Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.
Fuente: http://circulodepoesia.com/nueva/2010/01/foja-de-poesia-no-138-jorge-ruiz-duenas/
Poema Habitaré Tu Nombre de Jorge Ruiz Dueñas
Cuando la ruina y el silencio lleguen
como la sombra maléfica
y la respiración se prolongue en el viento
cuando el desastre corporal
sea dueño de lo incierto
y aun de la última hoja
caída como ángel en desgracia:
habitaré tu nombre
refugio final
convicto ya por mi entusiasmo
bajo el signo del perdón
y la gratitud festiva de tus ojos
atrio de la lluvia incinerada
Entonces el sentimiento dormirá
como mendigo
y desde tu nombre mismo
en busca de indulgencia
reconstruiremos pasajes no advertidos
y el sustento de nuestra magra carne
será una sábana limpia
zona de encuentro de la
existencia fallida
en el siseo de los segundos
prolongado por la agonía animal
sobre una tierra yerma
y un mar cenizo y desafortunado.
Será en el ocaso cuando ese refugio de tus letras
anime la voluntad final
frente a cantores ebrios
en medio del desastre inevitable
y de la prosperidad de la hiedra
sobre mi escalfada conciencia
como muros tutelares
o baluartes cedidos al enemigo
será
que los signos de tu nombre
como alabanza de maitines
en la emoción de nuestro presidio
muden de forma y voz
lapidando mi cuerpo
ensordecido por la proximidad de himnos
que prometen el renacimiento.
Pero nada importará sino tu nombre
residencia de mi nombre y de mi cuerpo
después de la última alborada
después del llanto reprimido
después de tanta minúscula batalla
arropados de follaje
de pinares
centinelas deformes donde la luz trasciende
donde el trino del ave martirizada
después de los riesgos de mi debilidad
después de tanta sangre desbordada de ti
después de la inmisericordia
y de la luz anegando las espigas tribales
de nuestra descendencia
después de tanta molicie
prendida en los clavos del olvido
importará sólo tu nombre
tu alabanza fértil como los granos jóvenes
importará la intensidad de los recuerdos en las cosas
y la lectura perdida de la noche bíblica
importará la mano fortuita
sobre tu carne agotada
plena de sabor y lustre
tu sonrisa en busca de leves comisuras
a quien heredar el gesto de la ternura
y la apertura oral de la satisfacción confesable.
Importará tu nombre
como la mar habitó mis entelequias.
Importará porque sí
y ese estallido en el último hilván
esa caída al dolor
entumecida provincia
disolverá mi espacio
amedrentado por la expiación
y entonces sí
no será tarde ni temprano
será el momento
ni será todo ese amor
sino el Amor
el vértigo añil de los días totales
rendido tributo al sol y a la vida
a la postrer melancolía
a la inútil percepción de los actos olvidados
a la complicidad de las palabras
será tu nombre ropaje amoroso
será otra vez
sólo una vez más
el agotamiento ascendente como maleza
será la sensación del nuevo arpegio
será la basílica o su reflejo
en las aguas de genciana
como invernal anuncio
en el último vibrato de tu cuerpo
en el espejo brumoso al registrar el vuelo
de impensables palomas
restos bruñidos del último sol
será tu desnudez
habitando mi morada que es tu nombre
tutelado por el deseo insomne
que entonces ya será lacayo viejo.
Sólo un nombre habitar
sólo un silencio
sólo un grito desgarrado y enfermo
sólo saber que llegó el momento
sólo eso pedir
y estar ahí
habitando aún
tibio el cuerpo
con la lenta agonía que recorre humillante
las torturas finales
y desear y tener
una navegación postrera
una bruma entre los seres
aparecidos en las esquinas
vagarosos y silentes
un beso desvanecido
bajo la elipse del tiempo
y tu nombre y tu abrazo
soportando la levedad de mis vestigios
sin más nada que el retorno
y el lamento fugaz
y el nombre
y el arcano
y de nuevo el nombre
y mi quejido prolongado
perplejo bajo mar
quedo murmullo
el nombre
invadido de ti
ahí
en tu nombre
habitado por ti o por mi muerte.
http://circulodepoesia.com/nueva/wp-content/uploads/2010/01/Jorge-Ruiz-Dueñas.jpgA continaución un atisbo a la poesía de Jorge Ruiz Dueñas (Guadalajara, 1946). Sobre su poesía ha dicho Juan Domingo Argüelles: "Toda la obra del autor es un tornaviaje; ese tornaviaje que se inicia al nacer y que sigue el curso de las mareas interiores de la memoria y su celebración."
