jueves, 28 de julio de 2016

Pirandello Luigi. Cuentos.


ELEMENTOS PARA UNA CARTOGRAFÍA DE CUENTOS PARA UN AÑO
Coordenadas biográficas
Luigi Pirandello nació en Sicilia, en la actual Agrigento, el 28 de junio de 1867. Como él mismo escribió: «Soy hijo del Caos; y no alegóricamente, sino de verdad, porque nací en un campo nuestro que se encuentra cerca de un intricado bosque denominado, en forma dialectal, Càvusu», que es «la corrupción dialectal del genuino y antiguo término griego Xaos». El paisaje y las tradiciones sicilianas, la pasión por los clásicos, los estudios en la Universidad de Bonn —donde se licenció en Filología Románica con una tesis sobre el dialecto de su tierra natal—, la experiencia en Roma como profesor en el Istituto Superiore di Magistero y la enfermedad psíquica de su esposa Antonietta confluyeron en la actividad del polifacético autor: poeta, ensayista, novelista, dramaturgo, director y crítico.
Luigi anidaba su destino ya en el apellido: Pirandello se compone, de hecho, por el sustantivo griego πυρ/pur, «fuego», y άγγελος/angelos, «mensajero», es decir: mensajero del fuego. Las obras pirandellianas abrasan las ilusorias certezas de lo que entendemos por mundo interior.
Para Pirandello la única y segura forma de expresión siempre fue la escritura: colaboraciones en revistas, poemas, relatos breves, novelas, ensayos y obras de teatro brotan de la mente y la fantasía del atormentado escritor. Con la puesta en escena de sus obras, Pirandello se consagra como un autor dramático de referencia para toda una época. Su fama supera los confines nacionales: los teatros parisinos, alemanes, ingleses y americanos acogen entusiasmados sus piezas. Sin pausa se dedica a la actividad literaria, a lo largo de su vida publica cinco recopilaciones de poemas, siete novelas, alrededor de doscientos cuarenta cuentos breves y más de cuarenta obras de teatro.
El amor por el teatro lo animó a fundar en 1925 la Compagnia del Teatro d’Arte di Roma, que dirigió hasta 1928, con energía y pasión, educando la vitalidad y la expresividad de los actores. Mientras en Italia se imponía el régimen fascista, Pirandello confirmó su adhesión al partido, que adquiría para él el sentido de una verificación trágica y final del fracaso del estado liberal. El 9 de noviembre de 1934 le comunicaron la concesión del Premio Nobel. Según relata Gaspare Giudice, primer biógrafo de Pirandello: «Los periodistas y los fotógrafos invaden el estudio del escritor» y «como los fotógrafos y los camarógrafos le piden que pose, Pirandello se sienta a su mesa y teclea en su máquina de escribir, repetidamente, en una hoja, la palabra “payasadas”».
Dos años después, en 1936, una pulmonía lo condujo a la muerte. Había dispuesto como última voluntad que su muerte pasara en silencio, que su cuerpo desnudo fuera incinerado y sus cenizas esparcidas «porque nada, ni siquiera cenizas, quisiera que quedara de mí». Porque ya lo había dado todo, con su arte, con su vida en el arte.

