lunes, 25 de enero de 2021

1. INTUICIONES SOBRE EL PROCESO DE CREACIÓN DE LOS VERSOS LIBRES DE JOSÉ MARTÍ. (Fragmento)



1. INTUICIONES SOBRE EL PROCESO DE CREACIÓN

DE LOS VERSOS LIBRES DE JOSÉ MARTÍ

Como se sabe, uno de los primeros lectores privilegiados

de José Martí fue Miguel de Unamuno quien, con su agudeza

y notables conocimientos de la literatura hispanoamericana

de esos momentos, dijo que las composiciones que

forman los Versos libres son rebeldes, abiertas, imperfectas e

inconclusas1. Otro lector privilegiado, Rubén Darío, los definió

como versos de métrica libre escritos por un hombre con

ansias de libertad:

...libres porque son endecasílabos blancos, sin consonancia

ni asonancia; libres, porque son versos de libertad. (...) Versos

de sufrimientos y de anhelo patriótico, versos de fuego y

de vergüenza (...) un verso libre renovado, con savias nuevas,

con las novedades y audacias de vocabulario, de adjetivación,

de metáforas que resaltan en la rítmica y soberbia

prosa martiana2.

1 Miguel de Unamuno, «Cartas de poeta», Obras Completas, t. VIII,

Madrid, Aguado, 1958, pp. 575-576.

2 Rubén Darío, «Martí, poeta», Antología crítica de José Martí, México,

Cultura, 1960, pp. 267-295.

19

No muy alejadas de estas impresiones están las palabras

que el propio Martí pronunció sobre estos versos en el prólogo

de su libro: «Éstas que ofrezco, no son composiciones

acabadas: son, ¡ay de mí! notas de imágenes tomadas al vuelo

(...) Ya sé que están escritas en ritmo desusado, que por

esto, o por serlo de veras, va a parecer a muchos duro»3; a lo

añadiría: «Mis encrespados Versos Libres, mis endecasílabos

hirsutos, nacidos de grandes miedos, o de grandes esperanzas,

o de indómito amor de libertad, o de amor doloroso a la

hermosura, como riachuelo de oro natural, que va entre arenas

y aguas turbias y raíces, o como hierro caldeado, que silba

y chispea, o como surtidores candentes»4. Estas opiniones

privilegiadas sobre los Versos libres y una lectura pormenorizada

de estos nos llevan a pensar que fueron escritos desde el

apasionamiento, como quizá todos los versos de Martí; pero

en este caso se trata de un libro, a diferencia de Ismaelillo y

Versos sencillos que son poemarios reposados y tranquilos,

contagiado por el arrebato y por la constante metamorfosis

verbal que surgen en cada una de las palabras que componen

este poemario. Sin embargo, esto no impide que, como

intentaremos demostrar, haya una búsqueda consciente de la

sencillez expresiva que se trasluce en el resultado definitivo

de algunas composiciones: la afectación o la complejidad

enunciativa que es visible en las versiones previas se resuelve

en la definitiva con una sobriedad expresiva en la que voluntariamente

el poeta se despoja de todo lenguaje inútil. De

3 José Martí, Poesía Completa (ed. Crítica de Cintio Vitier, Fina García

Marruz y Emilio de Armas), t. I, La Habana, Letras Cubanas, 1985,

p. 223.

4 Ibid., «Prólogo a los Versos sencillos», p. 233.

20

este modo, el poema se transforma en un espacio claro en el

que el autor ha intentado plasmar toda su lucha por conseguir

un lenguaje cargado de pureza y sin los follajes habituales

de la futura estética modernista.