De Cantos de Sarafán
Sombra de eucalipto
(8)
Qué embeleso colmó tu existencia
preguntaba la Señora de los llanos
mientras mi potro discutía con las verjas
Cómo la almendra cotidiana
inoculó su presencia
su hábito cubierto de flores comestibles
en valles donde los equinos coitan
y el trapiche exhuma la violencia del alcohol
Cuándo la perversidad pasó sin lastimarte
acompañado de canes dispuestos a tu defensa
Dónde los suntuosos panes
celebraron tu premura
y con las fibras cordiales
alabaste su masa nutricia
Para quién desenvainaste tu espada de madera
y desplazaste los aros
la gendarmería de pájaros
el tizne de la noche estallada por bengalas
Por qué aún huele a canela
a clavo y a pimienta
a café molido
en la víspera de los quinqués
mientras el horno mantiene su infierno
y la tahona alivia la purificación de las pastas
Qué embeleso colmó entonces tu existencia
Hojas
(1)
Fue algún domingo inglés en los senderos
bajo el domo de los árboles
Ignoraba si la última llamada del verano es el otoño
y los humos de las carboneras
diluían su tizne en la giba del cielo
Todo era pulcro en el otoño inglés:
la hora sexta sobre el Carfax de Oxford
el arroyo que cruza el jardín del becario americano
las simétricas nalgas de una falda breve
Para entonces
no estaban los amigos
ni rondaban pacifistas en St.-Martin in-the-Fields
Kostas no decía los prodigios de Plaka
en un tabuco de Queens
ni las dependientas esmeraban su sonrisa
Protestaban
sí
los obreros en Trafalgar Square
reacios a la modernidad ajena
y Theodorakis padecía con la mirada en el Egeo
No sé cuánto duró en mi alma aquel otoño
pero ya vuelca su miel sobre mis ojos
y en el embarcadero
un murmullo repite algunas noches:
Let’s forget any acquaintance!
Evángelos
para Niki, nuestra cronista en Creta
Evángelos murió en septiembre
como la palabra en la tinta
El mensaje nubló la sonrisa de mis hijosLes digo que no le conocí
y la geometría del azar me contradice
Quizá mojamos nuestros dedos
en la fuente Morozini
alguna tarde camino de la Fortaleza
Acaso le escuché a hurtadillas
hablar del Taurocéfalo bajo el sol de la historia
o seguí sus pasos en el Megaron de la reina
No lo sé
Les digo que no le conocí
pero tampoco puedo asegurarlo
porque el otoño sella la memoria
Les digo también
que pudimos sentarnos
en medio de alguna callejuela
No hablaríamos mucho
rodeados por el vocerío de los niños y el busuki
Señalaríamos
sin azoro
alguna nube
sobre el mar incandescente
Insisto en que no le conocí
pero
ambos podríamos decir
que la pasión es el silencio
Ahora lo sé
Evángelos no murió en septiembre
como la palabra en la tinta
lo digo para míque espero
Y él
probablemente me susurra:
el mundo es icono de sí mismo
como la palabra en la tinta
desnuda y sola
Calibán
(10)
He aquí el futuro
que no responde a la ansiedad
ni da lugar a la neblina del olvido
He aquí lo que nos dejaste
Señor
en los reflejos de tu vastedad
sin dar motivo para recordarte
o considerar tu presencia en la silla de la montaña
Diste a uno más de lo necesario
Consistencia para las enfermedades
el polvo que descansa en sus objetos
Medraste a otro la oferta
El rendimiento de su manada
la autonomía del vuelo
su interés en la vileza
He aquí el futuro
nos dijiste
y no sé si te conocí entre los ingenuos
tendido en la playa como un padre de familia
a la espera de los rayos benignos
y de embarcaciones donde transportas emigrantes
Quizá elegiste un número para la fortuna
o bebías café
aparentando escuchar
en los estuarios donde flotan los fieles
ante tu elaborado caos
Ofreciste tareas y empleaste una legión
para cuidar la exactitud de las estaciones
