martes, 11 de junio de 2024

Historia crítica de la literatura argentina director de la obra: NOÉ JITRIK VOLUMEN VIII Macedonio directora del volumen ROBERTO FERRO INTRODUCCIÓN

 





Historia crítica de la literatura argentina

director de la obra:

NOÉ JITRIK

VOLUMEN VIII

Macedonio

directora del volumen

ROBERTO FERRO

INTRODUCCIÓN

por Roberto Ferro

¿Por qué un volumen dedicado a Macedonio Fernández? Este interrogante ha

asediado a los que trabajamos en la Historia Crítica de la Literatura Argentina

desde el momento mismo en que se difundieron los títulos de los doce volúmenes

que configuran el programa de la obra. Desde nuestra posición, la respuesta a esa

cuestión debe ser lo suficientemente comprensiva para que funcione como un

modo de entender la actividad propia de la crítica literaria puesta en la perspectiva

de la serie histórica. El primer aspecto a considerar, entonces, es que una Historia

Crítica no se propone conformar un relato exclusivamente en torno de los textos y

los autores que han alcanzado una cierta relevancia, sino, antes bien, revisar

inquisitivamente las condiciones a partir de las cuales se constituyen como tales, lo

que no significa que esos textos y esos autores sean sometidos a revisionismo por

el simple hecho de haber alcanzado notoriedad, sino que el gesto crítico supone la

indagación reflexiva, no con el único objetivo de contradecir, sino como necesaria

búsqueda de ampliación del saber.

Partiendo de ese presupuesto, hay dos ejes dominantes en torno de los cuales

es posible articular la argumentación de la respuesta a ese interrogante tan

insistente como válido.

En primer lugar, si hay una certeza compartida que atraviesa el espacio literario

argentino es el reconocimiento de Jorge Luis Borges como centro de un capital

simbólico canónico sin fisuras, que lo constituye en una figura única de proyección

universal. El estudio crítico de la obra de Macedonio Fernández produce una serie

de modulaciones que conmueven esa certeza; ante todo la instalan en un proceso

de transformación que, al menos, trastornan la emergencia de los valores

atribuidos a una fuente personal y única; por lo tanto, permiten pensarla como parte

de un proceso que excede una trayectoria individual.

Y luego, el objeto de estudio de la historia de la literatura es, en gran medida, el

relevamiento de las tensiones que se producen entre la instancia de escritura de

los textos —que es datable con cierto grado de precisión y que, además, supone

acontecimientos que, como tales, son factibles de ser ordenados en sucesiones

más o menos continuas— y las diversas modalidades de lectura de esos textos,

discontinuas, atravesadas por múltiples variantes que, de algún modo, son cifra de

los cambios, núcleos sobre los que la historia literaria centra su interés. Esas

tensiones, a su vez, están condicionadas por los contextos culturales en los que se

producen; así en la actualidad se ha ido acentuando la importancia de un conjunto

de dispositivos que regulan la circulación de textos literarios orientada por un

conjunto de técnicas de marketing —promoción del autor como figura atractiva,

lanzamiento de títulos con estrategias que apuntan a crear expectativas de

consumo, entre otras— que la igualan a muchos productos de consumo masivo. La

obra de Macedonio Fernández se constituye por fuera de esos circuitos, pues

algunos de sus textos han aparecido póstumamente, en editoriales que no

aseguraban una promoción publicitaria que alentara una repercusión previa. A

pesar de ello, generan un interés crítico notable, del que este volumen se propone

ser un testimonio privilegiado.

El interrogante mencionado al principio también produce una cierta fascinación

que acerca la tarea de la crítica literaria a una simetría metafórica que ha tenido

gran aceptación en el siglo XX: establecer un paralelismo entre el crítico figurado

como un detective y el escritor como un criminal; ecuación teórica que culmina con

la idea de que la novela policial es una forma ficcional cifrada de la crítica literaria.

