martes, 11 de agosto de 2020

MIGUEL DE UNAMUNO OBRAS COMPLETAS Tomo XV POESIA, III CANCIONERO







MIGUEL DE UNAMUNO
OBRAS
COMPLETAS
Tomo XV
POESIA, III
CANCIONERO

Diario poético
[1928-1936]
1 Para acomodar esta obra a las proporciones habituales de
los volúmenes de esta colección, tanto el prólogo del editor como
la bibliografía fueron anticipados en el tomo XIV, al que nos
permitimos remitir a los lectores. [M. G. BJ

PROLOGO DEL AUTOR 1

Estos versos, más o menos canciones, han sido mejor
que escritos cantados o canturreados con pluma
metálica —pluma de ala de acero— en una celda de
destierro ^-destierro, aesentierro— donde todas las
albas me remozaba el espíritu releyendo en el Nuevo
Testamento, cerca de la mar, que es el Testamento
Eterno. Cerca de la mar salada. "Lo mejor, el agua",
cantó Píndaro, y el Cristo : "buena la sal" (Marcos,
IX, 50). Y luego: "Si la sal se hace sosa ¿con qué
la prepararéis? Tened en vosotros mismos sal y paz
unos con otros". Y el apóstol Pablo: "Vuestra palabra
siempre en gracia y pertrechada con sal". (Colossenses,
IV, 6). Y así he adobado estas canciones
con la sal de la mar fronteriza, con la sal -milenaria
del golfo de mi Vizcaya, de mi Wasconia —Gascuña—,
con la sal de Dios, fronterizo también.
La lectura y lección del Nuevo Testamento me era
padre nuestro de cada día. Y oía yo, bibliófago, comedor
de libros, lo que el de la Revelación —ApoU
calipsis— nos dice; "Y la voz que oí del ciclo que
1 Las páginas que siguen, inéditas hasta ahora, proceden de
las cuartillas autógrafas que el autor redactó para ponerlas al
frente, sin duda, de los poemas compuestos hasta los primeros
dias de noviembre de 1928, unos cuatrocientos ochenta y tantos
del Cancionero. Aunque aquel propósito no llegó a realizarse, nos
ha parecido conveniente y necesario incluirlas aquí. (N. del E.)
8 PROLOGO
de nuevo hablaba conmigo diciéndome : "Ve, coje el
libro abierto en mano del mensajero qut está sobre la
mar y sobre la tierra" ; y fui al mensajero, diciéndole
que me diera el librillo y me dice-. "Coje y trágatelo,
y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce
y miel"; y cojí el librillo de manos del mensajero y
me lo tragué y era en mi boca como miel dulce y cuando
la comí me amargó el vientre" {Apocalipsis, X,
8-10). Y releyendo este apocalíptico mensaje comprendí
cómo mi bibliofagía es teofagía, y que al comerme
libros me como a Dios en ellos.
Las Buenas Nuevas, las Cartas y el Libro de lat
Revelación me enseñaban a soñar la vida —que es a
la ves pensarla, sentirla y vivirla— con metáforas,
parábolas y paradojas —o sea: traslados, soslayos y
desvíos— cultivando en mí al creyente descreído
—"Señor, ayuda a mi descreimiento !" (Marcos, IX,
24)—, al ciudadano proscrito y al poeta razonador.
Esos textos evangélicos, epistolares y apocalípticos
han sido entretejidos a tantos ensueños, a tantos dolores,
a tantos goces, a tantas esperanzas, a tantos
desengaños que habla ya en ellos un piélago de almas
de siglos y quieren decírnoslo todo y más. Los
textos que sólo nos dicen lo que su autor quiso o
creyó querer decir no nos dicen nada; son textos
muertos. Y muerto el autor mismo cuando los escribió,
pues "tienes nombre de que estás vivo y estás
muerto; despierta!" (Apocalipsis, III, 1-2). Muerto
de una vez y muriendo cada día. como el Apóstol (/!
Corintios, XV, 31) que es vivir; muerto de una vez
como uno de los que buscan la¡ muerte sin encontrarla
(Apocalipsis, IX, 6) porque ya la llevan dentro. Su
alma es un dogma, un decreto, una tabla de la ley,
un pedrisco. Pero yo quiero que en mí hablen las
hablas de los que me hicieron; las almas de nuestros
padres que caminaron bajo la niebla (I Corintios, X),
PROLOGO 9
que es la nube luminosa que nos deja en sombra:
{Mateo, XVII, 5-14).
Las más de estas canciones lian sido escritas tendido
yo en la cama, antes de levantarme a lavarme y
aviarme, después de liaber leído la Buena Nueva del
día, cuando me entraba la luz del sol mañanero que
iba a salir sobre los montes de Irún —la ventana de
mi cuarto daba al sureste—, a esa hora del alba indecisa
en que los ensueños emprenden su vuelo dejando
en los surcos del alma su simiente. Algunas lo han
sido estando yo recostado sobre la arena de la playa
de Ondarraitz y recordando aquella arena —más bien
polvo— sobre que escribió Jestís con el dedo desnudo
y sin tinta al perdonar a la mujer adúltera (Juan,
VIII, 6) como en la arena de esta playa que es el
mundo en que pasamos, escribe con sus dedos desnudos
—aunque a las veces con sangre— desde el cielo
el Señar. En la arena formada de polvo de concluís
que albergaron criaturitas de Dios, que fueron sus
casas, sus moradas vivideras. Otras las compuse sentado
sobre la yerba verde, como aquella en que Jesús
mandó sentarse a la turba para que le oyese : "Haced
que se sienten los hombres, pues había mucha yerba
en el lugar" (Juan, VI, 10). Yerba para descansar
sobre ella soñando la vida; debajo de ella durmiéndola.
Aquella celda de un mediano albergue de Hcndaya,
hogar de paso y de alquiler, lia sido mi concha de caracol,
mi casa de [varios] (1) años. Como aquella casa
de que el apóstol Pablo nos habla (II, Corintios, V)
de que hemos de salir para retomar al Señor. Y estas
canciones, ahora muertas y vacías, más tarde
polvo, fueron también casas de almas huideras que me
visitaban. Dicen que arrimando el oído a la casa vacía
del caracol marino se oye la voz del océano y los
sabios lo corrigen enseñando que es la de la circula-
En blanco en el original. (N. del E.).
10 PROLOGO
ción de la sangre por el propio pabellón de la oreja
del que la oye. Es la sangre de nuestros padres y de
sus padres, otro océano, que nos canta en el caracol.
Y quiera Dios que al arrimar a tu oído, lector, estos
mis caracoles muertos oigas la vos de tus padres y de
los que fueron padres de ellos.
La celda de mi albergue de Hendaya me sirvió de
casa, santificada alguna vez por la presencia de mi
mujer. Una casa! Una casa se edifica, pero no se
construye. El auto es una máquina para caminar; la
casa, una máquina para habitar, enseña Le Corbusier.
¿Máquinas? Las aborrezco. Huyo de los autos y de
su vocinglería petrolera, y por eso en París me refugiaba
en la Isla de San Luis, en la Plaza de los
Vosgos, para abuelos y nietos, en el Palais Royal,
gran caracol de piedra resonante de ecos de la Gran
Revolución. Y aquí, en Hendaya, me voy a Biriatu,
siguiendo la ribera del Bidasoa, bordeada por la flor
de oro de la argoma que dura casi todo el año, que
no se pliega a engalanar ojales de solapas de chaquetas
de señoritos, que, austera y virginal, se guarda'
para sí su perfume y se cierra a mariposas celestinas
y a abejas machorras.