la obesidad del ecuador
y la pulcritud del templo
He aquí el futuro
decías con arrogancia
cuando llegaste sin manos
De Las restricciones del cuerpo
(Fragmentos)
Ahora digo que ánimo y ánima conjuntos se tienen
entre sí, y por sí, forman una sola natura (…)
Lucrecio
Para Lêdo Ivo
*Los límites
el contorno
los bordes de la piel al escalar la fiebre
la ceniza
entre los miembros y su eje
El movimiento
cartílago nutriente
sube en la bruma del recuerdo
y la agilidad del párvulo o del simio
es emoción para el trapecio
Pero la incertidumbre y la vida
determinan el visado
Aquel mozo que ansiaba el periplo asido al mástil
no permuta más poemas
ni recorre senderos cubiertos de hojarasca
Entonces
una alfombra sembrada de castañas
el esplendor arbóreo
y en el fondo de sus brazos el azoro
Entonces
el tiempo era futuro
con el mensaje de los mancos y los ciegos
o las llagas del crucificado
y la astilla del hueso
y el trance de mi sacrificio
Antes
en el camino al universo de las gasas
más allá del urinal
y los vapores de amoniaco
la certeza de lo impuro abrió su pasmo
las cofias y las batas
el cuerpo colmado de platino
la miseria personal tan abrumante
sin alivio ni resurrección
Mas
en el cuarto
donde el paso de las nubes
sólo era receptivo a la desdicha
los órganos se entrenaban para consultar a los augures
medir los fluidos
sopesar los alimentos
y navegar con la palabra
Después
hablé de las cartas amorosas de un profeta
al amparo de custodios
Del vagar untuoso de los cuerpos
De callejones eternos
y cadáveres al sol
No era el caso de esperar en los túneles
donde la turba gritaba camino de batallas dominicales
Tampoco de curar la herida del caído
o reprimir la violencia derramada
si la marea ocultaba a los sicarios
En aquel tiempo el agua cortaba los puentes
y veía el ciervo del parque
por entornadas ventanas donde moraron los poetas
En aquel tiempo ascendí a la Torre
por párrafos descritos
como no la vieron invasores
y la cerveza podrida corría en las catedrales
al dejar a su suerte una postal del mundo
Los edificios decrépitos
los domos con verdín
apenas otra pradera para cuervos
habituados a colgar sus excrementos
en las lianas del voltaje
Después volvía
Sí
al jardín de tulipanes
donde la perfección impedía ver los pederastas
en su labor sobre la vulva de las niñas
y los perros corrían liberados de correa
y las madres leían revistas cuidando las carriolas
alejadas del canto de los agentes de bolsa
*
Ahora
una emoción inicia el recorrido
y el calosfrío pone en movimiento los músculos drenados
Ahora
a la espera del zarpazo en la ribera corporal
arponeado en nosocomios
Ahora
sé que el cuerpo tenía límites
y la temperatura interior seguía leyes rigurosas
Las bragas que tanto inquietaban al banquero
cuando la doncella servía el té
y distribuía copas de jerez ahumado
Sus piernas que tanto endurecían nuestra vulgaridad
mientras ganaba el alquiler
y la madre sucumbía
eran pilares de placer y ocaso
El mayordomo aspiraba al pago puntual de la ginebra
los tutores se envolvían con lana
y ella iniciaba el preinfarto de los viejos profesores
saciados por la turgencia de sus senos
Sin embargo aquella muchacha también tenía límite
La linfa que fluía en la aurora
y el pecado escurrido de los pies a la cabeza
apenas le auguraban su derrame
Un venero desbordado
en el fondo de la dorada testa
*
Cómo olvidarnos del ciego y de su eco
que advertía tropiezos al chasquear la lengua
No lució desaliñado
No hizo nada impropio
Veía sin ver y una luz quebró su apócrifa mirada
mas las mujeres escondían los muslos
que él adivinaba
De los colores recordaba todo
De los sonidos
