sábado, 28 de junio de 2014

Novela: "El laberinto del verdugo".


(A nuestras espaldas la tarde caía con un sol cobrizo y la humedad se elevaba de la tierra en un humus pegajoso y caliente, porque las lluvias cesaban.
Era absurdo, debo confesarlo, pero me sentía libre, una especie de liberación que me embargaba a cada paso, que me direccionaba hacia el campus universitario. El caminar con un sol estertóreo ¿??? agónico en la tarde observando las supercarreteras a los lados de nuestro camino y los cientos de vehículos en su veloz marcha me provocaba risa, ira, desasosiego, burla... y en el fondo de mi ser, en la misma boca del estómago, un exabrupto malicioso de toda una prisa en la vida que en la mayoría de las personas no tiene ningún sentido... “¿Correr, para qué imbécil? Si tu vida es tan lineal que da lo mismo que llegués diez o quince minutos antes o después...”, me dije perversamente como si fuera yo un dios del olimpo y luego un ser diminuto, más diminuto que una ameba, más diminuto que un virus, más diminuto... más diminuto... cada vez más diminuto hasta llegar a la Nada... “Así somos los mortales: un bostezo de la Nada”, me dije por segunda vez, una mierdita de la Nada).  Fragmento. "El laberinto del verdugo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

SILVINA OCAMPO CUENTO LA LIEBRE DORADA

 La liebre dorada En el seno de la tarde, el sol la iluminaba como un holocausto en las láminas de la historia sagrada. Todas las liebres no...

Páginas