una nota de párrafos que parecen hilados a la fuerza es lo que nos ha parecido este comentario de Álvaro Rojas donde expresa varias ideas por aparte, como el ejercicio crítico, la producción literaria nacional y los pocos libros que cita de toda esta producción de un año. La falta de información de la que hace gala, las generalizaciones burdas sin estadísticas a mano, las reprimendas que lanza contra el mundillo literario y el ambiente pueblerino, y el recuento colegial de las obras seleccionadas, sin más análisis, nos preocupa.
Estamos de acuerdo con Rojas en que el “ejercicio crítico” debe tener un espacio, pero este debe ganarlo. No con notas enlatadas se logrará. De eso estamos seguros. Las notas enlatadas en este caso revelan que el comentario falló en la lectura de las obras publicadas en el 2015. Que no hizo más que un resumen de algunas novelas. Y que de algunas novelas, como la de Carlos Fonseca, solo sabe que deben ser referidas por su publicación en Anagrama, lo cual no revela ninguna madurez del crítico. Como no revela madurez, tampoco, su necesidad de que se respete el “ejercicio crítico”, solo para cubrirse la espalda, quizá porque no ha leído todas las novelas del año para convertirse en una autoridad de amplio criterio.
Finalmente, el crítico sigue curándose en salud: “No quisiera cerrar sin decir (aduce en el último párrafo de su nota), que los maestros recomiendan no realizar evaluaciones definitivas de obras tan cercanas…” A esto le podemos responder que ya la evaluación la sugirió al aceptar ser el seleccionador de las obras publicadas en el 2015. Si vio que era poco factible hacer tal tarea, debió haberse excusado, era lo más ético habiendo analizado sus criterios. Aquí entonces vemos que el crítico ya no recomienda la confrontación sino que, de súbito, como sacado de la manga, ya la evaluación no es recomendable. ¿Entonces para qué tanta alharaca acerca del ejercicio de la crítica? ¿Tira la piedra y esconde la mano? Cualquiera puede confirmar aquí un alto grado de dubitación del crítico, de temblor por firmar una nota que no le cuajó y que ha aceptado escribir de manera torpe y despreocupada.
Por último, dice que “como pasa con cualquier novela, es prudente esperar lo que les ocurra al enfrentar la prueba del tiempo, los juicios que sobre ellas emitan los críticos, los lectores y las academias”. El cambio de enfoque del artículo nos hace perdernos cada vez más. Ahora debemos dejarlo todo al tiempo. El tiempo y otros juicios, incluso juicios de lectores y academias.
¿Se pueden conjugar todos estos argumentos y encontrarles un hilo conductor? No, porque no los tienen. Álvaro Rojas solo nos confunde y nos extravía en sus deliberaciones. Es tan vacilante que no puede dejar nada claro, salvo que ahora ya él no es el crítico, pues todo lo deja al tiempo.
“Por ahora podemos decir –termina diciendo– que mil y una historias se escriben en Costa Rica y que ya solo eso es una buena señal”. Sin embargo, esta afirmación tan feliz y coqueta tiene un acento condescendiente y epidérmico (como el resto del artículo). No sabemos qué puede ser eso de “mil y una historias” que se escriban en el país. Es una frase que podría ser feliz o irónica. Tampoco podríamos comprender si las miles de historias son una buena señal. ¿Una buena señal de qué? ¿De la producción literaria que él mismo no es capaz de citar obligadamente en un comentario porque no la ha analizado toda, obviamente? ¿De la actividad de las editoriales? ¿De la lectura en sí misma? ¿De la discusión que pueda derivarse de la presencia de muchas novelas con diferentes temáticas? ¿A qué hace alusión el crítico?
No lo sabemos. Lo que sabemos es que Álvaro Rojas debió haberse abstenido de analizar el panorama narrativo del año (por lo menos en novelas, porque en cuento no hace ninguna alusión), porque obviamente no estaba a la altura de dicha tarea.

Jorge Guillén. Premio Internacional Alfonso Reyes. Año: 1977.

Nació el 18 de enero de 1893 en Valladolid. Fue el mayor de cinco hermanos.

Cuando cuenta 16 años se traslada a Suiza y estudia francés en la ciudad de Friburgo. Cursó estudios de Filosofía y Letras en Madrid, aunque se licenció en Granada en 1913. En 1920 empieza a publicar sus poemas en revistas como `La Pluma` y en la `Revista de Occidente`. Fue lector de español en La Sorbona entre 1917 y 1923 y Catedrático de Lengua y Literatura Españolas en Oxford. Catedrático de Literatura en las universidades de Murcia y Sevilla.


Durante la Guerra Civil estuvo preso y consigue la libertad gracias a las gestiones de su padre, pero es inhabilitado por el Ministerio de Educación para el ejercicio de cualquier cargo público. Tras abandonar España cruzando a pie el Bidasoa, en 1938 se establece en Estados Unidos. Dio clases en diversas universidades estadounidenses y de Latinoamérica. El el 11 de octubre de 1961 contrajo matrimonio en Bogotá con Irene Mochi Sismondi. Regresó a España en 1975, instalándose en Málaga hasta su fallecimiento.

Cántico, su libro de poemas editado en 1928, fue ampliado en los años 1936, 1945 y 1950. El segundo periodo en que suele dividirse su obra, viene constituido por Clamor, con sus tres volúmenes: Maremágnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963). En Homenaje (1967), el tercer periodo de su obra, realiza una síntesis de las dos tendencias previas, con una poesía pura. Aire nuestro (1968) recoge su poesía completa, a la que luego se añadirán Y otros poemas (1973) y Final (1982). Además publicó obras críticas como Lenguaje y poesía (1962).

Fue galardonado con el Premio Cervantes en el año 1976. En 1978, fue elegido académico de honor de la Real Academia Española.

Jorge Guillén falleció el 6 de febrero de 1984 en Málaga.

CÁNTICO.
(Fragmento).

DEDICATORIA INICIAL
A MI MADRE
EN SU CIELO

A ELLA,
QUE MI SER, MI VIVIR Y MI LENGUAJE
ME REGALÓ,
EL LENGUAJE QUE DICE
AHORA
CON QUÉ VOLUNTAD PLACENTERA
CONSIENTO EN MI VIVIR,
CON QUÉ FIDELIDAD DE CRIATURA
HUMILDEMENTE ACORDE
ME SIENTO SER,
A ELLA,
QUE AFIRMÁNDOME YA EN AMOR
Y ADMIRACIÓN
DESCUBRIÓ MI DESTINO,
INVOCAN LAS PALABRAS DE ESTE CÁNTICO.
 Por el otero asoma
Al aire de tu vuelo.
SAN JUAN DE LA CRUZ

1. AL AIRE DE TU VUELO
I
MAS ALLÁ
I
(El alma vuelve al cuerpo,
Se dirige a los ojos
Y choca.) –¡Luz! Me invade
Todo mi ser. ¡Asombro!

