viernes, 2 de febrero de 2024

Literatura y crisis de la civilización europea Ernst Fischer Literatura y crisis de la civilización europea Karl Kraus, Robert Musil, y Franz Kafka ICARIA. FRAGMENTO.




 Literatura y crisis

de la civilización europea

Ernst Fischer

Literatura y crisis

de la civilización europea

Karl Kraus, Robert Musil, y Franz Kafka

ICARIA

13·20

Titulo original: Musil, Kafka und Kraus

© Louíse Eisler-Físcher

Traducción: Pedro Madrigal

(O de la edición española: ICARIA Editorial. S. A. e/. de la Torre. 14 • Barcelona-6

1,' edición: octubre 1m

ISBN: 84-742Ml20-S

Depósito leglll: B. 39321 • 1977

DiscAo de la cubierta: Loni Gecst(fonc Hoverstad

Imprime: Conmar Color. ColOminas, 28 Hospitalet de L10bregat

NOTA EDITORIAL

Emst Físcher, nacido el 3 de julio de 1899, muerto el 1

de agosto de 1972. se hizo en 1920 miembro del Partido Socialdemócrata:

primeramente fue redactor del periódico socialdemócrata

cArbeiterwUlen. y luego. de 1927 a 1934, del

cArbelter-Zeitung-. en Viena. En 1934 Fischer se pasó al

comunismo. yendo ese mismo afio a Praga, como emigrado.

En 1939 huyó, ante el avance de las tropas alemanas. a

MosCÍl. En 1945 retorna Fischer a Austria, formando parte.

de 1949 a 1959. del Consejo Nacional. Después de la guerra

se hizo doctor de Filosofía por la Universidad de Viena. consiguiendo

un nombre como escritor y traductor. Suscitaron

gran interés en los países occidentales sus volúmenes ensayísticos

Arte y Contribuciones de coexistencia en relación

con una Estética marxista (1966) y Sobre las huellas de la

realidad (1968). En la primavera de 1968 Fischer no tuvo

miedo de condenar la ocupación de Checoslovaquia. El 13 de

octubre de 1969 fue excluido del pe austríaco.

Otras publicaciones son. entre otras más: Goethe, el gran

humanista, aparecido en 1949; Sobre la necesidad del Arte.

de 1959; Espiritu de la época y Literatura. Compromiso y

libertad del Arte, de 1964: Recuerdos y Reflexiones, de 1969.

Erost Físcher ha estado continuamente a caballo entre

todas las opiniones y todos los frentes, pero sus esperanzas

y su compromiso han estado hasta el final al servicio de un

8 KARL kRAUS, ROBBRT MUSIL, FRANZ KAFK..\

socialismo humanista. La razón por la que Brnst Físcher,

a pesar de sus cambios políticos, se haya mantenido basta

bien entrada la vejez sin caer en el doctrinarismo habrt que

buscarla probablemente en su honradez intelectual. En este

volumen presentamos tres ensayos del literato Fischer:

Kraus, Musil y sobre todo Kafka se ven libres del prejuicio

de escritores burgueses y decadentes; así, se podrá echar de

ver su importancia y su mérito a la luz de la teoría marxista.

KARL KRAUS. ROBERT MUSIL, FRANZ KAFKA

Esta Austria es un pequeño mundo,

en el que el grande sus pruebas hace...

Fríedrích HEBBBL

En este pals se actuaba siempre -y a veces

hasta en un grado exasperado de pasidn y de sus conse-

[cuenciasde

modo distinto a como se pensaba, o bien se pensaba

de forma distinta a como se actuaba...

Kakania estaba siempre animada por una desconiianza

adquirida en el curso de sus grandes experiencias histdricas,

ante la alternativa: «esto o lo otro»;

barruntado siempre

que hay en el mundo todavía muchas más contradicciones

que aquéllas bajo el peso de las cuales uno por fin se de-

[rrumba.

La máxima de su gobierno era: «no sdlo sino también»;

o, todavia mejor. con la mds sabia de las moderaciones:

eni... ni•.

Robert MUSIL

KARL KRAUS

¡Que nadie diga: era de los nuestros! ¡Pues no ere de

nadie! No hay partido que pueda reivindicarle, ni tampoco

comunidad política o nacional alguna. Estuvo siempre solo;

conservativo y rebelde, mirando hacia adelante y vuelto hacia

el pasado. infravalorando las más de las veces la lucha

de la clase obrera, apoyándola a veces. en ocasiones condenándola,

la verdad es que él estuvo siempre solo.

