4
DE
LA VENGANZA
(1625)
La
venganza es una especie de justicia salvaje que cuanto más crece en la
naturaleza humana más debiera extirparla la ley; en cuanto al primer daño, no
hace sino ofender a la ley, pero la venganza de ese daño coloca a la ley fuera
de su función. En verdad que, al tomar venganza, un hombre se iguala con su
enemigo, pero si la sobrepasa, es superior; pues es parte del príncipe
perdonar; y estoy seguro que Salomón dice: Es
glorioso para un hombre excusar una ofensa. Lo pasado se ha ido y es
irrevocable; y los hombres prudentes tienen demasiadó que hacer con las cosas
presentes y venideras; por tanto no harían más que burlarse de sí mismos
ocupándose de asuntos pasados. No hay hombre que cometa el mal a cuenta del mal
mismo, sino para obtener provecho propio, o placer, u honor o algo semejante;
por tanto, ¿por qué me voy a encolerizar con un hombre que se ama a sí más que
a mí? Y si algún hombre cometiera el mal meramente por maldad natural, no sería
más que como el espino o la zarza que pinchan y arañan porque no pueden hacer
otra cosa. La clase de venganza más tolerable es la debida a los males que no
hay ley que los remedie; pero entonces, dejar que un hombre se ocupe de la
venganza es como si no hubiera ley para castigar; además el enemigo de un hombre
siempre se anticipa y ya son dos por uno. Algunos, cuando toman venganza, están
deseosos de que la parte contraria sepa de quién procede. Ésta es la más
generosa: pues el goce parece estar no tanto en cometer el daño como en hacer
que la parte contraria se arrepienta; pero los cobardes bajos y taimados son
como las flechas lanzadas en la oscuridad. Cosme, duque de Florencia, lanzó una
desesperanzadora frase contra los amigos pérfidos y despreciables como si esbs
males fuesen imperdonables: Leeréis que
se nos manda perdonar a nuestros enemigos; pero nunca leeréis que se nos mande
perdonar a nuestros amigos. Sin embargo, el espíritu de Job era aún más
adecuado: También recibimos el bien de Dios ¿y el mal no
recibiremos?[1], y en
la misma proporción respecto a los amigos. Esto es cierto, que un hombre que
proyecte vengarse, conserva abiertas sus propias heridas porque si no se
cerrarían y curarían. Las venganzas públicas son afortunadas en su mayoría;
como fue la muerte de César; la muerte de Pertinax; la muerte de
Enrique III de Francia; y muchas otras. Pero no sucede así con las
venganzas privadas; no, más bien las personas vengativas llevan la vida de las
brujas, quienes, como son malignas, terminan desgraciadamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario