domingo, 8 de abril de 2012

ÁLVARO MUTIS: PREMIO CERVANTES. JUSTO RECONOCIMIENTO.


Premio Cervantes 2001
ÁLVARO MUTIS
Narrador y poeta colombiano
(Bogotá, 1923-2013).

Hijo del diplomático colombiano Santiago Mutis
Dávila y de Carolina Jaramillo. A los dos años lo
llevan a Bélgica con su padre, ministro consejero de
la Legación en Bruselas, ciudad donde vive hasta los
nueve años y donde nace su hermano. Tras la repentina muerte de su padre, regresa a
la hacienda Coello, en Colombia.
“Por periodos que, primero, fueron los de vacaciones y, luego, se extendieron más y
más, viví en una finca de café y caña de azúcar que había fundado mi abuelo
materno. Se llama "Coello" y se encuentra en las estribaciones de la Cordillera Central.
Todo lo que he escrito está destinado a celebrar, a perpetuar ese rincón de la tierra
caliente del que emana la substancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis terrores
y mis dichas. No hay una sola línea de mi obra que no esté referida, en forma secreta o
explícita, al mundo sin límites que es para mí ese rincón de la región de Tolima, en
Colombia”.
Los recuerdos de Bélgica, tan íntimamente ligados a su padre, y los de Coello, tan
cercanos a su madre, se transforman dentro de su mundo poético en dos paraísos
perdidos y el contraste entre Europa y América, en uno de los principales temas de su
obra.
En 1941 contrae matrimonio con Mireya Durán Solano, con quien tendrá tres hijos:
María Cristina, Santiago y Jorge Manuel.
En 1942, empieza a trabajar en la emisora Nuevo Mundo con temas literarios y en la
emisora nacional como locutor de noticias. En México es famosa la voz de Mutis en el
doblaje del programa de televisión “Los intocables”.
Por esos años compone su primer poema, del que sólo ha quedado un verso: "Un dios
olvidado mira crecer la hierba". Empieza su carrera literaria bajo una fuerte influencia
de los escritores surrealistas. A finales de la década de 1940, Mutis asiste a las sesiones
de los cafés El Molino, Asturias o El Automático, donde conoce a Luis Cardoza y
Aragón, Fernando Botero, Ernesto Volkening y Alejandro Obregón. En 1950 inicia su
amistad con Gabriel García Márquez.
En 1953 apareció en la colección "Poetas de España y América" de Losada, que
dirigían Rafael Alberti y Guillermo de Torre en Buenos Aires, su libro de poemas Los
elementos del desastre.
En 1954 se casa con María Luz Montané. De esta unión nacerá su hija María Teresa.
Debido al manejo caprichoso de unos dineros de la multinacional Esso, en la que era
jefe de relaciones públicas, Álvaro Mutis se ve obligado a dejar Colombia y, con la
ayuda de su hermano Leopoldo y unos amigos, llega a México en 1956, donde reside
hasta hoy, con dos cartas de recomendación: una dirigida a Luis Buñuel y otra a Luis
de Llano, gracias a las cuales consigue trabajo.
En el medio intelectual mexicano conoce a Octavio Paz -quien había escrito algunos
comentarios elogiosos de su poesía y le abre las puertas de los suplementos y revistas
literarias-, a Juan José Arreola, Carlos Fuentes y Elena Poniatowska, entre otros.
A los tres años de su llegada a México, Mutis es detenido por la Interpol e internado en
la cárcel preventiva de Lecumberri, más conocida como "El palacio negro", durante
15 meses. Allí devora la biblioteca del penal y monta una obra teatral llamada El
Cochambres, basada en la vida de uno de los internos. También escribe el Diario de
Lecumberri, que la Universidad Veracruzana publicará en 1960 en su colección
Ficción.
En 1964, Ediciones Era publica, también en México, Los trabajos perdidos, libro de
poemas escritos todos en ese país. En 1966 contrae matrimonio con Carmen Miracle
Feliú. En 1973 aparecen, simultáneamente, Summa de Maqroll el Gaviero, que recoge
toda su poesía hasta esa fecha, y La Mansión de Araucaíma, en donde se reúnen
todos su relatos.
El primer reconocimiento importante a la obra de Álvaro Mutis fue en 1974, con el
Premio Nacional de Letras de Colombia.
En México, colabora con los principales periódicos y revistas del país. En 1977 inicia su
columna semanal "Bitácora del reaccionario" en el periódico Uno más uno, que
después continuará en El Sol de México y Novedades. Colabora en las revistas Plural y
Vuelta, fundadas y dirigidas por Octavio Paz. Conduce "Encuentros", un programa de
la televisora Televisa dedicado a entrevistas con escritores.
Las editoriales mexicanas han editado gran parte de su obra. En 1981, el Fondo de
Cultura Económica de México edita el libro de poemas Caravansary. En 1984 la misma
editora publica en esa colección el libro, también de poesía, Los emisarios. En 1983, se
le otorga el Premio Nacional de Poesía de Colombia. En 1989, México le otorga el
Premio Xavier Villaurrutia y lo condecora con el Águila Azteca. Y en 1994 ingresa en el
Sistema Nacional de Creadores, becas para escritores creadas por el Consejo
Nacional de Cultura de México, uno de sus más altos reconocimientos.
Después de publicar algunos libros como Crónica Regia y Alabanza del Reino (1985) y
Un homenaje y siete nocturnos, en los que explora lo que según confesión propia le
interesa más: “los fantasmas que, desde mis ávidas y desordenadas lecturas de
adolescente en Coello, me visitan con asiduidad inflexible. Fantasmas nacidos en
buena parte en rincones de la historia de Occidente y en la dorada decadencia de
Bizancio, envueltos, siempre, por el tibio vaho de los cafetales”. Decide entonces
intentar en el relato algunas prosas dedicadas a Maqroll el Gaviero: Empresa y
tribulaciones de Maqroll el Gaviero, que incluye las novelas La nieve del almirante,
Ilona llega con la lluvia, Un bel morir, La última escala del Stramp Teamer, Amirbar,
Abdul Bashur¸ El soñador de navíos y Tríptico de mar y tierra.
El Fondo de Cultura Económica de México ha editado sus cuentos y ensayos bajo el
título La muerte del estratega (1988) y, con el título de Summa de Maqroll el Gaviero
(1990), su poesía escrita hasta esa fecha.
En 1997 es galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Premio
Reina Sofía de poesía. Y en 2001 se le concede el Premio Cervantes.
“Nunca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho que en
verdad me preocupa en el campo de la política y que me concierne y atañe en
forma plena y sincera, es la caída de Constantinopla en manos de los turcos el 29 de
mayo de 1453. Sin dejar de reconocer que no me repongo todavía del viaje a
Canossa del emperador sálico Enrique IV, en enero del año 1077, para rendir pleitesía
al soberbio pontífice Gregorio VII, viaje de tan funestas consecuencias para el
Occidente Cristiano. Por ende soy gibelino, monárquico y legitimista”.