Si bien hay una serie de correspondencias que son productivas en esta

comparación, por una parte la del crítico como un investigador, que a partir de un

conjunto de saberes rastrea indicios que le permiten alcanzar finalmente las

variantes posibles del sentido y, por otra, la correlación con el criminal como el que

transgrede la ley, no deja de ser atractiva para pensar al escritor y al texto literario

como instancias en las que la ley de la lengua es sometida a desbordes para

significar más allá de la norma. Pero la representación paranoica del escritor como

un criminal que borra sus huellas con el objeto de mantener un secreto, perseguido

por el crítico, descifrador de enigmas, tiene una debilidad endémica: la idea de que

el sentido de los textos está oculto y que debe ser revelado como una verdad.

Siguiendo este modelo, la construcción textual aparece marcada por una

particularidad reductora: la de postular que existe un conflicto a desentrañar, una

intriga significante que se debe resolver, lo que implica necesariamente que la

crítica literaria puede alcanzar una significación que se considere verdadera.

Pretendemos tomar distancia de esa simplificación que trasforma la actividad

crítica en una variante de un género. Los textos literarios se dan a leer como

escenografías de procedimientos constructivos. En los textos literarios la

significación no tiene fin, siempre es una dinámica inconclusa.

También hay en esa figuración otro contrabando ideológico: la idea de que

existe ciertamente algo secreto por descubrir en cada texto lo aísla, lo recorta de la

constelación de vínculos que lo constituyen y que son las que lo configuran como

tal, es decir, como texto literario.

Los textos literarios manifiestan su singularidad cuando son inscriptos en el

conjunto de relaciones en las que se producen. La obra de Macedonio Fernández

no aparece, entonces, como un secreto a develar, ni como un desafío en el que se

embarcan un grupo de críticos con el objetivo de demostrar una evidencia que

aparece invisible a la mirada de los demás. En fin, una cruzada reivindicadora de

un círculo de iniciados que poseen el saber suficiente para descubrir el

ocultamiento o la conspiración, o simplemente una ignorancia colectiva más o

menos difundida que encubre el verdadero valor de la obra macedoniana.

La crítica literaria se despliega, inevitablemente, a partir de una limitación, la

incapacidad de su discurso para cifrar por medio del comentario el significado de

cualquier texto. Tal incapacidad, de todas maneras, es un punto central sobre el

que se puede apoyar la actividad crítica, es decir, en la aceptación de la diferencia

que media en todo texto entre literalidad y significado. La obra de Macedonio

Fernández presenta a la mirada crítica la particularidad de poseer una fuerte

entropía, es decir, que las significaciones que irradian sus textos conmueven

certezas y dan lugar a suspensiones de muchas de las ratificaciones centrales que

constituyen los modos privilegiados con que se piensan los procesos de producción

de sentido en la literatura argentina contemporánea.

De regreso al interrogante inicial y a las alusiones a las que dio lugar, es posible

plantear que el texto literario y el discurso crítico interpretativo exponen obsesiones

diferentes en torno de las posibilidades de transgredir la norma. En la tarea crítica,

la diferencia que instituye en el texto literario la tensión entre literalidad y

significado, al desplazarse como diferencia al texto y a su lector crítico, produce un

exceso. La interpretación es interminable, toda idea de clausura del significado

textual es inmediatamente excedida por el texto mismo, dado que guarda en su

diferencia productiva un conjunto indefinido de alternativas.

Esa grieta entre literalidad y sentido en la obra de Macedonio Fernández abre a

la mirada crítica la posibilidad de pensar la diferencia en toda su potencia

productiva, es decir, en el campo de relaciones que afecta, no sólo con aquellos

vínculos que se establecen en términos más o menos directos, sino hacia el

conjunto de reverberaciones de las escrituras y los modos de leer privilegiados que

esta Historia Crítica se propone rastrear.

Los volúmenes ya aparecidos de la Historia crítica de la literatura argentina

comparten algunos criterios en su concepción; básicamente establecen, por una

parte, la inscripción de un determinado período, para lo cual hacen explícitas las

formas de constitución de ese segmento cronológico; y, por otra, establecen un

aspecto relevante de orden literario en torno del cual se organiza la propuesta.