No debemos olvidar, por otra parte, la fecha de 1882, año

en el que previsiblemente Martí compuso la mayor parte de

sus Versos libres y en la que el escritor cubano está plenamente

envuelto en una actividad incesante, tanto desde el

punto de vista político como literario; condiciones biográficas

que implican una inquietud, no exenta de intranquilidad,

que se refleja sin duda en el proceso de creación de los Versos

libres. Esta incansable actividad literaria que se centra en el

año de 1882 se materializa con la publicación -además, del

Ismaelillo-, de las crónicas europeas que envió a Caracas y

las que remitió al periódico La Nación; con los ensayos sobre

Emerson, Longfellow, Osear Wilde, Darwin, etc.; o con la

escritura de «El poema del Niágara»5.

En medio de esta actividad literaria, nacen los Versos

libres cargados de vivencias personales y poesía visionaria,

versos quejosos, llenos de sobriedad y de mesura, como lo

demuestran no sólo las versiones definitivas sino también los

versos tachados y las variantes de los poemas: del atropello

vivencial surgen en estos versos rupturas lingüísticas y experimentaciones

rítmicas ausentes en su obra poética anterior y

posterior.

Tal vez por los motivos expuestos, y por la existencia de

versiones previas y algunos retoques en las definitivas, los

5 Estos datos han sido citados por Pedro Manuel González en «Martí,

creador de la gran prosa modernista», Martí, Darío y el Modernismo,

Madrid, Credos, 1974, p. 169.

21

Versos libres es el libro más propicio para estudiar la forma

con la que José Martí elaboraba sus poemas. Ya dijo Ivan A.

Schulman que se trata de «un volumen cuyo contenido está

en estado de flujo todavía, y por lo tanto sin definición absoluta

»6, aunque el propio Martí expresó su voluntad para que

estos fuesen publicados: «Y de versos podría haber otro

volumen: Ismaelillo, Versos sencillos y lo más cuidado y significativo

de unos Versos libres que tiene Carmita (Carmen

Miyares de Mantilla)»; pero a la muerte de Martí, como afirma

Ángel Augier,

los Versos libres no constituían un libro terminado. Algunos

textos quedaron en proceso de elaboración, sujetos a la rigurosa

tarea de taracea y remolde a que el poeta acostumbra

someter su verso impetuoso y borboteante. En aquel volumen

de 1913, Quesada y Aróstegui se apresuró a advertir las

dificultades de estos textos: «A menudo es ininteligible la

letra; a veces, apagada la tinta del manuscrito; otras, con dos

o tres vocablos a escoger»7.

Las sucesivas ediciones sobre este libro han provocado

polémicas apasionadas que no siempre han estado regidas,

como afirma Schulman «por el estudio sereno y erudito»8.

Por este motivo, hemos tomado como referencia para el

estudio de los Versos libres la edición crítica de Poesía completa

(La Habana, Letras cubanas, 1985), en la que aparece

6 Ivan A. Schulman (edición), Versos libres de José Martí, Barcelona,

Labor, 1970, p. 38.

7 Acción y poesía en José Martí, La Habana, Letras Cubanas, 1982,

p. 333.

8 Ivan A. Schulman (prólogo y edición), Ismaelillo. Versos libres de

José Martí, Madrid, Cátedra, 1994 (sexta edición), p. 39.

22

un pormenorizado apéndice con las variantes y los versos

tachados, así como poemas inconclusos; lo que nos permite

examinar el proceso de creación de esta obra, que en algunos

casos es posible que sea extensible a otros libros poéticos de

Martí. También en algunos casos se han cotejado estas

variantes con la edición de Ivan A. Schulman publicada en la

editorial Cátedra.

La mayoría de poemas que componen este volumen han

sido sometidos a un trabajo incesante sobre el lenguaje y son

múltiples las variantes que se ofrecen en cada poema; sirva

de ejemplo la composición «Pomona» en la que Martí tacha,

después del v.8, «Y cauce humilde en que van revueltas» -y

tomando como referente «revueltas»-, los siguientes adjetivos:

«altas», «crespas», «henchidas», «generosas», y como

variante aparece el adjetivo «dolorosas». En el mismo poema,

en el v.15, señala mediante un círculo dos palabras seguidas:

«Hinche» y «sacude», lo mismo hará en muchas otras

composiciones. Estos ejemplos, a los que se podrían añadir

otros más nos demuestran que, en primer lugar, y como

apunta Schulman haciendo referencia a este mismo caso en

el poema «Hierro», «es evidente que Martí pensaba volver

sobre el verso y escoger una de las palabras»9, lo que indica

la incesante elaboración de los poemas; pero quizá lo más

importante, y ésta sería la segunda conclusión, es que Martí

se debate entre múltiples posibilidades a nivel léxico para

elegir aquella palabra más acorde con el texto; pero también

la que con mayor sencillez exprese su pensamiento, aunque

ello suponga el sacrificio de alguna metáfora o menguar la

9 Ibid.,p. 105.

23

brillantez de una imagen. Estas resoluciones no se materializan

sólo en palabras específicas, sino que se repiten constantemente

en niveles de lenguaje superiores como el textual.

En el poema «Hierro», en el v.42, Martí escribió en la versión

definitiva: «No de vulgar amor: estos amores»; en una

primera versión el poeta cubano había escrito: «No de amor

a odalisca: ese es un vino», y arriba de «ese es un vino» anotó

«besos moros»; en otra versión posterior, tras tachar algunas

palabras como «ama» y «musulmán», el verso queda de

la siguiente forma: «No de amores de dama: estos amores».

Siguiendo este proceso, es fácil llegar a la conclusión de que

Martí, obviando palabras de claras reminiscencias exóticas,

que bien nos podrían acercar al exotismo romántico y premodernista,

como «odalisca», «besos moros» o «musulmán

», lo resuelve de la forma más sencilla.

Esta marcada tendencia hacia la sencillez implica también

eliminar todo lo sobrante en el poema. Como el mismo Martí

dijo en uno de sus múltiples escritos teóricos sobre la poesía,

la finalidad del poeta debe ser desembarazarse «del

lenguaje inútil de la poesía: hacerla duradera, haciéndola sincera,

haciéndola vigorosa, haciéndola sobria; no dejando más

hojas que las necesarias...»10. Una vez más, Martí censura la

concepción de la lengua, y en concreto la poesía, como adorno

del pensamiento: el arte no debe ser sólo y puramente

esteticista, debe huir de la retórica que ahogue la libre expresión

artística.

Numerosos son los ejemplos en los que el autor escribe

versos llenos de imágenes impactantes, poéticamente hablan-

10 José Martí, Obras Completas, La Habana, Trópico, 1936-1953, t. 62,

p. 176, apud., Ivan A. Schulman, prólogo a su edición de Cátedra, p. 17.

24

do, y que no serán recuperadas en la definitiva; porque como

diría el poeta, no hay que dejar «más hojas que las necesarias

». En la composición «Isla Famosa», después del v.l,

«Aquí estoy, solo estoy, despedazado», tacha el siguiente verso:

«El pecho herido, el pecho generoso», motivo que no será

recuperado a lo largo de todo el poema; más significativos

son los versos que tacha después del v.4: «Los vapores del

mar la roca ciñen», versos repletos de brillantez, pero que

restan sencillez y concreción al poema: «Y en el cráneo, que

en el mar entero bulle,/ Mis angustiosos ojos se dilatan!», y

que nuevamente no son recuperados a lo largo del texto.

Es curioso, y ésta sería otra de las características del proceso

de creación de los Versos libres de Martí, que las versiones

previas y los borradores le sirven para ampliar todas las

posibilidades que puede dar de sí el tema concreto que está

tratando en el poema, y que en la versión definitiva consigue

reducir la composición entre todas las posibles combinaciones.