Me hallo en el destierro, fuera aunque a la vista
de mi España, de esa España a la que anunció que iba
a ir el Apóstol (Romanos, XV, 28), Pablo, ¡claro!,
que Santiago no, y menos a matar moros. Y San Pablo
ha venido a mi España, o lo que val-e igual, lia,
venido a mí. Y me ha dicho que por la gracia de Dios,
como él, soy lo que soy (I Corintios, XV, 9) y me exhorta,
con su ejemplo, a evangelizar, diciéndome :
aAy
de mí si no evangelizo !" (I, Corintios, IX, 17) y a
enloquecer en Dios (II, Corintios, V, 13), él, que según
confesión propia (I, Timoteo, I, 13) era de suyo
maldiciente, perseguidor e insolente, que había perseguido
a sus hermanos por demasiado celo de las tradiciones
patrias (Gálatas, I, 14); él, el hereje que no
PROLOGO 11
fué más que un hombre (Hechos, X, 27), él me enseña
lo que es la terrible guerra civil en el tablado de
la propia conciencia personal convertida en campo de
batalla (II, Corintios, XL, 1-6). Tremenda guerra
más que civil, que habría dicho Lucano, el español,
guerra más que hermanal, mellizal. "Miserable de mí,
quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Romanos
VII 24). Es la guerra entre Caín y Abel, entre
Esaú y Jacob, entre Rómulo y Remo. Es la guerra
que ha hecho los rebeldes desde el amanecer de la
historia.
Esta amorosa rebeldía, este amor rebelde, me viene
de los días de mi apretada y henchida niñez cuando
fui inocente testigo de la guerra civil que ensañaba
entre sí a nuestros padres y abuelos arrastrándolos a
todos los desmanes y demasías. Y me acuerdo que durante
el asedio y bombardeo de mi Bilbao nos hacían
cantar una canción en la que se les llamaba a los carlistas
caribes y fariseos. Fariseos! Para mí entonces
eran los que velaban el cadáver de Nuestro Señor Jesucristo
en el monumento de jueves y viernes santos
y que salían en las procesiones, tomando por tales a
los que hacían de legionarios romanos. Después he/
sabido que el apóstol Pablo fué fariseo (Filipenses,
III, 5) criado a los pies de Gamaliel. Y ¿porqué el
Cristo persiguió con tanta saña y como a hipócritas,
junto con los escribas o letrados, a los que creían en
la resurrección de la carne? Acaso porque sólo' en
la carne creían.
Aquella guerra más que civil, hermanal, -y hasta
melhzal, en que me crié y crié mi espíritu, fué hija
de la envidia cainita, inquisitorial.
* * *
"Quien no está conmigo contra mí está" (Mateo,
XIII, 30), repiten, mas ¿porqué se callan lo que el
12 PROLOGO
mismo Jesús dijo de-. "Quien no está contra vosotras
por vosotros está"? (Lucas, IX, 50). Porque Él es
uno y los que le siguen son otros. Aunque esto de tapar
a un Evangelio con otiJo no es raro. Así se nos
enseña lo de según San Mateo (V, 4) de: "Bienaventurados
los que sufren porque ellos serán consolados",
pero tapando lo de según Lucas (VI, 21) de : "Bienaventurados
los que lloran porque ellos se reirán", o
se hace un pisto de los dos, pero callando la risa.
¡Qué jesuítico horror a la risa! ¡Hasta han hecho la
leyenda de que el Cristo, que tanto se reía jugando con
los niños y les hacía reír, no se rió nunca! Y hasta
bailó cuando tocaban la flauta, no debemos dudarlo.
"Os tocamos la flauta y no bailasteis" (Mateo, XI,
17). ¡Y él, que comía- y bebía!
Mi abuela materna —que era a la ves tía paterna
mía—, "quien siembra risas recoje lloros!", nos
solía decir a sus nietos y sobrinos. ¿Por qué no la inversa?
Los más de los cristianos, la casi totalidad de
ellos, no han comprendido y, por lo tanto, no han
sentido a Cristo Niño; al Niño Jesús, sí, pero este
es otra cosa, liedle en su relación a su madre; nunca
la mamá, siempre la señora madre. Diñase que Jesús
le hablaba de usted. Recuérdese el "¿qué a mi y a ti,
mujer?" (Juan, II, 4) y el : "¡mujer, he ahí a tu
hijo!" (Juan, XIX, 26) y el: "¿quién es mi madre?"
(Mateo, XII, 48). Pero el arte llamado cristiano jamás
ha representado, que yo sepa, a María yéndose,
con ios brazos remangados de estar cocinando y riéndose,
a abrasar y dar un beso a Jesús adulto que salía
a predicar y a jugar con los niños.
Aquella guerra civil, con la que yo y en la que yo
de niño me reía, ¿fué para imponer lo de Hernando
de Acuña, el poeta de Carlos Quinto, una ley, um(
monarca y una, espada —Dios, Patria y Rey— o un
señor, una fe y un bautismo que dijo San Pablo (EfePROLOGO
13
sios, V, 5)f No, no fué para eso. Fué una guerra
inquisitorial : fueron los hijos de Caín acaudillando a
los de Abel y todos ellos mezclados en sucia mescolanza.
Eran los que se llamaban a sí mismos tradicionalistais,
que dejando los mandamientos de Dios
toman la tradición de los hombres (Marcos, VII, 8)
y los que se llamaban y llaman liberales y progresistas.
De aquella mi niñez que en el destierro, desenterrado
de ella, otra vez en mi nativa tierral vasca, me
ha venido a flor de conciencia, procede la inspiración
de muchas de estas lijeras canciones. Así h¿ recordado
aquel Pimpinito, pimpinito que cantábamos, lo
cantaban sobre todo las niñas, después nuestras compañeras
de vida y de convivencia, con un aire y un
tonillo melancólicamente monótonos, o aquello otro
que a coro entonábamos en el colegio : "Aplaca, Señor,
tu ira, tu justicia y tu rigor, misericordia, Señor"
[Canción 69]. De aquella mi niñez me viene el
mariquita y el ciervo volante [Canción 203] y sobre
todo el cochorro [Canción 221], fuente de deliciosas
incongruencias infantiles. Por cierto que aquí, en
Francia, he aprendido otra cancioncilla infantil francesa,
del hanneton, nuestro cochorro, el melolontha
aristofanesco, que dice
;
Hanneton, volé, vote, volé,
Hanneton, volé volé done
si tu ne veux pas voler
je le dirai au curé,
le curé a sa servante
qui te coupera le ventre
avec un grand couteau d'or et d'argent;
vive la menniére et le moulin a vent.
Y este hanneton que parece querer decir "gallito" —en alemán gallo es hahn— es nuestro cochorro o
cochinillo, en gallego vaca loura, vaca rubia.
14 F R O L O G O
¡Aqucüa mi niñez! ¡Cuando jugábamos a la guerra
cu medio de la guerra de nuestros padres, de Caín
y Abel, de Esaú y Jacob, del campo y de la ciudad!
¡La eterna tragedia de la historia! Caín, el labrador,
el que mató por envidia a su hermano Abel, el pastor,
fué quien levantó la primera ciudad, la de Ur, cociendo
tierra, dice la leyenda, y con la ciudad las mazorcas
de casa, luego las casas de vecindad, las torres
de pisos y de ladrillo, los rascacielos, y de ello' nació
la civilización, cierto, pero también el patriotismo nacionalista
y con él la envidia, su hija primogénita.
