Apolonio de Rodas (c. 295-215 a. C.), nacido en Alejandría, fue
preceptor de la familia real ptolomeica y director de la legendaria
Biblioteca de Alejandría. Su obra capital, la Argonáutica, en cuatro
libros, es el único de los numerosos poemas épicos narrativos
compuestos al principio del periodo helenístico que nos ha llegado.
Se trata de una epopeya protagonizada por Jasón y los argonautas
y la historia de su viaje con su barco Argos hasta los límites del
mundo conocido, el norte de la Cólquide, la obtención con la ayuda
de Medea del Vellocino de oro y el regreso a Tesalia por el Danubio,
el Po, el Ródano, el Mediterráneo y el norte de África. Es un viaje
heroico por espacios ignotos y pavorosos plagados de extraños
monstruos (gigantes, dragones) y seres maravillosos (amazonas,
hombres sembrados).
El público conocía ya los incidentes de esta historia, por lo que
Apolonio pudo concentrarse en aspectos como la geografía, la
etnografía, la antropología y la religión comparada. Esta obra épica,
compuesta a la manera tradicional —la remisión a Homero es
constante y explícita en cuanto a dicción, fraseología y vocabulario
—, pero no repetitiva ni imitativa, alcanzó gran fama. Tanta es su
riqueza temática y descriptiva que a veces se lee como un manual
de paradoxografía (relatos de maravillas), y los estudiosos la tienen
por predecesora de la novela romántica tardía.
Apolonio de Rodas
Argonáuticas
Biblioteca Clásica Gredos - 227
ePub r1.2
Titivillus 19.10.2023
Apolonio de Rodas, 215
Traducción: Mariano Valverde Sánchez
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
INTRODUCCIÓN
A. EL POETA
1. Vida
La vida de Apolonio de Rodas entraña para nosotros serias
incógnitas y oscuridades, como sucede con toda la cronología
literaria del s. III a. C.
Las principales fuentes para la biografía de Apolonio son dos
Vitae transmitidas en los manuscritos del poema[1], la noticia del
léxico bizantino Suda y un fragmento de papiro (P. Oxy. 1241) que
contiene una lista de los bibliotecarios de Alejandría.
1) Vida a:
Apolonio, el poeta de las Argonáuticas, era nativo de Alejandría,
de la tribu Tolemaica, hijo de Síleo o, según algunos, de Íleo. Vivió
en tiempo de los Tolomeos[2], y fue discípulo de Calímaco. Primero
frecuentaba a Calímaco, su maestro particular… finalmente se
dedicó a componer poemas.
De él se dice que, siendo aún efebo, recitó públicamente las
Argonáuticas y fracasó. No soportando la afrenta de los ciudadanos
y el reproche y la burla de los otros poetas, abandonó su patria y se
marchó a Rodas, donde pulió y corrigió el poema, y así lo recitó
públicamente y obtuvo gran celebridad. Por ello también se
denomina a sí mismo Rodio en sus poemas[3]. Allí enseñó
brillantemente y fue distinguido con la ciudadanía rodia y con
honores.
2) Vida b:
El poeta Apolonio era nativo de Alejandría, su padre Síleo o Íleo,
su madre Rode. Él fue discípulo de Calímaco, que era gramático en
Alejandría, y recitó públicamente estos poemas que había
compuesto. Completamente desacreditado y avergonzado, se
trasladó a Rodas, donde fue ciudadano y ejerció como maestro de
retórica[4], por lo que también prefieren llamarle Rodio. Allí vivió y
pulió sus poemas, luego los recitó públicamente y obtuvo tanta
celebridad que incluso fue distinguido con la ciudadanía rodia y con
honores. Algunos afirman que regresó a Alejandría y allí, tras
recitarlos de nuevo, alcanzó tan alta celebridad que incluso fue
estimado digno de la Biblioteca del Museo[5] y fue enterrado junto al
propio Calímaco.
3) Suda s.v. Apollónios:
Apolonio de Alejandría, poeta épico, que residió en Rodas, hijo
de Síleo, discípulo de Calímaco, contemporáneo de Eratóstenes,
Euforión y Timarco, vivió en tiempo de Tolomeo Evérgetes y fue
sucesor de Eratóstenes en la dirección de la Biblioteca de
Alejandría.