  Coordenadas histórico-culturales
El contexto histórico sitúa a Pirandello en un momento fundamental de transformaciones sociales y políticas, artísticas y literarias, ideológicas y estéticas. El desarrollo de la psicología y el psicoanálisis, la teoría de la relatividad, los totalitarismos o los avances científicos determinan la pérdida de seguridad y confianza en sí mismo por parte del ser humano. Asustado, el hombre descubre la falta de unidad en su persona. Desconocido para sí mismo, no consigue definirse. El clima general de dudas y vanas esperanzas influye claramente en la formación artística de Pirandello, quien orientaba sus lecturas mientras con su arte definía sus relaciones, de implicación y rechazo, con las propuestas europeas contemporáneas.
Pirandello, narrador, poeta, ensayista y dramaturgo, se fue dotando de un completo laboratorio que incluyó, naturalmente, lecturas de poetas italianos como Carducci y Leopardi, y también extranjeros como Heine. Más tarde leyó la literatura francesa, sobre todo Molière, Maupassant, Hugo, Huysmans, Courteline, Gide y Balzac, al lado de grandes maestros de otras tradiciones, como Gorki, Tolstói, Turgueniev o Faulkner. Cervantes y los clásicos ocuparon una posición privilegiada en la topografía de la biblioteca pirandelliana, junto a volúmenes de Alfred Binet y Gabriel Séailles. La mayoría de los textos extranjeros aparece en el idioma original, lo que explica la numerosa presencia de diccionarios en su estudio.
Constante y agudo es el interés por la filología y la patología, evidente en muchas escenas de su narrativa y de su dramaturgia. El pensamiento se desarrolla en la obra pirandelliana en sintonía con los tiempos de Lipps, Bergson, Nietzsche, Zola y Maupassant, herederos de Goethe o Schopenhauer, no necesariamente en armonía con la obra de ellos y a menudo en obvio desacuerdo. Entre las voces italianas que contribuyen a su formación crítica se encuentran Manzoni, Verga, Capuana o Marchesini. Controvertida es la definición de su relación con Freud y la teoría psicoanalítica, así como la correspondencia con otros temas, doctrinas y autores asociados o asociables a Pirandello, expresiones de los nuevos vientos que caracterizan la contemporaneidad.
La variedad de lecturas, intereses y propuestas conduce a la formulación de una estética fuertemente conectada con la experiencia humana, con la vida. Por un lado Pirandello asigna al arte la función de expresar una concepción propia y personalísima y, por el otro, de representar una realidad humana e histórica determinada.
El ambiente que forja la personalidad de Pirandello, como hombre y como artista, es un conjunto extremadamente rico de impulsos, experimentaciones y hallazgos. Las vanguardias históricas, con formas y recursos diversificados, ponen a prueba las herramientas de las artes, investigan las posibilidades de encontrar una respuesta a las preguntas sobre el mundo y la vida, buscando un lugar adecuado donde el hombre pueda hacerse y concebirse como individualidad, en una totalidad orgánica. Aunque históricamente sea posible encontrar paralelismos y convergencias con movimientos concretos, resulta interesante la propuesta del estudioso Wladimir Krysinski de considerar a Pirandello un vanguardista absoluto por la amplitud de la experimentación en su material narrativo y escénico, más allá del relativismo histórico o cultural.
No obstante, como afirma la estudiosa Graziella Corsinovi, su vínculo con el expresionismo es innegable: la persona se transforma en personaje. El rostro se altera, el gesto se exagera, mientras el aspecto general del hombre asume las características de una máscara. La fisonomía humana, deformada en los rasgos, expresa la tensión y la angustia frente a la pérdida de valor de las palabras, transformadas en grito lacerante o en risa amarga y dolida. Grito y risa, manifestaciones aparentemente opuestas, implican los mismos músculos faciales, sólo la boca asume una posición diferente: circular en el grito y horizontal en la risa. Ambas expresiones denuncian la carencia de valor del lenguaje verbal, de la palabra, sustituida con una gramática y una sintaxis del cuerpo.
El personaje se vuelve espejo de la crisis de identidad que experimenta el hombre de finales del siglo XIX y principios del XX: ya no «carácter» en su singularidad, sino «tipo» humano que intenta simbolizar una situación contradictoria y compartida. Lo grotesco, como categoría de la experiencia estética, permite identificar la contradicción entre lo trágico y lo cómico, contradicción que no impide que ambos puedan coexistir simultáneamente. Porque la vida es risa y llanto, el arte más sublime puede ser al mismo tiempo ridículo. El mensaje de las vanguardias es revolucionario en los contenidos, puesto que narra almas devastadas por el inconsciente y dibuja cuerpos lacerados, explotados, pero también en las formas. Siempre se trata de formas simbólicas, emblemas para condiciones particulares.
Por tanto, los posibles referentes de la concepción pirandelliana del personaje y de la narrativa confluyen y al mismo tiempo se mueven hacia dos direcciones: por un lado la reflexión filosófico-psicológica, y por el otro la experiencia artística y la propuesta estética contemporáneas. Todos esos estímulos penetran, en conexión profunda, en la personalidad de Pirandello y contribuyen sin duda a la determinación de la obra, no simplemente a nivel temático y semántico, sino también con respecto a los recursos formales y estéticos.

Fuente:
Título original: Novelle per un anno
Luigi Pirandello, 1922
Traducción: Marilena de Chiara
Introducción: Marilena de Chiara

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