Por envidia —phthonos, ¡qué terrible palabra helénica,
herodotiana, trágica, evangélica
!
— entregaron a
Jesús al prctonano Pilotos los sacerdotes judíos {Marcos,
XV, 10) y Judas, el segundo Caín, el gran avaro,
fué un envidioso suicida. Por envidia querían haber
matado a Lázaro el resucitado, el desenterrado (Juan,
XII, 10). Por envidia, sí, por envidia, crucificaron
al Cristo, pero acusándole antes de antipatriota, pues
"Qué haremos?, porque este hombre hace muchas señales;
si le dejamos, todos creerán en El y vendrán
los romanos y nos suprimirán y al lugar y a la na*-
ción... conviene, pues, que un hombre muera por todo
el pueblo y no que perezca toda la nación" (Juan, XI,
47-50). El Cristo era el rebelde, el individualista, el
pesimista, el enredador que diría cualquier grotesco
tiranuelo. Había que liábale aplicado la disciplina.
Y disciplina quiere decir látigo y hasta cruz. Y le
crucificaron, a azuzamiento de los sacerdotes, los soldadotes,
los de Pilotos, los mercenarios del honor pretoria/
no y cesariano, los de la casta de Longinos, el
lancero ciego que abrió la puerta sangrienta en el costado
del que había dicho: "Yo soy la puerta (Juan,
X, 9) y el camino" (XIV, 6). Y menos mal que entonces
alcanzó Longinos a ver con "los ojos del corazón"
(Efesios, I, 18).
¡Terrible esta casta profesional de Pilatos y de
PROLOGO 15
Longinos! Recordando que el Cristo, el Ungido, entró
en Jerusalén en triunfo el día de Pascua de Ramos,
montado en una bonica (Mateo, XXI) —no
era caballero, y ¡cómo recuerdo la procesión del borriquito
en Al'bia de la Bilbao de mi niñez!—, se les
ocurre algo así como sacar el Sacramento a cuestas,
pero para obligar a los pobres paisanos a que se arrodillen.
* * *
Pero yo no doblo la rodilla sino ante el Padre
de quien se llama toda patria (Efesios, 14-15) y
me rebelo contra toda esa "abominación de desolación".
También en mi niñez y en mi Bilbao nativa, villa —no ciudad— mercantil, cuya ría se abre, por el
Abra, a la mar que baña las costas de todos los pueblos
de la tierra adiviné la universalidad del hombre,
su humanidad por encima de las patrias todas. Subiendo
unas calzadas, unas largas escaleras de piedra —por donde antaño la calzada de Begoña— estaba el
cementerio de Maltona, donde descansaba el resto mortal
de mi padre y donde una matrona monumental y
marmórea coronaba a los mártires de la guerra civil,
pero a orillas del Nervión, el río que se abre a todos
los pueblos, el que ha hecho la riqueza material y la
espiritual de mi Bilbao, se tendía sosegado y apaciblemente
risueño —jardín cerrado— el camposanto de
los ingleses. ¡El Camposanto de los Ingleses! Lo que
nos decía aquel rinconcito ribereño de tierra vasca —entonces no era bilbaína, sino de la República de
Abando— donde se enterraba juntos a católicos y
a protestantes. Era una lección. Allende nuestras luchas
civiles, políticas y eclesiásticas —no religiosas—
16 PROLOGO
había otro mundo... de las mismas Juchas también.
Lo supe luego.
Y aquí, en esta frontera, he vuelto a aprender la
lección de la tolerancia y del odio a la cruzada. Aquí
he visitado el puente de Arnegui, entre San Juan de
Pie de Puerto y Volcarlos, por donde volvió, dice la
leyenda, de su cruzada Carlomagno, derrotado, al pasar,
por los vascos, mis mayores, a los ecos de lai
trompa de Roldan; y siglos más tarde, en mi niñea,
volvió por él a salir de España el pretendiente a su
corona, don Carlos de Borbón y de Este, el Ca-rlos VII
de los carlistas, diciendo: u
¡ volveré /". Dos cruzados,
que habían entrado los dos por tierras de Francia
en España. Como de Francia, la tierra de Godofredo
de Bullón, de Pedro el Ermitaño y de las Cruzadas,
entró en España aquel coronado obispo don
Jerónimo, de quien se nos canta en el viejo Cantar
de mió Cid, la canción de gesta de que luego salieron
los romances y luego el retraducido Cid de CorneiRe.
¿Y no fué en Francia donde Domingo de Guzmán, el
de Caleruega del Duero, predicó la cruzada contra
los albigenses? ¿Y no fué en Francia, en Montmartre
de París, donde fundó su Compañía aquel Iñigo
de Loyola que se invalidó para la otra guerra en Pamplona,
peleando contra los franceses y aprendiendo de
ellos el arte de pelear? Sí, de Francia nos fué a España
la cruzada, como de ella nos fué el ultramontanismo
y el absolutismo, que no son españoles. Pero
esta frontera en que recapacito esto no es española ni
francesa: es vasca.
Contra toda esa abominación de desolación, pues,
me he rebelado con rebeldía de cristiano español, de
religioso patriota; me rebelé contra la censura y me
puse a proclamar la verdad oportuna inoportunamente,
como el Apóstol (II, Timoteo, IV, 2). Y por ello
se me desterró y al desterrárseme se me desenterró. Y
PROLOGO 17
aquí, en el destierro y desentierro, se me ha enardecido
la lucha, pero con ella- la niñez y a golpes ha empezado
mi corazón a destilar la dulzura de sus días
infantiles y se me ha vuelto niño el espíritu. "Si
no os volvéis como niños no entraréis en el reino de
los cielos" (Mateo, XVIII, 3). Y digo, siguiendo al
Apóstol: Papá, el padre (Romanos, VIII, 15) porque
Abba es Papá. Y con la niñez se me ha reencendido
la pasión. Que de apasionado me tildó el tiranuelo
¡gracias a Dios! "Conozco tus obras, que ni eres
{río ni caliente; ojalá fueses frío o caliente, y porque
así eres tibio y ni caliente ni frío, te he de vomitar
de mi boca''' (Apocalipsis, III, 15-16). Otros y
otras veces me lian tildado como de loco diciendome
lo que Festo al Apóstol: "Desvarías, Pablo, las muchas
letras te han vuelto loco'' (Hechos, XXVI, 24),
pero yo sé bien que al Cristo le tomaron por loco los
suyos, su familia misma —la mía no a mí—, su madre
y sus hermanos (Marcos, III, 20-25); y sé lo que
es la locura de la cruz y la rebeldía cristiana. Y es
que he puesto calor de hogar en la cosa pública
—res publica— que me es cosa privada. De las
ofensas a mi patria hago cuestión personal, no de
las ofensas a mí, que son cuestión individual.
Rebeldía, sí! Bien se que la guerra, la que lleva
dentro de mí, me ha hecho pecar al maldecir de los
jefes que el pueblo se ha dado o soporta (Hechos,
XXIII, 5), que el apóstol Pedro nos enseña a sometemos
por el Señor a toda institución humana, o rey,
o superior, o jefe (I, Pedro, 13-14), que Pablo lo
apoya diciendo que no hay autoridad —exousia— sino
de Dios, y que las que hay, por Dios están ordenadas
(Romanos, XIII, 1; Tito, III, 1), pero dejando lo
que va de autoridad —o licencia— a poder, tampoco
debo olvidar que hay que obedecer antes a Dios que a
los hombres (Hechos, V, 29) y que hay desobedien18
PROLOGO
cias santas. Ni olvido que al Bautista se le degolló
por haber reprendido al rey Herodes (Marcos, VI,
18-30), pero su cabeza degollada sigue reprendiendo
desde el plato.
