viernes, 16 de septiembre de 2016

Leopoldo María Panero. Poemas del manicomio de Mondragón. Poemario completo.


LEOPOLDO MARÍA PANERO (Madrid, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 2014). Poeta español. En sus versos, de signo culturalista y heterodoxo, y a través de su experiencia en centros psiquiátricos, elaboró una compleja visión del mundo. Hijo del poeta Leopoldo Panero, fue incluido por José María Castellet en la antología Nueve novísimos poetas españoles (1970), con versos extraídos de su primera obra, Por el camino de Swan (1968). En Así se fundó Carnaby Street (1970) profundizó en una línea culturalista y anticonvencional, tanto ideológica como desde el punto de vista de la expresión. Después de Teoría (1973), Narciso en el acorde último de las flautas (1979), Dioscuros (1982) y el volumen Poesía 1970-1985 (1986), su producción se caracteriza por un malditismo visionario derivado de sus problemas mentales, y su adicción al alcohol y las drogas. Su terrible experiencia quedó reflejada en Poemas del manicomio de Mondragón (1987), Piedra negra o del temblor (1992), y Heroína y otros poemas (1992). Ha publicado también Guarida de un animal que no existe (1998) y Abismo (1999).
Desde su primera juventud, su actitud rebelde e inconformista le acarreó serios problemas de adaptación. Este comportamiento empezó a conformar una imagen concreta y a esbozar el camino vital y creativo que iba a seguir Leopoldo María Panero. El aura de malditismo romántico que empezó a crearse alrededor de su figura a partir de su adolescencia fue tanto obra suya como de las circunstancias externas (fundamentalmente, del constreñimiento familiar y educativo).
Sus duras vivencias en la cárcel (con diversos intentos de suicidio), el alcoholismo y la adicción a las drogas marcaron una poesía hipersensible que bascula entre la lucidez y la locura con un sustrato muy importante en el sentimiento de la pérdida de la niñez y del desvanecimiento de la felicidad y la inocencia, entendido como proceso de destrucción. Muchas de sus referencias poéticas vienen del mundo mágico y fantasioso de la infancia, claves para entender su obra.
Ello quedó reflejado en sus primeros títulos: Por el camino de Swan (1968) y, sobre todo, Así se fundó Carnaby Street (1970). En este último libro las referencias a figuras como T. S. Eliot, el Che Guevara o Sacco y Vanzetti se mezclan con otras a Mary Poppins, el Mago de Oz, Peter Pan o Tarzán, personajes procedentes del cuento infantil, del cómic o del cine, ámbito también muy importante en la imaginería personal del poeta. En 1970 su nombre apareció en la célebre antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles.
En la década de 1970 aparecieron Teoría (1973), Narciso en el acorde último de las flautas (1979) y la obra en prosa En lugar del hijo (1976). En estas obras afianza Panero el soporte culturalista, así como la trasgresión de las convenciones sociales e ideológicas, y especialmente de las expresivas. A esas trasgresiones no se oponen demasiadas alternativas, sino que (como en sus admirados escritores malditos) se muestran caminos de destrucción por la vía de un dolor que, sin embargo, es siempre susceptible de ser poetizado. En esta etapa creativa fueron desvelándose otros temas recurrentes como el sexo (traducido en incesto, homofilia, sadismo, necrofilia y coprofilia), el humor (que exprime la comicidad de lo trágico con resultados siniestros) o la locura, entendida como un desvelamiento del sueño de la normalidad.
Con el tiempo, el tema de la locura y su expresión (incluyendo experiencias psiquiátricas y psicoanalíticas) fue adquiriendo tintes verdaderamente dramáticos debido a su trayectoria vital, ya que vivió largas temporadas en el manicomio de Mondragón (Guipúzcoa). De esta vivencia surgió un importante conjunto de poemas, Poemas del manicomio de Mondragón (1987), algunos de ellos recogidos entre los compañeros del psiquiátrico. Además de esta obra, en la década de 1980 escribió Last river together (1980), El que no ve (1980), Dioscuros (1982), una recreación personal del mundo clásico, y El último hombre (1983), en el que aparece el haiku y rinde homenaje en un largo poema a su querido Ezra Pound.
En 1990 apareció Contra España y otros poemas de no amor, donde se advierte una mayor accesibilidad, y en 1992 Piedra negra o del temblor y Heroína y otros poemas. Capítulo aparte es la obra Tensó, que Leopoldo María Panero escribió en colaboración con el italiano Claudio Rizzo, fuera del manicomio de Mondragón. Señalada aún más si cabe por la locura y el desvarío, en 1998 publicó la obra Mi cerebro es una rosa. Textos insólitos.
Otros de sus títulos son Cuentos de terror de la literatura anglosajona (1978), Dos relatos y una perversión (1984), El globo rojo. Antología de la locura (1989), Aviso a los civilizados (1991), Suplicio en la cruz (2001) y Me amará cuando esté muerto (2001). La figura de Leopoldo María Panero quedó descarnadamente retratada, junto al recuerdo de sus padres y hermanos, en las películas El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y su continuadora Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994).