Su obra es un reino de sombras de inmensos horizontes.

El ojo se rinde; y tanto más poderosamente resulta excitado

el oído, en este dédalo de pasillos subterráneos, de galerías

mineras, grutas y estancias excavadas en la roca. Todo es

VO~ de cerca y de lejos, jerga de prensa, cadencia de fraseología,

omnipresente banalidad. ¡Pero qué eco, qué grandiosidadl

La banalidad se hace apocalipsis, la fraseología explosión,

la jerga de la prensa se convierte en bramido de cañón,

la cháchara de un dandy o foIletinlsta en trueno de Juicio

Final. Se hace lenguaje de lo indecible. Por todos los lados

se alza la contradicción. En el enorme eco se encausa y se

despacha a toda una época. Y en !a lejanía alienta el sueño

de los principios, de la unidad. perdida. de hombre y mundo,

de palabra y realidad.

Todo el orgullo del gran satírico, del arrojado poeta, se

encierra en los versos:

Yo soy uno de 10$ eplgonos.

que en la vieja casa de la Lengua habitan ...

12 nRL UUU8, a.OBI!RT MlIsn, PRANZ KAPKA

Estallaba su cólera y metía en cintura al rebaño, a los

sabihondos, a los corruptores de la Lengua y del mundo.

No se ha de aparentar tener ninguna clase de intimidad con

este extraordinario epígono, a la hora de recordarle. No se le

debe falsificar convirtiéndole en un amigo del marxismo

o en un amante de Austria. ~1 odiaba a este país, odiaba

a esta dudad. El «criticón. del inconmensurable poema Los

últimos dias de la humanidad dice ante la columna de la

peste: «Aquf está el corazón de Viena, y en el corazón de

Viena se ha erigido una columna a la peste.• Karl Kraus ya

no vivía cuando estalló, en 1938, la nueva peste; hoy día el

«criticón. ya no sabría si la columna del corazón de Viena

es un aviso contra la peste o bien un monumento levantado

a la peste. Si bien se dice oficialmente que Austria ha sido

una víctima, no pocas de las voces oficiales añaden que, con

todo, heroísmo sigue siendo heroísmo, al servicio tanto de la

lucha contra la peste como de su difusión. Los que un día

ayudaran en la difusión de la peste se dedican a pedagogos,

de modo que 10 que cantaban los viejos resuena ahora en

los jóvenes. Karl Kraus escribía de los lanzadores de bornbas

del afio 1933:

«Tan pronto como se podía echar mano, alguna que otra

vez, a los discípulos, se manifestaba su responsabilidad en

una mezcolanza de una bien aprendida mama de mentir y

un connatural hábito de engañar; en una mixtura de jerigonza,

a base de los siniestros estereotipos del estilo de "[Sí,

claro que sí!" o "¡Yo no sé nada!" o "¡Yo no he hecho nadal",

Ni pueden acordarse de nada, absolutamente de nada, ni peno

saban en nada mientras la mecha prendía; s610 por medio

de los periódicos han logrado enterarse de que la máquina

que manipulaban era una máquina infernal.•

Si la cosa sale mal no se les toma a mal, sino que se les

deja libres, a los viejos maestros y a 105 Jóvenes alumnos,

a fin de no frenar al progreso, que ha tomado un paso de

parada militar; pues esto es 10 que pide la Constitución, no

escrita, a la que Kcaus caracteriza con estas palabras: «El

vienés no debe hundirse, el contrario, levantarse y subir siempre,

» Aunque el pueblo lo que quiere es que le dejen tran·

quilo, no falta, sin embargo, gente que aspira a más y siente

la ausencia de un FUhrer o de una ancestral casa de dominadores,

en parte a fin de fomentar el turismo, en parte con

LITERArullA y CRISIS 13

vistas a llegar por fin al besamanos. En los años de hambre

de la Primera República escríbía Karl Kraus:

Impasible ante derrumbes,

cuando la humanidad sufre. insensible

sólo en desasosiego el ciudadano

por las potencias a quien se debe.

Pañales no tienen los niños,

y de seda revestida enteramente,

se pone a llorar esta arohiohusma

por su Majestad, graciosa...