Intacto aún, enorme,
Rodea el tiempo. Ruidos
Irrumpen. ¡Cómo saltan
Sobre los amarillos

Todavía no agudos
De un sol hecho ternura
De rayo alboreado
Para estancia difusa,

Mientras van presentándose
Todas las consistencias
Que al disponerse en cosas
Me limitan, me centran!

¿Hubo un caos? Muy lejos
De su origen, me brinda
Por entre hervor de luz
Frescura en chispas. ¡Día!

Una seguridad
Se extiende, cunde, manda.
El esplendor aploma
La insinuada mañana.

Y la mañana pesa,
Vibra sobre mis ojos,
Que volverán a ver
Lo extraordinario: todo.

Todo está concentrado
Por siglos de raíz
Dentro de este minuto,
Eterno y para mí.

Y sobre los instantes
Que pasan de continuo
Voy salvando el presente,
Eternidad en vilo.

Corre la sangre, corre
Con fatal avidez.
A ciegas acumulo
Destino: quiero ser.

Ser, nada más. Y basta.
Es la absoluta dicha.
¡Con la esencia en silencio
Tanto se identifica!

¡Al azar de las suertes
Únicas de un tropel
Surgir entre los siglos,
Alzarse con el ser,

Y a la fuerza fundirse
Con la sonoridad
Más tenaz: sí, sí, sí,
La palabra del mar!

Todo me comunica,
Vencedor, hecho mundo,
Su brío para ser
De veras real, en triunfo.

Soy, más, estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda. ¡Salve!

II
No, no sueño. Vigor
De creación concluye
Su paraíso aquí:
Penumbra de costumbre.

Y este ser implacable
Que se me impone ahora
De nuevo –vaguedad
Resolviéndose en forma

De variación de almohada,
En blancura de lienzo,
En mano sobre embozo,
En el tendido cuerpo

Que aun recuerda los astros
Y gravita bien– este
Ser, avasallador
Universal, mantiene

También su plenitud
En lo desconocido:
Un más allá de veras
Misterioso, realísimo.

III
¡Más allá! Cerca a veces,
Muy cerca, familiar,
Alude a unos enigmas.
Corteses, ahí están.

Irreductibles, pero
Largos, anchos, profundos
Enigmas –en sus masas.
Yo los toco, los uso.

Hacía mi compañía
La habitación converge.
¡Qué de objetos! Nombrados,
Se allanan a la mente.

Enigmas son y aquí
Viven para mi ayuda,
Amables a través
De cuanto me circunda

Sin cesar con la móvil
Trabazón de unos vínculos
Que a cada instante acaban
De cerrar su equilibrio.


Fuente: Editorial Fuenteovejuna. 1985.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Críticos de hoy con bolas de cristal Por Guillermo Fernández y Jorge Méndez Limbrick.


