Literatura y crisis
de la civilización europea
Ernst Fischer
Literatura y crisis
de la civilización europea
Karl Kraus, Robert Musil, y Franz Kafka
ICARIA
13·20
Titulo original: Musil, Kafka und Kraus
© Louíse Eisler-Físcher
Traducción: Pedro Madrigal
(O de la edición española: ICARIA Editorial. S. A. e/. de la Torre. 14 • Barcelona-6
1,' edición: octubre 1m
ISBN: 84-742Ml20-S
Depósito leglll: B. 39321 • 1977
DiscAo de la cubierta: Loni Gecst(fonc Hoverstad
Imprime: Conmar Color. ColOminas, 28 Hospitalet de L10bregat
NOTA EDITORIAL
Emst Físcher, nacido el 3 de julio de 1899, muerto el 1
de agosto de 1972. se hizo en 1920 miembro del Partido Socialdemócrata:
primeramente fue redactor del periódico socialdemócrata
cArbeiterwUlen. y luego. de 1927 a 1934, del
cArbelter-Zeitung-. en Viena. En 1934 Fischer se pasó al
comunismo. yendo ese mismo afio a Praga, como emigrado.
En 1939 huyó, ante el avance de las tropas alemanas. a
MosCÍl. En 1945 retorna Fischer a Austria, formando parte.
de 1949 a 1959. del Consejo Nacional. Después de la guerra
se hizo doctor de Filosofía por la Universidad de Viena. consiguiendo
un nombre como escritor y traductor. Suscitaron
gran interés en los países occidentales sus volúmenes ensayísticos
Arte y Contribuciones de coexistencia en relación
con una Estética marxista (1966) y Sobre las huellas de la
realidad (1968). En la primavera de 1968 Fischer no tuvo
miedo de condenar la ocupación de Checoslovaquia. El 13 de
octubre de 1969 fue excluido del pe austríaco.
Otras publicaciones son. entre otras más: Goethe, el gran
humanista, aparecido en 1949; Sobre la necesidad del Arte.
de 1959; Espiritu de la época y Literatura. Compromiso y
libertad del Arte, de 1964: Recuerdos y Reflexiones, de 1969.
Erost Físcher ha estado continuamente a caballo entre
todas las opiniones y todos los frentes, pero sus esperanzas
y su compromiso han estado hasta el final al servicio de un
8 KARL kRAUS, ROBBRT MUSIL, FRANZ KAFK..\
socialismo humanista. La razón por la que Brnst Físcher,
a pesar de sus cambios políticos, se haya mantenido basta
bien entrada la vejez sin caer en el doctrinarismo habrt que
buscarla probablemente en su honradez intelectual. En este
volumen presentamos tres ensayos del literato Fischer:
Kraus, Musil y sobre todo Kafka se ven libres del prejuicio
de escritores burgueses y decadentes; así, se podrá echar de
ver su importancia y su mérito a la luz de la teoría marxista.
KARL KRAUS. ROBERT MUSIL, FRANZ KAFKA
Esta Austria es un pequeño mundo,
en el que el grande sus pruebas hace...
Fríedrích HEBBBL
En este pals se actuaba siempre -y a veces
hasta en un grado exasperado de pasidn y de sus conse-
[cuenciasde
modo distinto a como se pensaba, o bien se pensaba
de forma distinta a como se actuaba...
Kakania estaba siempre animada por una desconiianza
adquirida en el curso de sus grandes experiencias histdricas,
ante la alternativa: «esto o lo otro»;
barruntado siempre
que hay en el mundo todavía muchas más contradicciones
que aquéllas bajo el peso de las cuales uno por fin se de-
[rrumba.
La máxima de su gobierno era: «no sdlo sino también»;
o, todavia mejor. con la mds sabia de las moderaciones:
eni... ni•.
Robert MUSIL
KARL KRAUS
¡Que nadie diga: era de los nuestros! ¡Pues no ere de
nadie! No hay partido que pueda reivindicarle, ni tampoco
comunidad política o nacional alguna. Estuvo siempre solo;
conservativo y rebelde, mirando hacia adelante y vuelto hacia
el pasado. infravalorando las más de las veces la lucha
de la clase obrera, apoyándola a veces. en ocasiones condenándola,
la verdad es que él estuvo siempre solo.
Su obra es un reino de sombras de inmensos horizontes.