Sé que les he injuriado e insultado y que hasta he
esgrimido contra ellos —¡contra quiénes sino ha de
ser!— el arma prohibida, aquella de que dijo el Cristo
que quien llamase tonto — yiopá — a su hermano
será reo de la pena del juego (Mateo, V, 22) —espero
que del fuego purificador—, pero ¡cuántas veces
no se nos habla en el Evangelio de la tontería o
necedad de los enemigos del Señor! "Se llenaron de
tontería!" (Lucas, VI, 11). ¿Y cómo podría yo soportar
que inundasen de tontería, como la han inundado,
a mi España, que la anegaron de sus necedades?
Y en cuanto a desobediencia no me atengo a sus tres
terribles grados según los estableció Iñigo de Loyola,
el soldado hecho fraile, sino a aquello otro de mi
tierra —y la suya— de "se obedece, pero no se cumple",
y disciplina, que viene de discípulo y éste de
discere, aprender, supone maestría, de maestro que
enseña, y ¿dónde está la maestría de esos supuestos
"administradores de los secretos de Dios?" (Corintios,
IV, 1).
No puedo menos que hacer lo que hago y en ello
me estoy y me arrellano. Y aquí mantengo mi rebeldía
esperando a que Dios quiera que los españoles
queramos rescatarnos de la tiranía. Aquí espero a
que las murallas de Jericó se derrumben a fuerza de
nuestra fe (Hebreos, XI, 30), sepultando a los sacerdotes
que no tienen más rey que el César (Juan, XIX,
15) y que temen a la luz, que es Dios (Epístola, I,
Juan I, 5), que es amor (Epístola I, Juan, IV, 16),
siendo Amor la Luz. Y la Justicia, que espero, la
libertad de la verdad, el advenimiento del reino de
Dios que está dentro de nosotros (Lucas, XVII, 21).
PROLOGO 19
Y en tanto, soporto la persecución de que se me
hace blanco, y me digo : "Bienaventurados los perseguidos
a causa de la justicia porque de ellos es el
reino de los cielos" (Mateo, V, 10). Repiten que soy
un desterrado voluntario, lo que en el sentido en que
lo dicen no es verdad y procuran obligarme a volver
a entrar en la prisión que es hoy España, por aquello
de la parábola de "obligarle a entrar" (Lucas,
XIV, 23), que tantos crímenes ha hecho cometer.
Mas huí de ella desnudo (Marcos, XIV, 52) y poco
más que desnudo sigo aquí. Y hecho teatro de mi
mismo (I, Corintios, IV, 9), tratando de descubrirme
a mí mismo, de conocerme y más bien de conocer
al Señor para ser por Él conocido. Que si el oráculo
de Dclfos, y luego con él Sócrates y sus discípulos
lo repitieron, decía: "¡conócete a ti mismo!", las
Escrituras ( ) (1), y lo repite la Epístola
a los Hebreos; "¡Conoce al Señor!", es decir, ámale,
pues no se puede sino amar a aquel a quien de
veras se conoce. Y así se es conocido por Él, se vive
en su memoria siempre presente, eterna, pues quien
amia a Dios es conocido por Él (I, Corintios, VIII, 3),
es hombre de Dios (II, Timoteo, III, 17), es teodidacto
(Tito, III, 11).
Y aquí vivo ganándome como puedo mi vida para
ser lo menos gravoso a los míos, pues sé lo de que el
que no quiera trabajar que no coma (II Tesalonicenses,
VI, 10); pero sin dejarme rendir porque traten,
sino de cortarme los viveros, de perjudicarme en mis
ganancias. Y no vivo de mi predicación patriótica,
sino como Pablo que vivía de su trabajo (II Tcsalonicenses,
III, 8), que era el de hacer tiendas, y yo de
hacer otras tiendas en que puedan almas abrigarse.
Artesano de armar tiendas Pablo, y Cristo, su Cristo,
1 En blanco en el original. (N. del E.)
20 PROLOGO
tecton (Marcos, VI, 3) armador de casas rústicas, que
no carpintero. Y mi principal trabajo el de hacer lenguaje
—y lenguaje es pensamiento— español, que es
hacer tienda de espíritu de pueblo permanente.
Algunos de mis sedicentes mejores amigos, "¡lástima
de hombre, con lo que pudo haber sido y haber
hecho!", y le llaman a este mi destierro- desentierro
un suicidio político, y me hacen recordar lo de aquellos
judíos que creyeron que Jesús se iba a suicidar
cuando les dijo : "Donde yo v'oy, vosotros no podéis
ir" (Juan, VIII, 21). ¿Qué, es que habiéndome
quedado allí, enterrado habría yo llegado a cosa así
como dictador? El Cristo, cuando las turbas quisieron
nombrarle rey por haberles dado de comer, huyó
al monte (Juan, VI, 15) rechazando el tentador (Mateo,
IV, 8-10), y otros, otras veces, me llaman pesimista
_ "Hay que aislar a los pesimistas" , que dijo el
rey don Alfonso XIII, teniéndome, sin duda, a mí en
mientes. Mas ya yo no sé, ni ellos tampoco, lo que
con esa tan asendereada y manida palabreja —pesimismo—
quieren decir.
Y estando aquí, en el destierro-desentierro, me he
vuelto a mirar una voz que me llamaba (Apocalipsis,
I, 11) y vi que de mi niñez rediviva se alzaba
un arcángel, mi patrono Miguel —que declarado quiere
decir en hebreo: "¿Quién como Dios?"— de quien
nos cuenta en su Epístola el Apóstol Judas (versículo
9) cuando disputó con el Fiscal —que no otra cosa
quiere decir la voz diábolos, el diablo, el acusador—
por el cuerpo de Moisés y de quien en el Libro de la
Revelación (Apocalipsis, XII, 7) se nos dice cómo
peleó con sus ángeles en el cielo contra el Dragón,
la Serpiente Antigua, la que tentó a nuestros primeros
padres en el Paraíso y que no es otro que la
Esfinge misma, llamada Diablo: Acusador o Satanás:
Tentador. Que quien acusa, tienta. Pues ¿quién
PROLOGO 21
tienta a caer sino el que trama la enquisa, el enquisidor
o Inquisidor? ¿Dónde estaba la injuria, en la
boca de Pablo o en el oído del Sumo Sacerdote Ananías,
que mandó que le pegasen en aquélla? {Hechos,
XXIII). "Peo ¿es que tú no eres a tu ves un acusador,
un diablo —se me dirá— que te has erigido
a nombre del pueblo en censor de los que le mandan?"
Cierto; mas también sobre el cuerpo de
Moisés acusaba Miguel al defenderlo. Y dialogaba
— SisXr/exo — en dialéctica de fuego, como después
Pablo. La espada de fuego que puso Dios en manos
del ángel que guardaba el Paraíso, desterrados de
él Adán y Eva, ¿no sería una espada de dialéctica
arcangélica y el arcángel Miguel mismo?