Críticos de hoy con bolas de cristal
Por Guillermo Fernández y Jorge Méndez Limbrick
Es imprudente y riesgoso pretender erigirse en el censor de la producción de cualquier género literario del país en menos de mil palabras. Pero en Costa Rica suelen darse estas “iniciativas” que podrían adecuarse al folclor con el cual se mira el vasto universo de los sucesos. Se trata de una osadía poco realista. ¿Cómo referirse a tantos libros publicados en tan pocas líneas? ¿Qué clase de don es ese? Es algo que hemos visto en muchos medios periodísticos, blogs y páginas literarias de Facebook. A su vez, el hecho de forjar un rating tomando la opinión de buenos lectores tampoco es sobrio. No creemos que exista un solo lector que haya leído toda la narrativa o poesía y que pueda definir cuál es el mejor libro. En otros años, quizá cuando el folclor era menos visible, un solo hombre, desde una tribuna periodística, definía los mejores libros del año con una autoridad de piedra. Un solo hombre. Inmenso criterio.
El 20 de diciembre del año en curso, Áncora publicó dos comentarios sobre la producción literaria del país: “Narrativa en Costa Rica este 2015: Mil y una historias”, de Álvaro Rojas; y “Poesía en Costa Rica: Un 2015 conservador”, por Gustavo Adolfo Chaves. Ambos son presentados como “especialistas”, además de otros tantos en otros campos artísticos.
La nominación de “especialista” eleva un tribunal infranqueable y nos induce a que seamos, nosotros los lectores no especialistas del suplemento cultural, receptores pasivos y resignados de lo que los conocedores han logrado percibir como los mejores libros, o los peores, o los que no merecen ni siquiera una mención. Algunos que han suspirado por una crítica literaria en el país, siempre a favor del crítico y en contra de los escritores narcisistas y delicados, pueden sentirse satisfechos. Ahora sí hay quienes definan lo correcto, ahora sí se hieren susceptibilidades y que aguanten los que no merecen consideración de los respetables investigadores.
Sin embargo, nada más lejano que esa presunción. Leyendo sin más compromiso que el exigido por la objetividad, nos topamos con que los comentarios de los críticos están, lamentablemente, poblados de herméticas afirmaciones, sino personalísimos puntos de vista que no soportan una ligera discusión.
Por ejemplo, Gustavo Adolfo en su artículo nos indica que este ha sido un año conservador en poesía. Sin embargo, nunca define para él qué significa que sea “conservador”. ¿Es un término negativo? ¿Cómo debe ser una poesía no conservadora? ¿Una que no se apoye en la tradición? ¿Y cuál es esa tradición? ¿La de los nuevos poetas que ya no son tan nuevos? –algunos de estos también publicaron–, ¿la de los trascendentalistas? Puede decir, mondo y lirondo, que hay poemas de amor que en él despiertan su “indiferencia” y poemas de sexo que le provocan “castidad”, otros que “incitan a bailar salsa” y otros que son “imitaciones ad infinitum del estilo que ha ganado premios y becas”. Ergo, el año en poesía ha sido conservador. Es decir, de lo anterior se deduce que sea un año conservador. Y con esas apreciaciones. Pero tampoco establecemos por ningún lado cómo logra establecer la deducción.
De acuerdo con su amplia lectura de los libros de poesía del año –según parece–, para el crítico que es Gustavo nadie ha roto los moldes. Pero, ¿cuáles moldes, de qué corriente literaria, con respecto a la moral o al estilo? ¿De qué habla? ¿Contra qué paradigma se dirige? No entendemos.
En otro párrafo, Gustavo arremete: “Seguimos sufriendo poemas eróticos que usan las flores y las frutas como referentes, y otros de corte feminista que denuncian el sostén y alaban las estrías. Ya nadie espera que los poetas nos guíen, pero quizás podríamos pedirles que no nos atrasen”. Si para defenestrar la poesía de un año –o algunos poemarios específicos– solo es suficiente utilizar esas frases de Gustavo, algo está ocurriendo, el análisis cuidadoso está siendo reemplazado por el aforismo iluminado, por la inspiración del hierofante, algo que les ocurría a los que leían mucho a Nietzsche y terminaban en trabalenguas.
Algunos pueden pensar que este crítico es libre de percibir las anomalías de una poesía que se centra en lugares comunes. El problema es que no expone, no argumenta ni discute. ¿Cómo se puede discutir con alguien que se expresa con burlas? Es lamentable que no haya sido eficaz teniendo el espacio para serlo. Pues la mofa en sí misma no es una forma de convencimiento, sino la señal de una actitud donde prevalece la ostentación, la petulancia o, peor aún, la prepotencia. En una barra de bar uno podría indicar que la fruta es un referente anodino para un poema erótico, pero en un suplemento cultural, la exigencia sería que el crítico rompa el molde de ese escenario y nos lleve por los caminos de su mente diáfana, no de la chota cantinesca. En ese caso, nos quedamos mejor oyendo diatribas en una taberna de la Calle de la Amargura, donde parece haberse quedado una gran parte de la motivación literaria de este país.
¡Pero sorpresa! Más adelante, el crítico advierte “recompensas” en “Ser un tercero” de Esteban Alonso Ramírez, “un texto de amor triste, virtual e intransitivo”. Aquí la cosa empieza a cambiar, no todo es naufragio o poetas que no nos guían, etc. Sin embargo, lo del amor triste sí que lo comprendemos, pero el empleo de “virtual” e “intransitivo” revelan incauto empleo del idioma. Si es triste no puede ser virtual. Obsérvese lo que significa “virtual”, según el DRAE: “1. adj. Que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real. 2. adj. Implícito, tácito. 3. adj. Fís. Que tiene existencia aparente y no real”. Por favor, no juegue de maromero del adjetivo, basta con las poesías cargadas de ellos. Si el afán era clarificar, no ayuda.
A pesar de que ha encontrado un año conservador en poesía, hay un libro que le parece “estremecedor” al crítico, incluso hay un poema en ese mismo libro (“Los paisajes son repeticiones” –Hernández–), que “es una iluminación”. ¿Será este uno de los libros que rompieron los moldes por “estremecedor”? Pero si el año fue conservador en poesía (véase el título del artículo), este poemario que lo estremeció y que fue uno de los que rompieron los moldes no puede ser conservador, obviamente. El problema de meter todo en un adjetivo nos lleva a serias contradicciones y complicaciones semánticas. Aquí el crítico da trompicones. Se le ven los “chingos” como diría nuestra abuela.
Gustavo Adolfo juega con nosotros con el título del artículo porque apunta a libros que parece consagrar. Lo de conservador del año 2015 no quita los “inefables” adjetivos que le sirven para pontificar con respecto a algunos poemarios. Y creemos que tiene todo el derecho de hacerlo porque sus gustos son respetables. Nosotros mismos defenderíamos sus gustos, vivimos en un medio donde se ha logrado un alto grado de libertad, y moriríamos por que el crítico se exprese todo lo que desee, como ya dijo un pensador. Pero por sus juegos de palabras no metemos la mano al fuego.
Vemos entonces que Gustavo cambia el tono de la burla a un tono positivo y entusiasta con respecto a libros como “Ganamos el partido”, “El señor Pound”, “Bartender” (“una hermosa y sorpresiva crónica de los trabajos y las noches que involucró sacar adelante el bar Rayuela”, conmovedor criterio para toda esa épica del bar). En este sentido, el crítico encuentra un “libro inolvidable”, “una contribución clara al género elegíaco local” (no sabíamos que existía ese género y si con el empleo de “local” se reduce las buenas intenciones de lo descrito), “las páginas más enternecedores sobre Ezra Pound” (¿había otras menos enternecedoras?, ¿cuál sería la referencia explícita?); y el libro que es un “hito”. Este cambio nos parece importante e insta a la lectura de dichos poemarios, sin embargo, las ponderaciones se hacen con esos acentos débiles y si se quiere desde una valoración cursi (por no decir conservadora). ¿Para qué desaprovechar la oportunidad de un espacio en un suplemento cultural y embutir a los lectores con que un libro es inolvidable o que pertenece a un género elegíaco local? ¿Cómo se puede legitimar el valor de un libro desde la base de una labor en una cantina por muy grandiosa que sea?
Advierte Gustavo Adolfo, finalmente (porque ya nos salió la crítica de la crítica más larga que esta misma), nos reserva una mención “curiosa” sobre el libro “Crooner” del autor Alfredo Trejos. Su mención es la siguiente: “Trejos no es que sea predecible, es que es confiable. Uno va a él como quien va a la cantina del barrio: por ʻlo de siempreʼ.” Como si no bastaran los juegos de palabras que encontramos ya arbitrarios para definir lo que se publicó en poesía en 2015, ahora nos exige Gustavo que nos imaginemos que se va al libro del poeta como se va a la cantina del barrio a pedir el mismo trago. Una comparación que bien pudo haberse quedado –de nuevo insistimos– en dicha cantina. Pues no todos los chistes de cantina sirven para hacer crítica literaria, salvo que la chistosidad haya logrado ser hoy día otra cosa.
El crítico termina su artículo con la siguiente expresión: “Lo que faltó este año es lo que ha faltado siempre, pero ya finalmente se vislumbra”. Pero, ¿qué es lo que ha faltado siempre? ¿Por qué esa pregunta numinosa, casi al borde de una jerga taoísta? Nada se definió. El crítico parece sonreír, malévolo, porque sabe más que nosotros y se guarda ese saber con una interrogante sibilina. Alguien dirá, y con razón, que el papel de Walter Mercado de la poesía no le calza con decoro. Pues no estamos para que nos lea sus cartas del Tarot.
El final de su artículo no parece honrar lo que ya había enfocado como relevante, según hemos comprobado. Encontró páginas excelentes, enternecedores, inolvidables (solo revisemos lo apuntado), pero sigue encontrando que le faltó al año lo que siempre le ha faltado, ¡y que ya vislumbra!
A todo esto, parece que sí tiene una bola de cristal.
http://www.nacion.com/ocio/artes/Poesia-Costa-Rica-conservador_0_1531446854.html

domingo, 27 de diciembre de 2015

André Malaraux. Premio Internacional Alfonso Reyes. Año: 1976.


