viernes, 7 de enero de 2022

TERCER ACTO. FÉLIX DE AZÚA. NOVELA. FRAGMENTO.



 Esta novela es un brillante e implacable retrato generacional que sigue a un grupo de amigos en su peripecia vital por la Cataluña franquista, la disidencia francesa, la modernización de España y el declive físico y mental de todos y cada uno de sus miembros. Un viaje resumido a través de imágenes fugaces y saturado de estimulantes lisérgicos, tertulias parisinas, tabernas barcelonesas, viajes ampurdaneses, coros eslavos, visitas a Jünger… todo sazonado con la mirada lúcida y el humor característico de un escritor imprescindible para entender a toda una generación de intelectuales y literatos. La filosofía, la muerte, la paternidad, la frivolidad y la locura son solo algunos de los temas de una novela que, en cierto sentido, cierra un ciclo en la obra de su autor. Para Eva y para Inés, con quienes he pasado un confinamiento de meses, aunque yo habría preferido que fuera un confinamiento de años. De muchos años. UNAS PALABRAS PARA EL POSIBLE LECTOR Aun cuando esta es la cuarta y última parte de una falsa autobiografía, sigue siendo tan falsa como las otras o incluso más si cabe. En ningún momento, ni ahora ni antes, he querido escribir un relato de mi vida, si acaso tuviera yo una, sino más bien dar cuenta del mundo tal y como lo he conocido. Como decían los antiguos sobre los pintores de paisajes, lo interesante no es representar lo que uno ve sino la conciencia que en uno produce lo que ve. Tener conciencia de un mundo o de una parte del mismo es todo lo que podemos llevarnos a la tumba, y esa es la tarea de la literatura. Al igual que las tres partes anteriores, esta cuarta es totalmente libre, quiero decir que se puede leer, como cada una de sus antecesoras, sin contar con la existencia de las otras tres. En la última parte trato de repasar algunos finales de comedia que nos atañen a todos y al protagonista en particular. A todos nos llega el final de la comedia y, como quiso Beethoven, cuando llega lo más adecuado es aplaudir. Me gustaría que este libro fuera un aplauso al caer el telón tras el tercer acto. Como es lógico, nada de lo que aquí aparece es real o verdadero en el sentido legal o científico. Por pura honestidad debo adelantar que tampoco los personajes de esta novela creen que haya nada real, aparte de las sentencias judiciales y las matemáticas. Si alguien cree reconocer en esta narración algo o alguien real, legal o científico, está completamente equivocado. Incluso yo diría que es posible que sufra algún tipo de desorden mental. Dicho lo cual, también puedo afirmar que el mundo que yo he conocido está lealmente expuesto en estos libros, sin adornos y sin la menor curiosidad por mi ombligo.

 2017 Durante demasiados años he vivido como si fuera a ser eterno, y hoy mi tiempo se ha agotado. No para el cuerpo, que renquea, bizquea, tose y sigue admirando la luz, sino, muy a mi pesar, para el mundo. Es el mundo lo que se aleja día a día con acelerada velocidad, y aunque no lo pierdo de vista, sin duda mi cuerpo ya no puede alcanzarlo. Ha sido una vida bastante buena. He amado la fidelidad de los grandes árboles, la bondad de los animales y la grandeza de los humanos. En esta última persecución del mundo avanza el cuerpo cuanto puede, pero arrastrando las piernas como un perro herido incapaz de saber que tiene una mitad paralizada y sigue adelante dejando el doble rastro de las patas muertas. El tiempo, que antes se deslizaba con alegres brincos de delfín, es ahora una bancada de imágenes que van en masa, como sardinas. No obstante, sin ellas el tiempo se haría invisible y podría recorrerse todo él en un guiño: el principio y el fin serían simultáneos, transparentes. Algunos agonizantes viven ese transcurso a ciegas, sin imágenes, y su tiempo se escurre por el sumidero de la muerte en escasos segundos. Yo, por fortuna, conservo imágenes, muchas imágenes. Las imágenes son mi conocimiento. Si uno trata de entender, por ejemplo, la vida de un labriego medieval en imágenes temporales, solo podrá concebir tres o cuatro estampas, hijos nacidos y muertos, inviernos crueles que mataron a la mula, quizás una romería hasta la iglesia del burgo con su aroma a incienso, entierro del sarmentoso abuelo, vejez arrugada y muda de una esposa paciente destruida por los partos, poco más: es un camino que la muerte seguramente recorre en un instante, desganada, apática, porque el muerto nada ha guardado de aquellos momentos en los que latió su corazón al ver mocear los tallos verdes o la luna llena sobre las encinas o la fuerza de la sangre. Los momentos de plenitud han sido aplastados por los de la ruina. Yo me acerco ya al instante en que veré caer al vacío mis imágenes hasta quedar totalmente ciego. Querría ahora ayudar al tiempo, pero a la manera de aquel personaje, Serenus Zeitblom, que en una novela de Thomas Mann relata la vida y la obra del oscuro o quizás embrollado Adrian Leverkühn, músico alemán, desde la convicción de que él, pobre hombre vulgar, no ha tenido el talento necesario para comprender cabalmente la profundidad y la audacia de las composiciones, los tormentos del músico, su indudable grandeza. No, sin duda aquel personaje de ficción, Serenus, no podía entender al compositor y aun así, por humildad, procedió a salvar trabajosamente las imágenes del músico antes de que las borrara el huracán de la muerte. Yo querría ahora ser el Zeitblom de mí mismo porque tampoco yo me he comprendido, no he tenido el talento suficiente para entenderme y amarme, y me veo, ya al final, como un perfecto desconocido. Quizás algunas imágenes del pasado (pero ¿qué es eso del «pasado», acaso otra imagen de imágenes?) me ayuden a verme cabalmente si consigo ponerlas en claro. Vengan ellas como corderos al pastor.

Fuente:

  • Editorial ‏ : ‎ LITERATURA RANDOM HOUSE; 001 edición (8 Octubre 2020)
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 224 páginas
  • ISBN-10 ‏ : ‎ 8439737815
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8439737810
  • Peso del Artículo ‏ : ‎ 11 onzas
  • Dimensiones ‏ : ‎ 5.55 x 0.63 x 9.06 pulgadas

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