Los casos más evidentes y significativos son aquellas composiciones

que contienen un elaborado proceso de creación,

con varias versiones previas, como «Hierro», «Canto de otoño

», «Amor de ciudad grande»11, etc. En el poema «Hierro»,

11 A propósito de este poema, Roberto González Echevarría, en su

artículo «Martí y su «Amor de ciudad grande»: notas hacia la poética de

Versos libres» en Ivan A. Schulman (ed.), Nuevos asedios al Modernismo,

Madrid, Taurus, 1978, pp. 160-173, plantea la originalidad e importancia de

los Versos libres. Según Echeverría, Martí inaugura con este libro, y especialmente

con el poema citado, la poesía contemporánea de la ciudad, y además

convierte la palabra en un elemento intercambiable y polivalente. Según

el mismo crítico, «Los Versos libres debe tomarse como oxímoron; dialéctica

entre la armonía y la disgregación, que en su acoplamiento constituyen la

poesía. De esa base dialéctica surge el poema, en ella se constituye, sin acce-

25

en una primera versión titulada «Hora de vuelo», después del

v.31, escribe once versos que en el manuscrito de la versión

definitiva aparecen tachados y con pequeñas variantes respecto

a la primera versión; lo mismo ocurre a partir del v.62, donde

a la primera versión se añaden seis versos que también

aparecerán tachados en la versión definitiva12.

En otro poema, «Canto de otoño», nos encontramos con

un borrador escrito a mano en el que, como se nos dice en la

edición crítica citada, en la primera hoja de la versión variante

aparece un pequeño esbozo. En éste, como hemos podido

comprobar, se hace referencia a versos que serán desarrollados

en la primera versión y la última, y que se aproximan

más, en su forma y contenido, a la definitiva. Tanto la primera

versión como el texto final contienen el mismo número

aproximado de versos, pero en la versión definitiva han desaparecido

referencias personales que estaban presentes en la

anterior versión, aunque las palabras-clave se repitan en

ambos textos. Salvo esta excepción, por regla general, las versiones

definitivas suelen ser más breves que las anteriores, lo

que refleja la búsqueda de esencialismo y de máxima depuración.

Quizá, donde más se demuestre la elaboración de los

poemas y el juego con la palabra sea en vocablos concretos y,

der nunca ni a un polo ni a otro, sino manteniéndose equidistante de ambos.

De ahí las características formales del libro, desde su «incompletez» hasta

sus torpezas, pasando por el tono «prosaico» que a veces tiene. En ello consiste

la modernidad y la vigencia de Martí poeta, que trasciende las vicisitudes

del Modernismo hispánico, para instalarse en una problemática mucho

más vasta -la de lo moderno».

12 Los versos tachados en la versión definitiva aparecen incluidos en la

edición de Cátedra de Ivan A. Schulman.

26

sobre todo, en los adjetivos. En el poema «(Contra el verso

retórico y ornado)», en el margen inferior de la última hoja,

Martí escribió lo siguiente:

En literatura, como en el nacimiento humano, no es la concepción,

sino la expresión lo que cuenta. -La una es (dolorosa?);

la otra, penosa, cuando no es desgarradora./ Escribo,

-y luego podo (p.i.), pongo médula, quito hojarasca, mermo.

Lo que no se tiene en pie por sí, abajo. -Donde falta un

color genial, color. Donde un adjetivo saca un plano o realza

una figura, perfecciona las distancias un adjetivo.

Por este motivo, en algunos poemas, el cambio de adjetivación

es un hecho recurrente es el afán de conseguir el adjetivo

adecuado.

En el poema «Media noche», en el v.2, «La tierra: el

amplio mar en sus entrañas», el adjetivo «amplio» ha sido

sometido a constantes cambios: en la primera versión ha

tachado «el bravo mar», arriba ha escrito «hosco» y, en el

margen, «amplio»; asimismo, a lo largo de este poema, en

numerosas ocasiones, juega con la diversidad del significado

del adjetivo para realzar desde la sencillez la adjetivación.

Lo mismo ocurre con el uso de los verbos, que en casi

todos los poemas están sometidos a modificaciones conducentes

a una mayor especificación de lo expresado en el texto.