El ojo se rinde; y tanto más poderosamente resulta excitado
el oído, en este dédalo de pasillos subterráneos, de galerías
mineras, grutas y estancias excavadas en la roca. Todo es
VO~ de cerca y de lejos, jerga de prensa, cadencia de fraseología,
omnipresente banalidad. ¡Pero qué eco, qué grandiosidadl
La banalidad se hace apocalipsis, la fraseología explosión,
la jerga de la prensa se convierte en bramido de cañón,
la cháchara de un dandy o foIletinlsta en trueno de Juicio
Final. Se hace lenguaje de lo indecible. Por todos los lados
se alza la contradicción. En el enorme eco se encausa y se
despacha a toda una época. Y en !a lejanía alienta el sueño
de los principios, de la unidad. perdida. de hombre y mundo,
de palabra y realidad.
Todo el orgullo del gran satírico, del arrojado poeta, se
encierra en los versos:
Yo soy uno de 10$ eplgonos.
que en la vieja casa de la Lengua habitan ...
12 nRL UUU8, a.OBI!RT MlIsn, PRANZ KAPKA
Estallaba su cólera y metía en cintura al rebaño, a los
sabihondos, a los corruptores de la Lengua y del mundo.
No se ha de aparentar tener ninguna clase de intimidad con
este extraordinario epígono, a la hora de recordarle. No se le
debe falsificar convirtiéndole en un amigo del marxismo
o en un amante de Austria. ~1 odiaba a este país, odiaba
a esta dudad. El «criticón. del inconmensurable poema Los
últimos dias de la humanidad dice ante la columna de la
peste: «Aquf está el corazón de Viena, y en el corazón de
Viena se ha erigido una columna a la peste.• Karl Kraus ya
no vivía cuando estalló, en 1938, la nueva peste; hoy día el
«criticón. ya no sabría si la columna del corazón de Viena
es un aviso contra la peste o bien un monumento levantado
a la peste. Si bien se dice oficialmente que Austria ha sido
una víctima, no pocas de las voces oficiales añaden que, con
todo, heroísmo sigue siendo heroísmo, al servicio tanto de la
lucha contra la peste como de su difusión. Los que un día
ayudaran en la difusión de la peste se dedican a pedagogos,
de modo que 10 que cantaban los viejos resuena ahora en
los jóvenes. Karl Kraus escribía de los lanzadores de bornbas
del afio 1933:
«Tan pronto como se podía echar mano, alguna que otra
vez, a los discípulos, se manifestaba su responsabilidad en
una mezcolanza de una bien aprendida mama de mentir y
un connatural hábito de engañar; en una mixtura de jerigonza,
a base de los siniestros estereotipos del estilo de "[Sí,
claro que sí!" o "¡Yo no sé nada!" o "¡Yo no he hecho nadal",
Ni pueden acordarse de nada, absolutamente de nada, ni peno
saban en nada mientras la mecha prendía; s610 por medio
de los periódicos han logrado enterarse de que la máquina
que manipulaban era una máquina infernal.•
Si la cosa sale mal no se les toma a mal, sino que se les
deja libres, a los viejos maestros y a 105 Jóvenes alumnos,
a fin de no frenar al progreso, que ha tomado un paso de
parada militar; pues esto es 10 que pide la Constitución, no
escrita, a la que Kcaus caracteriza con estas palabras: «El
vienés no debe hundirse, el contrario, levantarse y subir siempre,
» Aunque el pueblo lo que quiere es que le dejen tran·
quilo, no falta, sin embargo, gente que aspira a más y siente
la ausencia de un FUhrer o de una ancestral casa de dominadores,
en parte a fin de fomentar el turismo, en parte con
LITERArullA y CRISIS 13
vistas a llegar por fin al besamanos. En los años de hambre
de la Primera República escríbía Karl Kraus:
Impasible ante derrumbes,
cuando la humanidad sufre. insensible
sólo en desasosiego el ciudadano
por las potencias a quien se debe.
Pañales no tienen los niños,
y de seda revestida enteramente,
se pone a llorar esta arohiohusma
por su Majestad, graciosa...
En aquel entonces era el «gracioso- Padre; en la actuaH·
dad, en los años coyunturales, vestidos de arríba ebajo de
nylon, y que no sólo proporciona veh1culos motorizados a
los padres, sino también pafiales 8 los nidos, el sentido del
ciudadano se siente desasosegado por el Hijo «gracioso-.
