viernes, 1 de noviembre de 2019

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA 1 LA LITERATURA GRIEGA Traducción de ALFONSO REYES


FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO - BUENOS AIRES
C. M. BOWRA
HISTORIA DE LA LITERATURA
GRIEGA
[4* cd.]
Hacía falta un buen resumen de la literatura
griega. Existen obras monumentales,
pero no siempre son asequibles y muchas
veces sólo pueden ser leídas por el
especialista. Existen también muchos manuales,
pero por regla general se repiten
unos a otros hasta en los errores.
El presente Breviario llena cumplidamente
este vacío. Abarca desde los misteriosos
orígenes hasta la decadencia alejandrina,
y en él hallan su lugar justo
todos los géneros literarios, la épica, la
primitiva poesía lírica y elegiaca, la tragedia,
la historia, la comedia, la filosofía,
la oratoria. Dice todo lo que debemos saber
y nunca añade una palabra superfina.
Detrás de cada frase hay bibliotecas.
Escrito con admirable sencillez y con
rara penetración, serio y ameno a un
tiempo —traducido, además, con esa galanura
cuyo secreto sólo posee Alfonso
Reyes—, logra este libro captar en todas
sus páginas los valores esenciales, los que
han hecho de las letras griegas el modelo
siempre fresco de las literaturas del mundo.
Una sucinta y bien escogida bibliografía
lo dota del aparato indispensable
para quien quiera profundizar en la materia,
y la colección de láminas que lo
acompañan completan el sugerente atractivo
de esta pequeña obra maestra. De
su amena utilidad da fe el hecho de haberse
agotado por completo, en menos de
diez años, las tres ediciones anteriores.
[Grabado: Crátera de Pacstuw. Escena de teatro.
Siglo iv a. c.j


BREVIARIOS
del
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
1
LA LITERATURA GRIEGA
Traducción de
ALFONSO REYES
La literatura griega
C. M. BOWRA
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO - BUENOS AIRES
Primera edición inglesa, 1933
Primera edición en español, 1948
Segunda edición en español, 1950
Tercera edición en español, 1953
Cuarta edición en español, 1953
La edición original de esta obra fue registrada por
la Oxford University Press, de Londres, con el titulo
Ancient Gieek Litexatuie.
Derechos reservados conforme a la ley
© Fondo de Cultura Económica
Av. de la Universidad, 975 - México 12, D. F.
Impreso y hecho en México
Prínted and inade in México
INTRODUCCIÓN
Entre las literaturas europeas, la literatura de la Grecia
antigua ocupa un sitio singular. Es la más antigua
que realmente sobrevive, y ha ejercido la mayor influencia
en la posteridad. Los principios, formas y
medidas de los griegos gobernaron la literatura naciente
de Roma y, a través de Roma, el conjunto del mundo
moderno. Si careciese de valor intrínseco.y permanente
por sí misma, todavía sería de incalculable importancia.
Pero su interés no es principalmente histórico. La literatura
griega merece atención por su valor intrínseco,
porque los griegos inventaron y perfeccionaron ciertos
tipos de arte literaria, y realizaron obras maestras que
todavía nos asombran y deleitan, no obstante el transcurso
de las generaciones y los grandes cambios sobrevenidos
en la visión humana del mundo. En la poesía
épica, la lírica y la dramática, en la prosa histórica,
filosófica y retórica los griegos llegaron a resultados tan
satisfactorios en la forma y tan seductores en el contenido
que sus obras se han considerado siempre como
el tipo de perfección, y suelen proponerse e imitarse
como verdaderos modelos.
Y con todo esto, de esta literatura tan influyente y
atractiva sólo poseemos fragmentos, una décima parte
de lo que en otro tiempo existió. Cierto es que contamos
con la litada y la Odisea, el conjunto de las
obras de Platón, una gran masa de discursos de Demóstenes;
pero la reputación de los trágicos se basa
en la selección de las piezas dramáticas destinadas al
estudio escolar en Grecia; y de Esquilo y Sófocles sólo
nos quedan 7 piezas de las 80 y 123 que escribieron
respectivamente. En otros casos, la pérchela es todavía
mayor. Los épicos sucesores de Homero apenas nos son
conocidos por unas líneas, y la brillante poesía lírica
nos ha llegado únicamente en las raquíticas selecciones,
compiladas por gramáticos y métricos a quienes im-
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8 INTRODUCCIÓN
portaba poco el mérito literario. De la tragedia y de
la comedia primitivas casi nada se ha salvado, y tenemos
que reconstruir su historia mediante testimonios
tardíos de discutible valor. Por su parte, se conserva
una montaña de literatura ulterior cuyo valor es escaso.