SEGUNDA NOTA BIOGRÁFICA:



En la ciudad Colombiana de Bogotá, nació Álvaro Mutis el 25 de agosto de 1923. Hijo del diplomático colombiano Santiago Mutis Dávila y de Carolina Jaramillo. Su padre graduado en derecho internacional, fue secretario de la Presidencia de la República y siguió la carrera diplomática, en 1925 viajó a Bélgica con su familia, como ministro consejero de la Legación en Bruselas. Álvaro tenía solo 2 años y allí vivió hasta los nueve, cuando su padre murió repentinamente, a los 33 años.

Esto determina que su madre decida abandonar Europa, junto a sus dos hijos Álvaro y Leopoldo que había nacido en 1928 para permanecer en Colombia y dedicarse al manejo de la hacienda Coello, que acababa de heredar. Los recuerdos de Bélgica, tan íntimamente ligados a su padre, y los de Coello, mas cercanos a su madre. Estos contrastes entre Europa y América, en uno de los principales temas de su obra.

En la vida de Álvaro su madre Carolina Jaramillo, tiene una gran influencia, fue una mujer de gran independencia, a quien poco le importaron las convenciones sociales, su hijo Álvaro y los personajes creados por él heredaron esta actitud ante la vida.

Álvaro Mutis no terminó sus estudios colegiales, iniciados en Bruselas en el colegio jesuita de San Michel, ya desde entonces devoraba libros de historia, de viajeros de siglos pasados y de literatura. En 1940 asiste al colegio de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá en ultimo intento por terminar el bachillerato. Su profesor de Literatura Española fue el notable poeta colombiano Eduardo Carranza y a dos cuadras del Colegio estaban los billares del Café Europa y los del Café París. Las clases de Carranza fueron para él una inolvidable y fervorosa iniciación a la poesía, pero como él mismo lo dice, el billar y la poesía, enseñada por Eduardo Carranza en el Rosario, le impidieron terminar el colegio.

A los dieciocho años Mutis contrajo matrimonio con Mireya Durán, con quien tuvo tres hijos, y empezó a trabajar en los oficios más disímiles. Desde entonces se dio cuenta que no iba a vivir de la literatura, pero, al mismo tiempo, fue consciente de su vocación por las letras.

