lunes, 18 de noviembre de 2024

Apolonio de Rodas (c. 295-215 a. C.)




 Apolonio de Rodas (c. 295-215 a. C.), nacido en Alejandría, fue

preceptor de la familia real ptolomeica y director de la legendaria

Biblioteca de Alejandría. Su obra capital, la Argonáutica, en cuatro

libros, es el único de los numerosos poemas épicos narrativos

compuestos al principio del periodo helenístico que nos ha llegado.

Se trata de una epopeya protagonizada por Jasón y los argonautas

y la historia de su viaje con su barco Argos hasta los límites del

mundo conocido, el norte de la Cólquide, la obtención con la ayuda

de Medea del Vellocino de oro y el regreso a Tesalia por el Danubio,

el Po, el Ródano, el Mediterráneo y el norte de África. Es un viaje

heroico por espacios ignotos y pavorosos plagados de extraños

monstruos (gigantes, dragones) y seres maravillosos (amazonas,

hombres sembrados).

El público conocía ya los incidentes de esta historia, por lo que

Apolonio pudo concentrarse en aspectos como la geografía, la

etnografía, la antropología y la religión comparada. Esta obra épica,

compuesta a la manera tradicional —la remisión a Homero es

constante y explícita en cuanto a dicción, fraseología y vocabulario

—, pero no repetitiva ni imitativa, alcanzó gran fama. Tanta es su

riqueza temática y descriptiva que a veces se lee como un manual

de paradoxografía (relatos de maravillas), y los estudiosos la tienen

por predecesora de la novela romántica tardía.

Apolonio de Rodas

Argonáuticas

Biblioteca Clásica Gredos - 227

ePub r1.2

Titivillus 19.10.2023

Apolonio de Rodas, 215

Traducción: Mariano Valverde Sánchez

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

INTRODUCCIÓN

A. EL POETA

1. Vida

La vida de Apolonio de Rodas entraña para nosotros serias

incógnitas y oscuridades, como sucede con toda la cronología

literaria del s. III a. C.

Las principales fuentes para la biografía de Apolonio son dos

Vitae transmitidas en los manuscritos del poema[1], la noticia del

léxico bizantino Suda y un fragmento de papiro (P. Oxy. 1241) que

contiene una lista de los bibliotecarios de Alejandría.

1) Vida a:

Apolonio, el poeta de las Argonáuticas, era nativo de Alejandría,

de la tribu Tolemaica, hijo de Síleo o, según algunos, de Íleo. Vivió

en tiempo de los Tolomeos[2], y fue discípulo de Calímaco. Primero

frecuentaba a Calímaco, su maestro particular… finalmente se

dedicó a componer poemas.

De él se dice que, siendo aún efebo, recitó públicamente las

Argonáuticas y fracasó. No soportando la afrenta de los ciudadanos

y el reproche y la burla de los otros poetas, abandonó su patria y se

marchó a Rodas, donde pulió y corrigió el poema, y así lo recitó

públicamente y obtuvo gran celebridad. Por ello también se

denomina a sí mismo Rodio en sus poemas[3]. Allí enseñó

brillantemente y fue distinguido con la ciudadanía rodia y con

honores.

2) Vida b:

El poeta Apolonio era nativo de Alejandría, su padre Síleo o Íleo,

su madre Rode. Él fue discípulo de Calímaco, que era gramático en

Alejandría, y recitó públicamente estos poemas que había

compuesto. Completamente desacreditado y avergonzado, se

trasladó a Rodas, donde fue ciudadano y ejerció como maestro de

retórica[4], por lo que también prefieren llamarle Rodio. Allí vivió y

pulió sus poemas, luego los recitó públicamente y obtuvo tanta

celebridad que incluso fue distinguido con la ciudadanía rodia y con

honores. Algunos afirman que regresó a Alejandría y allí, tras

recitarlos de nuevo, alcanzó tan alta celebridad que incluso fue

estimado digno de la Biblioteca del Museo[5] y fue enterrado junto al

propio Calímaco.

3) Suda s.v. Apollónios:

Apolonio de Alejandría, poeta épico, que residió en Rodas, hijo

de Síleo, discípulo de Calímaco, contemporáneo de Eratóstenes,

Euforión y Timarco, vivió en tiempo de Tolomeo Evérgetes y fue

sucesor de Eratóstenes en la dirección de la Biblioteca de

Alejandría.

