Historia crítica de la literatura argentina
director de la obra:
NOÉ JITRIK
VOLUMEN VIII
Macedonio
directora del volumen
ROBERTO FERRO
INTRODUCCIÓN
por Roberto Ferro
¿Por qué un volumen dedicado a Macedonio Fernández? Este interrogante ha
asediado a los que trabajamos en la Historia Crítica de la Literatura Argentina
desde el momento mismo en que se difundieron los títulos de los doce volúmenes
que configuran el programa de la obra. Desde nuestra posición, la respuesta a esa
cuestión debe ser lo suficientemente comprensiva para que funcione como un
modo de entender la actividad propia de la crítica literaria puesta en la perspectiva
de la serie histórica. El primer aspecto a considerar, entonces, es que una Historia
Crítica no se propone conformar un relato exclusivamente en torno de los textos y
los autores que han alcanzado una cierta relevancia, sino, antes bien, revisar
inquisitivamente las condiciones a partir de las cuales se constituyen como tales, lo
que no significa que esos textos y esos autores sean sometidos a revisionismo por
el simple hecho de haber alcanzado notoriedad, sino que el gesto crítico supone la
indagación reflexiva, no con el único objetivo de contradecir, sino como necesaria
búsqueda de ampliación del saber.
Partiendo de ese presupuesto, hay dos ejes dominantes en torno de los cuales
es posible articular la argumentación de la respuesta a ese interrogante tan
insistente como válido.
En primer lugar, si hay una certeza compartida que atraviesa el espacio literario
argentino es el reconocimiento de Jorge Luis Borges como centro de un capital
simbólico canónico sin fisuras, que lo constituye en una figura única de proyección
universal. El estudio crítico de la obra de Macedonio Fernández produce una serie
de modulaciones que conmueven esa certeza; ante todo la instalan en un proceso
de transformación que, al menos, trastornan la emergencia de los valores
atribuidos a una fuente personal y única; por lo tanto, permiten pensarla como parte
de un proceso que excede una trayectoria individual.
Y luego, el objeto de estudio de la historia de la literatura es, en gran medida, el
relevamiento de las tensiones que se producen entre la instancia de escritura de
los textos —que es datable con cierto grado de precisión y que, además, supone
acontecimientos que, como tales, son factibles de ser ordenados en sucesiones
más o menos continuas— y las diversas modalidades de lectura de esos textos,
discontinuas, atravesadas por múltiples variantes que, de algún modo, son cifra de
los cambios, núcleos sobre los que la historia literaria centra su interés. Esas
tensiones, a su vez, están condicionadas por los contextos culturales en los que se
producen; así en la actualidad se ha ido acentuando la importancia de un conjunto
de dispositivos que regulan la circulación de textos literarios orientada por un
conjunto de técnicas de marketing —promoción del autor como figura atractiva,
lanzamiento de títulos con estrategias que apuntan a crear expectativas de
consumo, entre otras— que la igualan a muchos productos de consumo masivo. La
obra de Macedonio Fernández se constituye por fuera de esos circuitos, pues
algunos de sus textos han aparecido póstumamente, en editoriales que no
aseguraban una promoción publicitaria que alentara una repercusión previa. A
pesar de ello, generan un interés crítico notable, del que este volumen se propone
ser un testimonio privilegiado.
El interrogante mencionado al principio también produce una cierta fascinación
que acerca la tarea de la crítica literaria a una simetría metafórica que ha tenido
gran aceptación en el siglo XX: establecer un paralelismo entre el crítico figurado
como un detective y el escritor como un criminal; ecuación teórica que culmina con
la idea de que la novela policial es una forma ficcional cifrada de la crítica literaria.