Sírvannos, en este caso, el poema «Mujeres», donde

Martí cambia en numerosas ocasiones los verbos de la primera

versión hasta la definitiva. En el v.22, «Echa, brillando

al Sol, la alegre espuma», cambia «echa» por «saca»; o en el

v.41: «Dejar que vuele una sonrisa, -es fijo», cambia «vagar»

por «que vuele», o «es fijo» por «es cierto», así como otros

verbos del poema. También en este caso, la lucha por la sen-

27

cillez y la concreción prevalecen sobre otros registros estilísticos.

Quizá menos importantes, porque afectan a menos poemas,

sean algunos rasgos particulares que aparecen en el

proceso de creación de las composiciones. En poemas como

«Mi poesía», «(Como nacen las palmas en la arena)» o

«Pórtico» aparecen en los primeros versos tachaduras y

múltiples variantes, lo que indica -al menos en este caso- la

dificultad con la que algunas veces el poeta se encuentra a la

hora de empezar a elaborar una composición; pero lo más

frecuente es que Martí cambie versos y palabras una vez

que el poema ya está en vías de resolución. También resulta

interesante que en algunos poemas como «Águila blanca»,

«En torno al mármol...» u «Homagno», el poeta cubano

cambie de la primera versión a la definitiva el orden de

alguno de los miembros de la oración para conseguir, nuevamente,

una mayor sencillez, o bien un mayor efecto rítmico

del verso. Sin embargo, no olvidemos que como los

Versos libres nacen de una efusión imprevisible, este acto

emocional trastoca, lógicamente, su sencillez. Como afirma

Carlos Javier Morales:

(Martí) no duda en distorsionar el ritmo y la sintaxis a través

de encabalgamientos abruptos y encrespados hipérbatos; y

tal desgarramiento formal, del ritmo y de la sintaxis, se

corresponde con el desgarramiento de la emoción que el

poeta no se esfuerza en contener13.

13 La poética de José Martí y su contexto, Madrid, Verbum, 1994,

p. 467.

28

Los cambios presentes desde las versiones previas hasta la

definitiva siempre se rigen por requisitos que el mismo autor

se impone:

El lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico.

La idea ha de encajar exactamente en la frase, tan exactamente

que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso

mismo de la idea14.

Resulta curioso que los numerosos cambios a los que los

Versos libres están sometidos, sólo en contadas ocasiones hay

permutas en aquellas palabras que en su poesía se transforman

en símbolos, ni tampoco los colores están sujetos a

variaciones; lo que demuestra una evidente seguridad en el

empleo de estos términos tal como ya apuntó Ivan A. Schulman

en Símbolo y color en la obra de José Martí'5.

Quizá todas estas anotaciones y particularidades del

proceso de creación en José Martí nos lleven a un tipo de

planteamientos más generales dentro de la poesía hispanoamericana

de finales del siglo XIX y comienzos del XX; y es

la vinculación del poeta cubano con el Modernismo. Una

cuestión muy debatida y a la que quizá poco más se pueda

aportar; pero sí nos gustaría reflexionar sobre algunos interrogantes

que surgen precisamente del estudio del proceso de

creación de estos Versos libres.

Por lo dicho hasta estos momentos, es evidente la voluntad

de Martí por acercarse lo más directamente posible a la

sencillez, o sea, a la comunicación con el lector, sin intentar

14 Citado por Carlos Javier Morales, ibid.y p. 233.

15 Madrid, Gredos, 1970.

29

con ello una simplificación o una merma del valor poético de

sus versos:

La frase -dice Martí- tiene sus hijos, como el vestido, y cuál

viste la lana, y cuál de seda, y cuál se moja porque, siendo de

lana su vestido no gusta de que (sic) sea de seda el otro (...)

Que la sencillez sea condición recomendable, no quiere

decir que se excluya del traje un elegante adorno16.

Esta reflexión intensa sobre el lenguaje en pro de la sencillez

que pretende Martí en estos versos entraría en conflicto

con los versos artificiosos de un Modernismo de escuela,

pero no con la complejidad del verso modernista de Darío,

por ejemplo.