4) P. Oxy. 1241 (s. II d. C.), col. II:

Apolonio, hijo de Síleo, de Alejandría, llamado Rodio, discípulo

de Calímaco. Fue también maestro del tercer[6] rey. Le sucedió

Eratóstenes, y tras él Aristófanes de Bizancio, hijo de Apeles, y

Aristarco[7]. Luego Apolonio de Alejandría, llamado el Eidógrafo

[«Clasificador»], tras él Aristarco, hijo de Aristarco, de Alejandría,

pero originario de Samotracia. Éste fue también maestro de los hijos

de Filopátor.

Como puede apreciarse, las fuentes antiguas nos ofrecen una

maraña de contradicciones que resulta difícil esclarecer. Aquí

esbozaré las conclusiones que parecen más verosímiles[8].

Sobre algunos datos hay coincidencia. Apolonio era alejandrino

de nacimiento[9], de la tribu Tolemaica, su padre fue Síleo o Íleo.

Como discípulo de Calímaco (que aproximadamente vivió entre el

310/305 y el 240 a. C.), Apolonio sería algunos años más joven y

por tanto debió de nacer hacia el 300/295 a. C.

Además parecen seguros algunos hechos notables de su vida:

que en determinado momento abandonó Alejandría y marchó a

Rodas, que fue director de la Biblioteca y preceptor del heredero del

trono[10]. Pero a partir de aquí hay ciertas dudas que sólo pueden

salvarse con un análisis crítico y ponderado de las fuentes[11]. Si,

como atestigua el papiro, Apolonio precedió a Eratóstenes de Cirene

al frente de la gran Biblioteca regia, entonces debió ser en torno al

260 a. C. bajo el reinado de Tolomeo II Filadelfo, cuando

desempeñó su labor como bibliotecario y como preceptor del

heredero del trono, Tolomeo III Evérgetes (que reinó entre los años

246-222 a. C.).

Esta cronología obliga, no obstante, a suponer que Apolonio

tenía poco más de treinta años cuando fue encargado de dirigir la

Biblioteca y de la educación del príncipe, mientras que tales

funciones eran encomendadas normalmente a hombres de larga

experiencia[12].

En cuanto a la cronología de las Argonáuticas, un poema al que

subyace tanta erudición y tantas lecturas, sin duda habrá sido

compuesto en la madurez, y es razonable pensar que esa primera

recitación pública (epídeixis) tuviese lugar hacia el 250/240 a. C.,

antes de que el poeta marchara a Rodas donde haría correcciones a

la obra[13]. Los paralelos con la poesía calimaquea también apuntan

hacia esa cronología[14].

2. Apolonio y Calímaco

Las fuentes coinciden en calificar a Apolonio como discípulo de

Calímaco, aunque tal expresión entre los biógrafos significa a veces

dependencia en el sentido de imitación poética.

La relación posterior entre Apolonio y Calímaco es una de las

cuestiones más controvertidas de su biografía[15], y alcanza también

a los principios poéticos helenísticos. Durante siglos la tradición

filológica ha creído en la existencia de una querella literaria entre

ambos poetas, fundada en la idea de que las Argonáuticas

responden al tipo de epopeya cíclica contra la que el poeta de

Cirene expresa su rechazo en varios lugares[16]. Sin embargo, la

existencia de tal querella posee en realidad fundamentos muy

débiles, y bien puede haber sido una invención posterior de los

biógrafos, basada en interpretaciones erróneas de la poesía de

ambos autores[17].

Las referencias antiguas poseen escasa consistencia.

El único testimonio explícito es la Suda[18]: a propósito del Ibis,

un poema «oscuro e injurioso» que no conservamos, dice que

estaba dirigido «contra un tal Ibis, que fue enemigo de Calímaco;

éste era Apolonio, el autor de las Argonáuticas». Pero se trata de

una interpretación del biógrafo a partir de un texto poético de

carácter enigmático en el que no había referencia expresa a la

identidad del adversario[19].

En la Antología Palatina[20] conservamos un epigrama que

contiene un ataque burlón contra Calímaco:

Calímaco: basura, juguete, cabeza de serrín.

