martes, 5 de julio de 2016

LECTURAS. FRAGMENTOS. NOVELA: LA MONTAÑA MÁGICA. Páginas: 813,814,815.


LECTURAS. FRAGMENTOS. La Montaña Mágica. Thomas Mann.
 "No es posible explicar los tormentos que sufro, la sed y el deseo que siento de ella; desearía decir que eso será mi muerte, pero no se puede ni vivir ni morir con ello. Durante su ausencia me sentía mejor, la perdía poco a poco de vista. Pero desde que ha regresado y la tengo cada día ante mis ojos, me siento tan desesperado que me muerdo los brazos, gesticulo en el vacío y no sé que hacer. No debería existir semejante cosa, pero no me atrevo a desear que no exista. Cuando uno siente eso no puede desear que este sentimiento no exista, pues sería abolir la propia vida que está amalgamada con él; ¿de que serviría morir? Después sí, ¡con placer! ¡En sus brazos, con mucho gusto! Pero antes es estúpido, pues la vida es el deseo, es el deseo de vivir, que no puede volverse contra sí mismo, y de esta manera, ¡condenación!, nos hallamos continuamente cogidos. Y cuando digo «condenación» no es más que una manera de hablar, lo digo como si fuese otro, pues yo mismo no puedo pensar. Hay muchas torturas, y el que sufre una tortura quiere verse liberado, lo quiero a todo trance, a toda costa. Pero uno no puede verse liberado de la tortura del deseo carnal más que a condición de satisfacerlo, no hay otro medio, no hay otro camino. Cuando uno no experimenta esto, no puede comprenderlo, pero cuando lo experimenta se comprende a Cristo y las lágrimas fluyen a los ojos. ¡Dios del cielo! ¡Qué cosa más singular que nuestra carne desee de ese modo la carne, sencillamente porque no es nuestra carne y pertenece a otra alma! ¡Qué extraño y, mirando más de cerca, qué poca cosa! Se podría decir: si la carne no desea nada más que eso, ¡séale concedido en el nombre de Dios! ¿Es que quiero derramar su sangre? ¡No quiero más que acariciarla! Castorp, mi querido Castorp, perdóneme que gima de esta manera, pero ¿no podría entregárseme? Hay en esto algo muy elevado, no soy una bestia; a mi manera soy yo, a pesar de todo, un hombre. ¡El deseo de la carne va en todos los sentidos, no está atado, no está fijo, y por eso lo llamamos bestial! Pero cuando se ha fijado sobre una persona humana con un rostro, nuestros labios hablan de amor. No es únicamente su torso lo que yo deseo, o la muñeca de carne de su cuerpo, pues si su rostro fuese de una forma tan sólo un poco diferente cesaría tal vez de desearla toda entera, y se ve claramente que es su alma lo que yo amo con mi alma, ya que el amor hacia un rostro es el amor del alma...
—¿Que le pasa, Wehsal? ¡Se halla fuera de sí y habla en un tono extraño!
—Pero por otra parte, y aquí está precisamente la desgracia —continuó diciendo el pobre hombre— es precisamente que ella tenga su alma, que sea un ser humano provisto de cuerpo y alma, ya que su alma no quiere saber nada de la mía, y su cuerpo no quiere saber nada del mío. ¡Qué tristeza y qué miseria! ¡Por eso mi deseo está condenado a la vergüenza y mi cuerpo se retuerce eternamente! ¿Por qué no quiere saber nada de mí, ni por el cuerpo ni por el alma? ¿No soy, acaso, un hombre? Un hombre repugnante, ¿no es un hombre? Soy un hombre en la más alta expresión de la palabra, se lo juro. Soy capaz de realizar proezas sin precedentes si ella me abre el remo de las delicias de sus brazos, que son tan bellos porque forman parte del aspecto de su alma. Le daría todas las voluptuosidades del mundo, Castorp, si no se tratase más que de cuerpos y no de almas, si no hubiese su alma maldita que no quiere saber nada de mí, pero sin la cual yo no desearía tal vez todo su cuerpo. Ése es un infierno de todos los diablos y por eso me retuerzo eternamente...".

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