Útiles para el historiador, interesantes para el estudio
de la decadencia, las obras de los gramáticos y lexicógrafos,
de los poetas épicos ulteriores y de los últimos
retóricos no podrían compensarnos la pérdida de las
obras maestras anteriores. El acervo actual de la literatura
griega es, pues, pequeño, y el abarcarlo no
supera las posibilidades de una sola mente; pero aun
dentro de estos límites sobran elementos valiosísimos
por cuanto a su mérito literario. La reputación de los
escritos griegos no depende, pues, de la abundancia
de los documentos, sino de la suprema excelencia de
algunas obras maestras que han sobrevivido al fanatismo
religioso y al procesó destructor de las edades.
Tales obras no son muy numerosas, pero su estilo y
su vigor las colocan entre las mayores creaciones del
hombre. . , ,
Debemos la preservaciori de la literatura griega a los
hombres cultos de Bizancio," que estudiaron y editaron
las obras heredadas de la Antigüedad. Desde Bizancio,
los libros. griegos se difundieron por la Europa
occidental, merced al incansable entusiasmo de los patronos
y humanistas en el alba del Renacimiento, de
quienes recibimos casi todo lo que sabemos sobre los
griegos. En el proceso de copia y edición no pudieron
menos de deslizarse algunas corrupciones de los textos;
pero, en conjunto, aquellos escribas fueron bastante
concienzudos, y es lícito pensar que nuestros actuales
textos no difieren mucho de los que circulaban entre
los antiguos.
A esta fuente ha venido, casi en nuestros días, a
sumarse otra. Se han descubierto en Egipto ciertos
fragmentos escritos en papiro, y aunque en su mayor
parte son documentos de negocios, algunos correspon
INTRODUCCIÓN
9
den a la literatura. La poesía lírica, que Justiniano
mandó quemar, se leía aún en los primeros siglos de
la era cristiana, y al Egipto debemos las primeras transcripciones
de Safo, Alceo y Baquílides. Pero, no obstante
su gran, interés, estos documentos complementarios
no sólo son pocos, sino que están hechos trizas. Los
papiros aparecen mutilados e incompletos. El descifrarlos
cuesta un trabajo ímprobo, y ni la erudición
más acuciosa acierta a llenar las muchas lagunas. A
pesar de lo cual, estas reliquias han venido a transformar
el panorama de nuestros conocimientos. Algo
han añadido, por una parte, a nuestro tesoro, y por
otra nos han permitido apreciar la magnitud de nuestra
pérdida. La literatura' griega resulta haber sido más
rica de lo que sospechábamos por los vestigios. Y así,
cuando la juzguemos, conviene tener muy presente que
sólo disponemos de los restos de todo un mundo desaparecido,
cuyo vigor y proporciones no tenemos medio
de estimar. Los restos, por valiosos que sean, no
pasan de restos-
El estudioso de las literaturas modernas que se acerca
a Grecia queda sorprendido de la misma facilidad
con que logra acomodarse en su ambiente. Á direrencia
de lo que acontece con el antiguo Oriente, aquí
encontramos escritos hechos por hombres de nuestra
misma clase. Sus excelencias no son fundamentalmente
distintas de las que caracterizan a un Dante o a un
Shakespeare. Aquellos escritores parecen haber tenido
un sentimiento de la lengua y de sus empleos que todavía,
en lo general, es el nuestro. La poesía griega
opera sus efectos mediante el ritmo sostenido de las
palabras, palabras escogidas por su fuerza imaginativa; y
la prosa griega, mediante la facultad persuasiva y la
claridad esenciales a la verdadera elocuencia. Pero,
conforme se adelanta el estudio, las peculiaridades comienzan
a revelársenos, y al fin las letras griegas ocupan
un" sitio que les es propio, como, en lo suyo, las
letras inglesas, las italianas o las francesas. El pueblo
10 INTRODUCCIÓN
y su habla dejan sentir gradualmente ciertas cualidades
constantes, manifiestas a lo largo de su historia; y
como logremos aislarlas, habremos alcanzado alguna noción
sobre los rasgos específicos de la literatura griega.
Comparada con la mayoría de las modernas literaturas,
la griega asombra por su sencillez y falta de
adornos; pero no hay nada de común entre esta sencillez.
y el candor pueril del folklore, o la simplificación consciente
a que llega el super-civilizado. Esta condición
resulta de omitir cuanto no parece esencial y de insistir
en cuanto parece importante para la emoción o la estructura
de la obra. Así se aprecia en el trazo derecho
que es el arte de la épica, en la escala reducida de la
tragedia, en el dibujo continuo de la narración histórica.