En aquel entonces era el «gracioso- Padre; en la actuaH·

dad, en los años coyunturales, vestidos de arríba ebajo de

nylon, y que no sólo proporciona veh1culos motorizados a

los padres, sino también pafiales 8 los nidos, el sentido del

ciudadano se siente desasosegado por el Hijo «gracioso-.

Así es como surge de nuevo el sueño del viejo y buen corazón

de oro, olvidando el sentir ciudadano que él daba oro

a cambio de hierro y luego hierro a cambio de hojalata, hojalata

que en parte se traducia en las charlas del Fü.hrer,

en parte era prendida por el Führer a los pechos.

De los aftos felices anteriores a 1914, de esta última

época de calma de una burguesía contenta consigo misma,

surgieron Incómodos antagonistas, como Karl Kraus.

En la colorida monarquía de Habsburgo, cuyo nombre

no era más que una medida burocrática provisional (-Los

Reinos y Territorios representados en el Consejo del Reich_),

Y cuya existencia les parecía eJgo tan increíble 8 los eludadanos

del Estado, se intuía la proximidad de su acabamiento,

antes que en cualquier otro sitio. En esta monarquía de

fantasmas, en la que la opereta se convirtió en Constitución,

la putrefacción en costumbre, la «broma en horror», no oUa

más que a ruinas. La mezcla de naciones, el embrollo de las

relaciones, fue algo que agudizó el 6eIltido de la cadencia,

de los matíees, de la psicología. El resultado de la carencia

de perspectivas históricas fue el escepticismo, la ironía, tul

caótico practicismo, desconfiado ante Jos principios, incapaz

de tomar en serlo las metas a conseguir, no 'riendo en el

progreso más que un progreso hacia la catástrofe. En esta

atmósfera de angustia, parada un momento con el vals, en

14 KARL KRAUS, ROBERT MUSIL, FRANZ KAFKA

esta ciudad de imperial envejecimiento, de viudas alegres

y de hermosos cadáveres, se alzaron videntes para los que

el languidecimiento de Austria no era un fenómeno regional,

sino que era un fenómeno de dimensiones europeas. Por

todo lo largo del Imperio, que se iba desvencijando, soplaba

un aire de malestar de muerte; y esta amenaza fantasmagérica,

este agotamiento en lenta agonía se anunciaba en el

arte, literatura y psicología austríacos. Sigmund Freud oblígó

a salir a la luz del día a lo inconsciente. Mientras que él

se encargaba de poner al descubierto los sótanos de la sexualidad,

de demoler la fachada de la hipocresía, la hipocresía

de la fachada, Ja mentira del ornamento, eran demolidas,

a su vez, por Adolf Loos. e.ste calificaba a la ornamentación

de crimen, viendo en el suntuoso estucado, la jactanciosa

parte exterior de lóbregas viviendas y oficinas la fraseología

arquitectónica, el engaño burgués. Y Arnold Schonberg expresaba

su repugnancia por medio de su música, sin paliarJa

con armonías; mandaba a Karl Kraus su Tratado de la Ar·

monta con una dedicatoria que dice: «Acaso haya aprendido

yo de usted más de Jo que uno debe aprender para poder

seguir siendo independiente...• Y Oskar Kokoschka hada

retratos de la soledad y desesperación. En la primera novela

de Robert Musil se anticipaba ya el derrumbamiento del

viejo mundo. Franz Kafka comenzaba a dar expresión literaria

a la vivencia de la alienación, del desamparo del hombre

en medio de un aparato opaco, tenebroso y, además, que

funciona mal. Todo esto era el reflejo de estadios de capitalismo

tardío en el espejo. deslucido y resquebrajado, de la

monarquía de los Habsburgo. El movimiento obrero, dirigído

por socialdemócratas prudentes y adiestrados en las técnicas

de la táctica, no pudo influenciar de forma esencial a

ninguno de los importantes artistas y escritores, por encontrarse

escindido en nacionalidades e incapaz de presentar

una meta común austríaca a las centrífugas naciones del Estado.

Sin una meta revolucionarla convincente no era posible

ganar para el movimiento obrero en un Estado en descomo

posición, en una sociedad anacrónica, a la vanguardia literaria

y artística. Y si no hay una revolución que la lleve

consigo, que la arrastre, la actitud de una tal vanguardia es

de romántica revuelta.