  Notas


[1] Y añadió, “y entre los árabes, un kutb” (v. Jorge Luís Borges, El Libro de los seres imaginarios). <<

***.
En estos Poemas del manicomio de Mondragón, experiencias y vivencias psiquiátricas dan pie a una escritura radical, lúcida, terrible, que a nadie puede dejar indiferente.
 
 Leopoldo María Panero

 Poemas del manicomio de Mondragón


 
 Título original: Poemas del manicomio de Mondragón

Leopoldo María Panero, 1987

 
  A QUIEN ME LEYERE


LOS LIBROS caían sobre mi máscara (y donde había un rictus de viejo moribundo), y las palabras me azotaban y un remolino de gente gritaba contra los libros, así que los eché todos a la hoguera para que el fuego deshiciera las palabras…
Y salió un humo azul diciendo adiós a los libros y a mi mano que escribe: “Rumpete libros, ne rumpant anima vestra”: que ardan, pues, los libros en los jardines y en los albañales y que se quemen mis versos sin salir de mis labios:
el único emperador es el emperador del helado, con su sonrisa tosca, que imita a la naturaleza y su olor a queso podrido y vinagre. Sus labios no hablan y ante esa mudez me asombro, caigo estático de rodillas, ante el cadáver de la poesía.
Leopoldo María Panero

1/3/87

 
  I


Dérisoires martyrs…


STÉPHANE MALLARMÉ

 
 En el obscuro jardín del manicomio

Los locos maldicen a los hombres

Las ratas afloran a la Cloaca Superior

Buscando el beso de los Dementes.

Un loco tocado de la maldición del cielo

Canta humillado en una esquina

Sus canciones hablan de ángeles y cosas

Que cuestan la vida al ojo humano

La vida se pudre a sus pies como una rosa

Y ya cerca de la tumba, pasa junto a él

Una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga

Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa

Mañana morirá otro loco:

De la sangre de sus ojos nadie sino la tumba

Sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina

Y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas

Ello prueba que el destino de las ratas

Es semejante al destino de los hombres.

 
  EL LOCO MIRANDO DESDE LA PUERTA DEL JARDÍN


Hombre normal que por un momento

cruzas tu vida con la del esperpento

has de saber que no fue por matar al pelícano

sino por nada por lo que yazgo aquí entre otros sepulcros

y que a nada sino al azar y a ninguna voluntad sagrada

de demonio o de dios debo mi ruina

 
  LAMED WUFNIK


Yo soy un lamed wufnik

sin mí el universo es nada

las cabezas de los hombres

son como sucios pozos negros

yo soy un maed wufnik

sin mí el universo es nada

dios llora en mis hombros

el dolor del universo, las flechas

que le clavan los hombres

yo soy un lamed wufnik

sin mí el universo es nada

le conté un día a un árabe

oscuro, mientras dormía

esta historia de mi vida

y dijo “Tú eres un lamed wufnik[1]”

sin ti Dios es pura nada

 
  EL LOCO AL QUE LLAMAN EL REY


Bufón soy y mimo al hombre en esta escalera cerrada

con peces muertos en los peldaños

y una sirena ahogada en mi mano que enseño

mudo a los viandantes pidiendo

como el poeta limosna

mano de la asfixia que acaricia tu mano

en el umbral que me une al hombre

que pasa a la distancia de un corcel

y cándido sella el pacto

sin saber que naufraga en la página virgen

en el vértice de la línea, en la nada

cruel de la rosa demacrada

donde

ni estoy yo ni está el hombre

 
 A José Saavedra

Has dejado huella en mi carne

y memoria en la piel de las interminables bofetadas

que surcan mi cuerpo en el claustro del sueño

quién sabe si mi destino se parecerá al de un hombre

y nacerá algún día un niño para imitarlo.

Ven hermano, estamos los dos en el suelo

hocico contra hocico, hurgando en la basura

cuyo calor alimenta el fin de nuestras vidas

que no saben cómo terminar, atadas

las dos a esa condena que al nacer se nos impuso

peor que el olvido y la muerte

y que rasga la puerta última cerrada

con un sonido que hace correr a los niños

y gritar en el límite a los sapos.

 
  II


Ne sachant pas, ingrat!, que c’était tout mon sacré


ce fard noyé dans l’eau perfide des glaciers


STÉPHANE MALLARMÉ

 
 En mi alma podrida atufa el hedor a triunfo

la cabalgata de mi cuerpo en ruinas

a donde mis manos para mostrar la victoria

se agarran al poema y caen

y una vieja muestra su culo sonrosado

a la victoria

pálida del papel en llamas,

desnudo, de rodillas, aterido de frío

en actitud de triunfo.