Bajo su advocación me pusieron porque nací en
el día de su fiesta, un 29 de setiembre, por misteriosa
providencia, y siempre recuerdo a cuatro Migueles
de nuestra España ; a Miguel de Cervantes Saavcdra,
soldado que habiéndose quedado manco en Lcpanto
de su manquera sacó el Quijote, como Iñigo de
Loyola, otro soldado, por haberse quedado dojo en
Pampiona, de su cojera sacó la Compañía llamada
de Jesús; a Miguel Lopes de Lcgazpi, vasco como
Iñigo y como yo, que sin esgrimir espada —no era
soldado— con la pluma sólo —era escribano— ganó
para los Austrias de España, sin derramar una sola
gota de sangre y pocas de tinta, las Islas Filipinas;
a Miguel Servct, guerrero del pensamiento, a quien
al quemarle Calvino en Ginebra nos ahorró el que le
hubiesen quemado, si le agarran, sus hermanos los
españoles en España; y a Miguel de Molinos, el
aragonés, que en la quietud de nosotros mismos nos
enseñó a retemplar y como divinizar nuestras ganas
y que queriendo lo que ha de hacernos Dios consigamos
que Dios nos haga lo que queremos. Después
nuestro glorioso nombre, de Cervantes, de Le~
22 PROLOGO
gazpi, de Servet, de Molinos y mío, se ha degradado
en nuestra- España, pero yo —gracias a Dios—
lo cnarbolo muy en alto y muy en claro.
A todo lo cual me hablan de no sé consabe qué
peligro del caos. ¡Caos! Mi oficio me ha enseñado
a mirar y ver en el secreto histórico de las palabras
y sé que la voz griega chaos, como la latina hiatus,
significa abertura de boca, bostezo. Y, en efecto, el
peligro grande de nuestra España, y de Europa, es
que se muera, de un bostezo. Pero... ¿otro? Tiemblan
de los dolores del parto; no saben que esos terremotos
y esas hambres son "principios de dolores
de parto" (Mateo, XIII, 8). ¡La puesta del Occidente!
Pero el Occidente es el ocaso; es la puesta
constante que vive poniéndose, como la vida del cristianismo
que —lo he mostrado en otro libro— es una
agonía inacabable.
Esta mañana —la de hoy 23 de marzo de 1928 en
que esto escribo— he estado leyendo el capítulo XII
de la Segunda Epístola del apóstol Pablo a los Corintios,
y al encontrarme ahí He encontrado toda mi
vida del momento que pasa y queda. En ese pasaje
nos cuenta el Apóstol cómo fué arrebatado al tercer
cielo, no sabía bien si en cuerpo o fuera de él, al Paraíso,
y oyó "dichos no decideros" — apprjta ¿rjjiatcí —
que no es posible al hombre decirlos. ¿Y qué otra cosa
son los dichos que hay que decir en poesía ? ¿Qué son
sino diclios indecibles los que hay que verter en versos?
Y de ello se jacta el Apóstol; como yo; del exceso
de las revelaciones. Y para que no se ensoberbeciera
con ello se le dió aire, axoXocp en la carne; Si os
hablara yo de mi axoXo
Apóstol pedía a su Señor que se la quitara de encima,
pero le respondió: "Te basta mi gracia, pues la fuerza
se cumple en debilidad!" Hay que haber vivido
desterrado, desenterrado, para comprenderlo y cansenPROLOGO
23
tirto. Y sigile el Apóstol y dice a los Corintios: "Me
he hecho insensato; vosotros me obligasteis". Es lo
que les digo a mis amigos de España. Y luego añade
que quiere ir a ellos, "pues no busco lo vuestro, si no
a vosotros". ¡No busco lo vuestro, si no a vosotros!
Tampoco yo cuando me presenté a los mocitos del
Ateneo de Madrid a explicarles mi visita al Rey, buscaba
lo de ellos, su colocación —como cuadrilleros de
la Santa Hermandad— si no a ellos, y porque les
buscaba a ellos y no lo suyo, me denostaron. Y luego
agrega Pablo estas palabras que me están retintineando
dentro desde que se me abrió este día: "Temo
pues no sea que yendo os encuentre no cuales os quiero
y sea yo encontrado por vosotros cual no me queréis?"
Este es mi temor de volver ahora a España, el
de encontrar allí a mis amigos no cuales los quiero
y de que ellos me encuentren no cual me quieren.
Y ahora a cosas de forma, que lo son también de
fondo.
Las canciones van publicadas —excepto la primera—
por el orden temporal de su nacimiento (1), que
es el orden más vivo, pues han nacido unas de otras.
El desorden, el caos o bostezo, sería enfilarlas por
géneros, por temas, por metros o por tonillos. El
orden más práctico suele ser el más artificioso : el
alfabético. Entre todas ellas forman, creo, un poema
de gran unidad, de la estrecha e íntima unidad que
da la vida. Y son, me atrevo a afirmarlo, poesía y filosofía,
si es que éstas se diferencian entre sí.
Primero, si esto es o no poesía. Bah, conversación
!
¿El decir de algo que es o no es poesía es juicio clasi-
1 Ordenadas hoy rigurosamente por fechas, esa canción
aludida es la núra. 7, que lleva la de 1-III-28. (N. del E.)
24 PROLOGO
ficativo o valorativof "No es más que un poeta!" o
es "nada menos que todo un poeta", poco dicen. Es
como si se dijese de una abeja que no es más que un
insecto porque sólo tiene seis patas mientras que la
araña tiene ocho. ¿Es por ello la telaraña superior a
la celdilla del panal? El naturalista comprende un árbol,
el filósofo lo piensa, el poeta lo sueña —el poeta
filosófico y el filósofo poético, lo piensan soñándolo o
lo sueñan pensándolo que es igual— y el leñador ni
lo comprende, ni lo piensa, ni lo sueña, sino que lo
corta y lo utiliza.
Y filosofía. Este cuerpo de canciones ofrece una
filosofía aunque no un sistema filosófico. "La poesía,
digo yo, seguro de la cosa —dice Holdcrlin
en su Hyperion— es el principio y el fin de esta ciencia",
y se refiere a la filosofía. Que no se encierra,
es claro, en la sucesión de los sistemas filosóficos ni
cabe en ellos. Hace poco leí una historia, en alemán,
del pensamiento filosófico donde no figuraban muchos
constructores de sistemas, y por primera vez hacía en
ella un buen papel España, representada sobre todo
por Loyola, Cervantes y Calderón de la Barca. Porque
no, la filosofía no es sistema. En la pregunta esfíngica;
"Crees en Dios?" el problema no es tanto lo
que Dios sea cuanto lo que sea creer. ¿Qué es creer?
¿qué es ver? ¿qué es soñar? La inteligencia apetece
conocimiento • la fuerza, trabajo; la fe, creencia. Y el
hambre come, la sed bebe, el amor ama; los tres para
morirse.
Y ahora a cosas de más forma aún, de la formalidad
de la forma.
He procurado decir del modo más llano y corriente
lo que todos sienten sin acertar a decirlo y al menos,
si no todos, ¡a mayoría selecta, esto es: el pueblo. Y
para ello convertir paradojas en lugares comunes, que
equivale a convertir lugares comunes en paradojas.
PROLOGO 25
Más de una canción me brotó de una frase flotante
que cojí al vuelo con el oído.
Creo tener que decir que el lenguaje mismo, el lenguaje
popular, ha sido mi inspirador capital. Las palabras
mismas suscitan ideas. El que cría palabras o
asiste con amor a su crianza, las ahija, las hace hijas
suyas. La etimología amorosa es una fuente de poesía,
de re-creación más bien, de anapoesía, de palimpoesía.
Los llamados aciertos poéticos suelen ser aciertos
verbales. Hay tal juego de palabras que es juego
de conceptos, conceptismo y juego de pasión. Porque
las palabras levantan pasiones y emociones; y acciones.
