sábado, 4 de junio de 2016

Lecturas. Fragmentos. La Montaña Mágica. Thomas Mann.


FRAGMENTO. Páginas 338-339. La Montaña Mágica.
"Sin embargo, el elogio de Hans Castorp era justificado. El esplendor mate de los blancos de ese busto delicado, pero no delgado, que se perdía en la tela azulada de la blusa, tenía mucha naturalidad, visiblemente había sido pintado con sentimiento y, a pesar de su carácter un poco dulzón, el artista había sabido darle una especie de realidad científica y precisión viviente. Se había servido, en particular, de la superficie ligeramente rugosa de la tela, sacando partido a través del color al óleo, en particular en la región de la clavícula, bastante saliente, como de una aspereza natural de la superficie de la piel. Un lunar, en la parte izquierda, allí donde el pecho comenzaba a dividirse, no había sido olvidado, y entre las prominencias se creía ver cómo se transparentaban ligeramente las venas azuladas. Se hubiera dicho que, ante las miradas del espectador, un estremecimiento apenas perceptible de sensualidad recorría aquella desnudez. Se podía imaginar que se percibía la emanación invisible y viva, la evaporación de aquella carne, de tal manera que si se hubiesen apoyado en ella se habría respirado, no un olor de pintura y barniz, sino el olor de un cuerpo humano. Al decir esto, no hacemos más que revelar las impresiones de Hans Castorp. Pero aunque él estuviese particularmente dispuesto a recibir tales impresiones, hay que hacer constar objetivamente de que el escote de madame Chauchat era, en efecto, la parte mejor conseguida del cuadro".

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