Este volumen debe necesariamente reformular esos criterios, sin apartarse de

los lineamientos generales de la obra en su conjunto, pero apelando a la

configuración de operaciones de lectura que permitan indagar sobre ciertos

núcleos relevantes desde la perspectiva del objeto de estudio en torno del cual se

centra la atención.

La lectura crítica de la obra de Macedonio Fernández en el principio del siglo

XXI supone reflexionar sobre la particular circulación de sus textos y,

correlativamente, revisar las variantes que esa indagación crítica produce sobre el

sistema de periodizaciones y los dispositivos en que las instituciones literarias las

ubican y legalizan.

Tras la muerte de Macedonio Fernández, su obra continuó publicándose bajo la

atenta vigilancia de su hijo Adolfo de Obieta, inicialmente en el Centro Editor de

América Latina; luego, y hasta la actualidad, en Corregidor, es decir, en editoriales

que no han tenido ni tienen una presencia en el mercado que asegurara una

divulgación intensiva de los textos a través de estrategias publicitarias y de

difusión. En 1982, aparece en la Biblioteca Ayacucho de Venezuela una edición

crítica de Museo de la Novela de la Eterna, con selección, prólogo y cronología a

cargo de César Fernández Moreno; el volumen trae además una antología de

textos del autor. En 1996, la Colección Archivos publica otra edición crítica de

Museo de la Novela de la Eterna, con la coordinación de Ana Camblong y Adolfo

de Obieta.

Esta tensión conflictiva en la circulación de la obra de Macedonio Fernández —

entre ediciones de escasa difusión y la aparición de su novela en dos de las más

prestigiosas colecciones que tienen como objetivo la edición de los textos literarios

latinoamericanos de mayor relevancia— es uno de los indicios más notables de la

puesta en cuestión de los presupuestos que permiten indagar sobre las relaciones

entre mercado y literatura o entre divulgación publicitaria y crítica literaria. Aspectos

en los que la obra de Macedonio Fernández entrega un conjunto de posibilidades

que nos alejan de los estereotipos de lo yavisto, o de las oposiciones dicotómicas

con un fondo de resabio didáctico o moralista, que perturba la percepción del

fenómeno en toda su complejidad.

Hemos ordenado los trabajos críticos que conforman este volumen en tres

secciones. La primera, Entre la escritura y las lecturas, se articula alrededor de las

relaciones entre los textos, la vida del escritor y los espacios culturales y

sociohistóricos en los que participó; luego, Disonancias genéricas se centra en los

diversas intersecciones discursivas de la obra de Macedonio; y, por último, en

Figuraciones de un escritor se abordan las diferentes variantes figurativas a partir

de las cuales fue percibido Macedonio y el grado de incidencia que tuvo su

complicidad en la constitución de ese imaginario.

La trama que reúne las tres secciones no se apoya en causalidades ni depende

de cronologías cerrada; antes bien, se despliega en un tejido multidireccional que

entrecruza y complica esas instancias de inflexión crítica. Por lo tanto, la

concepción que ha impulsado el proyecto implica pensar la obra de Macedonio

Fernández tanto en su devenir como en su significación. En relación con la

dimensión cronológica, en la conformación del volumen nos hemos apartado de la

linealidad con sus condicionantes genealógicos y sus filiaciones a priori; la

temporalidad aparece como una constelación en la que se van entrelazando los

trazos discontinuos y las constantes que se reconocen en la reiteración de sus

resonancias.

Esta Introducción se debe cerrar, necesariamente, con el agradecimiento a los

colaboradores del volumen, que aceptaron la ardua tarea de dialogar en torno a

una doble dirección de sus trabajos: en primer término, la relacionada con la

especificidad de los temas tratados en cada caso y, luego, el modo en que se

podían superponer con los artículos que se iban produciendo correlativamente. En

todos los casos, contamos con su actitud comprensiva y su dedicación para volver

sobre las versiones originales, revisarlas y concertarlas con el resto del volumen.

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