Cristina Peri Rossi
El libro de mis primos
En casa
me esperaba la familia: un pasado remoto.
JUAN JOSÉ ARREÓLA
Prólogo a la edición de 1989
Publiqué
por primera vez El libro de mis primos
en Montevideo, Uruguay, en 1969. La novela había ganado el premio Biblioteca de
Marcha, el más importante del país, concedido por un jurado tan exigente como
insobornable: Ángel Rama, Juan Carlos Onetti, Jorge Ruffinelli. Entonces yo
tenía veintisiete años y era mi primera novela, aunque antes había publicado
dos libros de relatos: Viviendo
(1963) y Los museos abandonados
(1968).
Todo
pasado es mítico: envuelto en el vaho del tiempo y en la flotación del espacio,
se impregna de la sustancia de la evocación y de la nostalgia, sin las cuales
no hay poesía. Poder publicar esta novela otra vez, veinte años después, es
recuperar parte del pasado, sin el cual difícilmente hay presente. Vivimos una época
de gran aceleración, donde todo es efímero: lo que consumimos, los amores, los
deseos; en cierto sentido, también los escritores han caído en la tentación de
la actualidad, y la pretensión de servir a la posteridad es ruborizante. Un
extraño pudor nos hace pensar sólo en el presente; escribimos para nuestros
contemporáneos, no para quienes vendrán, aunque es posible que algún libro
sobreviva al desgaste devorador de los cambios. Si esta novela consigue atraer
hoy al lector, veinte años después de publicada por primera vez, yo me sentiré
satisfecha.
Los
jóvenes son audaces y seguros de sí mismos: yo escribí esta novela al borde
mismo de los géneros, mezclando deliberadamente prosa y poesía. No era un
invento personal: los escritores románticos lo habían practicado, mucho antes,
proponiendo una literatura de fragmentos y fronteriza, donde la poesía y la
prosa se confundían para ampliar cada registro. Benedetto Croce, por lo demás,
ya había pronosticado la ruptura de los géneros como expresión de la modernidad:
el hombre contemporáneo es un ser disociado, sólo puede recomponer su imagen a
través de la ambigüedad y la confusión. Seguir el ritmo del pensamiento, de las
asociaciones, me impulsó a escribir ora en verso, ora en prosa. El propósito no
era tanto la ruptura formal como unir aquello que frecuentemente el lector
encuentra por separado: la narración y el lirismo, la prosa y la poesía. Todo
se funde en la redoma del tiempo, ¿por qué no en el texto? Borges dice que un
autor puede sentirse satisfecho si ha conseguido plasmar una metáfora
memorable. Quizá el lector encuentre alguna.
CRISTINA PERI ROSSI
Barcelona, junio de 1989
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