Motivo, Calímaco el autor de los Motivos (Aitia).

En su encabezamiento figura como autor Apolonio el Gramático,

y sólo una nota marginal le llama Rodio, mientras que en la

colección Planudea no consta el autor. Así, la atribución del

epigrama a nuestro poeta es más que dudosa[21].

Las indicaciones de las Vidas sobre el fracaso inicial de Apolonio

en Alejandría y sobre las críticas y reproches de otros poetas han

alimentado también la creencia en esa disputa. Pero las noticias

relativas al fracaso en la patria y al exilio constituyen un tópico en la

literatura biográfica sobre poetas y por lo general carecen de base

histórica[22].

El análisis de la poesía calimaquea y apoloniana tampoco

permite reconocer una evidencia clara de tal rivalidad. En algunos

pasajes donde Calímaco expresa sus principios poéticos se ha

querido ver un velado reflejo de la disputa.

El final del Himno a Apolo (vv. 105-113) ha de interpretarse, a la

luz de la tradición hímnica, homérica y pindárica, como un motivo de

cierre dramatizado[23]. Nada hay en estos versos que permita ver un

ataque a la poesía de Apolonio. Las expresiones paralelas entre el

final del himno y varios lugares de las Argonáuticas[24] se explican

perfectamente en el marco de la técnica alusiva.

El prólogo de los Aitia, la famosa Respuesta a los Telquines[25],

ofrece el programa poético de Calímaco: su preferencia por el

poema corto (oligostichíe), elaborado con refinamiento (leptótes) y

arte (téchne), que resulta más dulce; y su rechazo del «poema

unitario y continuo» (hèn áeisma dienekés), de tema solemne y

menos original. Los escolios señalan como adversarios de Calímaco

a los epigramatistas Asclepíades y Posidipo, al peripatético

Praxífanes, y además confirman las alusiones a la poesía de

Mimnermo y de Filetas[26]; pero nada relativo a Apolonio, como se

había pretendido.

Por lo demás, tales afirmaciones en defensa de la propia poesía

constituyen un motivo convencional en la tradición (Hesíodo,

Píndaro, Aristófanes, Teócrito), y han sido a veces mal interpretadas

por escoliastas y biógrafos, que trataban de identificar tras ellas a

adversarios poéticos específicos.

Los miembros del Museo formaban probablemente una

comunidad no muy pacífica, donde las rencillas y la rivalidad

parecen haber sido habituales[27]. En diversos lugares Calímaco se

manifiesta en tono polémico, vitupera a los poetas cíclicos, a

Creofilo de Samos o Antímaco, y alaba la poesía de Hesíodo, de

Arato o de Teócrito, entre otros[28]. Pero, al menos en la obra

conservada, no hay referencia a Apolonio.

El poema de Apolonio no puede ser identificado con el tipo de

epopeya cíclica rechazada por Calímaco. Para éste lo esencial en la

poesía es el estilo, el arte, que ha de ser puro y refinado, no su

magnitud: el carmen perpetuum no es reprobado por su extensión

(los Aitia constaban de varios miles de versos). Precisamente las

Argonáuticas siguen en muchos aspectos la nueva estética

propugnada por Calímaco (variedad episódica, humanización de los

héroes, gusto por la erudición y la etiología, estilo refinado y

conciso, apóstrofe al lector o a la Musa), aunque en otros

representen una mayor atención a la tradición épica y contengan

más reminiscencias homéricas. Además, Apolonio se revela fiel

imitador de la poesía calimaquea: conforme a la práctica del arte

allusiva, incorpora vocablos, expresiones, incluso versos enteros de

sus obras (Himnos, Aitia, Hécale). Esta imitatio o aemulatio ha de

entenderse como un signo de reconocimiento, no de hostilidad[29].

En definitiva, ni los testimonios antiguos ni las composiciones de

ambos poetas ofrecen pruebas seguras sobre la famosa querella. Si

entre Apolonio y Calímaco ha existido realmente alguna diferencia,

tal vez haya que pensar en recelos propios del ambiente cortesano.

Tal vez la marcha de Apolonio a Rodas deba relacionarse con su

relevo al frente de la Biblioteca[30]. Pero la imaginación no puede

sustituir a los datos.

