viernes, 23 de noviembre de 2018

100 años de literatura costarricense. EL TIEMPO SUPRAHISTÓRICO. ESCRITOR: JORGE MÉNDEZ LIMBRICK.


EL TIEMPO SUPRAHISTÓRICO. Dra: Margarita Rojas G
Aunque las dos novelas policíacas de Méndez Limbrick se ambientan en la época contemporánea y no podrían considerarse novelas históricas, en ambas hay cierta experimentación con el plano temporal. En Mariposas negras, mediante un relato insertado se retrocede hasta la antigüedad romana; el narrador es Macrón, un herbolario de la época del emperador Augusto. La inclusión de esa época histórica permite enlazar los acontecimientos del presente dentro de una especie de plan suprahistórico, que atraviesa las épocas desde la antigüedad. De esa manera, el texto parece sugerir que así como existe una subciudad bajo la ciudad que normalmente todos vemos, a lo largo de los siglos ha habido una cofradía que actúa impunemente, hereda sus leyes y se mueve a través de los continentes.
En la otra novela, El laberinto del verdugo, el tiempo histórico retrocede un poco menos en la línea temporal y también se adelanta. El tiempo se materializa en varias zonas urbanas que no siempre poseen un referente real en la ciudad conocida. Así, algunos acontecimientos se desarrollan en una ciudad del futuro: se viaja, por ejemplo, a través de distintos distritos de San José en un metro periférico; también la ciudad universitaria presenta características futuristas: la biblioteca es toda electrónica y tiene diez pisos.
Respecto al pasado, el tiempo se materializa sobre todo en el archivo del país que cuida el nonagenario Gran Archivero de la Noche, hábil restaurador de libros viejos y exdelincuente adicto a la morfina. Este construyó un laberinto donde guarda la historia no oficial de Costa Rica, dédalo que se llama, como la novela, el Laberinto del verdugo.
Sin embargo, donde mejor queda atrapada la temporalidad es en los libros que transitan desde distintas épocas y pasan de mano en mano. En el país, el Archivero no solo es el guardián de tesoros bibliográficos nacionales, desde joven asombró por su poder para la restauración de las joyas patrimoniales hasta el punto que “cualquiera sospechaba que el escribano o el gobernador de Cartago refrendaba los documentos el día anterior” (p. 235).

Pero el tiempo que se repasa en el Octaedro del Gran Archivero es sobre todo el de la criminalidad; los asesinatos de jóvenes en el presente se conectan con otros que se remontan a la primera mitad del siglo XX. Así, ante la inoperancia de la investigación policial, un periodista y el Archivero encuentran las claves que solucionan los crímenes en los viejos periódicos y archivos que resguarda aquel. El pasado no solo ofrece la información necesaria al presente sino que este repite los hechos sucedidos antes; de este modo, el mal resulta ser una presencia perenne, que cobija todas las épocas.
Fuente:
100 años de literatura costarricense tomo II
Páginas: 1000-1002.
Margarita Rojas. Flora Ovares.
Editorial Costa Rica - Editorial UCR. 2018.-

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