André Malraux (París, 3 de noviembre de 1901 - Créteil, 23 de noviembre de 1976), novelista, aventurero y político francés. Personaje representativo de la cultura francesa que giró en torno al segundo tercio del siglo XX, en su vida se confunden los elementos novelados del escritor con la expresión del hombre público, la propaganda del político y la realidad de los hechos históricos que vivió.

Esta mezcolanza ha llevado a alguno de sus críticos, como el biógrafo Olivier Todd a considerar a Malraux el primer escritor de su generación que logró edificar de una manera eficaz su propio mito. André padecía el Síndrome de la Tourette, una afección que provocaba las características muecas, guiños y tics que tanto le distinguieron en vida durante sus apariciones públicas y entrevistas.

Nacido Georges-André Malraux, su padre, Fernand, era un agente de bolsa apasionado por los inventos y la mecánica, que primero abandonó a su familia y luego se suicidó. André pasó una infancia acomodada en Bondy, suburbio de clase media en las afueras de París, en compañía de su madre Berthe, su tía y su abuela quienes regentaban una pastelería.

A pesar de no sufrir estrecheces económicas y de disponer de una educación privada y un reducido grupo de buenos amigos, el escritor resumió en las primera líneas de sus Antimemorias aquella etapa de su vida: casi todo los escritores que conozco recuerdan con cariño su infancia, yo odio la mía. En el curso de su vida, marcada por tragedias personales (pierde a su esposa Josette Clotis en condiciones dramáticas, luego los dos hijos), ha tratado a las grandes personalidades del mundo político (Mao Zedong, John F. Kennedy y Jawaharlal Nehru, por ejemplo) y ha mantenido un diálogo constante con los grandes artistas: Pablo Picasso, Marc Chagall, Georges Braque, Maurice de Vlaminck, André Derain, Fernand Leger, Jean Cocteau, André Gide, Max Jacob, Pierre Reverdy y Louise de Vilmorin, quien fue su última compañera.

Hombre de libertades, Malraux jamás se creyó atado a un dogma y, a través de sus mutaciones, fue siempre fiel a su necesidad de superación, a su heroísmo duro que excluye apelar a utopías consoladoras. En 1976 recibe el Premio Internacional Alfonso Reyes.

***
Nota: el Premio Internacional Alfonso Reyes, es un premio por la obra del autor y su carrera como escritor y no por un libro determinado.

Libro: La condición humana.
La gran importancia literaria de La condición humana reside en que, de la complejidad de una acción vigorosa y fértil en situaciones trágicas, surge el planteamiento de los grandes problemas que afectan a la conciencia moderna en el seno de la vida política y moral. La acción está situada en Shanghai en 1928, en la lucha de los comunistas contra Chiang-Kai-shek. Cada uno de los protagonistas, simbólicos pero dotados de un poderoso aliento humano, caracteriza una actitud diferente ante los problemas. `Malraux ha sido uno de los primeros en presentir el carácter catastrófico de nuestra época. El mundo trágico que nos reveló una vez, esa cárcel donde los torturados se arrastran y donde los condenados a muerte marchan eternamente hacia el sitio del suplicio, ese mundo de sangre y de prisión donde el loco recibe los latigazos, y el moribundo muere en cadenas, no era, sabemos ahora, la fantasía de una imaginación desordenada, sino la profecía de lo que llegaría a ser nuestro mundo cotidiano.

Francesco Polidori
Fuente: Editorial Sudamericana. Año 1950.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Alejo Carpentier. Premio Internacional Alfonso Reyes. Año: 1975.


Alejo Carpentier. Premio Internacional Alfonso Reyes. Año: 1975.
Premio a investigación literaria y trayectoria literaria.
Otorgado por Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), Instituto Nacional de Bellas Artes, Sociedad Alfonsina Internacional, Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Regiomontana, Instituto Tecnológico de Monterrey.

VIAJE A LA SEMILLA.
El tiempo nos devora y atraviesa, nos concede el don de la esperanza o la repetición del hastío. El tiempo baila de continuo en nuevos instantes y alberga la expectativa del futuro, del mañana desconocido. Pero, a pesar de sus propagaciones hacia nuevas bocanadas de segundos, el tiempo contiene siempre un corredor de regreso hacia el origen, el comienzo, la semilla.

En la celebre narración El viaje a la semilla de Alejo Carpentier, el tiempo de la narración literaria es, paralelamente, magia metafísica, alquimia de la conciencia abrumada por el presente y la expectativa del futuro. La lectura ya no es sólo un avanzar en el despliegue del relato. Es también el proceso ficcional que trasciende el tiempo corriente, y un acercarse a la semilla inicial donde el tiempo oculta su matriz, su fuente de la que surgen todos los instantes.
«Viaje a la semilla [...] es una biografía tomada en tiempo recurrente, es decir, en vez de hacer una biografía de un hombre desde el momento en que nace hasta el momento en que muere, se le toma en el momento en que está muriendo, en el momento en que se muere, y se reconstruye su vida desde la muerte hasta su nacimiento. Me dirán ustedes que hay, tal vez, en ello un juego gratuito. No, porque precisamente ese tratamiento de una biografía, viene a mostrarnos la coincidencia que hay entre los primeros días del hombre y los últimos días del hombre [...]. Se desarrolla en La Habana, en una Habana barroca, en una Habana de comienzos del siglo XIX, está relacionada con la pintura de Amelia Peláez».

La cultura en Cuba y en el mundo,
Editorial Letras Cubanas, 2003.

***
Alejo Carpentier
Viaje a la semilla

VIAJE A LA SEMILLA. FRGAMENTO.I

—¿Qué quieres, viejo?...
Varias veces cayó la pregunta de lo alto de los andamios. Pero el viejo no respondía. Andaba de un lugar a otro, fisgoneando, sacándose de la garganta un largo monólogo de frases incomprensibles. Ya habían descendido las tejas, cubriendo los canteros muertos con su mosaico de barro cocido. Arriba, los picos desprendían piedras de mampostería, haciéndolas rodar por canales de madera, con gran revuelo de cales y de yesos. Y por las almenas sucesivas que iban desdentando las murallas aparecían —despojados de su secreto— cielos rasos ovales o cuadrados, cornisas, guirnaldas, dentículos, astrágalos, y papeles encolados que colgaban de los testeros como viejas pieles de serpiente en muda. Presenciando la demolición, una Ceres con la nariz rota y el peplo desvaído, veteado de negro el tocado de mieses, se erguía en el traspatio, sobre su fuente de mascarones borrosos. Visitados por el sol en horas de sombra, los peces grises del estanque bostezaban en agua musgosa y tibia, mirando con el ojo redondo aquellos obreros, negros sobre claro de cielo, que iban rebajando la altura secular de la casa. El viejo se había sentado, con el cayado apuntalándole la barba, al pie de la estatua. Miraba el subir y bajar de cubos en que viajaban restos apreciables. Oíanse, en sordina, los rumores de la calle mientras, arriba, las poleas concertaban, sobre ritmos de hierro con piedra, sus gorjeos de aves desagradables y pechugonas.
Dieron las cinco. Las cornisas y entablamentos se desploblaron. Sólo quedaron escaleras de mano, preparando el salto del día siguiente. El aire se hizo más fresco, aligerado de sudores, blasfemias, chirridos de cuerdas, ejes que pedían alcuzas y palmadas en torsos pringosos. Para la casa mondada el crepúsculo llegaba más pronto. Se vestía de sombras en horas en que su ya caída balaustrada superior solía regalar a las fachadas algún relumbre de sol. La Ceres apretaba los labios. Por primera vez las habitaciones dormirían sin persianas, abiertas sobre un paisaje de escombros.
Contrariando sus apetencias, varios capiteles yacían entre las hierbas. Las hojas de acanto descubrían su condición vegetal. Una enredadera aventuró sus tentáculos hacia la voluta jónica, atraída por un aire de familia. Cuando cayó la noche, la casa estaba más cerca de la tierra. Un marco de puerta se erguía aún, en lo alto, con tablas de sombras suspendidas de sus bisagras desorientadas.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Premio Internacional Alfonso Reyes. Año 1973. Galardonado: Jorge Luis Borges.




El Premio Alfonso Reyes es un premio mexicano que se otorga por la distinción a la trayectoria, los méritos y las aportaciones dentro de la investigación literaria. El Premio Internacional Alfonso Reyes premia la excelencia de la obra de un escritor, tal como fue la de Alfonso Reyes, autor de Visión de Anáhuac y Junta de sombras, entre otras obras.
Desde su creación el Premio Internacional Alfonso Reyes es otorgado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la Sociedad Alfonsina Internacional, el gobierno del estado de Nuevo León por conducto del Consejo para la Cultura y las Artes (Conarte), la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Regiomontana y el Instituto Tecnológico de Monterrey.
El galardón, instaurado a iniciativa de Francisco Zendejas en 1972, es un homenaje al escritor regiomontano Alfonso Reyes, como reconocimiento a la obra ejemplar que surgió de su pluma.
La primera entrega de este premio se realizó en 1973. (Fuente: Wikipedia).

Borges. Hemeroteca Literaria.

Abren en Bellas Artes exposición sobre Borges
La exposición, que forma parte del 26 aniversario luctuoso del escritor argentino, está compuestas de 90 fotografías que cuentan el paso de Borges por México.
Los testimonios de las tres estancias de Jorge Luis Borges (1899-1986) en México realizadas en 1973, 1978 y 1981 integran la exposición “Borges en México: Crónica visual y literaria” inaugurada anoche e la Sala Internacional del Palacio de Bellas Artes, en esta ciudad.
La muestra, que forma parte de las actividades conmemorativas del 26 aniversario luctuoso del escritor argentino, presenta cerca de 90 fotografías que dan cuenta del paso de Borges por México.
A partir de la obra homónima del editor Miguel Capistrán, “Borges y México”, que recoge diversos testimonios literarios de las visitas de Borges a este país, se presenta esta exhibición la cual constituye una crónica visual sobre el literato argentino en México.
Imágenes de Rogelio Cuellar, Pualina Lavista y Héctor García, así como dibujos de Felipe Ehrenberg y una fotografía propiedad de Jacobo Zabludovsky se presentan en esta muestra organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Entre las fotografías figuran las series de Lavista y Cuellar, cuando en 1973 se le concedió a Borges el Premio Internacional “Alfonso Reyes” en su primera edición.
De igual manera, destacan imágenes de distintas personalidades de la literatura de México como: Juan Rulfo, Juan José Arreola, Alicia Reyes, José Emilio Pacheco, Carlos Montemayor, Carlos Monsiváis y Tomas Segovia.
Llaman la atención además las placas de Borges al lado del ex presidente Luis Echeverría y Alberto Cortés, este último interpretó algunas canciones durante la ceremonia de entrega de dicho premio.
En ese visita de 1973, se presentan las imágenes de una charla literaria que sostuvo Borges con Juan García Ponce, Salvador Elizondo, Juan José Arreola, Adriano González de León y Germán Bleiberg en el Salón “El Generalito” del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Asimismo se observa una serie de fotografías a color de Cuellar y Lavista, en las que Borges visita la zona arqueológica de Teotihuacán, en el Estado de México.
La charla que se celebró en el hotel Camino Real en 1978 y que fue grabada para un programa de televisión al lado de Octavio Paz y de la que dio cuenta Felipe Ehrenberg y Juan José Arreola, se hace también presente en la colectiva.
Se expone además una serie de placas en blanco y negro de su última visita a México en 1981, cuando Borges asistió a la Capilla del Palacio de Minería, lugar donde Octavio Paz y Salvador Elizondo le realizaron una entrevista.
Igualmente destaca una epistola que María Kodama dirige a Borges, en la que da testimonio de sus viajes en pareja por Frankfurt, Ginebra, Marrakesh, las pirámides de Saquara y México.
Es de mencionar que las fotografías alternan con fragmentos de la obra de Borges, cuentos y poemas, así como instantáneas de sus visitas a México.
Se incluyen también opiniones de escritores mexicanos, que permiten al visitante acercarse desde muy diversas ópticas a la obra de uno de los más imaginativos y rigurosos autores contemporáneos.
La muestra “Borges en México: Crónica visual y literaria” estará abierta hasta el próximo 2 de septiembre.
http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2012/08/01/abren-bellas-artes-exposicion-sobre-borges

miércoles, 23 de diciembre de 2015

William Styron. Premio Pulitzer 1968. Novela: Las confesiones de Nat Turner.