el del piano fue la infancia
Lleno era de conocimientos
y nadie resentía su juicio de la divinidad
Entonces
transitaba los territorios del recuerdo
y en las aguas flotaban otras materias residuales
pero
la balsa del profeta llegó a su corazón
Recorrimos las clínicas
los ambulatorios
los bancos de ojos y de sangre
en busca del revelador de imagen
Entre todas
apenas una dispuesta a cooperar
aunque ella misma requería atender su aborto
su cansancio
y el invidente la guió por las tinieblas de la depresión
con palabras de deseo
En la soledad sabatina
camino al dormitorio
yo imaginaba su talante inerte
y el bastón cruzando la alameda
Ahora
cuando paseo por el sendero
en la aglomeración de sombras
ahora
cuando el pasado se funde
en la imperfección de las rutas
ahora
la silueta de caderas recias y senos de manzana
pule las uñas de los académicos
clasificada como caso excepcional y divertido
Ahora los dos se encuentran
en un paso de gato de las nubes
y lanzan acertijos insolubles
*
El antiguo sanatorio se hizo de una santa
Los pasillos no guardan registro de los pasos de mis viejos
asolados por carencias hormonales
y la inconstancia del calcio
En los jardines
rosas antiguas abren los labios al sereno
amagadas por el golpe de gracia del jazmín
Entre camas de metal
atado a barandillas
un paciente se beneficia con el suero
y antibióticos de amplio espectro
No sé si el tomillo ayudará a mis bronquios esquilmados
por el polen y el granito
pero la sombra de la mujer recién llegada
es un rastro de pies que ignoran el camino
Hoy importa la calidad de la muerte
en el terreno de la beata
la posibilidad de los milagros
y mejorar la perspectiva de lo eterno
Camino al patíbulo
los campesinos esperan la sentencia clínica
o responden cuestionarios de salud
Entonces la santa vigila y pone todo en su sitio
la carrera del polvo
el perfume de la noche
la sonrisa del Capitán del cielo
y el hedor del contribuyente involuntario
recordado en el tiempo de los vivo
*
La putrefacción nocturna llega al cuerpo
Las entrañas se doblan en sí mismas
y la cólera también
No alcanzo la majestad de la bestia
tampoco su furor
El cuerpo tolerante
busca a tientas
el placer
Ahora le interrogo si valió la pena el goce
y responde que sólo eso le mantuvo
Ahora recuerdo el timbre de su voz
en el redoble
que acomete el gran suceso
Ahora le insisto en la pesquisa interna
y en la idea
Por las ascuas del sueño
la memoria baja del torrente
pierde los pasos
y observa las membranas infectadas
Así vuelve al silencio
y al amanecer
el óxido opaca la vidriera de los ojos
Esta es la frontera de mi carne
le respondo
y el muro sostiene la existencia
y la imaginación avanza a la estación de invierno
*
Cuánta aflicción puede mancillarnos
Cansa la espera en el portal
la multitud donde no ocurre el encuentro
Cansa al cuerpo la vigilia
la flama insatisfecha por tanto mandamiento
la singladura cotidiana
y cansa el misterio del clima
su asfixia
o la voluntad del manto níveo
Cansan los fallos
la hilvanada casualidad
y la muerte por iniciativa personal
Cuánta tortura
no es asunto de suicidas
es fábula tozuda
porque la verdad se nubla
Casi al abordar
en el último andén
o en la antesala
los obreros terminales alivian el peso
pulen su memoria
para eludir la ira de sus beneficiarios
Luego
esa descarga en los párpados viene con el fresco
esa tranquilidad de los rayos vesperales
ese delirio social de la filantropía
ese pulso extraviado
diferente al bullir de la palabra
Pero están allí
la curiosidad y el guiño
vistos tras las gafas
en butacas de teatros vacíos
Otros labios
quizá
son añorados