Su primer trabajo fue como director de la Radio Nacional de Colombia, donde fue locutor de noticias, y actor de radionovelas. Siendo locutor de dicha emisora, compuso su primer poema, del que sólo queda este verso: «Un dios olvidado mira crecer la hierba», ahí empezó su carrera literaria, en la que había una fuerte influencia de los escritores surrealistas. Sus primeros escritos, que significaron su ingreso a la vida literaria del país.

En 1948 publica doscientos ejemplares de un cuaderno de poesía `La balanza`, en compañía de Carlos Patiño Roselli, con ilustraciones de Hernando Tejada. Por esos años dirige la publicidad de la Compañía Colombiana de Seguros y trabaja como jefe de relaciones públicas de la empresa de aviación LANSA e inicia su amistad con Gabriel García Márquez.

En 1954 se casa con María Luz Montané. De esta unión nacerá su hija María Teresa.

Debido al manejo caprichoso de unos dineros de la multinacional Esso, en la que era jefe de relaciones públicas, Álvaro Mutis se ve obligado a dejar Colombia y, con la ayuda de su hermano Leopoldo y unos amigos viaja a México en 1956, donde reside hasta nuestros días. Allí Octavio Paz, quien había escrito algunos elogiosos comentarios sobre su poesía, le abre las puertas de suplementos y revistas literarias. A México también llegó con dos con dos cartas de recomendación: una dirigida a Luis Buñuel y otra a Luis de Llano, gracias a las cuales consigue trabajo como ejecutivo en una empresa de publicidad y luego como promotor y vendedor de publicidad para televisión. A los tres años de su llegada a México, se hicieron efectivas las demandas en su contra y Mutis fue detenido en la cárcel de Lecumberri, durante 15 meses. Su experiencia en la cárcel cambió del todo su visión del dolor y el sufrimiento humanos, le hizo comprender que hasta en las peores condiciones hay posibilidad de gozar la vida y entró en contacto con personas que antes, en el medio frívolo en el que se moví, pasaban desapercibidas, además, se dio cuenta que la bondad y la crueldad se manifiestan en igual medida dentro y fuera de la cárcel.

En Lecumberri, Mutis dio forma a los relatos `Saraya`, `El último rostro`, `Antes de que cante el gallo` y `La muerte del estratega` (recopilados en Cuatro relatos, 1978), a algunos de los poemas de Los trabajos perdidos (1965) y al Diario de Lecumberri (1960), también montó, en colaboración con los presos de su crujía, una obra teatral llamada El Cochambres, basada en la vida de uno de los internados.

A los pocos años de salir de la cárcel, se convirtió en gerente de ventas para América Latina de la Twentieth Century Fox, y luego de la Columbia Pictures, y continuó durante 23 años con su rutina interminable de viajes, hasta que en el año 1988 cumplió con el tiempo requerido para el retiro y pudo dedicarse a leer y a escribir. Desde entonces, publica un libro cada año.

Su obra ha sido muy reconocida y una muestra de ello han sido los muchos premios que le ha recibido: en 1974 el Premio Nacional de Letras de Colombia, en México ganó en 1985 el premio de la crítica de Los Abriles, por su libro Los emisarios (1984), en 1988 La Universidad del Valle le concedió el grado de doctor Honoris causa en Letras, y lo mismo hizo la Universidad de Antioquia en 1993, en 1988 recibió el premio Xavier Villaurrutia y fue condecorado con el Aguila Azteca por su libro Ilona llega con la lluvia (1987), en 1989 ganó en Francia el premio Médicis Étranger con La Nieve del Almirante (1986), considerado el mejor libro traducido al francés ese año, y recibió la Orden de las Artes y las Letras en el grado de Caballero de parte del gobierno de ese país, en 1990 le otorgaron en Italia el premio Nonino y el premio literario lila, y en 1993, como parte de la semana de homenaje al escritor con motivo de sus 70 años de vida, el gobierno colombiano le concedió la Cruz de Boyacá. Ha sido galardonado también con el Premio Cervantes en el 2001.

