jueves, 17 de marzo de 2011

ALFONSO CHASE. MAESTRO DE LA TENSIÓN LÍRICA.


ALFONSO CHASE BRENES.
MAESTRO DE LA TENSIóN LÍRICA.








La primera ocasión que leí la poesía de Alfonso Chase fue para mí una sorpresa y admiración que todavía conservo incólume. Estaba en la Universidad de Costa Rica allá por los años 70 y sí, al leer sus poemas y su particular prosa me hicieron meditar por muchos años el mensaje implícito en su poética y visión de mundo. Siempre me he asombrado de su sensibilidad, su inteligencia y sus imágenes “de extracción surrealista” – como señala Duverrán - pero, a la vez de una gran profundidad.

Al pasar el tiempo nos conocimos y –lo confieso- es un placer hablar con Alfonso porque, Alfonso es un ameno conversador e incluso posee un fino humor negro cuando hace comentarios literarios y de la misma vida cotidiana. Su cultura en poesía, cuento y novela deja a cualquiera perplejo. Es un lector infatigable y un escritor de una gran lucidez.

Además, es un conocedor de nuestra Literatura Costarricense como pocos. Recordemos la selección, prólogo y notas que hiciera de RELATOS ESCOGIDOS de Yolanda Oreamuno (Editorial Costa Rica 1977) en donde hace alarde del profundo conocimiento de la autora de LA RUTA DE SU EVASIÓN.

Alfonso es uno de los grandes escritores que tiene Costa Rica en la actualidad.
Recuerdo que en Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica cuando se hizo una antología de poesía para nosotros los estudiantes de Estudios Generales, el poema que se escogió de Alfonso fue SOLEDAD SONORA (del libro Cuerpos – 1972-) y el que deseo transcribir íntegro a los amigos blogueros de Costa Rica e Hispanoamérica, Estados Unidos, Rusia, Dinamarca y otros países europeos.

Yo diría que SOLEDAD SONORA es uno de los poemas más hermosos escritos por un poeta costarricense. Sus imágenes, su ritmo cadencioso, la concatenación de las imágenes, el fluir del discurso poético lo hacen un poema único que me recuerda mucho a los poetas como Homero Aridjis, José Emilio Pacheco y otros gigantes literarios mexicanos.



La poesía actual es muy diferente a la poesía de hace 30 ó 40 años atrás, los lineamientos y el discurso poético han cambiado e incluso su estética. La poesía actual ha dejado de ser “intimista” y los jóvenes han tomado otros derroteros en su ARS POÉTICA. Es una poesía más preocupada por la COLECTIVIDAD y no por el UNO por el YO o al menos es más EXTERIORISTA.

Sin embargo, “algo” que no cambia ni cambiará NUNCA es la tensión lírica del DISCURSO QUE DEBE TENER TODO POEMA. Y Alfonso Chase a lo largo de este poema lo logra con maestría.



Alfonso Chase Brenes nació en Cartago en 1945. Realizó estudios de Literatura y Ciencias Sociales. Fue Director de publicaciones del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. Ha trabajado en periodismo. Ha obtenido varios premios literarios. Premio Nacional de Poesía 1966 por su libro Los Reinos de mi mundo, y Premio Nacional de Novela en 1968 por Los juegos furtivos y Premio Editorial Costa Rica (1995) y Premio Nacional de Novela en 1996 con El Pavo real y la mariposa.



La poesía de Alfonso Chase – ligada en su principio a la expresión mágica de un mundo íntimo, de raíz surrealista señala una evolución posterior hacia la poesía militante. Su poesía revela – en la obra de su generación- un mayor dominio de la expresión y de la cultura poética. (Carlos Rafael Duverrán).



Obra poética: Los reinos de mi mundo (1966), Arbol del tiempo (1966), Para escribir sobre el agua (1970), Cuerpos (1972).



SU PRIMERA NOVELA.

De Los juegos furtivos escrita en 1967 se lee lo siguiente en la contratapa y publicación de su cuarta reedición, Editorial Costa Rica 1983:



“Los juegos furtivos” escrita en 1967, es una novela que desde su publicación suscitó serias polémicas por los sucesos y los ambientes descritos por el autor, que venían a aportar un mundo hasta la fecha inédito en nuestra literatura, como es el universo del adolescente contemporáneo, con todas las inquietudes, frustraciones, anhelos y también todo el mundo oscuro que pervive en las relaciones familiares, amistosas y sexuales. Ahora reeditada casi diez años después, cobra insólita actualidad por lo contemporáneo de su mensaje y por lo claro que nos parece el mundo que apenas se vislumbraba para esas fechas”.