 
 A Marava

Brindemos con champagne sobre la nada

salto de un saltimbanqui en el acero escrito

donde la flor se desnuda y habita entre los hombres

que de ella se ríen y apartan la mirada

sin saber oh ilusión que es también la nada

adonde ellos la vuelven y que a cada jugada

se tiene la Muerte ante el jugador desnuda

enanos juegan con cabezas humanas.

 
  EL QUE ACECHA EN EL UMBRAL


A Inés Alcoba.

Si la beauté n’etait la mort


Toda belleza por el cadáver pasa

y se limpia en el río de la muerte, el Ganges

que a los inmortales conduce

toda mujer

se transfigura en la tumba y adorna

en el eterno peligro de la nada

así, querida

sabrás mueriendo lo que es el Adorno

y te adorarán los pulgones y aplaudirán las ranas

de ellas compuesto el canto eterno de la nada

oh, tú, hermana

llena con tu cántico mi noche

de tu susurro delgada hermana

de tu sollozo

que la nada devora

Sabiendo así lo que es el Adorno

las chotacabras avisan Su Llegada.

 
  A MI MADRE


(reivindicación de la hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda

y cae sin ruido la taza de té al suelo

como una magia

tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos

y un manojo de flores llevas en la mano

para esperar a la Muerte

que cae de su corcel, herida

por un caballero que la apresa con sus labios brillantes

y llora por las noches pensando que le amabas,

y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas

y hablemos quedamente para que nadie nos escuche

ven, escúchame hablemos de nuestros muebles

tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con

empuñadura en forma de pato

y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra

y ahora que el poema expira

te digo como un niño, ven

he construido una diadema

(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

 
  LOS INMORTALES


Cada conciencia busca la muerte de la otra


HEGEL

En la lucha entre conciencias algo cayó al suelo

y el fragor de cristales alegró la reunión

Desde entonces habito entre los Inmortales

donde un rey come frente al Ángel caído

y a flores semejantes la muerte nos deshoja

y arroja en el jardín donde crecemos

temiendo que nos llegue el recuerdo de los hombres.

 
 Llega del cielo a los locos sólo una luz que hace daño

y se alberga en sus cabezas formando un nido de serpientes

donde invocar el destino de los pájaros

cuya cabeza rigen leyes desconocidas para el hombre

y que gobiernan también este trágico lupanar

donde las almas se acarician con el beso de la puerca,

y la vida tiembla en los labios como una flor

que el viento más sediento empujara sin cesar

por el suelo

donde se resume lo que es la vida del hombre.

 
 Del polvo nació una cosa.

Y esto, ceniza del sapo, broce del cadáver

es el misterio de la rosa.

 
 Debajo de mí

yace un hombre

y el semen

sobre el cementerio

y un pelícano disecado

creado nunca ni antes

Caído el rostro

otra cara en el espejo

un pez sin ojos

Sangre candente en el espejo

sangre candente

en el espejo

un pez que come días presentes sin rostro

 
  HIMNO A SATÁN


Tú que eres tan sólo

una herida en la pared

y un rasguño en la frente

que induce suavemente

a la muerte.

Tú ayudas a los débiles

mejor que los cristianos

tú vienes de las estrellas

y odias esta tierra

donde moribundos descalzos

se dan la mano día tras día

buscando entre la mierda

la razón de su vida;

ya que nací del excremento

te amo

y amo posar sobre tus

manos delicadas mis heces

Tu símbolo era el ciervo

y el mío la luna

que la lluvia caiga sobre

nuestras fauces

uniéndonos en un abrazo

silencioso y cruel en que

como el suicido, sueño

sin ángeles ni mujeres

desnudo de todo

salvo de tu nombre

de tus besos en mi ano

y tus caricias en mi cabeza calva

rociaremos con vino, orina y

sangre las iglesias

regalo de los magos

y debajo del crucifijo

aullaremos.

 
  EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA


No soporto la voz humana,

mujer, tapa los gritos del

mercado y que no vuelva

a nosotros la memoria del

hijo que nació de tu vientre.

No hay más corona de

espinas que los recuerdos

que se clavan en la carne

y hacen aullar como

aullaban

en el Gólgota los dos ladrones.

Mujer,

no te arrodilles más ante

tu hijo muerto.

Bésame en los labios

como nunca hiciste

y olvida el nombre

maldito

de Jesucristo.

Danza en la nieve

mujer maldita

danza hasta que tus pies

descalzos sangren,

el Sabbath ha empezado

y en las casas tranquilas

de los hombres

hay mucho más

lobos que aquí.

Luego de bailar toca

la nieve: verás que es buena

y que no quema tus manos

como la hoguera

en la que tanta belleza

arderá algún día.

Partiendo de los pies

hasta llegar al sexo

y arrasando los senos

y chamuscando el pelo

con un crujido como de

moscas al estallar en la vela.

Así arderá tu cuerpo

y del Sabbath quedará

tan sólo una lágrima

y tu aullido.
Fuente:
Editorial Hiperion.

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