Si bien hay una serie de correspondencias que son productivas en esta
comparación, por una parte la del crítico como un investigador, que a partir de un
conjunto de saberes rastrea indicios que le permiten alcanzar finalmente las
variantes posibles del sentido y, por otra, la correlación con el criminal como el que
transgrede la ley, no deja de ser atractiva para pensar al escritor y al texto literario
como instancias en las que la ley de la lengua es sometida a desbordes para
significar más allá de la norma. Pero la representación paranoica del escritor como
un criminal que borra sus huellas con el objeto de mantener un secreto, perseguido
por el crítico, descifrador de enigmas, tiene una debilidad endémica: la idea de que
el sentido de los textos está oculto y que debe ser revelado como una verdad.
Siguiendo este modelo, la construcción textual aparece marcada por una
particularidad reductora: la de postular que existe un conflicto a desentrañar, una
intriga significante que se debe resolver, lo que implica necesariamente que la
crítica literaria puede alcanzar una significación que se considere verdadera.
Pretendemos tomar distancia de esa simplificación que trasforma la actividad
crítica en una variante de un género. Los textos literarios se dan a leer como
escenografías de procedimientos constructivos. En los textos literarios la
significación no tiene fin, siempre es una dinámica inconclusa.
También hay en esa figuración otro contrabando ideológico: la idea de que
existe ciertamente algo secreto por descubrir en cada texto lo aísla, lo recorta de la
constelación de vínculos que lo constituyen y que son las que lo configuran como
tal, es decir, como texto literario.
Los textos literarios manifiestan su singularidad cuando son inscriptos en el
conjunto de relaciones en las que se producen. La obra de Macedonio Fernández
no aparece, entonces, como un secreto a develar, ni como un desafío en el que se
embarcan un grupo de críticos con el objetivo de demostrar una evidencia que
aparece invisible a la mirada de los demás. En fin, una cruzada reivindicadora de
un círculo de iniciados que poseen el saber suficiente para descubrir el
ocultamiento o la conspiración, o simplemente una ignorancia colectiva más o
menos difundida que encubre el verdadero valor de la obra macedoniana.
La crítica literaria se despliega, inevitablemente, a partir de una limitación, la
incapacidad de su discurso para cifrar por medio del comentario el significado de
cualquier texto. Tal incapacidad, de todas maneras, es un punto central sobre el
que se puede apoyar la actividad crítica, es decir, en la aceptación de la diferencia
que media en todo texto entre literalidad y significado. La obra de Macedonio
Fernández presenta a la mirada crítica la particularidad de poseer una fuerte
entropía, es decir, que las significaciones que irradian sus textos conmueven
certezas y dan lugar a suspensiones de muchas de las ratificaciones centrales que
constituyen los modos privilegiados con que se piensan los procesos de producción
de sentido en la literatura argentina contemporánea.
De regreso al interrogante inicial y a las alusiones a las que dio lugar, es posible
plantear que el texto literario y el discurso crítico interpretativo exponen obsesiones
diferentes en torno de las posibilidades de transgredir la norma. En la tarea crítica,
la diferencia que instituye en el texto literario la tensión entre literalidad y
significado, al desplazarse como diferencia al texto y a su lector crítico, produce un
exceso. La interpretación es interminable, toda idea de clausura del significado
textual es inmediatamente excedida por el texto mismo, dado que guarda en su
diferencia productiva un conjunto indefinido de alternativas.
Esa grieta entre literalidad y sentido en la obra de Macedonio Fernández abre a
la mirada crítica la posibilidad de pensar la diferencia en toda su potencia
productiva, es decir, en el campo de relaciones que afecta, no sólo con aquellos
vínculos que se establecen en términos más o menos directos, sino hacia el
conjunto de reverberaciones de las escrituras y los modos de leer privilegiados que
esta Historia Crítica se propone rastrear.
Los volúmenes ya aparecidos de la Historia crítica de la literatura argentina
comparten algunos criterios en su concepción; básicamente establecen, por una
parte, la inscripción de un determinado período, para lo cual hacen explícitas las
formas de constitución de ese segmento cronológico; y, por otra, establecen un
aspecto relevante de orden literario en torno del cual se organiza la propuesta.