Los conceptistas han solido ser grandes apasionados
y grandes poetas: así San Pablo y San Agustín,
y Pascal y Spinoza y Quevcdo. ¿Quién más conceptista
que San Pablo? Aunque se quiera oponer el
paulinismo al juanismo, el fariseo de Tarso y del camino
de Damasco, el dialéctico polémico sentía mejor
que San Juan lo de que en el prinicipio fué la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios y Dios era la
Palabra y todo se hizo por Ella, y sin Ella no se hizo
ni una sola cosa de lo hecho (Juan, I, 1-3). Y hasta
por ella se hizo Dios dios. San Pablo vuela, en sus
más altos vuelos dialécticos y metafóricos —diálogo
es metáfora— en alas de las palabras. A las veces le
guía hasta -una aliteración, una asonancia. Como a
San Agustín el aforístico; como a Quevedo, como a
San Juan de la Cruz. Y no lo que podríamos llamar
la música de las palabras, como en Góngora, sino su
letra. Aunque a Góngora tampoco le guiaba la música,
sino el viso, el brillo, el lustre. Su mismo nombre :
Góngora, que tanto le ha servido, es un nombre esdrújulo,
con sus dos oes, una tónica y otra átona y
terminado en a sonora: ó-o-a, y sus dos gues y su
nasal y su ere suave; es un nombre de musicalidad
visual.
Otra cosa, y es que no hay palabras puras e impu26
PROLOGO
ras, limpias y sucias, como no las hay nobles y plebeyas,
que dijo Víctor Hugo. Y lo digo por el reproche
que se me lia hecho de emplear ciertas expresiones
en mi Romancero del destierro. Pues qué, ¿voy
como Echegaray en su Gran Galeoto a acumular tres
consonantes en -ete para sugerir la voz alcahuete,
sin duda vitanda? No; ni lo de Cervantes, que después
de decir "los cochinos, que sin perdón así se
llaman", hace que Don Quijote recomiende a Sancho
que diga eructo, que para nosotros no es más que latín,
y no regüeldo, que es castellano o ladino; regüeldo
o regüctro, que sin perdón así se debe llamar.
Y metido ya de hoz y de coz —de hocico y de calcañar—
en estas vocabulerías —picaro oficio!— he
de advertir que aunque la Real Academia Española de
la Lengua —Dios la tenga en gloria, a la Academia—
manda o aconseja decir argoma, esdrújulo, y no argama,
llano; a esta llaneza, que en tal caso era mi costumbre,
me atengo. Como me atengo, por el contrario,
y en favor del castizo esdrújulo, a decir telegrama y
no telegrama, que así me lo enseñaron de niño y no
me ha de hacer desviar de ello el que un ex-jesuíta
pedante) casticista y no castizo —al que conocí y traté
y discutí de ello con él —y que fue el de la h de
harmonía —ya se la han quitado— llevase al Diccionario
oficial y oficioso esa acentuación a la latina,
fundándose en que la anteúltima sílaba por estar
ante consonante doble, telegramma en latín, es larga,
y, según regla prosódica latina, acentuada, cosa que
no ocurre en griego, donde istexpay-pa debe ser proparoxítono
o esdrújulo, a pesar de la larga. Y en todo
caso habíase ya adoptado telegrama junto a telégrafo,
pues el castellano siente querencia por el esdrújulo —lo
ha hecho a médula, voz latina que en latín no lo es:
medulla— y no había por qué alterarlo, que hartas cultilatiniparlerías
cundían ya y aún cunden. Que por la
PROLOGO 27
misma regla latina habíamos de decir filosofía, cuatrisílabo
y con el acento en la segunda o y no filosofía,
y al igual pedagogía y no pedagogía como en
griego. Como decimos sinfonía, a la griega, que de la
forma latina symphonia hicimos zampona. Y aquí diré
lo que dije a uno que me preguntaba por qué no le
ponía hache a la armonía y fué que-, "porque sabiendo
que soy profesor de griego han de suponer que sé
por qué les manda ponérsela a los que se la ponen
sin saber por qué". A susodicho cx-jesuíta le quedaba
de su pasado jesuitismo lo del tercer grado de obediencia,
obediencia de juicio, y quiso llevarlo a la
Academia y a los que la acatan; pero yo, aunque paisano
de Iñigo de Loyola, o acaso por esto mismo, soy
en lenguaje, como en otras cosas, protestante, partidario
del libre examen.
Y siguiendo en vocabulcrías —a las veces palabrerías—
advertiré los juegos etimológicos de la composición
[número 152] y cómo estro; ois-cpoQ es tábano,
y la metáfora viene de que al poeta, arrebatado
en furor poético o creativo, se le comparaba con la
ternera arrebatada por el tábano, y que la palabrarato
—el que hay que matar— deriva de rapto —es
su forma popular— o arrebato. Estos juegos etimológicos
nos hacen hacer conciencia expresiva, expresión
concicnte, de lo subconciente del lenguaje, sacarle
a luz las entrañas.
Evito términos técnicos. Y así no se me ocurre
llamarle asfódelo a la gamona, a pesar de las reminiscencias
clásicas de aquel término. Cuando en la verde
frescura de una poesía en el derecho sentido popular
—de la ynayoría selecta— me encuentro con
una de esas voces de libro de texto de asignatura de
Instituto de Segunda Enseñanza, me produce la repulsa
que al encontrar en una pradera de yerba mullida
y verde una lata de sardinas desgarrada y vacía o
acaso, lo que es peor, la hoja de una revista finan28
PROLOGO
riera, amarillenta ya y embadurnada de grasa y que
sirvió para envolver la tortilla de patatas de la merienda.
Y puesto ya a revelar la organización —no mecanización—
poética, he de decir que el poemita [243'[,
Erguijuela de la Sierra, me surgió también de estro
o tábano etimológico, Erguijuela, como Egrijucla,
luego Grijuela, procede de ecclesiola, con disimilación
de las dos eles —así: L-L> r-l— al modo de Grijalba
aquí lo de "iglesuela en cuclillas", en cluquillas como
una gallina clueca que abriga no sólo a los huevos,
sino después a los polluelos, que se ponen al aixapluch
(catalán) o al agarimo (gallego) de la gallina madre.
Todo lo demás del poemita es recuerdo de un vistazo
que di por encima, yendo en auto por la carretera,
desde La Albcrca a Sequeros, a esc pobre lugarejo
de la Sierra de Francia, en Salamanca. Otra ves he
jugado con los derivados de "verter", de donde verso,
que son, entre otros, de advertir, adverso y avieso;
de travertir, traverso, travieso y través; de divertir,
diverso y divieso; de invertir, inverso y envés; de
revertir, reverso y revés; de convertir, converso, convés
(combés) y conversación.
Y es que la palabra crea. En el principio fué —otra
vez!— la palabra y por ella y con ella crió Dios al
mundo, y luego Adán, al dar nombre a las cosas que
por Dios creadas, Éste se las presentó a que las
nombrara, las recreó y se re-creó re-creándolas y se
hizo hombre e hizo humano al mundo y al pensamiento
que ahora quieren algunos, ¡y con palabras!,
deshumanizar. Y la creación, la poesía, es palabra,
no música ni pintura sino en cuanto éstas hablan. Y
palabra es parábola o soslayo.
Y hay el valor corporal de la palabra por sí, del
sonido. Se dice de algún escultor que llevaba siempre
PROLOGO 29
consigo una pettita de barro de modelar hiñéndola entre
sus dedos.
Las palabras ¿son el vestigio del pensamiento? El
pensador entonces un sastre. "No; la palabra es piel
del pensamiento", dicen otros. Y otros, que son sus
entrañas. Es el pensamiento el que es la piel de la palabra.