William Styron

 Las confesiones de Nat Turner


William Clark Styron Jr. nació en Newport News,Virgina, en 1925 y murió en su casa de Martha’s Vineyard,Massachusetts, el 1 de noviembre de 2006.Tras su paso por los marines durante la Segunda Guerra Mundial, en 1947 se graduó en la Duke University y en 1951 irrumpió en el panorama literario con Tendidos en la oscuridad,que recibió el reconocimiento de la Academia Americana para las Artes y las Ciencias. Fue entonces cuando Styron se trasladó a París, hasta 1953, año en que contrajo matrimonio,
regresó a su ciudad natal y publicó La larga marcha.Autor de diversos ensayos y relatos, fue en el género de la novela en el que alcanzó una mayor notoriedad y éxito. En 1960 publicó Esta casa en llamas, otra de sus mejores obras, y en 1968 ganó el premio Pulitzer con Las confesiones de Nat Turner, una obra sobre la esclavitud que suscitó una encendida polémica. Pero fue con La decisión de Sophie, distinguida con el American Book Award en 1980, que dio origen a la adaptación cinematográfica de Alan J. Pakula protagonizada por Meryl Streep, cuando le llegó su consagración definitiva.
Tras sufrir una grave depresión en 1985, William Styron relató su lucha con la enfermedad en Esa visible oscuridad (1990), que fue galardonada con el National Magazine Award.

***
En agosto de 1831, en una remota región del sudeste de Virginia, tuvo lugar la única revuelta eficaz y sostenida, en los anales de la esclavitud de los negros en Norteamérica. Las páginas iniciales de esta obra, tituladas «Al público», son el prólogo del único documento de la época merecedor de atención, concerniente a aquel alzamiento, documento que forma un breve folleto, con el título de «Las confesiones de Nat Turner», publicado en Richmond, al principio del año siguiente al de los acontecimientos de que trata, y del que he incorporado algunas partes al presente libro.
En el curso de la narración que sigue, rara vez me he apartado de los hechos comprobados, en cuanto se refiere a Nat Turner y a la revuelta que acaudilló. Sin embargo, en aquellos aspectos poco conocidos, referentes a Nat, a los primeros años de su vida, y a los motivos que le impulsaron a rebelarse (de todo lo cual apenas tenemos noticia), me he permitido conceder a la imaginación la mayor libertad, en orden a reconstruir los hechos, pese a lo cual espero no haber rebasado los límites señalados por las escasas noticias que la historia nos ha dado acerca de la institución de la esclavitud.
La relatividad del tiempo nos permite cierta elasticidad en las definiciones, ya que el año 1831 está muy lejos y, al mismo tiempo, es un cercano ayer. Quizás el lector desee derivar de esta narración una conclusión de carácter moral, pero mi propósito ha sido intentar recrear a un hombre y al tiempo en que vivió —y a los acontecimientos que en él tuvieron lugar—, y hacer una obra que no es tanto una «novela histórica», según suele entenderse, cuanto una meditación sobre la historia.
 William Styron
Roxbury, Connecticut
Día de Año Nuevo, 1967

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Fuente:
William Styron
Las confesiones de Nat Turner
Título original: The Confessions of Nat Turner
William Styron, 1967
Editor digital: IbnKhaldun
Digitalización mecánica y electrónica: armauirumque
ePub base r1.2

martes, 22 de diciembre de 2015

Ian Gibson. Federico García Lorca.