Al modo como el paisaje griego posee una belleza
natural de contorno y proporciones, o como la escultura
griega ignora las variedades de la medieval o de la oriental
para contentarse con los efectos restringidos e indispensables,
también la literatura griega se distingue r,
por la omisión de todo aquello que no es esencial en
el plan del conjunto, y se funda en el vigor y buena
distribución de las partes. Los griegos poseían un tacto
instintivo y seguro para escoger lo significativo y prescindir
de lo ocioso. No es que lo hayan hecho siempre
de modo consciente o deliberado. Era una actividad
espontánea de aquel pueblo, cuyo genio le permitía
descubrir el pulso infalible de la belleza y dispensarse
de preliminares y elaboraciones enojosas.
A este sentido artístico1 natural viene a sumarse, en
los mejores escritores de Grecia, la gran seriedad y
energía intelectuales. Todo lo veían con ojos nítidos,
libres a un tiempo de saciedad y prejuicio, y así acertaban
a aplicar toda su capacidad mental al logro de
su arte. No escribían sobre cosa alguna sin someterla
antes al tamiz de la propia crítica. En particular, huían
del sentimentalismo y del ornamento redundante o puramente
decorativo. Parecen haber comprendido que
la poesía debe alimentarse en la común experiencia y
INTRODUCCIÓN 11
es patrimonio que todos los hombres comparten. Por
eso procuraban cimentarla en las emociones primarias,
dejando de lado los rincones penumbrosos y las fluideces
escurridizas de la "sensiblería". No escribían para
las minorías o capillas de exquisitos, para las diques,
sino para la humanidad, y sabían discernir entre lo
pasajero y lo permanente. Buena parte de su arte fue
popular, por cuanto estaba destinado a'las multitudes
y a ser presentado al aire libre. Pero, aun así, no incurrieron
nunca en el error de juzgar la inteligencia
de un auditorio conforme al nivel más bajo de sus
miembros. La poesía, como asunto serio, exigía la
atención y la concentración, y los públicos griegos supieron
responder a tales exigencias, educándose para
auditores aplicados y críticos inteligentes. Como consecuencia,
los poetas procuraban darles lo mejor de sí
mismos. Ni los violentos artificios ni las redundancias
eran consentidas. Cada toque había de ser preciso,
cada palabra debía cumplir su exacta función.
Las lecciones recogidas en el estudio y práctica de
la poesía habían de servir a los griegos cuando llegaron
a la prosa. Aquí también aquel empuñar las
cosas esenciales, la misma economía en la estructura,,
igual frescura en el tratamiento. La prosa griega es, en
general, concisa y a menudo sencilla. Verdades de
una suma agudeza y situaciones de verdadera trascendencia
resultan expresadas de modo tan directo que,,
al pronto, nos desconciertan hasta parecemos casi infantiles.
Pronto advertimos que ello es efecto del afán
por decir lo esencial y nada más que lo esencial. Hablando
en términos generales, al griego le disgusta la
escritura excesivamente refinada, y, a pesar de su sutileza
y su vigor innegables, su prosa parece evitar cuanto
no responda a su inmediato propósito informativo.
Pero tras esta apariencia de austeridad yace una profunda
reserva de energía. Las palabras más sencillas
contienen una honda verdad, y una carga de emoción
más intensa aún por ser disciplinada. La prosa griega
12 INTRODUCCIÓN
procura sus efectos a través de la inteligencia, y afecta
la receptividad emotiva más allá de la superficie retórica.
Los oradores mismos, obligados a apelar a las
emociones más a la mano, también apelaban insistentemente
a la inteligencia del público. Su primer cuidado
era, en suma, probar su punto.
Como consecuencia de semejante disciplina, la literatura
griega carece de ciertos rasgos comunes a la
inglesa, la italiana y aun la latina. No posee los vagos
esplendores, la curiosidad por lo indefinido que son la
savia del romanticismo. Su épica y su dramática parecen
llanas y hasta un tanto rudimentales ante la floresta
lujuriosa de un Ariosto o la prolífica vitalidad de
un Shakespeare. La actitud griega ante la naturaleza
nos parece un tanto despojada de imaginación mientras
no lleguemos a percibir la absoluta rectitud de cada
palabra. No esperemos allí la atribución de emociones
humanas a las piedras o a los árboles, o la ocurrencia
de que la naturaleza posea por sí misma una importancia
ajena al hombre. También echamos de menos
en aquella prosa muchas formas que nos son familiares.
Hay en ella pocos raptos de elocuencia religiosa
o de apreciación estética, hasta pocas manifestaciones
de demostración seca y científica, escasos aguijonazos
de prosa epigramática y raros remiendos de colorines.
A cambio de todo ello, una sobriedad cuya densidad
y eficacia deja inútiles muchos atavíos retóricos y muchas
argumentaciones verbosas.