y apenas queda tiempo para deletrear
y esa restricción no es de los huesos
ni de la esponja cerebral en riesgo
ni del rigor de las extremidades
sino de la intemperancia del tiempo
*
Qué te impide matar
preguntó el padre al cazador bisoño
al golpear la aguja el percutor
y el proyectil silbaba dentro del cañón
y el plomo atravesaba el viento estanco
y la carne reventaba con pérdidas irremediables
al entrar la muerte a saco
y tomar por asalto al animal
Después
una sensación de finitud invadía el cuerpo del joven
Qué te impedía aceptar el consejo de los dioses
eficaces en dosis frecuente hasta la llegada del vahído
Y después de tantos años
la interrogante sigue suspendida
No se alarme
ilustra el consejero
al reducirse el ritmo cordial
donde las fibras rugen por el asma
Pero es el recuerdo del disparo
alojado en la gaviota
el que vuelve
como la frase de mi padre apoyado en el encino
en tanto el humo de las hojas aromatiza un sueño
y él parte
otra vez
con su abrigo grueso bajo el relente de diciembre
en la oscuridad de mi mente
*
Ha perdido las vénulas
dijo el mendigo culto a los padres del herido
El riesgo es alimento
aunque las causas de la mancha azul en el anémico
y la estadística de la vida
son insuficientes
concluyó el disertador
Los polos del planeta eran los brazos de la madre
y el niño se limitaba a respirar sin convicción
Fue el momento de ver señales en el iris
cíngulos y meteoros nimios
al fundirse el marcapaso con voces en el cuarto blanco
y ya no sintió nada
y se desentendió del cuerpo
sólo en el atrio
el harapiento aún daba consuelo a los transeúntes
y merecía la gracia del Todopoderoso
Hablemos por ello de cuánto resiste la materia
siempre sujeta al pronóstico de los hechiceros
y al tratamiento de las mujeres sabias
Pensemos en los malestares
en la pena incontenible del silencio
Pensemos en nosotros mismos
si se quiere
en el vecino de cama
vacío de secretos vesicales
apesadumbrado por constante gozo
llevado hasta su lecho de sábanas rotas
donde las cuitas le corroen
y nada dice para no aceptar presencias parcas
Hablemos de los mensajeros de la ciencia
al llegar disimulados sacerdotes y óleos
para reconfortar la atrofia
en la despedida que hace de las vísceras un circo
Por qué no hablamos de eso
*
Uno puede imaginar de quién es la voluntad
si la higiene solar llega a la piel
De quién
el impulso para abarcar la hora
y los presagios
De quién
la vehemencia de los cuerpos juveniles
atados a sí mismos
en medio de la tormenta
De quién la voluntad al ver tus ojos
el propósito de no enmendar pasiones
y el hambre de tu esencia declinante
De quién
el desasosiego
Y esa ansiedad que cruje en el pecho
en la cuaderna antigua
de quién es
De quién la soledad de aquel estío
prolongado hasta el otoño
con la misma percepción del tiempo bonancible
apenas limitado por la realidad de piedra
De quién la aventura
la sordidez del sueño
la tentación y los ultrajes
Dónde los límites del espíritu
inquiría el navegante
y sin respuesta regresó a mal puerto
marchito por la ausencia del océano
*
Era una mañana de domingo
y el día atracaba pudoroso en la ventana
No preguntamos por el alma
preguntamos por nosotros
Todo lo poseído estaba allí
ignorados por el Espíritu Santo
Entraron las campanas
con el árbol del vecino
porque éramos dueños de la arcilla
Los ritos domésticos se amotinaron
mas no restringimos el acceso a nuestro ser
ni apareció la Segunda persona
Luego
vino la vaguada
y fue vista el alma
caminando por la playa
Con un canto
el sol se puso al centro
Así lo supimos
la disputa iba a venir
en la semilla
y los vicios consumados
Acaso la mente es el ánima