PRÓLOGO

 En el setenta y cinco aniversario del asesinato de Federico García Lorca, Editorial Crítica —y se lo agradezco de corazón— se ha empeñado en sacar otra vez a la luz esta biografía, publicada por Grijalbo en dos tomos (1985 y 1987, respectivamente) y reimpresa, por Crítica, ligeramente revisada, en 1998, centenario del nacimiento del poeta.
Si las listas de agradecimientos de los dos volúmenes de la edición original del libro parecían, al decir de un amigo, cementerios —por estar sembradas de tantas cruces indicando el fallecimiento de no pocos de quienes me habían ayudado con mis pesquisas—, ¿qué decir de la situación ahora? Me aterra pensar en los años transcurridos desde que empecé a investigar la vida y la obra de Lorca.
Releer el libro ha sido rememorar centenares de entrevistas y mil peripecias en España, Francia, Inglaterra, Nueva York, Cuba, Buenos Aires… e infinitas horas pasadas en la Hemeroteca Municipal de Madrid, entonces ubicada en un viejo caserón de la Plaza de la Villa (¡ay campana de las Carboneras!), cuando todavía no había ordenadores ni apenas fotocopias.
Quiero recordar, con sumo cariño y gratitud, al gran editor y ser humano que fue Juan Grijalbo, sin cuyo apoyo nunca habría podido llevar a buen puerto mi proyecto biográfico.
Y luego a numerosas personas clave para el mismo, por sus publicaciones o su testimonio personal, todavía vivas en 1987 pero ya desaparecidas. Entre ellas Marie Laffranque, André Belamich, Ernesto Giménez Caballero, José Luis Cano, Dámaso Alonso, Ernesto Guerra da Cal, José Landeira, Eduardo Rodríguez Valdivieso, Daniel Devoto, José Caballero, Margarita Ucelay, Arturo del Hoyo —artífice de la mítica edición Aguilar de las obras de Lorca, ya pasada a mejor vida—, Luis Sáenz de la Calzada, Francisco Giner de los Ríos, María Luisa González, José Antonio Rubio Sacristán, Manuel Ángeles Ortiz, Rafael Martínez Nadal, Isabel García Lorca, José («Pepín») Bello, Luis Buñuel, Salvador Dalí… Son los nombres que se me ocurren ahora, pero hay muchísimos más.
La marcha inexorable del tiempo, además de llevarse a tanta gente cercana de alguna manera al poeta, no ha hecho más que asentar la fama internacional de éste. Lorca tiene hoy una irradiación mundial y su universo se ha convertido, casi se podría decir, en símbolo de lo español.
Es mi obligación aclarar que no he modificado el contenido del texto publicado en 1998. Habría sido una tarea titánica, imposible para mí en estos momentos. Me he limitado a darle un repaso al estilo y, en algún caso aislado, a señalar en nota a pie de página la presencia de un error. Me ha parecido más leal con el lector proceder así y no introducir correcciones «silenciosas».
Para quienes desean estar al tanto del alud de nueva información sobre el poeta y su entorno aparecida desde entonces me atrevo a recomendarles mi Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, editada por Plaza y Janés en 1998 y hoy en su cuarta impresión con Random House DeBolsillo (se trata de la traducción española de la edición inglesa). También considero que mi último libro sobre el poeta, Lorca y el mundo gay (Planeta, 2009), es merecedor de atención, entre otras razones por el descubrimiento del «amor que no pudo ser» del Federico adolescente, la cordobesa María Luisa Natera Ladrón de Guevara.
Lorca y el mundo gay. Cuando salió el primer tomo de esta biografía en 1985 el adjetivo no se había generalizado, la homosexualidad todavía se consideraba un baldón y personas hubo que pusieron el grito en el cielo clamando «que Lorca era “normal”», «que ellos nunca vieron nada», que el libro invadía la intimidad del poeta, que para entender su obra no hacía falta traer a colación su vida privada, etcétera, etcétera. Desde entonces el cambio ha sido radical. Hoy ningún crítico se atrevería a analizar la obra lorquiana sin tener en cuenta su condición de marginado sexual en una sociedad extremadamente conservadora. Bien es cierto que «el poema es el poema» y que se puede afrontar sin saber nada de su autor. Pero, como biógrafo que soy, entiendo que uno está en su derecho al querer conocer no sólo el texto literario sino a quien ha sido capaz de crearlo, al querer indagar sobre las conexiones entre ambos. Si alguien no lo entiende así, también está en su derecho, aunque creo que se equivoca.
Hoy sabemos mucho más acerca de Lorca de lo que era el caso en 1985. Por ejemplo, se ha publicado el vasto y extraordinario corpus de sus escritos juveniles. Pero queda mucho por descubrir. Debido a la guerra civil y a la consiguiente y cruel diáspora, todavía existe la posibilidad de que se encuentre por las Américas, olvidada en algún cajón o entre las páginas de un libro, documentación clave. ¿Dónde están las cartas del poeta a Adolfo Salazar, por ejemplo? ¿Dónde está el archivo de Gabriel García Maroto, editor de Libro de poemas? Lo mismo se puede decir pensando en las estancias de Lorca en Nueva York (1929-1930), Cuba (1930) y Buenos Aires y Montevideo (19331934), muy estudiadas pero todavía llenas de incógnitas y lagunas. En el caso de un gran escritor —creo que fue T. S. Eliot quien lo dijo— cualquier papel, aunque sea la lista de la tintorería, puede tener enorme interés. Y Lorca es uno de los más grandes. Como Dalí, era un creador incansable y además muy generoso a la hora de regalar papeles, dibujos, anécdotas, dedicatorias… De sus muchísimas cartas al pintor, por cierto, sólo conocemos algunas. Es una ausencia que duele porque en ellas ponía lo mejor de sí (lo sabemos por las respuestas de Salvador, que sí se han conservado).
¿Los herederos de Rafael Martínez Nadal (fallecido en 2001) nos aclararán un día si obran todavía en su poder cartas inéditas del granadino? En Lorca y el mundo gay di a conocer una muy importante de Nadal al poeta. Tiende a confirmar lo que muchos sospechábamos: la bisexualidad del gran amigo, razón quizá de su tenaz oposición a quienes insistíamos en que la homosexualidad de Lorca tenía mucho que ver con su obra, que gira obsesivamente en torno a la frustración amorosa. ¿Quemó realmente Martínez Nadal las cartas recibidas del poeta desde Nueva York y Cuba, en las cuales, según varios testimonios, aludía a sus actividades homoeróticas en la metrópoli estadounidense?
No se trata de morbosidad sino de querer conocer mejor al hombre y su obra. Y, con ello, a nosotros mismos, puesto que el género biográfico también es eso, profundizar en la condición humana. España es un país parco en biografías, como bien apuntó Gerald Brenan, y ello supone una carencia muy grave. ¡Cuántos ilustres españoles (y españolas, perdón) están todavía sin la que se merecen y que nosotros necesitamos!
Cambiando de asunto, quiero aprovechar esta oportunidad para expresar el profundo desconsuelo que me produce constatar la progresiva, y al parecer imparable, destrucción de la Vega de Granada, paraíso infantil de Lorca y fuente de inspiración de toda su obra. ¡Si la viera ahora! ¡Si la viera Manuel de Falla!
En cuanto a los restos del poeta, se buscaron en 2009 y, debido a un deficiente trabajo previo, no se encontraron. A día de hoy sólo sabemos que el atroz crimen se cometió no lejos de Fuente Grande, en el municipio de Alfacar. Dada la actual coyuntura política parece difícil que por el momento se siga tratando de localizar la fosa.
Que España no haya recuperado todavía al desaparecido más famoso de la guerra civil es, a mi juicio, lamentable.
Un buen amigo del poeta —Ramón Pérez Roda— le escribió en una carta que cito en el libro: «Bienvenido a esta Granada que te debe casi la existencia. Tú eres su espíritu». Son palabras que me han producido un escalofrío al releerlas. Causa indignación y dolor el hecho de que todavía se mantenga en el centro de la ciudad, donde se fusiló a miles de inocentes, el monumento a José Antonio Primo de Rivera. Entiendo que Lorca no se equivocaba mucho al decir, en junio de 1936, que Granada tenía «la peor burguesía de España».
Además de ser «un poeta telúrico, un hombre agarrado a la tierra» —son sus palabras—, era un revolucionario que quería ayudar a cambiar el mundo con su obra y, sobre todo, con su teatro. La identificación con Cristo, explorada por Eutimio Martín, está fuera de duda y casi se podría decir que se halla incluso en la manera de su muerte. Se me viene a la memoria una frase de uno de sus textos juveniles: «Mirad que hay hospitales que se derrumban, hombres que blasfeman porque no comen y desamores en las sendas». Y otra: «Hay que ser hijos de la verdadera patria: la patria del amor y de la igualdad».
Su hermano Francisco dijo que, de todos los escritores de su generación, Federico era quien estaba socialmente más comprometido. Estoy de acuerdo. Desde sus primeros versos hasta La casa de Bernarda Alba la preocupación es constante.
Haber podido dedicar tantas décadas a estudiar al hombre y su obra ha sido el mayor privilegio de mi vida.

Madrid, junio de 2011

Fuente:
Título original: Federico García Lorca
Ian Gibson, 1985
Este epub está realizado en base a la edición de 2011 de Editorial Crítica
Editor digital: brusina y liete
ePub base r1.2

lunes, 21 de diciembre de 2015

NOVELAS COSTARRICENSES DEL AÑO 2015.