4) P. Oxy. 1241 (s. II d. C.), col. II:
Apolonio, hijo de Síleo, de Alejandría, llamado Rodio, discípulo
de Calímaco. Fue también maestro del tercer[6] rey. Le sucedió
Eratóstenes, y tras él Aristófanes de Bizancio, hijo de Apeles, y
Aristarco[7]. Luego Apolonio de Alejandría, llamado el Eidógrafo
[«Clasificador»], tras él Aristarco, hijo de Aristarco, de Alejandría,
pero originario de Samotracia. Éste fue también maestro de los hijos
de Filopátor.
Como puede apreciarse, las fuentes antiguas nos ofrecen una
maraña de contradicciones que resulta difícil esclarecer. Aquí
esbozaré las conclusiones que parecen más verosímiles[8].
Sobre algunos datos hay coincidencia. Apolonio era alejandrino
de nacimiento[9], de la tribu Tolemaica, su padre fue Síleo o Íleo.
Como discípulo de Calímaco (que aproximadamente vivió entre el
310/305 y el 240 a. C.), Apolonio sería algunos años más joven y
por tanto debió de nacer hacia el 300/295 a. C.
Además parecen seguros algunos hechos notables de su vida:
que en determinado momento abandonó Alejandría y marchó a
Rodas, que fue director de la Biblioteca y preceptor del heredero del
trono[10]. Pero a partir de aquí hay ciertas dudas que sólo pueden
salvarse con un análisis crítico y ponderado de las fuentes[11]. Si,
como atestigua el papiro, Apolonio precedió a Eratóstenes de Cirene
al frente de la gran Biblioteca regia, entonces debió ser en torno al
260 a. C. bajo el reinado de Tolomeo II Filadelfo, cuando
desempeñó su labor como bibliotecario y como preceptor del
heredero del trono, Tolomeo III Evérgetes (que reinó entre los años
246-222 a. C.).
Esta cronología obliga, no obstante, a suponer que Apolonio
tenía poco más de treinta años cuando fue encargado de dirigir la
Biblioteca y de la educación del príncipe, mientras que tales
funciones eran encomendadas normalmente a hombres de larga
experiencia[12].
En cuanto a la cronología de las Argonáuticas, un poema al que
subyace tanta erudición y tantas lecturas, sin duda habrá sido
compuesto en la madurez, y es razonable pensar que esa primera
recitación pública (epídeixis) tuviese lugar hacia el 250/240 a. C.,
antes de que el poeta marchara a Rodas donde haría correcciones a
la obra[13]. Los paralelos con la poesía calimaquea también apuntan
hacia esa cronología[14].
2. Apolonio y Calímaco
Las fuentes coinciden en calificar a Apolonio como discípulo de
Calímaco, aunque tal expresión entre los biógrafos significa a veces
dependencia en el sentido de imitación poética.
La relación posterior entre Apolonio y Calímaco es una de las
cuestiones más controvertidas de su biografía[15], y alcanza también
a los principios poéticos helenísticos. Durante siglos la tradición
filológica ha creído en la existencia de una querella literaria entre
ambos poetas, fundada en la idea de que las Argonáuticas
responden al tipo de epopeya cíclica contra la que el poeta de
Cirene expresa su rechazo en varios lugares[16]. Sin embargo, la
existencia de tal querella posee en realidad fundamentos muy
débiles, y bien puede haber sido una invención posterior de los
biógrafos, basada en interpretaciones erróneas de la poesía de
ambos autores[17].
Las referencias antiguas poseen escasa consistencia.
El único testimonio explícito es la Suda[18]: a propósito del Ibis,
un poema «oscuro e injurioso» que no conservamos, dice que
estaba dirigido «contra un tal Ibis, que fue enemigo de Calímaco;
éste era Apolonio, el autor de las Argonáuticas». Pero se trata de
una interpretación del biógrafo a partir de un texto poético de
carácter enigmático en el que no había referencia expresa a la
identidad del adversario[19].
En la Antología Palatina[20] conservamos un epigrama que
contiene un ataque burlón contra Calímaco:
Calímaco: basura, juguete, cabeza de serrín.