El Modernismo, como se sabe, estratifica modos retóricos

del lenguaje y Martí, con sus versos, es un anuncio de

trabajo sobre el lenguaje; pero no es un ejemplo de esa estratificación

posterior que implantarán algunos modernistas

adocenados. Quizá el poeta cubano haya sido un visionario

al trabajar intensamente el lenguaje y experimentar sobre las

capacidades plásticas y simbólicas de éste, pero Martí lo hará

de una forma singular: jugará con la palabra para lograr la

máxima expresión, pero el valor retórico de ésta no será decisivo

en el momento de finalizar el acto de creación, como

evidentemente lo fue para algunos modernistas.

Ahora bien, la presencia de un pre-Modernismo como el

de Martí nos lleva a la ratificación de las dos caras de este

movimiento fundacional latinoamericano: por una parte, el

culto preciosista, el amaneramiento y el refinamiento artifi-

16 José Martí, Obras Completas, pp. 31-33.

30

cioso; y por otra, aunque en menor medida, el lirismo personal

y la expresión artística americana en algunos de sus versos.

Sin duda, será esa otra cara menos evidente del

Modernismo la que se hace presente en los Versos libres.

Por supuesto que con estas breves observaciones no queremos

entrar en los múltiples campos en los que se diversifica

la corriente modernista, ni hacer extensivas estas

cuestiones a la relación entre la prosa de Martí y la modernista,

ni las analogías entre símbolos utilizados por Martí y

los modernistas, o la presencia de elementos mitológicos en

alguno de sus poemas, como frecuentemente lo harían los

modernistas; simplemente nos atenemos al hecho de que en

Martí hay, dentro de la complejidad que suponen los Versos

libres, una evidente voluntad de conseguir la sencillez, preceptiva

que no entró en los cánones del modernismo más a la

moda.

José Martí, como escritor de su tiempo, incorporó algunos

aspectos del simbolismo, como también lo hizo Darío y tantos

otros modernistas, pero estas coincidencias quizá sean

debidas, en muchos casos, al conocimiento de las corrientes

literarias que en ese momento estaban en boga en Europa: los

dos, Martí y Darío, son fruto de una época, pero cada cual

asumió el caudal literario europeo a su modo. No cabe duda

de que tanto Martí como Darío, como hombres cosmopolitas

que fueron, pusieron en marcha mecanismos nuevos y permanentes

de transformación de la palabra en el ámbito latinoamericano;

no olvidemos que Rubén Darío junto al «ínclitas

razas ubérrimas...» del poema «Salutación del optimista»

escribió la epístola «A la Señora de Lugones» y otras composiciones

en las que se incluyen términos propios de la conversación

y modos expresivos totalmente coloquiales como son

31

evidentes también en los poemas maníanos «Pollice verso»,

«A mi alma» o «Canto de otoño»17. Con la inclusión tímida

en el lenguaje poético de elementos conversacionales -tanto

Martí como Darío- estaban abriendo una nueva vía poética

que alcanzará su cénit en los años sesenta con poetas como

Mario Benedetti, Roberto Fernández Retamar, Jaime Sabines

o Roque Dalton, que en intentarán, mediante estas estructuras

coloquiales, que la poesía vuelva a congraciarse con los

lectores

Sin duda, Martí fue un visionario en muchos campos,

pero también lo fue en el ámbito de la literatura ofreciendo a

través de sus versos las múltiples posibilidades que ofrece el

lenguaje e intentando crear espacios poéticos repletos de

imágenes que también -y sin dejar de ser por ello menos

modernistas- se contagiaron de sencillez y siguieron siendo

igualmente bellas.

17 Carlos Javier Morales en op. cit., p. 274, destaca algunas frases

coloquiales en los poemas citados.

Fuente:
Carmen Alemany Bay
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Residencia en la poesía: poetas
latinoamericanos del siglo XX

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