Prólogo
Los textos que componen este
libro son una selección de los que aparecieron en mi columna «Piedra de toque»,
en el diario El País, de Madrid, y en
una cadena de publicaciones afiliadas, entre 1992 y 2000. A diferencia de los
de una recopilación anterior (Desafíos a
la libertad, 1994), reunidos por su vecindad temática, los de este abarcan
un abanico de temas, y en ellos la política alterna con la cultura, los
problemas sociales, las notas de viaje, la literatura, la pintura, la música y
sucesos de actualidad.
Uso para título del libro el que
lleva mi pequeño homenaje a Octavio Paz, no porque estos textos hayan sido
escritos con una vocación apasionada y beligerante. La verdad es que siempre
trato de escribir de la manera más desapasionada posible, pues sé que la cabeza
caliente, las ideas claras y una buena prosa son incompatibles, aunque sé
también que no siempre lo consigo. En todo caso, la pasión no les es ajena, a
juzgar por las reacciones que han merecido en distintas partes del mundo, de un
variado elenco de objetores, entre los que el arzobispo de Buenos Aires se
codea con una socióloga mundana de Londres, un burócrata de Washington con un
ideólogo catalán, y escribidores supuestamente progres con carcas a más no
poder. No celebro ni lamento estas críticas a mis artículos; las consigno como
una prueba de la independencia y libertad con que los escribo.
He añadido como prólogo la nota
con que agradecí el Premio de Periodismo José Ortega y Gasset conferido a uno
de estos textos, «Nuevas inquisiciones», en España, en 1998.
Quiero dejar constancia de mi
reconocimiento, por la ayuda que me prestaron al preparar el material de este
libro, a mis colaboradoras y amigas Rosario de Bedoya y Lucía Muñoz-Nájar
Pinillos.
Londres, agosto de 2000
Piedra
de toque
Desde niño me fascinó la idea de
esa «piedra de toque» que, según el diccionario, sirve para medir el valor de
los metales, una piedra que nunca vi, que todavía no sé si es real o
fantástica.
Pero el nombre se me impuso de
inmediato a la hora de bautizar mi columna periodística. Una columna en la que,
un domingo sí y otro no, me esfuerzo por comentar algún suceso de actualidad
que me exalte, irrite o preocupe, sometiéndolo a la criba de la razón y
cotejándolo con mis convicciones, dudas y confusiones. Una columna que me
obliga a tratar de ver claro en la tumultuosa actualidad y que me gustaría
ayudara a mis presuntos lectores a tomar posición sobre lo que ocurre a su
alrededor.
La escribo con dificultad pero
con inmenso placer, tratando de no olvidar la sentencia de Raimundo Lida: «Los
adjetivos se han hecho para no usarlos» (mandato que va contra mis impulsos
naturales). Ella me sirve para sentirme inmerso en la vida de la calle y de mi
tiempo, en la historia haciéndose que es el reino del periodismo. Descubrí este
reino cuando tenía catorce años, en el diario La Crónica, de Lima, y desde entonces lo he frecuentado sin
interrupción, como redactor, reportero, cabecero, editorialista y columnista.
El periodismo ha sido la sombra de mi vocación literaria; la ha seguido,
alimentado e impedido alejarse de la realidad viva y actual, en un viaje
puramente imaginario.
Por eso, «Piedra de toque»
refleja lo que soy, lo que no soy, lo que creo, temo y detesto, mis ilusiones y
mis desánimos, tanto como mis libros, aunque de manera más explícita y
racional.
Sartre escribió que las palabras
eran armas y que debían usarse para defender las mejores opciones (algo que no
siempre hizo él mismo). En el mundo de la lengua española nadie practicó mejor
esta tesis que José Ortega y Gasset, un pensador de alto rango capaz de hacer
periodismo de opinión sin banalizar las ideas ni sacrificar el estilo. Ganar un
premio que lleva su nombre es un honor, una satisfacción, y, sobre todo, un
desafío.
París, 4 de mayo de 1999
FUENTE:
- Paperback | 352 páginas
- 130 x 190 x 22mm | 228g
- 06 Apr 2009
- Punto de Lectura, S.L.
- Madrid, Spain
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