Motivo, Calímaco el autor de los Motivos (Aitia).
En su encabezamiento figura como autor Apolonio el Gramático,
y sólo una nota marginal le llama Rodio, mientras que en la
colección Planudea no consta el autor. Así, la atribución del
epigrama a nuestro poeta es más que dudosa[21].
Las indicaciones de las Vidas sobre el fracaso inicial de Apolonio
en Alejandría y sobre las críticas y reproches de otros poetas han
alimentado también la creencia en esa disputa. Pero las noticias
relativas al fracaso en la patria y al exilio constituyen un tópico en la
literatura biográfica sobre poetas y por lo general carecen de base
histórica[22].
El análisis de la poesía calimaquea y apoloniana tampoco
permite reconocer una evidencia clara de tal rivalidad. En algunos
pasajes donde Calímaco expresa sus principios poéticos se ha
querido ver un velado reflejo de la disputa.
El final del Himno a Apolo (vv. 105-113) ha de interpretarse, a la
luz de la tradición hímnica, homérica y pindárica, como un motivo de
cierre dramatizado[23]. Nada hay en estos versos que permita ver un
ataque a la poesía de Apolonio. Las expresiones paralelas entre el
final del himno y varios lugares de las Argonáuticas[24] se explican
perfectamente en el marco de la técnica alusiva.
El prólogo de los Aitia, la famosa Respuesta a los Telquines[25],
ofrece el programa poético de Calímaco: su preferencia por el
poema corto (oligostichíe), elaborado con refinamiento (leptótes) y
arte (téchne), que resulta más dulce; y su rechazo del «poema
unitario y continuo» (hèn áeisma dienekés), de tema solemne y
menos original. Los escolios señalan como adversarios de Calímaco
a los epigramatistas Asclepíades y Posidipo, al peripatético
Praxífanes, y además confirman las alusiones a la poesía de
Mimnermo y de Filetas[26]; pero nada relativo a Apolonio, como se
había pretendido.
Por lo demás, tales afirmaciones en defensa de la propia poesía
constituyen un motivo convencional en la tradición (Hesíodo,
Píndaro, Aristófanes, Teócrito), y han sido a veces mal interpretadas
por escoliastas y biógrafos, que trataban de identificar tras ellas a
adversarios poéticos específicos.
Los miembros del Museo formaban probablemente una
comunidad no muy pacífica, donde las rencillas y la rivalidad
parecen haber sido habituales[27]. En diversos lugares Calímaco se
manifiesta en tono polémico, vitupera a los poetas cíclicos, a
Creofilo de Samos o Antímaco, y alaba la poesía de Hesíodo, de
Arato o de Teócrito, entre otros[28]. Pero, al menos en la obra
conservada, no hay referencia a Apolonio.
El poema de Apolonio no puede ser identificado con el tipo de
epopeya cíclica rechazada por Calímaco. Para éste lo esencial en la
poesía es el estilo, el arte, que ha de ser puro y refinado, no su
magnitud: el carmen perpetuum no es reprobado por su extensión
(los Aitia constaban de varios miles de versos). Precisamente las
Argonáuticas siguen en muchos aspectos la nueva estética
propugnada por Calímaco (variedad episódica, humanización de los
héroes, gusto por la erudición y la etiología, estilo refinado y
conciso, apóstrofe al lector o a la Musa), aunque en otros
representen una mayor atención a la tradición épica y contengan
más reminiscencias homéricas. Además, Apolonio se revela fiel
imitador de la poesía calimaquea: conforme a la práctica del arte
allusiva, incorpora vocablos, expresiones, incluso versos enteros de
sus obras (Himnos, Aitia, Hécale). Esta imitatio o aemulatio ha de
entenderse como un signo de reconocimiento, no de hostilidad[29].
En definitiva, ni los testimonios antiguos ni las composiciones de
ambos poetas ofrecen pruebas seguras sobre la famosa querella. Si
entre Apolonio y Calímaco ha existido realmente alguna diferencia,
tal vez haya que pensar en recelos propios del ambiente cortesano.
Tal vez la marcha de Apolonio a Rodas deba relacionarse con su
relevo al frente de la Biblioteca[30]. Pero la imaginación no puede
sustituir a los datos.