Así es como surge de nuevo el sueño del viejo y buen corazón
de oro, olvidando el sentir ciudadano que él daba oro
a cambio de hierro y luego hierro a cambio de hojalata, hojalata
que en parte se traducia en las charlas del Fü.hrer,
en parte era prendida por el Führer a los pechos.
De los aftos felices anteriores a 1914, de esta última
época de calma de una burguesía contenta consigo misma,
surgieron Incómodos antagonistas, como Karl Kraus.
En la colorida monarquía de Habsburgo, cuyo nombre
no era más que una medida burocrática provisional (-Los
Reinos y Territorios representados en el Consejo del Reich_),
Y cuya existencia les parecía eJgo tan increíble 8 los eludadanos
del Estado, se intuía la proximidad de su acabamiento,
antes que en cualquier otro sitio. En esta monarquía de
fantasmas, en la que la opereta se convirtió en Constitución,
la putrefacción en costumbre, la «broma en horror», no oUa
más que a ruinas. La mezcla de naciones, el embrollo de las
relaciones, fue algo que agudizó el 6eIltido de la cadencia,
de los matíees, de la psicología. El resultado de la carencia
de perspectivas históricas fue el escepticismo, la ironía, tul
caótico practicismo, desconfiado ante Jos principios, incapaz
de tomar en serlo las metas a conseguir, no 'riendo en el
progreso más que un progreso hacia la catástrofe. En esta
atmósfera de angustia, parada un momento con el vals, en
14 KARL KRAUS, ROBERT MUSIL, FRANZ KAFKA
esta ciudad de imperial envejecimiento, de viudas alegres
y de hermosos cadáveres, se alzaron videntes para los que
el languidecimiento de Austria no era un fenómeno regional,
sino que era un fenómeno de dimensiones europeas. Por
todo lo largo del Imperio, que se iba desvencijando, soplaba
un aire de malestar de muerte; y esta amenaza fantasmagérica,
este agotamiento en lenta agonía se anunciaba en el
arte, literatura y psicología austríacos. Sigmund Freud oblígó
a salir a la luz del día a lo inconsciente. Mientras que él
se encargaba de poner al descubierto los sótanos de la sexualidad,
de demoler la fachada de la hipocresía, la hipocresía
de la fachada, Ja mentira del ornamento, eran demolidas,
a su vez, por Adolf Loos. e.ste calificaba a la ornamentación
de crimen, viendo en el suntuoso estucado, la jactanciosa
parte exterior de lóbregas viviendas y oficinas la fraseología
arquitectónica, el engaño burgués. Y Arnold Schonberg expresaba
su repugnancia por medio de su música, sin paliarJa
con armonías; mandaba a Karl Kraus su Tratado de la Ar·
monta con una dedicatoria que dice: «Acaso haya aprendido
yo de usted más de Jo que uno debe aprender para poder
seguir siendo independiente...• Y Oskar Kokoschka hada
retratos de la soledad y desesperación. En la primera novela
de Robert Musil se anticipaba ya el derrumbamiento del
viejo mundo. Franz Kafka comenzaba a dar expresión literaria
a la vivencia de la alienación, del desamparo del hombre
en medio de un aparato opaco, tenebroso y, además, que
funciona mal. Todo esto era el reflejo de estadios de capitalismo
tardío en el espejo. deslucido y resquebrajado, de la
monarquía de los Habsburgo. El movimiento obrero, dirigído
por socialdemócratas prudentes y adiestrados en las técnicas
de la táctica, no pudo influenciar de forma esencial a
ninguno de los importantes artistas y escritores, por encontrarse
escindido en nacionalidades e incapaz de presentar
una meta común austríaca a las centrífugas naciones del Estado.
Sin una meta revolucionarla convincente no era posible
ganar para el movimiento obrero en un Estado en descomo
posición, en una sociedad anacrónica, a la vanguardia literaria
y artística. Y si no hay una revolución que la lleve
consigo, que la arrastre, la actitud de una tal vanguardia es
de romántica revuelta.
