viernes, 16 de agosto de 2013

ERNESTO DE LA PEÑA. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1988. CUENTO.

La sabiduría no se oculta. La generosidad, tampoco. Sabiduría y generosidad son los dos pilares que sostienen a Ernesto de la Peña

La sabiduría no se oculta. La generosidad, tampoco. Sabiduría y generosidad son los dos pilares que sostienen a Ernesto de la Peña, al erudito sin pedantería, a ese extraño ombudsman de la cultura quien ha animado como pocos y con minuciosidad de relojero la mesa de la cultura.

Si De la Peña no ha logrado masificar la lectura de los clásicos, su persistencia nos ha hecho ver que ellos, los clásicos, allí están y tienen muchas cosas de actualidad qué decirnos.

"Es obligado, dice, leer a los clásicos y es necesario alejarse de los libros de moda". Tiene razón: los libros accesorios son eso, accesorios, y los esenciales los que subsisten generación tras generación, los que en realidad pueden acompañarnos.

Poeta, ensayista, cuentista, novelista Ernesto de la Peña es una de las máximas autoridades del mundo en materia de religiones. Para cristianos, judíos, musulmanes es una referencia inevitable. A los creyentes los invita a leer los Evangelios sin miedo a condenarse y a los ateos a encontrar en los ritos religiosos ese humanismo que muchas veces nos hace falta. Con él podremos enterarnos, por ejemplo, que Jesucristo no nació el 24 de diciembre pero, también, que su doctrina del perdón, que anula el pasado, nos puede humanizar.

Ernesto de la Peña nació en una biblioteca el 21 de noviembre de 1927. Estudió letras en la UNAM y allí, griego, latín, ruso, árabe, sánscrito, chino, lingüística indoeuropea y hebreo. En la actualidad domina más de treinta idiomas y conoce, como muy pocos, ese lenguaje universal que es la música. No en vano es uno de los comentaristas de The Metropolitan Opera House.

Aunque es autor de pocos libros a él debemos una de las labores de difusión cultural más constantes en nuestro país. Desde los setentas incursionó en los medios electrónicos con programas o secciones especializados en literatura, música, lingüística. El fue uno de los pioneros y principales divulgadores de las etimologías de manera masiva en televisión. "Sopa de letras", programa en el que varios eruditos de manera amena indagaban sobre el origen de las palabras que el público les pedía, hizo época.

Una de sus últimas incursiones en ese sentido las hizo en el primer programa dedicado al fenómeno migratorio, "Conexión México", con la cápsula "Espanglés" en la que despejaba las dudas de ciertas expresiones idiomáticas o palabras utilizadas por los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Es lástima que De la Peña ya no cuente con un espacio en la televisión y radio culturales para que comparta su erudición lingüística en forma amena.

Por fortuna aún conserva espacios en la radio donde puede reflexionar, por ejemplo, sobre Shakespeare y la ciencia ficción, o sobre el interminable universo de la llamada música clásica.

Este 21 de noviembre será homenajeado en Bellas Artes por sus ochenta años. Qué bueno, pero el mejor homenaje consistiría en reeditar sus libros que no son muchos y que no son fáciles de conseguir. "Las estratagemas de Dios" (Premio Xavier Villaurrutia 1988), "Las máquinas espirituales" (1991); "El indeleble caso de Borelli" (1991), Mineralogía para intrusos (1993); "El centro sin orilla" (1997), "Las controversias de la fe" (1999), "Los evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y Juan" (versión directa del griego) y "Palabras para el desencuentro" (2005).

Podrían también editarse en forma de disco o de libro sus programas sobre opera, literatura o religiones , como ya se hizo con "El centro sin orilla"y reunir sus excelentes traducciones y ensayos sepultados en las hemerotecas como los que dedicó a Proust, Valéry, Mallarmé, Eliot, Rilke, Ezra Pound, Prokofiev, Homero, Anaxágoras, Bach, Wagner, Mata Hari.

La tradición de los medios electrónicos es el olvido. Buena parte del trabajo de divulgación cultural de Ernesto de la Peña lo ha hecho en esos medios. Ojalá y no permitamos que su vasto saber forme parte de esa tradición. Siempre es provechoso para todos tener acceso al saber ardiente.

Fuente:

http://www.esmas.com/noticierostelevisa/noticieros/678428.HTML


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