3. Una «pre-edición» de las «Argonáuticas»
La noticia de una primera recitación pública (epídeixis) del
poema en Alejandría y de otra lectura definitiva en Rodas, después
de las oportunas correcciones, ha sido puesta en relación con la
existencia de una «edición preliminar» de las Argonáuticas. En
efecto, para seis lugares del canto I[31] los escolios citan un texto
diferente que atribuyen a una proékdosis o «edición previa».
Sobre la extensión y el carácter de esta proékdosis se han
emitido hipótesis diversas[32]. En todo caso conviene recordar que
hablamos de una «edición» antigua, manuscrita, y que entre los
alejandrinos «editar» (ekdidónai) una obra significaba simplemente
autorizar su copia. Lo único cierto es que los filólogos antiguos
disponían de dos copias diferentes del poema (o al menos de su
primera parte), una considerada preliminar y otra el texto definitivo.
Las variantes atribuidas a la proékdosis no sirven para apoyar la
tesis de un cambio de valoración del poema o de un cambio en la
relación de Apolonio con Calímaco, pues en este sentido resultan
poco significativas, mientras que las reminiscencias calimaqueas
son homogéneas a lo largo de todo el poema. Por el contrario sí
pueden servir para apreciar la evolución del arte poética de Apolonio
a través de sus autocorrecciones: frente a las variantes de la
proékdosis, el texto definitivo representa una tendencia a variar el
modelo temático-léxico de Homero y una mayor atención a la
literatura posthomérica, en especial a los trágicos[33].
4. Otras obras
Además de las Argonáuticas, Apolonio escribió varios poemas,
también en hexámetros, sobre fundaciones (Ktíseis) de ciudades.
En ellos narraba leyendas locales y curiosidades arqueológicas y
geográficas[34]. Los relatos histórico-legendarios sobre ciudades
gozaban ya de larga tradición, pero en época helenística el interés
por estos temas favoreció el cultivo del género. Así, Calímaco relata
la fundación de varias ciudades de Sicilia en el libro II de los Aitia y
escribió una obra sobre Fundaciones de islas y ciudades y cambios
de nombres.
Apolonio compuso una Fundación de Alejandría (frag. 4 Powell),
donde ofrecía la misma genealogía de las serpientes que en Arg. IV
1513-17, y una Fundación de Náucratis (frags. 7-9 Powell), que
contenía la historia de Pómpilo, un marinero milesio transformado en
pez por haber salvado a una ninfa de los amorosos brazos de Apolo.
En la Fundación de Rodas (frags. 10-11 Powell) trataba
seguramente la colonización tesalia de la isla, mientras que la
Fundación de Cnido (frag. 6 Powell) recogería la historia de Tríopas,
que emigró a Caria después que su hijo Erisictón sufriese la ira de
Deméter[35]. En fin, la Fundación de Cauno (frag. 5 Powell), también
situada en la costa de Caria, refería la historia de su fundador
epónimo, que abandonó Mileto para evitar el amor incestuoso de su
hermana Biblis[36], así como la leyenda de Lirco[37]. También suele
atribuirse a Apolonio una Fundación de Lesbos, de la que Partenio
nos ha conservado un amplio fragmento sin constancia de autor[38].
Un poema en versos coliámbicos (frags. 1-2 Powell) sobre
Canobo, la ciudad del delta del Nilo, contaba la historia de su héroe
epónimo, que fuera timonel de Menelao, y celebraba su templo de
Sérapis.
De los Epigramas[39] nada conservamos, salvo el dístico apócrifo
sobre Calímaco ya comentado.
Como Filetas o Calímaco, Apolonio responde también a la figura
del poeta doctus helenístico, del «poeta y filólogo a la vez» según la
emblemática expresión de Estrabón[40]. En el campo de la crítica[41]
destaca su labor como intérprete de Homero: en su Contra
Zenódoto expuso sus discrepancias con respecto a la edición del
texto homérico de Zenódoto (los escolios citan alguna de las
lecturas que defendía) y trató cuestiones de léxico e interpretación.
También escribió sobre Hesíodo (defendiendo la autenticidad del
Escudo) y sobre Arquíloco.