SOBRE LOAS, RESEÑAS, COMENTARIOS Y PERSONA “AMATEUR” COMO ARTICULISTA EN ANCORA.
NOVELAS COSTARRICENSES DEL AÑO 2015.
Una mala crítica es aquella que revela un canto o un panegírico a amigos o conocidos y súmele también aquello del ninguneo. Además, de la forma frívola que se desprende del texto debemos de investigar quién es el autor . Lo anterior es importante porque es una forma de delimitar un juicio de autoridad. Si la persona no posee los atestados literarios, ni académicos para realizar afirmaciones tajantes me parece entonces, que sus comentarios debemos de leerlos con cierta reserva.
Un comentario que se inicia señalando las publicaciones en “grandes” editoriales (no por ello buenas o de buen control de calidad literaria) ya denota lo “amateur” y bisoño de quien escribe. ¿Por qué razón de lo anterior? Porque, da por un hecho, como una verdad meridiana que publicar en una “gran” editorial es sinónimo de calidad, algo que está muy lejos de la verdad. Basta ver solo los títulos de algunas “grandes” editoriales como Planeta: basura. E igual su poco profesionalismo se denota en señalar premios de autores para “justificar” la presunta calidad de una obra literaria. Es decir, ya desde un principio se está confundiendo: publicación con editoriales y premios.
De si existe material para hacer estudios por la gran cantidad de obras publicadas es otro comentario poco feliz porque, no todo lo publicable debe de ser aceptado para una buena crítica literaria. Peor aún, señalar al “estilo” de x o z profesor universitario como modelo de crítico denota cierto compadrazgo.
Pero, desde luego que la persona está en su derecho de hacer tales afirmaciones a ultranza. Pero, yo también tengo la obligación de señalar que este señor o autor de referencia fue un profesor de marcada orientación política con una visión de gran sesgo literariamente hablando por lo que no me convence lo dicho por el comentarista de Ancora.
Pero, aún van más allá los temerarios comentarios en Ancora y se señala la “inteligencia” de este profesor universitario. Es evidente que lo amateur no se le puede quitar de la cabeza – a este señor - cada vez que tecleó e hizo la reseña literaria para el suplemento de Ancora.
Mi abuela, tenía un refrán que supongo lo decía de sus mayores, y que yo siempre me recuerdo: el papel aguanta TODO lo que le pongan o le escriban. Hoy sería el papel y la Internet aguantan todo lo que le pongan.
Cualquier persona puede escribir lo que le venga en gana pero, existe un peligro: esa “democratización” nos ha llevado que cualquiera, pero cualquier persona puede escribir lo que le venga en gana con ribetes de autoridad, una autoridad asolapada, una autoridad larvada: en este caso escribir en Ancora un artículo de alguna manera, la persona forma “criterio”.
Una persona que no posee ninguna carrera ni como escritor, ni como académico, ni como crítico es un peligro para la comunidad literaria costarricense. Pero, acá hay que exculpar a la persona de los comentarios porque al final, es el periódico el responsable de contratarlo.
Siguiendo con lo criticado, se dice en el texto en mención que este año se publicó “cierto” tipo de novela experimental. Supongo que es referente a lo publicado por este señor Luis Cháves y que desde luego NO es novela experimental. Son por el contrario, ideas escritas y apiñadas y que algunas personas le han dado el calificativo irresponsable de novela experimental.
Pero, el autor del comentario no se queda ahí, con lo de novela experimental y la califica de “extraordinaria obra”, de nuevo un error de crítica. Si le da esos calificativos debió entonces pedir dos o tres planas al periódico para justificar tales afirmaciones y no hacerlo de buena gana y de forma incompetente.
De la novela: La guerra prometida.
Acá de nuevo el comentarista debió de señalar el por qué le da los calificativos de: “estupenda”. Asimismo, observamos lo amateur de los comentarios al afirmar y señalar - y que es lugar común – “el dominio del oficio” y “agilidad” que dan los años como escritor. Lo primero afirmado lo considero intrascendente por lugar común y lo segundo, no estamos ante una competencia deportiva de salto de vallas, ¿“agilidad”?, fea palabra para señalar, la supuesta maestría en el oficio de escritor.
Siguiendo este pequeño - y mal recorrido- itinerante de obras, nos encontramos con los comentarios en pequeñas líneas de la obra “Mazuntle” de Daniel Quirós, que de nuevo lo fusila con epítetos o calificativos de: “talento y atrevimiento narrativo”... mi pregunta es: ¿atrevimiento y talento narrativo de qué? Porque, me quedé esperando cuál es el atrevimiento de Quirós, porque no lo dice. ¿Será que a este señor le gusta fusilar con ese número de calificativos sin justificarlos?
De el señor Guillermo Barquero y su novela: Combustión humana espontánea, de nuevo se observa lo poco profesional al llamar al autor que es un narrador: “con chispazos de fineza literaria”, poco le faltó para decir que escribía mejor que Proust. Este tipo de perífrasis asustaría, a un crítico extranjero de literatura, quedaría anonadado a tales calificativos para un autor. Y la verdad, yo nunca en mi carrera literaria, nunca pero nunca he visto en revistas especializadas de filología tales calificativos para un narrador. Me parece poco serio quien hace un panegírico de tal naturaleza. Lo anterior denota poco oficio como reseñista o articulista y ni que se diga de “crítico literario”.
Resumiendo: creemos que quien se dedica a la reseña literaria o es articulista de un medio periodístico, debe de ser más objetivo y no utilizar tantos calificativos como si fueran loas a un “César” cuando hace referencia a algunas obras.
Además, también observamos el ninguneo como es frecuente en Costa Rica no solo por los comentarios de este señor – que la verdad no poseen juicio de autoridad como crítica literaria – sino lo que es más grave , que ni señala la obra de nuestro colaborador y amigo Guillermo Fernández con su novela “Te busco en las tinieblas” publicada este año por Uruk editores.
E igual de forma irreverente ofrece una lista de las obras más importantes publicadas este año de otros autores que ni se molesta en señalar si son buenas o malas.
Un artículo como el anterior publicado en Ancora, es un artículo poco profesional, con un error de sesgo y que es evidente privilegia en comentarios a algunas obras y margina a otras sin explicar el por qué.
Es lamentable que se hagan este tipo de artículos, la verdad que cuando una persona se sienta ante su computadora para “hacer” crítica literaria si va a ningunear a algunos y van a proliferar los calificativos positivos a otros sin justificarlos con seriedad y profundidad mejor que no haga el artículo.
J. Méndez-Limbrick.

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  Literatura y vida Prólogo de Alicia Mariño Espuelas   Leer para vivir, como decía Gustave Flaubert, y como reza al comienzo de este libr...

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