Karl Kraus fue durante toda su vida un rebelde, un rebelde

al modo romántico. Nacido en 1874, en Jicin, en el

LI11lRATURA Y CRISIS 15

seno de una pudiente familia judía, con tres años ya se

encontraba en Viena. a donde la familia había trasladado su

residencia. Su exégeta francés, Germaine Goblot, nos dice:

«Su primer contacto con la gran ciudad dejó en él la impresión

de un shock. Viena le había suscitado miedo, y su

recuerdo más lejano era el de la falta de patria... » Este

shock de extrañamiento, de soledad, de carencia de patria

dentro de la masa de la gran ciudad es una fundamental

experiencia romántica; que se piense, por ejemplo, en Kleíst,

en Poe, en Baudelalre,

Karl Kraus quiso, al principio, convertirse en actor. Representó

alguna vez, en un teatrucho vienés, el papel de

Franz Moor, fracasando. Renunciando a los escenarios. se

creó más tarde él mismo el mágico teatro de la fantasía (el

-Teatro de la Poesías), haciendo en él más de 700 lecturas

de obras de Shakespeare, Goethe, Raimund, Nestroy, Offenbach,

Líliencron, Hauptmann, Wedekind, Brecht y sobre todo

de sus propias obras. No era un actor, sino toda una compañía.

«Cuando yo recito•• escribía él una vez, eno se trata

de literatura representada. Pero lo que yo escribo es arte

dramático escrito,» En 1899, el editor de la .Neue Freie

Presses, el periódico más poderoso de Austria, le ofrecía el

puesto de director de la parte literaria del mismo. Karl Kraus

rechazó la oferta, publicando pocos meses después el número

primero de su revista .Die Fackels. Así comenzaba su

apasionada lucha contra la pren-sa. Los números, en color

rojo, que iban saliendo de la revista, anegando una y otra

vez, sin tregua, a Viena, constituían una permanente provocación.

En los primeros años de su publicación Kraus admitió

colaboraciones, más tarde .Die Fackele no fue más que

él mismo, él solo; documento de una personaltdad poseída

por sí misma, y que rechazaba a la época que le había tocado

vivir.•Cuando la época alzó la mano contra sí mismas, escribía

Bertold Brecht, «él era esa manos. El odio se convirtió

en creador leitmotiv: odio contra la prensa, que hace

de la vida un cliché, de la palabra fraseología, odio contra

la ciudad que le rodeaba, odio contra el mundo en que él

vivía, contra la época que le oprimía. Vivía, como escribía

Gerrnainc Goblot, «en país enemigo como en su casas, entregado

por completo, «con odio y ardor, a UD trabajo íncreíble

», En una poesía, .E! motivo», nos dice él mismo:

16 KARL KRAUS, ROBllRT MU5IL, FRANZ KAFKA

¿Cómo la vida no me agrada,

no habiéndola nunca gottJ40?

Estranguladores gritos de estos tiempos

viven dentro de mE, encerrados.

¿Por qu¿ no dejo la vida,

si nunca me ha alegrado, muncat7

Enraizado en lo que odio

me crezco yo sobre estos tiempos.

Walter Benjamin argumentaba, contra la interpretación

benévola de que el odio a partir del cual Kraus creaba no

era más que el negativo de su amor a los hombres: c¡Nol,

esta seguridad, insobornable, incisiva, valiente, no procede

de aquellos sentimientos nobles, poéticos, filantrópicos de

los que gustan deducirla sus partidarios... Es mucho menos

el filántropo, el ilustrado amigo de la humanidad el que ha

desencadenado esta lucha despiadada que no más bien el

diestro literato, el artista, si, incluso el dandy, que tiene su

predecesor en Baudelaíre... a P.ste es un análisis justo; sin cmbargo,

no se debe pasar por alto que el poderoso odio estaba

en plan protector delante de lo que Karl Kraus amaba. cEl

odio tiene que hacerle a uno productivo. De lo contrario, enseguida

se hace m6s inteligente el amar,» Su cariño estaba del

lado de los sueños de un estadio de naturaleza primitivo, del

prado de la infanda, de los orígenes, del placer sin carga ni

engaño, de un mundo de leyenda de antes del pecado social

del que surgiera luego la dominación del hombre sobre la mujer,

del conquistador sobre el conquistado, del propietario

sobre el desposeído. Se trata del sueño romántico de una

época dorada.

