Eugenio Xammar llegó a Berlín en el invierno de 1922. Encontró una Alemania que sufría las consecuencias de la derrota y en la cual se gestaba el nazismo. Vivió de primera mano momentos históricos de gran importancia, como la inflación extraordinaria de la moneda alemana o la ocupación de las tierras del Ruhr por el ejército francés, decidido a cobrarse las indemnizaciones de guerra fijadas en el tratado de Versalles. Episodios como éste, que, pasados tantos años, han quedado desdibujados, reviven en la narración de Xammar con una viva inmediatez. En Berlín coincidió con Josep Pla —entonces corresponsal de La Publicitat—, con quien, de 1923 a 1925, desempeñó una actividad profesional paralela. Viajaron juntos a Renania y a Baviera, desde donde describieron entre otras cosas los consejos de guerra franceses a ciudadanos alemanes poco dispuestos a colaborar o el frustrado golpe de Estado de Hitler en una cervecería de Múnich, así como una turbadora entrevista que mantuvieron con el futuro dictador en una época tan temprana como 1923, en la que éste ya prefigura el holocausto. Estos textos están recogidos en el presente El huevo de la serpiente, que nos abre una ventana con gran ángulo de visión sobre uno de los momentos más inquietantes de la historia europea reciente.
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PRESENTACIÓN Xammar me ha enseñado más que todos los libros juntos. Es el hombre más inteligente que conozco. E JOSEP PLA UGENIO Xammar (Barcelona, 1888-L’Ametlla del Valles, 1973) publicó ya en su juventud sus primeros artículos en el semanario La Tralla y en El Poble Català, pero fue en Londres, en calidad de corresponsal de un periódico catalán —El Día Gráfico—, donde se inició de verdad como periodista, además de frecuentar a intelectuales españoles —Ramiro de Maeztu y Julio Camba entre otros—, y donde, sin duda, su mentalidad y su carácter acabaron de definirse, deudores de una filiación inglesa que no lo abandonó jamás. Corresponsal de guerra para La Publicitat después de breves etapas en el periodismo barcelonés y en el de Madrid, Xammar comenzó un largo periplo por el extranjero: desde Ginebra —donde trabajó para la sección de información de la Sociedad de Naciones— se trasladó a Berlín. Allí, de 1922 a 1937, fue, sucesivamente (y a veces simultáneamente), corresponsal de diarios catalanes, madrileños —El Liberal, El Heraldo de Madrid y, sobre todo, Ahora, desde su creación en 1930— y sudamericanos. Xammar dice en sus memorias que llegó a Berlín «un día de invierno, frío y con niebla» de 1922. Encontró un país deprimido en todos los sentidos. El Tratado de Versalles había impuesto duras indemnizaciones de guerra. Además había crisis económica, y la ocupación francesa del Ruhr —habiéndose negado Alemania a pagar íntegramente las controvertidas reparaciones de guerra— agravó el panorama: se perdió la confianza en la moneda y estalló una inflación sin precedentes. En este contexto, Xammar escribió —no siempre con regularidad— sus crónicas, primero para La Veu de Catalunya y, después, para La Publicitat. Era el Berlín de la posguerra europea: se digerían las durísimas condiciones de la derrota y se gestaba el nazismo. Xammar estaba, pues, en el centro neurálgico de las preocupaciones europeas, y eso en la misma época en que España vivía los primeros años de la dictadura de Primo de Rivera. En Berlín coincidió con Josep Pla —entonces corresponsal de La Publicitat—, con quien durante unos años (de 1923 a 1925) llevó una actividad profesional paralela: así, viajaron juntos a la Renania ocupada y a la Baviera donde se estaba incubando el fascismo. «Hicimos muchas interviús», escribió Pla, «y, si el país hubiera tenido sensibilidad europea, habríamos adquirido fama de grandes periodistas.» El resultado fue media docena de artículos en los que, en efecto, aparecen entrevistados los protagonistas políticos del momento y en los que se trata el intento frustrado de golpe de Estado que Hitler protagonizó en Múnich. Esta serie de artículos fue interrumpida bruscamente después de una entrevista con el mismo Hitler — Xammar promete al final del artículo una continuación que jamás llegaría a publicarse—, censurada, en parte, allí donde se menciona la expulsión de los judíos españoles. No deja de ser una hipótesis aventurada que la responsabilidad de la interrupción fuera de la dirección del periódico, pero la versión de Pla para La Publicitat[1] demuestra que existía más material sobre aquella entrevista. Xammar no volvió a colaborar en La Veu hasta meses más tarde, cuando envió —con la firma conjunta de Josep Pla— unas cartas al director sobre el periodismo en Cataluña que suscitaron una considerable polémica en la prensa barcelonesa del momento. Poco tiempo después de que Pla abandonara Berlín, en mayo de 1924, Xammar empezó a escribir para La Publicitat. Fueron años de intensa amistad con el escritor ampurdanés, que en su obra ha dejado testimonio de las tertulias en casa de Xammar, «el círculo de Berlín». En 1925 viajaron juntos a Rusia. De este viaje, Pla envió artículos a La Publicitat, mientras Xammar escribía para La Veu. Esta serie de crónicas marca el final de una larga etapa de colaboración con periódicos catalanes. Las crónicas rusas, como las cartas de la polémica Pla-Xammar, están recogidas en un volumen presentado por Josep Badia i Moret y editado por Quaderns Crema (Periodisme, 1989). Años más tarde, Xammar se vería sorprendido en Berlín, primero, por la llegada de Hitler al poder, y después, por el comienzo de la Guerra Civil española. Pasó el resto de la guerra como agregado de prensa de la República en la embajada de París. Acabada la Segunda Guerra Mundial, trabajó en Francia para la Associated Press y después fue, durante muchos años, traductor de las Naciones Unidas en Nueva York y en Ginebra. Vivió sus últimos años entre Granollers y L’Ametlla del Valles, donde murió el 5 de diciembre de 1973. CHARO GONZÁLEZ PRADA
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