3. Una «pre-edición» de las «Argonáuticas»

La noticia de una primera recitación pública (epídeixis) del

poema en Alejandría y de otra lectura definitiva en Rodas, después

de las oportunas correcciones, ha sido puesta en relación con la

existencia de una «edición preliminar» de las Argonáuticas. En

efecto, para seis lugares del canto I[31] los escolios citan un texto

diferente que atribuyen a una proékdosis o «edición previa».

Sobre la extensión y el carácter de esta proékdosis se han

emitido hipótesis diversas[32]. En todo caso conviene recordar que

hablamos de una «edición» antigua, manuscrita, y que entre los

alejandrinos «editar» (ekdidónai) una obra significaba simplemente

autorizar su copia. Lo único cierto es que los filólogos antiguos

disponían de dos copias diferentes del poema (o al menos de su

primera parte), una considerada preliminar y otra el texto definitivo.

Las variantes atribuidas a la proékdosis no sirven para apoyar la

tesis de un cambio de valoración del poema o de un cambio en la

relación de Apolonio con Calímaco, pues en este sentido resultan

poco significativas, mientras que las reminiscencias calimaqueas

son homogéneas a lo largo de todo el poema. Por el contrario sí

pueden servir para apreciar la evolución del arte poética de Apolonio

a través de sus autocorrecciones: frente a las variantes de la

proékdosis, el texto definitivo representa una tendencia a variar el

modelo temático-léxico de Homero y una mayor atención a la

literatura posthomérica, en especial a los trágicos[33].

4. Otras obras

Además de las Argonáuticas, Apolonio escribió varios poemas,

también en hexámetros, sobre fundaciones (Ktíseis) de ciudades.

En ellos narraba leyendas locales y curiosidades arqueológicas y

geográficas[34]. Los relatos histórico-legendarios sobre ciudades

gozaban ya de larga tradición, pero en época helenística el interés

por estos temas favoreció el cultivo del género. Así, Calímaco relata

la fundación de varias ciudades de Sicilia en el libro II de los Aitia y

escribió una obra sobre Fundaciones de islas y ciudades y cambios

de nombres.

Apolonio compuso una Fundación de Alejandría (frag. 4 Powell),

donde ofrecía la misma genealogía de las serpientes que en Arg. IV

1513-17, y una Fundación de Náucratis (frags. 7-9 Powell), que

contenía la historia de Pómpilo, un marinero milesio transformado en

pez por haber salvado a una ninfa de los amorosos brazos de Apolo.

En la Fundación de Rodas (frags. 10-11 Powell) trataba

seguramente la colonización tesalia de la isla, mientras que la

Fundación de Cnido (frag. 6 Powell) recogería la historia de Tríopas,

que emigró a Caria después que su hijo Erisictón sufriese la ira de

Deméter[35]. En fin, la Fundación de Cauno (frag. 5 Powell), también

situada en la costa de Caria, refería la historia de su fundador

epónimo, que abandonó Mileto para evitar el amor incestuoso de su

hermana Biblis[36], así como la leyenda de Lirco[37]. También suele

atribuirse a Apolonio una Fundación de Lesbos, de la que Partenio

nos ha conservado un amplio fragmento sin constancia de autor[38].

Un poema en versos coliámbicos (frags. 1-2 Powell) sobre

Canobo, la ciudad del delta del Nilo, contaba la historia de su héroe

epónimo, que fuera timonel de Menelao, y celebraba su templo de

Sérapis.

De los Epigramas[39] nada conservamos, salvo el dístico apócrifo

sobre Calímaco ya comentado.

Como Filetas o Calímaco, Apolonio responde también a la figura

del poeta doctus helenístico, del «poeta y filólogo a la vez» según la

emblemática expresión de Estrabón[40]. En el campo de la crítica[41]

destaca su labor como intérprete de Homero: en su Contra

Zenódoto expuso sus discrepancias con respecto a la edición del

texto homérico de Zenódoto (los escolios citan alguna de las

lecturas que defendía) y trató cuestiones de léxico e interpretación.

También escribió sobre Hesíodo (defendiendo la autenticidad del

Escudo) y sobre Arquíloco.

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