Se piensa con palabras, o mejor, son las palabras
las que piensan en nosotros. Un palabrador es
un pensador. Adensando la expresión, enfurtiéndola,
es como se llega a sus formas más puras, más sencillas,
más claras, y más populares, que son a la vez las
más exquisitas, las más escojidas, ya que el pueblo,
la mayoría selecta, es naturalmente sentencioso y
sobrio de palabras.
Nada quiero decir de las formas rítmicas y de cómo
conservo siempre el asonante y a las veces el consonante,
abandonando el llamado verso libre, aunque el
mío nunca lo fué del todo. Pues si bien mezclaba versos
de diversos metros, procuré, aunque no siempre lo
consiguiese del todo, que cada verso fuese individualmente
un verso, que no cualquier frase de ocho sílabas
es octosílabo, ni de once —habida cuenta, claro es, de
los hiatos— un endecasílabo. Para otra música no
tengo hecho el oído ni sé si le tienen los que pretenden
hacerla. Mas lo que me subleva es el que cualquier
mequetrefe literario que por desconocr el pasado
—de lo que se jacta— desconoce el presente y más
aún el porvenir—la esperanza es recuerdo—, se nos
venga con que eso de volver a las formas métricas
tradicionales es nefanda apostasía del flamante vanguardismo
y casi crimen estético. Y si es convención
y artificio liacer sonetos, por ejemplo, convención y
artificio es escribir y aun vivir vida civilizada. Y
más convención y artificio sería querer volver a la
vida primitiva y salvaje. Nada hay más convencional
que los atrevimientos formales —dentro de la mayor
cobardía fundamental— de los anticonvencionalistas.
30 PROLOGO
Las famosas palabras en libertad de Marinetti no son
palabras.
Y algo por el estilo es el oscurismo o hermetismo
de los que se proponen, de antemano y a tiro hecho,
¡uicerse oscuros oscureciendo lo que se les ocurra y
cuando nada se les ocurre, que es lo que les ocurre
las más de las veces que se ponen a escribir, resultan
lo más claros y trasparentes, pues que trasparentan
su nadería,
Y quiero, antes de concluir, decir también algo, y
por decirlo, de eso que aquí, en Francia, han dado en
llamar poesía pura. Cuestión que se explica mejor
aquí, en Francia, y, que el francés es una lengua tan
perfecta, rehecha o acabada que se le han matado posibilidades.
¿Poesía pura? Es decir: ¿creación pura?
¿De la nada? De la nada no crea —digan lo que dijeren
los teólogos— ni Dios y menos el hombre. Y acaso
la más honda finalidad de la poesía literaria, de,
la creación por lenguaje hablado y escrito, es crear
lenguaje. Vocablos y sobre todo giros, modismos,
idiotismos, refranes, frases hechas —acabadas— las
han forjado los poetas, creadores del lenguaje. Y luego
se olvida sus nombres. Es la más pura, la más abnegada
de sus funciones. Los giros, dichos, refranes,
con que piensan —y sienten— los más, se los deben a
poetas, a creadores, de la mayoría de los cuales se han
olvidado los nombres, y en cambio se recuerda los de
aquellos que dejaron piezas retóricas de antología. Qué
honda expresión esa de "como dijo el poeta!", porque
los poetas son los únicos que dicen. Los demás \ujblan.
O hacen.
Quedemos, pues, en que poesía pura es, a lo menos,
crear el instrumento de creación, o mejor la creación
misma, crear lenguaje, pero ¿sin otro contenido?
¿Continente puro, sin contenido? ¡Imposible! Y si el
agua pura, destilada, es impotable, no quita la sed, y
PROLOGO 31
por lo tanto no es humanamente, aunque lo sea químicamente,
agua, el oro puro es deleznable y poco
duradero. Una cierta cuantía de aleación de cobre o
plata le da al oro dureza y con ella duración. Y por
esto la poesía impura, con aleación de retórica, de lógica,
de dialéctica, es más dura y más duradera que
la poesía pura.
Esta poética impureza, esta vena de pasión humana,
de inquietud humana, de congoja humana, les dará,
si es que algo se las da, dureza y con ella duración
a estas mis canciones, que no han de salvarse, si se
salvan, del olvido, por sus primores puramente poéticos
de lenguaje. Si el son de una campana repercute
y hace estremecerse, a la hora de la oración de la
tarde, a los corazones de los que le oyen, es por la
recia aleación del bronce, del bronce en que fué fundida
la campana, y en ese son suena el fuego que
hizo la colada del bronce mismo. Fuego de pasiones —que son acciones— fundió el bronce de estas canciones,
y si suena el lenguaje suena y resuena también
en ellas la brasa. Que creo haber maridado dos
pasiones, la del sentimiento de la vida humana deseándose
divina y la del lenguaje en que ese sentimiento
se expresa.
* * * !
,
ot ™p ,¡ y
Esta mañana de hoy —30-VIII-1928— me ha herido,
con repentina luz, este aforismo del trágico Hólderlin:
"Por lo más, hanse formado los poetas al
principio o al fin de un período del mundo. Con el
canto salen del cielo de su niñez a la vida activa, al
campo de la cultura, los pueblos y con el canto vuelven
de él a la vida primitiva. El arte es el paso de
la naturaleza a la civilización y de la civilización a
la naturaleza." Al leer esto y recordar aquellas cancioncillas
—todas las perdí— que hice al salir de mi
32 P R O L O G C
niñez, y recordar —recordarlas, sí— luego éstas, lat,
presentes, he pensado si estoy volviendo, como los
pueblos, a la naturaleza, si estoy retornando a mi niñez.
Esta misma mañana también y antes de haber
leído el aforismo de Hólderlin, acaso presintiéndolo
y en todo caso por misteriosa y providencial coyuntura,
estuve componiendo el recuerdo rimado de aquella
aguabenditera de concha que había junto a la cama
de mi madre viuda [Canción 356].
* * *
Y en la mañana de hoy —31 de agosto— he estad*
oyendo, no sin asombro, cómo unos niños hablando
entre sí hacían francés. Y me he acordado de aquella
décima tan conocida en España que dice;
Admiróse un portugués
de que en la más tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
"Arte diabólica es"
—dijo torciendo el mostacho

"que para hablar en gabacho
"un f¡dalgo en Portugal
"llega a viejo y lo habla mal
"y aquí lo parla un muchacho."
El portugués del cuento tenía más sentido que el
que compuso la décima, pues ¿quién no se admira de
oír a los niños que en la más tierna infancia hablan
una lengua cualquiera, la crean? Y si en España no
nos admiramos de oírles hablar español —evidente
mil-agro— es porque creemos saberlo...! Quien sabe
toda una palabra, sea "pan", es el niño que por primera
vez lo pide, y el que menos la sabe es el panadero.
El Verbo encarnado fué, al nacer, niño, palabra;
la cruz es ya letra, terrible T!
* * *
PROLOGO 33
Hoy —4 de setiembre— por la mañana leía "Enrique
el Verde" (Der grüne Heinrich) del suizo Godofredo
Keller, y aquel sueño —capítulo VII de la
Cuarta Parte— en que al alazán tostado, que es a
la vez una moneda de oro (Goldfuchs) le lleva, en
sueños —la más honda realidad— a Enrique a su
patria de la que estaba emigrado, y allí, en un puente,
le muestra la nación y sus gentes todas —"la nación
y el puente hacen juntos una identidad"— y
ahí he leído lo que le dijo a su soñador ginete el caballo
soñado y entre ello lo de que "las gentes tienen
siempre puesta su mira en afirmar su identidad, que
en este caso llaman independencia, y defenderla contra
cualquier agresión" [Canción 371].