Este volumen debe necesariamente reformular esos criterios, sin apartarse de
los lineamientos generales de la obra en su conjunto, pero apelando a la
configuración de operaciones de lectura que permitan indagar sobre ciertos
núcleos relevantes desde la perspectiva del objeto de estudio en torno del cual se
centra la atención.
La lectura crítica de la obra de Macedonio Fernández en el principio del siglo
XXI supone reflexionar sobre la particular circulación de sus textos y,
correlativamente, revisar las variantes que esa indagación crítica produce sobre el
sistema de periodizaciones y los dispositivos en que las instituciones literarias las
ubican y legalizan.
Tras la muerte de Macedonio Fernández, su obra continuó publicándose bajo la
atenta vigilancia de su hijo Adolfo de Obieta, inicialmente en el Centro Editor de
América Latina; luego, y hasta la actualidad, en Corregidor, es decir, en editoriales
que no han tenido ni tienen una presencia en el mercado que asegurara una
divulgación intensiva de los textos a través de estrategias publicitarias y de
difusión. En 1982, aparece en la Biblioteca Ayacucho de Venezuela una edición
crítica de Museo de la Novela de la Eterna, con selección, prólogo y cronología a
cargo de César Fernández Moreno; el volumen trae además una antología de
textos del autor. En 1996, la Colección Archivos publica otra edición crítica de
Museo de la Novela de la Eterna, con la coordinación de Ana Camblong y Adolfo
de Obieta.
Esta tensión conflictiva en la circulación de la obra de Macedonio Fernández —
entre ediciones de escasa difusión y la aparición de su novela en dos de las más
prestigiosas colecciones que tienen como objetivo la edición de los textos literarios
latinoamericanos de mayor relevancia— es uno de los indicios más notables de la
puesta en cuestión de los presupuestos que permiten indagar sobre las relaciones
entre mercado y literatura o entre divulgación publicitaria y crítica literaria. Aspectos
en los que la obra de Macedonio Fernández entrega un conjunto de posibilidades
que nos alejan de los estereotipos de lo yavisto, o de las oposiciones dicotómicas
con un fondo de resabio didáctico o moralista, que perturba la percepción del
fenómeno en toda su complejidad.
Hemos ordenado los trabajos críticos que conforman este volumen en tres
secciones. La primera, Entre la escritura y las lecturas, se articula alrededor de las
relaciones entre los textos, la vida del escritor y los espacios culturales y
sociohistóricos en los que participó; luego, Disonancias genéricas se centra en los
diversas intersecciones discursivas de la obra de Macedonio; y, por último, en
Figuraciones de un escritor se abordan las diferentes variantes figurativas a partir
de las cuales fue percibido Macedonio y el grado de incidencia que tuvo su
complicidad en la constitución de ese imaginario.
La trama que reúne las tres secciones no se apoya en causalidades ni depende
de cronologías cerrada; antes bien, se despliega en un tejido multidireccional que
entrecruza y complica esas instancias de inflexión crítica. Por lo tanto, la
concepción que ha impulsado el proyecto implica pensar la obra de Macedonio
Fernández tanto en su devenir como en su significación. En relación con la
dimensión cronológica, en la conformación del volumen nos hemos apartado de la
linealidad con sus condicionantes genealógicos y sus filiaciones a priori; la
temporalidad aparece como una constelación en la que se van entrelazando los
trazos discontinuos y las constantes que se reconocen en la reiteración de sus
resonancias.
Esta Introducción se debe cerrar, necesariamente, con el agradecimiento a los
colaboradores del volumen, que aceptaron la ardua tarea de dialogar en torno a
una doble dirección de sus trabajos: en primer término, la relacionada con la
especificidad de los temas tratados en cada caso y, luego, el modo en que se
podían superponer con los artículos que se iban produciendo correlativamente. En
todos los casos, contamos con su actitud comprensiva y su dedicación para volver
sobre las versiones originales, revisarlas y concertarlas con el resto del volumen.
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