aludiste presurosa
mientras tu cuerpo tierno caía en cama
Un aire narcótico bajó
y se disolvían los bienes y entornabas los párpados
Yo te veía igual a la primera vez
cubierta por la ferocidad del verde
y las naos a vela surcaron de nuevo la corriente
Después
anticipamos el mordisco del tiempo
a nuestros cuerpos
antes del óbito y la caída
*
Confiesa que temes perder el cuerpo
por vagar en la orilla de los ríos
Confiesa que dejas huella en las baldosas
y el miasma desciende al remolino
en una dualidad
Confiesa que la perla de la ostra
conserva el grano primigenio
Confiesa cómo el susurro del aliento
silba en la textura del espanto
Confiesa haber oteado la grieta
para avistar el avance del olvido
el corto pabilo que incinera las alas
entre rayos clavados en la pupila de los santos
Confiesa que nunca hubo tal revelación
y expandir la conciencia es tu forma de sanar
y sustraer la emoción en el contrario
Confiesa el recorrido
y aguarda humillado la llegada del perdón
No te despiertes más
Poemas dispersos
Albamar
a la memoria de Fernando Ferreira de Loanda
Albamar es sitio conveniente
para hacerse de moneda antigua
y verla circular en nuestros sueños
Hay figas
herrajes de una puerta imaginaria
clavos de la Santa Cruz
y ganas de hacer nada alrededor del kiosco
Arriba
con el fragor de platos en cascada
los comensales trinchan frutos
Armados crustáceos enfurecen
sobre valvas
y la tinta de los pulpos se hacen oda
Coleccionistas de domingo yerguen la testa
en busca de arroces y mandioca
mientras
ojos de pescado en las neveras
testimonian la pureza de los tragos
la marea creciente de un gol del Fluminense
la sonrisa imaginada por Vinicius
Apenas perceptibles en el hemisferio sur
cuando octubre completo
arroja su entraña en la Bahía de Guanabara
Apenas la memoria desliza un verso
escalera abajo hasta la plaza
donde aguarda una nostalgia
sin interés compuesto
segmentada con equidad
en treinta más un gajos
El sabor de Dios
para Gonzalo RojasProvisiones para el cuerpo
y la ración de luz
llegan como la malicia
desde el centro de nuestro corazón
Baja el jugo de malvas
por tu pecho
y ejercitas en él palabra y cólera
Una sandalia en la arena
un siseo que nos recorre
pero ignoramos si toda estación tiene manjares
Sabemos
sí
de la desolación de dos mujeres
de sus alforjas con plata
Sabemos de caracolas
arrancadas con barreta
de insectos adobados sobre salsa de hoja santa
y sabemos del bronce
al abrir paso en las entrañas
mientras un vino del color del mundo
cae en el cuenco de tus manos
Sabemos del aliento misericordioso
que hace la marea de las ciudades
y sabemos tanto de lo no importante
"Hábleme usted seriamente"
reclama el emigrante
para extender manojos de cilantro
sobre el lecho
Luego
la cópula de las especies
sobre la tarde escarnecida
tiñe la mesa de sangre y la llena de sabores
"Traiga pan de muerto"
demando
"Por supuesto"
se escucha decir en el María Sabina
y vuelves tus ojos de bosque sobre mis heridas
y preguntas si tienen algo con el sabor de Dios:
"Por supuesto"
te responden
"Por supuesto"
25 de noviembre
Cuando el año quiebra la cinturay los desastres interiores
ilustran nuestras vidas
la familia Tanaka recorre el estero
y todo el 25 de noviembre
Mishima preparó su muerte el mismo día
Para ello:
abrió obsesiones por el bajo vientre
y entregó su inteligencia a la decapitación
La familia Tanaka cumple con sus tradiciones:
rescata las pequeñas especies
respeta la vejez
y no aspira al coraje del séppuku
Adopta fábulas menos terribles
y duraderas
Procura leer poco a Mishima
Datos vitales
Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.