Sí, lo que sentimos como espíritu de independencia
y llamamos así, es el sentimiento de nuestra identidad;
ser independiente es ser idéntico, es ser igual
a sí mismo, es ser uno mismo, es ser persona conti-'
nua. Y como la infinitud no es más que continuidad —lo infinito es lo continuo, lo concreto— la persona
continua es infinita e inconmensurable. Y por conservar
y continuar, que es acrecer, mi identidad personal,
mi personalidad idéntica, por ser yo mismo,
independiente, he tenido que renunciar a volver a mi
patria mientras en ella se persiga, a nombre de una
fantástica realidad, la íntima personalidad de cada
uno. Yo quiero seguir siendo yo para que los demás
españoles sigan siendo ellos y vuelvan a serlo los que
lo han dejado de ser. Independencia es identidad y
a cada cual, a cada quisque se le debe lo suyo —suum
cuique tribuere— y lo suyo es su personalidad, su
identidad continua, y en esto, en atribuir —tribuere

a cada cual —cuique— lo suyo —suum— consiste la
justicia, virtud matemática.
Esperaré, por tanto.
* * * ' juoiUNAMUNO. XV 2
34 PROLOGO
"Querido Carlos!" —escribía Federico Holderlin
a su hermamo el 4 de junio de 1799, en plena Revolución—
"nada me alegra tanto como poder decir a
un alma humana: creo en ti!" Y al leerlo yo hoy,
26 de setiempre de 1928, en plena revolución también,
he sentido que esas palabras me las enderezó mi desgraciado
hermano tudesco. Sí, necesito para poder
alegrarme y alegrándome poder vivir, creer en un
alma humana. Y creo en la de mi España, por abatida
y engañada que esté. ¿Qué es sinó este poema, pues
este ramillete, mejor selva, de canciones, forma todo
un poema, uno, entero y verdadero? Y aunque no me
hubiera dado el destierro, para dársela yo a mi España,
otra cosa que este poema podría mañana dormir
confiado el último sueño en el regazo de ella.
Arrogancia? Arrogante era el vizcaíno, mi paisano,
Sancho de Azpeitia, el que peleó con Don Quijote
suspendiendo de admiración a Cidc Hamete Benengeli.
"Pero —dirá acaso algún lector— ¿porqué no decirnos
todo esto en prosa lisa, llana y corriente ?" A
lo que le diré que el verso es más liso, más llano y
más corriente que la prosa y que si me tengo que valer
sí, me tengo que— de él es por sentirme a ello
empujado por un poder íntimo, entrañado y arraigado
en el cogollo de mi ánimo. Y a este poder es al
que los antiguos llamaron Musa. La Musa es el esespíritu,
más que público, espiritual, que nos constriñe
a decir algo a nuestros prójimas, a nuestros próximos,
a los más cercanos a nosotros, en verso o en
música o en pintura o en drama o en otro cuerpo de
expresión. Y no sirve invocarla que ella sopla cuando
y donde quiere. Y si estas canciones han sido hechas
mientras llevaba yo una brega política y ética,
esto es: civil y moral, en prosa no tan lisa, llana ni
corriente, como el verso de ellas, ha sido, sin duda],
porque la Musa me forzaba a darlas la prenda de duPROLOGO
35
ración que mis escritos de combate al día no tienen.
¿Que porque en vez de esta selva de canciones no
he dado un diario ideal? Porque, gracias a la presión
providencial de la Musa, a su estro o tábano, así
como suena, me libraba de la grosera pesadumbre de
las ideas en alas de las palabras, alas de tábano. Y lo
que crea es la palabra y no la idea. Y así he logrado
hacer un diario espiritual, no ideal. Que si la idea
es idea, la palabra es espíritu.
Y el espíritu es santo —Espíritu Santo— y es divino
como el Verbo. Lo que no es la Idea, la Visión.
La palabra ideal, visiva, no es más que un vestido,
a las veces espléndido y maravilloso de hermosura;
la palabra espiritual, poética, es carne del pensamiento
que se siente y se vive. Y es una palabra que piensa,
sueña, crea por sí misma.
* * *
Esos íntimos misteriosos momentos —el de esta mañana—
en que de pronto, al pasar, se sorprende uno —¡uno!— frente al espejo y se mira como a un extraño,
no, como a un prójimo, y se dice: "pero, eres
tú?, eres tú ese del que se dice?, eres tú?". Y se siente
uno —¡uno!— no ya yo, sino tú. Intimos misteriosos
momentos de sumersión en ti. Y ese yo, tú, es —no soy ni eres— el poeta. Lector, el poeta aquí eres
tú. Y como poeta, como creador, te ruego que wc,
crees. Que me crees y que me creas. Aunque es lo
mismo.
* * *
Y ha entrado —y en aguas— este mes de noviembre
de mi quinto año de destierro y sigo aquí, en la
frontera, y parece como si este retoñar de canciones —casi cada día me trae la suya, siquiera una senten36
PROLOGO
cía fugitiva— fuese que mi alma quiere vaciarse de
todo lo que tiene que decir antes de entrar en el eterno
silencio del reposo. Pero ¿porqué no las cierno y selecciono
y dejo las unas para no publicar luego sino
las otras? Y cuáles sí y cuáles otras no? Todas, buenas
y malas, mejores y peores.
Todas, sí, pues son miembros de un solo cuerpo al
que no me cabe cercenar ni mochar; todas. Las buenas
abonarán a las malas y las malas no malearán a
las buenas. Unas y otras, y todas, se completarán y se
conllevarán. La poda puede hacer un jardín urbano,
pero deshace un bosque montañés. Lo mejor que pueda
haber aquí necesita, para su mejor disfrute, de lo
peor que se haya deslizado. Con los desechos se abona
—esto es: se hace bueno— lo escojido. Quede,
pues, todo.
[Hendaya, marzo-noviembre, 1928.]

***
Fuente:

LIBRARY OF PFUNCETON
JAÍi 1 8 2012
THEOi-OüICAL 9EM4NARY
PQ6639 .N3 1958 v.15
Unamuno, Miguel de,
1864-1936.
Obras completas.
Poesía III



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in 2014
https://archive.org/details/obrascompletas15unam
UNAMUNO
OBRAS COMPLETAS


Retrato de Unamuno, por José Gutiérrez Solana. (Colección
particular de don Víctor de la Serna.)
MIGUEL DE UNAMUNO
OBRAS
COMPLETAS
Tomo XV
POESIA, III
CANCIONERO
LIBRARY OF PRINCETON
JAN 1 3 2012
THEOLOGfCAL SEMtttArtY
AFRODISIO AGUADO, S. A.
EDITORES • LIBREROS
Todos los textos incluidos en este volumen, titulado
"Poesía III", se publican en primera edición
Y FORMAN EL TOMO XV DE LA NUEVA COLECCION
de "Obras Completas de don Miguel de Unamuno",
dirigida por don manuel garcía blanco, catedrá-
TICO de la Universidad de Salamanca. Tanto éste,
COMO EL EDITOR Y LOS HEREDEROS DE UNAMUNO, GARANTIZAN
LA INTEGRIDAD DE LOS QUE AQUÍ SE REPRODUCEN.
Prólogo, edición y notas de
Manuel García Blanco.
reservados todos tos derechos
Depósito legal: M. 298 — 1958.
Impreso en España,. , Printcd in Spain.
edita
VERGARA, S. A., DE BARCELONA
por concesión especial de Afrodisio Aguado, S. A.
© by Afrodisio Aguado, S. A. Madrid. España.
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