sábado, 6 de agosto de 2016

J. M. CABALLERO BONALD MANUAL DE INFRACTORES. (Diez poemas).


J. M. CABALLERO BONALD
MANUAL DE INFRACTORES.
Seix Barral, 2005/
2007 (2ª ed.)
 1
SUMMA VITAE
De todo lo que amé en días inconstantes
ya sólo van quedando
rastros,
marañas,
conjeturas,
pistas dudosas, vagas informaciones:
por ejemplo, la lluvia en la lucerna
de un cuarto triste de París,
la sombra rosa de los flamboyanes
engalanando a franjas la casa familiar de Camagüey,
aquellos taciturnos rastros de Babilonia
junto a los barrizales suntuosos del Eufrates,
un arcaico crepúsculo en las Islas Galápagos,
los prolijos fantasmas
de un memorable lupanar de Cádiz,
una mañana sin errores
ante la tumba de Ibn'Arabi en un suburbio de Damasco,
el cuerpo de Manuela tendido entre los juncos de Doñana,
aquel café de Bogotá
donde iba a menudo con amigos que han muerto,
la gimiente tirantez del velamen
en la bordada previa a aquel primer naufragio...
Cosas asi de simples y soberbias.
Pero de todo eso
¿qué me importa
evocar, preservar después de tan volubles
comparecencias del olvido?
Nada sino una sombra
cruzándose en la noche con mi sombra.

INTROSPECCIÓN
Una luz vespertina de prostíbulo,
de resto de alcohol, de inconsolable
cantina ferroviaria, irrumpe
y persevera en esos intramuros
fugaces de la desmemoria.
Se oye el paso decrépito del tiempo
entre las inconstantes dádivas
de la felicidad,
mientras fluyen
los cuerpos juveniles y el olvido
otra vez se delata y lame
con su liviana lengua
un penúltimo rastro de deseo.
Rostro ficticio de vacias
cuencas, madre
de los espejos, ¿en qué me he equivocado?
Emigra la verdad como las aves.

BLANCO
El color blanco ocupad cfñtrg
de la vida, refrenda
su vacío,
su plenitud,
participa de todo lo naciente,
de todo lo extinguióle,
de su certeza, de su negación.
Pauta consecutiva,
el blanco
concierne al aire libre, al vuelo
de las aves, al trazo inaugural
de la imaginación, al semen.
Es el preludio de lo incomenzado,
la cifra terminal de lo perpetuo.
Tiempo en blanco y aviso
del vacío:
mi palabra y mi alma.

LA CLAVE VENTUROSA DE LA VIDA
Recuerdo paso a paso aquel camino
de tierra oscurecida por la lluvia, con charcos
despiadados, alambradas hirsutas
en las lindes y unos chopos sin hojas
afligiendo al paisaje.
Un lugar anodino,
difuso, apenas predecible, y sin embargo
dotado de una nítida hermosura,
no por ningún expreso ornato natural
sino porque precisamente allí, hace ya tiempo,
percibí de improviso una presencia
parecida a la plenitud, ese raudo bosquejo
que irrumpe en la memoria y se incorpora
ya para siempre a los indubitables
rudimentos de la felicidad.
Sólo eso:
unos ojos pendientes de los míos,
y en ellos, descifrándose,
la clave venturosa de la vida.

ATAJO DEL TIEMPO
Sedienta luz calcárea
que repta entre Damasco y Namaniyya,
la miel solar vertiéndose
por las junturas del adobe
y el brusco ardor del aire
arrastrando rastrojos entre ruinas,
mientras llegas
no llegas
a un chamizo
de polvorientos anaqueles, restos
de guarnicionerías y divanes
de ajada piel de cabra, dulces
andrajos de un linaje de príncipes,
y oyes de pronto el torrencial acorde
del arameo, único aduar del mundo
(te dijeron)
donde gentes de venerables rostros
y túnicas hendidas como llagas
hablan aún la lengua que habló Cristo,
en tanto que la trama del aire predecía
ese atajo del tiempo en que se aloja
la palabra matriz de las palabras.

SOMBRAS LE AVISARON
Trémula sombra diurna, agreste
sombra servil saliendo
del fondo del desdén, entre tus piernas
procelosas, debajo
de los lívidos lienzos del otoño,
amparándose dentro de otra sombra.
Sombra que identifico con el tacto
como si fuera un ciego, sombra
que intento desplazar  
hacia las periferias del pasado
y vuelve
y vuelve
y vuelve
como la enfermedad que padecí
cuando era joven y aun se anuncia
con un sabor de sangre en la saliva.
Sombra que acosa al tiempo y lo trastorna:
equidistancia entre mañana y nunca.

cUIQUE SUUM
Yo, que sé lo que no sabe nadie,
ignoro en qué consiste
ese impío episodio de las hojas caducas
y los recuerdos devastados.
Yo, que dejé que me vencieran
con tal de no pecar de victorioso,
no sé dónde termina ese litigio
entre la historia y sus culpables.
¿Todo aquel que recuerda se equivoca?
¿Ignorantes y sabios permutan sus errores?
¿Sólo podrá alcanzar a conocerse
quien descrea de todas las verdades?

VENID A LA LUZ DEL ALBA
Esa luz en que anidan las alondras,
que irradia de la lluvia y del sudor
de los cuchillos, que incumbe
al alba y a sus macilentas
predicciones)
¿es la misma que ahora
arriba desde el mar, transita
entre los pájaros, profana
la intimidad de los cristales?
Sellan las sombras sus litigios
y todo ronda al en la mansedumbre.
¦Vida mía y mi descanso,
venid a la luz del alba.

MIRADA DEL VIDRIO
En el borroso alféizar persevera
la botella vacía.
Procede de la noche
y ausculta desde el vidrio
el paso de las horas, la lenta niebla rosa
cercando las retamas, la luz que ya despunta
por detrás de la cerca.
¿Hasta cuándo
duró la noche ayer, por qué
sitios anduve, a quién atañe
lesa botella impávida
que mira lo que yo, que está asomándose
al mismo mar que yo
y parece acusarme de haber capitulado?
Raudo se aferra el día al lívido
dintel de la ventana,
mientras dentro
propaga sus agravios
ese huraño testigo que culpa a la botella
de haber sobrevivido a su consumación.
Triste ornato carnal, tiempo de los venenos,
otra vez soy mi propio contendiente
y he leído todos los libros.

EFIGIE
Ella vendia frutos, abalorios,
flores de trapo en un bazar
de Esmirna, en el mercado de Sanlúcar,
en Basora, en Palermo, en Medellín.
Era la misma esclava manumisa,
eran los mismos desperdicios
amontonados en los intramuros
irreparables de la soledad.
La recuerdo entre brumas
suspensivas, rodeada de perros
y garrafas, un bulto aletargado
entre otros bultos igualmente inanes,
mientras caían como copos
las pedregosas horas del invierno.
Seguirá estando allí donde yo esté.

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