Rafael
de León es el poeta de la copla y, sin duda, uno de los hombres que conformó el
género, especialmente como letrista, aunque también mediante sugerencias
estéticas de amplio calado. Basta con comenzar una lista de sus canciones más
renombradas para calibrar el alcance de su obra: Tatuaje, Ojos Verdes, Y sin
embargo te quiero, La Lirio, La Zarzamora, ¡Ay pena, penita!, No te mires en el
río, Romance de la reina Mercedes…
De
noble cuna, ya desde joven se declaró en una especie de rebeldía consentida
como poeta y hombre de arte. Fue amigo de buena parte de los intelectuales y
artistas del momento, entre ellos de Miguel de Molina o de García Lorca, y
compartió los momentos emergentes del arte en España que propiciaron la
dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. Desde entonces será un
poeta muy entroncado con el neopopularismo poético. En la guerra fue una
víctima más y pasó este periodo detenido en Barcelona por monárquico y
derechista.
En
la posguerra, y a pesar de su condición de homosexual y de poeta y amigo del
mundo que acababa de derribarse, pasará a ser el máximo esteta del género
artístico popular que consolidará el régimen franquista, la canción española,
formando la famosa tripleta con el maestro Quiroga y Antonio Quintero, y con su
concurso en la campaña artística desarrollada para Concha Piquer. A partir de
ahí, y a pesar de una espléndida obra poética, su figura se fue encogiendo y
ensanchando en función del género, según se iba generalizando su denostación o
su recuperación.
Hoy,
Rafael de León necesita ser conocido y reconocido por su enorme aportación a la
poesía popular, la copla y la cultura de España.
Rafael
de León
Romance del amor oscuro
Título
original: Romance del amor oscuro
Rafael
de León, 1953
ROMANCE
DEL AMOR OSCURO
RAFAEL
DE LEON
LAS
TRES KASIDAS DE SCHE HEREZADA
KASIDA DE LOS OJOS
Cuando
iba por el zoco
murmuraron:
«Es ciega».
Y
era verdad.
Marchaba
como si fuese a tientas.
El
sol de la mañana
era
miel en las piedras,
y
en la cal del aljibe,
y
en la blanca azotea.
En
las tapias había
sangre
de rosas tiernas,
y
entre las rejas, lunas
de
jazmines y adelfas.
Presentía
bancales
cargados
de alhucema,
pero
no podía verlos,
pues
iba herida y ciega.
Y
es que dejé los ojos,
¡ay,
pena de mi pena!
Y
es que dejé tus ojos
en
la almohada fresca,
durmiendo
un sueño verde
de
albahaca y de menta.
Y
al salir a la calle,
entornando
la puerta,
no
me acordé, mi amado,
de
que iba herida y ciega.
LAS
TRES KASIDAS DE SCHE HEREZADA
KASIDA DE LAS MANOS
Como
una rosa,
como
una almendra,
¡ay,
amor de mis amores!
quisiera
ser de pequeña
para
caber en tu mano
entera.
Tuya,
para siempre tuya,
de
los pies a la cabeza,
dentro
de tu mano amante
y
en tu pulso prisionera.
¡Ese
adiós, cuando me voy,
esa
caricia de seda,
ese
amparo de tus manos
como
dos alas abiertas! …
¡Qué
dos montones de trigo,
qué
dos palomas morenas,
qué
dos almohadas vivas
para
un sueño sin estrellas!…
¡Cómo
me siento segura
viendo
latir tus muñecas!…
¡Ay,
si yo pudiera, amante,
amante,
si yo pudiera
en
la palma de tu mano
dejaría
mi cabeza
decapitada
y sin voz,
y
moriría contenta
como
una rosa sin tallo
puesta
sobre una bandeja.
LAS
TRES KASIDAS DE SCHE HEREZADA
KASIDA DE LA VOZ
Cuando
me llamas,
toda
la casa huele
a
pregón de naranjas.
Es
tu voz rosa y nardo
y
limón y biznaga,
y
tiene tanta fuerza
como
un chorro de agua.
Cuando
me hablas,
ruiseñores
y guzlas
repican
en mi alma.
Y
cuando en la alta noche
duerme
toda la casa,
y
el jazmín de la luna
entra
por la ventana,
yo,
despacio y con miedo,
me
acerco hasta tu cama
y
te beso la voz
dormida
en tu garganta.
¡ALIRON!
Me
preguntó la luna
que
dónde estabas.
Le
dije que en el borde
del
agua clara.
¡Alirón!
Tira
del cordón,
cordón
de la Italia…
¿Dónde
vas, amor mío,
que
yo no vaya?
—¿Dónde
va por las calles
sin
tu persona?
—Va
a tomarse medida
de
una corona.
¡Alirón!
Tira
del cordón,
de
la nieve fría.
¡Dónde
llevas, amor,
la
amargura mía!
—¿Y
qué buscas, amante,
junto
a ese río?
—Mi
sortija de novio
que
la he perdido.
—¡Ay,
sí, sí!
Ponte
la negra falda
de
los domingos.
¡Ay,
no, no!
Ponte
la blusa rosa
para
ir conmigo.
LUTO
Yo
llevo luto por ti
y
no me visto de negro.
Tengo
el corazón colgado
de
paños de terciopelo,
y
una camelia de sombra
se
me deshoja en el cuello.
Al
reloj de nuestras citas
se
le cayó el minutero
a
las doce menos cuarto
de
una noche de Año Nuevo.
¿Qué
brazo enlaza tu talle?
¿Qué
labio busca tu beso?
¿En
qué parque sin jazmines
se
deshoja tu secreto? …
Yo
llevo luto por ti
y
no me visto de negro.
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