Karl Kraus fue durante toda su vida un rebelde, un rebelde
al modo romántico. Nacido en 1874, en Jicin, en el
LI11lRATURA Y CRISIS 15
seno de una pudiente familia judía, con tres años ya se
encontraba en Viena. a donde la familia había trasladado su
residencia. Su exégeta francés, Germaine Goblot, nos dice:
«Su primer contacto con la gran ciudad dejó en él la impresión
de un shock. Viena le había suscitado miedo, y su
recuerdo más lejano era el de la falta de patria... » Este
shock de extrañamiento, de soledad, de carencia de patria
dentro de la masa de la gran ciudad es una fundamental
experiencia romántica; que se piense, por ejemplo, en Kleíst,
en Poe, en Baudelalre,
Karl Kraus quiso, al principio, convertirse en actor. Representó
alguna vez, en un teatrucho vienés, el papel de
Franz Moor, fracasando. Renunciando a los escenarios. se
creó más tarde él mismo el mágico teatro de la fantasía (el
-Teatro de la Poesías), haciendo en él más de 700 lecturas
de obras de Shakespeare, Goethe, Raimund, Nestroy, Offenbach,
Líliencron, Hauptmann, Wedekind, Brecht y sobre todo
de sus propias obras. No era un actor, sino toda una compañía.
«Cuando yo recito•• escribía él una vez, eno se trata
de literatura representada. Pero lo que yo escribo es arte
dramático escrito,» En 1899, el editor de la .Neue Freie
Presses, el periódico más poderoso de Austria, le ofrecía el
puesto de director de la parte literaria del mismo. Karl Kraus
rechazó la oferta, publicando pocos meses después el número
primero de su revista .Die Fackels. Así comenzaba su
apasionada lucha contra la pren-sa. Los números, en color
rojo, que iban saliendo de la revista, anegando una y otra
vez, sin tregua, a Viena, constituían una permanente provocación.
En los primeros años de su publicación Kraus admitió
colaboraciones, más tarde .Die Fackele no fue más que
él mismo, él solo; documento de una personaltdad poseída
por sí misma, y que rechazaba a la época que le había tocado
vivir.•Cuando la época alzó la mano contra sí mismas, escribía
Bertold Brecht, «él era esa manos. El odio se convirtió
en creador leitmotiv: odio contra la prensa, que hace
de la vida un cliché, de la palabra fraseología, odio contra
la ciudad que le rodeaba, odio contra el mundo en que él
vivía, contra la época que le oprimía. Vivía, como escribía
Gerrnainc Goblot, «en país enemigo como en su casas, entregado
por completo, «con odio y ardor, a UD trabajo íncreíble
», En una poesía, .E! motivo», nos dice él mismo:
16 KARL KRAUS, ROBllRT MU5IL, FRANZ KAFKA
¿Cómo la vida no me agrada,
no habiéndola nunca gottJ40?
Estranguladores gritos de estos tiempos
viven dentro de mE, encerrados.
¿Por qu¿ no dejo la vida,
si nunca me ha alegrado, muncat7
Enraizado en lo que odio
me crezco yo sobre estos tiempos.
Walter Benjamin argumentaba, contra la interpretación
benévola de que el odio a partir del cual Kraus creaba no
era más que el negativo de su amor a los hombres: c¡Nol,
esta seguridad, insobornable, incisiva, valiente, no procede
de aquellos sentimientos nobles, poéticos, filantrópicos de
los que gustan deducirla sus partidarios... Es mucho menos
el filántropo, el ilustrado amigo de la humanidad el que ha
desencadenado esta lucha despiadada que no más bien el
diestro literato, el artista, si, incluso el dandy, que tiene su
predecesor en Baudelaíre... a P.ste es un análisis justo; sin cmbargo,
no se debe pasar por alto que el poderoso odio estaba
en plan protector delante de lo que Karl Kraus amaba. cEl
odio tiene que hacerle a uno productivo. De lo contrario, enseguida
se hace m6s inteligente el amar,» Su cariño estaba del
lado de los sueños de un estadio de naturaleza primitivo, del
prado de la infanda, de los orígenes, del placer sin carga ni
engaño, de un mundo de leyenda de antes del pecado social
del que surgiera luego la dominación del hombre sobre la mujer,
del conquistador sobre el conquistado, del propietario
sobre el desposeído. Se trata del sueño romántico de una
época dorada.