La historia de la poesía griega es la historia de un
proceso en que las formas tradicionales van plegándose
al arte bajo el toque de algunos hombres de genio. La
poesía épica, la lírica y la dramática tuvieron igualmente
su cuna en ciertas formas sencillas y aun desmañadas,
que difícilmente pueden llamarse formas de arte.
Pero los poetas transformaron estos rudimentos en algo
diferente, aun sin prescindir necesariamente de las vetustas
peculiaridades y rudezas que más bien contribuyeron
a sazonar el conjunto. Pues es característico
INTRODUCCIÓN 13
de los griegos el no haber inventado nuevas formas literarias,
sino tan sólo haber perfeccionado las que ya
andaban en su vida. Hasta el último instante, las odas
corales y los dramas revelan la huella de su humilde
origen. Semejante espíritu conservador se manifiesta
en la elección de asuntos. Épica, drama y lírica coral
buscan sus temas en el pasado remoto, en la Edad
Heroica. Pero el poeta no sólo tiene libertad de tratar
a su manera una historia tradicional, sino que es juez
absoluto para atribuirle el sentido y la originalidad de
intención que mejor le plazcan. A la manera del pintor
italiano que interpreta a su sabor los episodios de la
Biblia, el poeta griego escoge su historia y la maneja
a su guisa, alterándola o dirigiéndola a su arbitrio. En
el inmenso tesoro del mito y de la saga, en la riqueza
acaudalada de la imaginación y la fantasía juveniles de
otras épocas, encuentra uri repertorio casi inagotable
de temas trágicos o regocijados. Sabe bien que tiene
algo que decir por su cuenta y que es capaz de decirlo,
y puede darse el gusto de recrear un asunto ya
manejado; y su éxito está precisamente en convertirlo
en algo nuevo y hermoso.
En tal empeño, le ayudan las mismas peculiaridades
del habla griega. La sintaxis singularmente flexible
simplifica la expresión de los pensamientos complicados.
El vasto vocabulario, construido por múltiples
dialectos y aun lenguas ya desaparecidas, permite una
inmensa variedad de estilo. Las combinaciones de sílabas
cortas y largas consiente una métrica elástica y
musical, a un extremo inaccesible para las modernas lenguas
europeas. El prosista, no menos que el poeta, empleaba
palabras cuya eficacia y frescura no se habían
gastado en el uso, y cuya virtud de evocación no se
había embotado en el empleo convencional o vicioso.
Siempre era posible formar nuevos compuestos, buscar
nuevas metáforas o encontrar efectos nuevos, gracias
a pequeñas alteraciones en el orden de las palabras o a
una atinada colocación de las vocales. En vez de
14 INTRODUCCIÓN
estorbar, la tradición ayudaba, proporcionando al poeta
útiles y deliciosos recursos, y materiales dóciles. Aun
hoy en día, cuando ya hemos estropeado la pronunciación
del griego antiguo y cuando ya la niebla de los
siglos apenas nos. deja entrever las asociaciones entre
las palabras, aquella lengua nos parece luminosa y radiosa,
como modelada por el vigor y la clara índole del
pueblo que la hablaba.
No obstante sus restricciones, la literatura griega
nunca fue árida, a diferencia de lo que suele acontecer
con sus imitaciones. Acaso le falten vaguedad, fantasía
y sentimiento extremo, pero nunca misterio, imaginación
ni pasión. La disciplina más bien sirvió para
poner de relieve la riqueza auténtica. La visión imaginativa
propia de toda verdadera gran literatura es singularmente
notoria en el caso de Grecia. Lo que se captaba
en un relámpago de la atención era luego ofrecido
a los demás con una consumada capacidad comunicativa,
a través de las palabras. Si los griegos no eran
como unos niños, según lo aseguraron a Solón los egipcios,
al menos es cierto que poseían el don infantil
de contemplarlo todo con absoluta claridad y concentración.
De aquí que no necesitaran exagerar sus sentimientos
con vanas retóricas o buscar efectos majestuosos
envolviéndose en oscuridades. Muchas de sus obras
son algo oratorias y, a la vez, difíciles. Pero es que se
dirigían a las multitudes, y es que tenían que habérselas
con las dificultades de expresar por primera vez
ciertas cosas. Si alguna vez sintieron el anhelo de escribir
tan sólo en busca de efectos verbales, nunca se
dejaron vencer por esta tentación. Su propósito estaba
en otra parte, y su objetivo en las magnas ocasiones de
interés apasionador y en el esfuerzo intelectual que
cruzaron la existencia de aquellos hombres, cuyos ojos
siempre estaban abiertos, cuyas mentes siempre estaban
alerta.

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