Mutis se ha convertido en uno de los escritores latinoamericanos que ha recorrido el mundo durante 50 años. Mutis, quien escribe un libro promedio por año, ha sido traducido a los idiomas francés, alemán, italiano, portugués, inglés, holandés, sueco, al alemán, al rumano, al inglés, al italiano, al francés y hasta al turco



CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 2001
Discurso de ALVARO MUTIS

Majestades
Este premio que me otorga España ha venido a despertar en dos
sentidos las más antiguas y entrañables vetas de mi conciencia. Debo
explicar, en primer término, que mi relación con lo que he escrito ha
estado siempre señalada por el rigor de una autocrítica implacable y la
angustia de no haber alcanzado la plenitud y claridad de lo que he
querido decir. Abrir un libro mío, ya sea de poesía o de narrativa, es
una prueba que trato de evitar las más de las veces. Como jamás he
vivido de mi vocación literaria y me he ganado el pan en oficios muy
distantes de las letras, he tenido siempre la sensación de que mi obra
caminaba desamparada por sendas ajenas a mi diaria rutina. Hoy,
España, al concederme este Premio, otorga a mi obra un lugar y un
porvenir que, a tiempo de llenarme de felicidad, me la entrega
identificada con mi propio destino. Que sea España quien lo haya
hecho, es algo que viene a confirmar la relación esencial que he tenido
toda la vida con la patria de mis antepasados gaditanos, siempre
presentes en la diaria rutina de la vida. España, los españoles, las
letras y las artes, la historia de esta nación, conforman las
circunstancias de mi existencia, la materia siempre esencial de mis
sueños y el apoyo que me rescata en los días de angustia y
desconcierto. Creo que debo pedir aquí indulgencia por esta incursión
en las confesiones personales, que corren el riesgo de caer en la cándida
impertinencia. Pero debo reconocer que es para mí muy importante
ponerme en orden frente a tan generosa y obligante distinción como ha
sido este Premio Cervantes y quiero hacerlo ante tan egregios como
calificados testigos.
También hay otro aspecto sobre el cual quiero dar fe por tratarse
de algo que me ha marcado desde mi más temprana juventud. Se trata
de mi veneración indeclinable y cada día más cálida por la persona y la
obra de Don Miguel de Cervantes. Creo que es difícil encontrar en la
historia de las letras de Occidente, un destino más adverso, más
sembrado de injusticias, olvidos y amargos altibajos, que el que tuvo
que padecer el entrañable autor de una obra literaria incomparable y
luminosa. Recuerdo muy bien cuando leí en mi adolescencia una nota
biográfica de Cervantes en una edición escolar de El Quijote, tan
expurgada y trunca que muy pobre idea podía tenerse de lo que sería el
original. En cambio, ese parco resumen de su vida me dejó una
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 2001
Discurso de ALVARO MUTIS
impresión inolvidable. Al paso de los años la obra cervantina ha llegado
a ser para mí un ejercicio y una compañía siempre lista a despertarme
sorpresas y lecciones inagotables. Son varias las vidas de Cervantes que
he leído, siempre con el mismo acongojado sentimiento de
compasión y asombro. Cuando vuelvo a recorrer las páginas de El
Quijote, de las Novelas ejemplares –por las que confieso tener una
predilección muy particular-, de los Entremeses –que disfruto con gozo
siempre intacto- y del Persiles y Segismunda –que sigue inquietándome
como el primer día-, me intriga, y así será hasta el fin de mis días, que
este hombre que he llegado a querer con afecto que me atrevo a llamar
familiar, haya logrado una obra en donde el genio está presente en cada
línea para mostrar, con lúcida evidencia, nuestro precario paso sobre la
tierra.
Imposible no traer aquí este soneto de Borges, retrato absoluto de
Don Miguel:
Un soldado de Urbina
Sospechándose indigno de otra hazaña
como aquella en el mar, este soldado,
A sórdidos oficios resignado,
Erraba oscuro por su dura España.
Para borrar o mitigar la saña
De lo real, buscaba lo soñado
Y le dieron un mágico pasado
Los ciclos de Rolando y de Bretaña.
Contemplaría, hundido el sol, el ancho
Campo en que dura un resplandor de cobre;
Se creía acabado, solo y pobre.
Sin saber de qué música era dueño;
Atravesando el fondo de algún sueño,
Por él ya andaban Don Quijote y Sancho.
Hoy, España, de mano de Su Majestad el Rey Nuestro Señor y por
intermedio de Don Miguel de Cervantes Saavedra, reconoce mi obra y
me honra con un galardón que no puede ser más precioso para mí y
viene a poner orden y armonía en el discurrir tan a menudo ajeno e
indescifrable de mi vida. Pienso en que mis ancestros gaditanos estarán
ahora, donde quiera que Dios los tenga, atónitos y regocijados como yo
lo estoy.
Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Un cuervo llamado Bertolino Fragmento Novela EL HACEDOR DE SOMBRAS

  Un cuervo llamado Bertolino A la semana exacta de heredar el anillo con la piedra púrpura, me dirigí a la Torre de los Cuervos. No lo hací...

Páginas