Se puede percibir más, mucho más que un lamento indio

vidual en las palabras siguientes: .Muchos años, desde hace

ya muchos años desaprovecho yo la primavera. Pero a cambio

de esto la tengo en cualquier estación del afio, cuando hago

renacer en mí los sentimientos de un día de infancia, con el

paso súbito de la tabla de multiplicar a una fragancia de jardín

,a base de consuelda y orugas. Pero ya que doy por 6Upuesto

que algo así no es posible hoy día, evito a sabiendas,

en este punto, el experimentarlo personalmente.»

En mágicos versos, en el poema cJuventud- brilla este

LITERATURA Y CRISIS 17

soñar con el pasado, la nostalgia de hundirse, desde la talla

de hombre hecho y derecho, en la profundidad de la infancia:

Antes que me agarre el doloroso peso

de sombríos poderes

¡déjate, oh delicioso antaRa,

déjate cogerte...!

¡Mi pasatiempo hacia atrás!

¡Primero juventud surja/

¡Y que yo más que vosotros

sobre esta tierra me quede...!

La perdida felicidad de la infancia se incrementa hasta el

presentimiento de una pérdida de la sensibilidad y fantasía,

pérdida de que Karl Kraus acusa el mundo burgués. 21 salía

siempre en defensa de la mujer como la mantenedora de la

naturaleza, la sensibilidad y la fantasía, ante el hombre, ante

la opresión y la hipocresía dominantes. «La sociedad burguesa-,

escribía en 1908, eSe compone de dos clases de hombres;

de los que dicen que en algún sitio se ha acabado con un

antro del vicio, y de los que se lamentan por haberse enterado

demasiado tarde de la dirección del mismo. Esta clasificación

tiene la ventaja de que se realiza también en una

misma persona, al no ser en esto decisivo el hecho de que

sea contradictoria la manera de ver las cosas, sino sólo las

circunstancias y consideraciones del momento, a la hora de

elegir un punto de vista u otro. «En Moralidad y criminalidad

se dice: A la mujer le está permitido sólo lo que quiera el

hombre, 'Siempre que ella no 10 quiera también-

En la explotación polémica La muralla china, un casco de

granada acierta de lleno al cristianismo: .Cuando se hiciera

la noche cristiana y la humanidad tuviera que deslizarse

cautelosamente, de puntillas, hacia el amor, entonces ésta

se empezó a avergonzar de lo que hacía... -

El exigir la libertad sexual de la mujer 10 consideraba

Kraus más importante que la libertad de elección polttica.

La toma de partido al lado de la mujer contra el mundo

de hombres ha sido desde siempre un rasgo esencial del

movimiento romántico. E igualmente romántica era la vivencia

erótica, que surge, una y otra vez, de su inmensa obra

18 KARL KRAUS, ROBERT MUSIL, FRANZ KAPKA

polémica, que alienta de aforismos y poesías, hasta damos en

el rostro: «¡Aire sin esencia, tú, a quien yo abrazol», confesión

de toda clase de sutileza erótica. O bien: «No es la

amada la amada en la lejanía, sino la lejanía.• O las fascinantes

estrofas:

Tú, tú eres la que yo nunca

conoct, tomé ni tuve.

Td, no esposa, yo, tu esposo

en otro matrimonial yugo.

Tú, una locura, tú, un deseo,

un ser divino, lombriz. de tierra.

Llamas, y en torno a tt nada, sino silencio.

y callas, y cm torno a ti todo es tormenta.

¡Cómo hace recordar esto el amor de Fausto en la imagen

encantada de Helena, la poesía «Epipsychidion» de Shelley,

la quintaesencia de la visión romántica del amor!

¡Tú, serafín, fino en demasla para hacerte cuerpo,

para, en radiante figura, mujer hacerte,

para llevar el peso del vestir terreno,

tú, luz y amor, eternidad...

La imagen de ensueño se disuelve en una nube dorada,

las figuras se convierten en estrellas, sombra de belleza más

que la belleza misma, más presentimiento de lo lejano que de

lo verdaderamente cercano, princesse lointaine, amada eterna...

Toda esta potente fantasmagoría está presente en la

obra de Karl Kraus.