Se puede percibir más, mucho más que un lamento indio
vidual en las palabras siguientes: .Muchos años, desde hace
ya muchos años desaprovecho yo la primavera. Pero a cambio
de esto la tengo en cualquier estación del afio, cuando hago
renacer en mí los sentimientos de un día de infancia, con el
paso súbito de la tabla de multiplicar a una fragancia de jardín
,a base de consuelda y orugas. Pero ya que doy por 6Upuesto
que algo así no es posible hoy día, evito a sabiendas,
en este punto, el experimentarlo personalmente.»
En mágicos versos, en el poema cJuventud- brilla este
LITERATURA Y CRISIS 17
soñar con el pasado, la nostalgia de hundirse, desde la talla
de hombre hecho y derecho, en la profundidad de la infancia:
Antes que me agarre el doloroso peso
de sombríos poderes
¡déjate, oh delicioso antaRa,
déjate cogerte...!
¡Mi pasatiempo hacia atrás!
¡Primero juventud surja/
¡Y que yo más que vosotros
sobre esta tierra me quede...!
La perdida felicidad de la infancia se incrementa hasta el
presentimiento de una pérdida de la sensibilidad y fantasía,
pérdida de que Karl Kraus acusa el mundo burgués. 21 salía
siempre en defensa de la mujer como la mantenedora de la
naturaleza, la sensibilidad y la fantasía, ante el hombre, ante
la opresión y la hipocresía dominantes. «La sociedad burguesa-,
escribía en 1908, eSe compone de dos clases de hombres;
de los que dicen que en algún sitio se ha acabado con un
antro del vicio, y de los que se lamentan por haberse enterado
demasiado tarde de la dirección del mismo. Esta clasificación
tiene la ventaja de que se realiza también en una
misma persona, al no ser en esto decisivo el hecho de que
sea contradictoria la manera de ver las cosas, sino sólo las
circunstancias y consideraciones del momento, a la hora de
elegir un punto de vista u otro. «En Moralidad y criminalidad
se dice: A la mujer le está permitido sólo lo que quiera el
hombre, 'Siempre que ella no 10 quiera también-
En la explotación polémica La muralla china, un casco de
granada acierta de lleno al cristianismo: .Cuando se hiciera
la noche cristiana y la humanidad tuviera que deslizarse
cautelosamente, de puntillas, hacia el amor, entonces ésta
se empezó a avergonzar de lo que hacía... -
El exigir la libertad sexual de la mujer 10 consideraba
Kraus más importante que la libertad de elección polttica.
La toma de partido al lado de la mujer contra el mundo
de hombres ha sido desde siempre un rasgo esencial del
movimiento romántico. E igualmente romántica era la vivencia
erótica, que surge, una y otra vez, de su inmensa obra
18 KARL KRAUS, ROBERT MUSIL, FRANZ KAPKA
polémica, que alienta de aforismos y poesías, hasta damos en
el rostro: «¡Aire sin esencia, tú, a quien yo abrazol», confesión
de toda clase de sutileza erótica. O bien: «No es la
amada la amada en la lejanía, sino la lejanía.• O las fascinantes
estrofas:
Tú, tú eres la que yo nunca
conoct, tomé ni tuve.
Td, no esposa, yo, tu esposo
en otro matrimonial yugo.
Tú, una locura, tú, un deseo,
un ser divino, lombriz. de tierra.
Llamas, y en torno a tt nada, sino silencio.
y callas, y cm torno a ti todo es tormenta.
¡Cómo hace recordar esto el amor de Fausto en la imagen
encantada de Helena, la poesía «Epipsychidion» de Shelley,
la quintaesencia de la visión romántica del amor!
¡Tú, serafín, fino en demasla para hacerte cuerpo,
para, en radiante figura, mujer hacerte,
para llevar el peso del vestir terreno,
tú, luz y amor, eternidad...
La imagen de ensueño se disuelve en una nube dorada,
las figuras se convierten en estrellas, sombra de belleza más
que la belleza misma, más presentimiento de lo lejano que de
lo verdaderamente cercano, princesse lointaine, amada eterna...
Toda esta potente fantasmagoría está presente en la
obra de Karl Kraus.
