domingo, 25 de mayo de 2014

Adolfo Bioy Casares. Diarios íntimos. Mi amistad con Jorge Luis Borges.


Diarios íntimos.

PREFACIO

Aun a los narradores de relatos fantásticos  les llega la
hora de entender  que la primera obligación  del  escritor
consiste en conmemorar  [...] más que nada, a las pocas
personas que el destino mezcló [...] a su vida o siquiera a
sus recuerdos.
BIOY CASARES,
«El héroe de las mujeres»

Escritos a lo largo de más de cincuenta años, los diarios de Bioy Casa­
res —de los que procede este libro— conforman un vasto universo donde
los apuntes de las conversaciones con Borges conviven con el testimonio
de la vida cotidiana y el frecuente examen de cuestiones de conducta.
Porque representan la madurez estilística de su autor y presuponen la
adopción de un ideal de perfección para maestros, que «acoge lo superfluo y
la digresión», no es casual que comiencen en 1947. Durante la década an­
terior, las severidades de la literatura deliberada habían impuesto a las fic­
ciones de Bioy un estudiado distanciamiento ajeno a la confidencia; sus
diarios, en cambio, corresponden al impulso que aparece en los últimos
cuentos de La trama celeste y en El sueño de los héroes donde, seguro de ha­
ber «aprendido lo suficiente en la profesión de escritor», presta atención
creciente a la caracterización psicológica, abunda en digresiones y alcanza
en la prosa su fluidez coloquial definitiva.
Las primeras entradas ya contienen anotaciones que Borges incluye:
en un mismo movimiento, las tendencias que consentían y propiciaban
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la actividad del diarista, también la volvían, desde una mirada nada disci­
pular, hacia el interlocutor inmediato. A este impulso, propio del pro­
greso de su estilo, contribuía, sin duda, el ejemplo de la Vida de Samuel
Johnson de Boswell, especialmente después de la edición de una Suma de
Johnson, prologada y anotada por Bioy entre 1944 y 1946, destinada a
una colección, luego frustrada, de antologías de autores clásicos proyec­
tada junto a Borges.
En septiembre de 1946 terminó Bioy su prólogo a la Suma; en 1947
empezó a registrar las «interminables, exaltadas conversaciones» con
Borges, afanes en los que perseveró, calladamente, durante casi cuarenta
años. Desde 1987 publicó fragmentos de esas charlas, que aspiraba a reu­
nir, según anunció en 1990, en un libro donde Borges aparecería «rién­
dose de las cosas que él mismo respetaba, hablando como un amigo ín­
timo». En 1996, dentro de nuestro plan de edición de sus papeles privados,
acordamos realizarlo: examiné sus diarios, sus cuadernos de apuntes, sus
libretas y su correspondencia, y, durante 1997 y 1998 revisamos, organi­
zamos y corregimos el texto, que leímos íntegramente en su versión final
no menos de dos veces antes del adverso milagro de 1999.
«Lo que podría hacer —explicó alguna vez Bioy— es sólo contar có­
mo lo vi yo, cómo fue conmigo. Corregir algunos errores que se come­
tieron sobre él, defender a Borges y, sobre todo, defender la verdad.»
Ojalá esta edición sea fiel a ese propósito.
DANIEL MARTINO

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