Sin embargo, ante la posibilidad de transcribir un fragmento de su novela LOS JUEGOS FURTIVOS y un poema del libro CUERPOS, me he decidido por este último como dije en líneas anteriores.



SOLEDAD SONORA

A Marjorie Ross



Vaso me has hecho. Vaso que quiebran en la noche

tus manos poderosas. Agua vacía que se derrama

sobre mi médula y mis nervios y mi boca.

Entre las sombras voy buscando mis silencios de niño

y aquella fe que no se agota

en la desmemoria continua de mis actos.

Un diluvio eterno te desgasta el rostro

y te hace humano como el árbol o el pan o como el musgo.

Dueño de la víspera te busco. Señor que es lámpara

y abismo y en sí mismo resplandece

mientras su propia luz incombustible

engendra la tiniebla, el caos, las voces

que se gritan improperios y alabanzas

y se estallan como dardos

en un punto infinito.

Creador y destructor

mano de fuego que se lanza contra el tiempo

y derribando imperios y señores crea

la tierra nueva, la ignota latitud, la isla,

el desconocido cielo solo y trastrocado

sobre el que habita la carne, lo finito,

la dolorosa belleza de los niños y el grito

mojado en sangre de los hombres.

Emboscado en mi orilla te acorralo, te persiguen

mis pasos y mis y mis huellas tiemblan

mientras el aire las atrapa y las regresa a ti

como razón o testimonio.

contra nadie combato y en la lucha quedan mis palabras

y mis ojos desparramados sobre el aire.

comienzas en mí mismo y te terminas

allí donde mis fuerzas y palabras quiebran

toda extensión viviente, todo asomo de luz,

toda ventana y todo templo.

En el lugar en que se pudren las palabras

y todo asomo de resurrección está baldío

crece la hierba y crecen los musgos en las piedras

y hasta los pájaros trinan y en su canto resucitan

las hojas secas y el milagro de vivir

carcome lentamente las lágrimas posibles.

Mis dedos son palabras y mis frases armas

para llegarme hasta tu llama.

pocos saben mi lucha. Este crecer en sombras

en la noche y ese caer sobre las mismas sombras

cuando a mi grito respondes.

Todo está lleno de ti. Creces como un árbol.

Ramificas sobre el aire

y hechas frutos cansados que se pudren

en la soledad de armarios solos.

Eres la luz y en la tiniebla manifiestas tu esplendor.

Emboscado en mi angustia te acorralo.

Te destrozan mis dedos, te llama mi garganta.

Dentro de un túnel oscuro voy gritando

y en la oscuridad mis sílabas se pierden.

No tienes templo. No hay extensión finita

que pudiera contenerte. Solo el hombre o mujer devienen templos

en sus venas cuando el amor se llega por su sangre.

Tú les llenas las manos y los ojos de soles nunca vistos

y engendras en los vientres rostros que pueden contemplarte

en la edad de la nube o en la oscuridad de la piedra,

mientras la hierba crece sobre nuestros cuerpos

y el poder de la noche nos olvida

como a niños que tientan las paredes

de un laberinto ciego

y ellos se miran en espejos, toman té,

escriben palabras y cincelan informes

o asesinan o bendicen cañones, submarinos, fábricas,

y el día se desespera de mirar y rueda

sobre sí mismo envuelto en llamas.

¿Qué puedo hacer si me he perdido en tu silencio

y me respondes con el eco del viento y de las hojas?

Cerca de mí quedas muy lejos. Cada mañana que me embiste

y cada noche que abandona mi cuerpo

en tu esencia son iguales.

Vaso me has hecho. Agua insuficiente.

En ti no existe el tiempo. Solo persiste tu voz

lejana de la mía y este silencio eterno

derramado sobre objetos y personas.

Algo queda de ti cuando me acerco a un cuerpo.

Cuando boca a boca puedo percibirte

y en la perfección del otro me reclino.

Vaso me has hecho. Tristeza cristalina

que se quiebra en la tibieza elemental de un tacto.

Hay un rincón de silencios en que reposan tus palabras.

Siempre un hurgar continuo de mis dedos por tu sombra.

No estás en mí y estando entre los otros te hago mío.



Oaxaca, 1968.



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