En medio del cambio de cara y voz, estuvo Kraus cortejando
a "tUl amada durante toda su vida, perdiéndola de día,
hallándola de noche: la Lengua alemana. nI la servia; a díferencia
de los escritores del día, que se imaginaban que la
dominaban por el hecho de que la hacían violencia. nI mantenía
con la Lengua, decía el mismo Kraus a dichos escritores
del día, «sólo una relación no permitída»: no se sirve de ella
como si se tratara de una «muchacha para todo-o Así pudo
escribir: «Yo no domino la Lengua; es la Lengua la que me
domina a mí, y por completo. No es la sirviente de mis peno
samientos. Yo vivo en una unión con ella de la que yo concíLITERATURA
Y CRISIS 19
bo mis pensamientos, y ella puede hacer de mi lo que quiere.
Yo la pertenezco en la palabra, Pues de la palabra me nace
a mí el pensamiento niño, y da forma, retroactivamente, a la
Lengua, que a él mismo le parió.• y más tarde decía: _La Lengua
es la única quimera cuya fuerza de ilusión no conoce
fronteras, 10 inagotable, junto a ]0 cual la vida no se empobrece.
¡Que aprenda el hombre a servirlat» Este himno a la
Lengua tiene semejanza con el que Goethe dedicara a la
Naturateza: _Ella me ha metido dentro, ella me sacará de
aquí. No confío en mí mismo. Ella puede conectar conmigo.
No odiará ella a su creatura. Yo no he hablado de ella. No, lo
que es verdad y lo que es mentira, todo lo ha dicho ella misma.
Todo es culpa suya, todo es mérito suyo.• Karl Kraus ha
defendido a la Lengua como Naturaleza, contra la ruidosa
No-naturaleza en torno. -Dentro de mí», escribía en 1910,
.se subleva la misma Lengua, portadora del más sublevante
contenido vital, contra éste mismo. Ella misma se burla,
chilla y se revuelve estremecida de asco. Vida y Lengua andan
a la greña, hasta que todo queda deshilachado; y al final no
hay más que un mutuo entrelazarse, el auténtico estilo de
esta época •.
Karl Kraus tenía una concepción completamente romántica
de la Lengua, como creación de Dios o de la Naturaleza.
como el origen que obra más allá de la perdida unidad, cuya
llamada percibimos de lejos. -Cuanto más de cerca observamos
una palabras, escribía. _tanto más atrás se remonta
ella •• O esto otro: _La Lengua va tanteando, como el amor,
en medio de la oscuridad del mundo, tras el rastro de una
perdida imagen primitiva. Uno no hace nada, sólo se presiente
un poema .• No somos nosotros los que hablamos, se'
habla por medio de nosotros. Y este .ello» que habla no es
la Naturaleza, sino que es una sociedad colectiva primitiva.
cuya obra común fue la Lengua. La realidad social se cambia
más rápidamente que la palabra. Y del hecho de que
palabra y realidad no concuerden resultan complicadas contradicciones.
La Lengua de] poeta es vuelta a los orígenes,
conjuro de una mágica unidad de palabra y realidad. La
lengua de la prensa se apodera de la palabra que ya no está
en consonancia con la realidad, de la palabra como fraseologia.
Y esta fraseología, como sombra de una vieja realidad
que es, deja en sombra a la nueva realidad. Por lo tanto,
todo aquel que se niegue a reconocer la nueva realidad, por
20 KARL KRAUS, ROBI!RT MUSIL, FRANZ KAFItA
estar en contradicción con sus intereses, o acaso incluso
con su pereza, se siente amparado por la fraseología. Por
medio de la fraseología se ellmlna, en cierto modo, a la
realidad.
En una de sus poesías más hermosas, en las melancólicas
estrofas cA un viejo maestro», se asocia el «dulce ano
taño- del ser joven al deber que tiene el hombre mayor de
defender a la Lengua, «imperdible», contra la perdida actualidad.
Dice así;
Yo te miro cómo tu fina mano
pasas por tu frente preocupada
como si una palabra enferma cuidar debieras,
deber sagrado ante un testigo -pra/ano.
Nevada, como entonces, como entonces inclinada tu cabeza,
ltUlS el sentido alto, como entonces, te encontré de camino
de nuevo hacia la escuela, y era como si
yo fuera otra vez contigo hada la escueta.
¿Ddnde fue a perderse, me digo, tu mirada
de viejo, para mi nunca perdida? ¿Es que tú. enseñas,
todavia, de la actualidad perdida la palabra?
IVamos, slgueme, y deja la escuela!
No hay comentarios:
Publicar un comentario