En medio del cambio de cara y voz, estuvo Kraus cortejando

a "tUl amada durante toda su vida, perdiéndola de día,

hallándola de noche: la Lengua alemana. nI la servia; a díferencia

de los escritores del día, que se imaginaban que la

dominaban por el hecho de que la hacían violencia. nI mantenía

con la Lengua, decía el mismo Kraus a dichos escritores

del día, «sólo una relación no permitída»: no se sirve de ella

como si se tratara de una «muchacha para todo-o Así pudo

escribir: «Yo no domino la Lengua; es la Lengua la que me

domina a mí, y por completo. No es la sirviente de mis peno

samientos. Yo vivo en una unión con ella de la que yo concíLITERATURA

Y CRISIS 19

bo mis pensamientos, y ella puede hacer de mi lo que quiere.

Yo la pertenezco en la palabra, Pues de la palabra me nace

a mí el pensamiento niño, y da forma, retroactivamente, a la

Lengua, que a él mismo le parió.• y más tarde decía: _La Lengua

es la única quimera cuya fuerza de ilusión no conoce

fronteras, 10 inagotable, junto a ]0 cual la vida no se empobrece.

¡Que aprenda el hombre a servirlat» Este himno a la

Lengua tiene semejanza con el que Goethe dedicara a la

Naturateza: _Ella me ha metido dentro, ella me sacará de

aquí. No confío en mí mismo. Ella puede conectar conmigo.

No odiará ella a su creatura. Yo no he hablado de ella. No, lo

que es verdad y lo que es mentira, todo lo ha dicho ella misma.

Todo es culpa suya, todo es mérito suyo.• Karl Kraus ha

defendido a la Lengua como Naturaleza, contra la ruidosa

No-naturaleza en torno. -Dentro de mí», escribía en 1910,

.se subleva la misma Lengua, portadora del más sublevante

contenido vital, contra éste mismo. Ella misma se burla,

chilla y se revuelve estremecida de asco. Vida y Lengua andan

a la greña, hasta que todo queda deshilachado; y al final no

hay más que un mutuo entrelazarse, el auténtico estilo de

esta época •.

Karl Kraus tenía una concepción completamente romántica

de la Lengua, como creación de Dios o de la Naturaleza.

como el origen que obra más allá de la perdida unidad, cuya

llamada percibimos de lejos. -Cuanto más de cerca observamos

una palabras, escribía. _tanto más atrás se remonta

ella •• O esto otro: _La Lengua va tanteando, como el amor,

en medio de la oscuridad del mundo, tras el rastro de una

perdida imagen primitiva. Uno no hace nada, sólo se presiente

un poema .• No somos nosotros los que hablamos, se'

habla por medio de nosotros. Y este .ello» que habla no es

la Naturaleza, sino que es una sociedad colectiva primitiva.

cuya obra común fue la Lengua. La realidad social se cambia

más rápidamente que la palabra. Y del hecho de que

palabra y realidad no concuerden resultan complicadas contradicciones.

La Lengua de] poeta es vuelta a los orígenes,

conjuro de una mágica unidad de palabra y realidad. La

lengua de la prensa se apodera de la palabra que ya no está

en consonancia con la realidad, de la palabra como fraseologia.

Y esta fraseología, como sombra de una vieja realidad

que es, deja en sombra a la nueva realidad. Por lo tanto,

todo aquel que se niegue a reconocer la nueva realidad, por

20 KARL KRAUS, ROBI!RT MUSIL, FRANZ KAFItA

estar en contradicción con sus intereses, o acaso incluso

con su pereza, se siente amparado por la fraseología. Por

medio de la fraseología se ellmlna, en cierto modo, a la

realidad.

En una de sus poesías más hermosas, en las melancólicas

estrofas cA un viejo maestro», se asocia el «dulce ano

taño- del ser joven al deber que tiene el hombre mayor de

defender a la Lengua, «imperdible», contra la perdida actualidad.

Dice así;

Yo te miro cómo tu fina mano

pasas por tu frente preocupada

como si una palabra enferma cuidar debieras,

deber sagrado ante un testigo -pra/ano.

Nevada, como entonces, como entonces inclinada tu cabeza,

ltUlS el sentido alto, como entonces, te encontré de camino

de nuevo hacia la escuela, y era como si

yo fuera otra vez contigo hada la escueta.

¿Ddnde fue a perderse, me digo, tu mirada

de viejo, para mi nunca perdida? ¿Es que tú. enseñas,

todavia, de la actualidad perdida la palabra?

IVamos, slgueme, y deja la escuela!

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