lunes, 29 de julio de 2024

DOSTOIEVSKI- CARTAS A SU HERMANO




 S. Petersburgo. Año 1839, día 16 de agosto.

Sí, querido hermano mío, siempre nos ocurre lo mismo: nos

prometemos, sin saber nosotros mismos si tendremos la fuerza

de cumplir lo prometido; menos mal que yo jamás prometo a la

ligera. Por ejemplo: ¿qué opinarías tú de mi silencio? Que soy

un perezoso..., que me olvido de ti, etcétera. ¡Pues no! Todo se

reduce a que no tenía un centavo; ahora lo tengo y estoy contento

de recibir a ese huésped que hacía tanto tiempo que no visitaba,

estoy indeciblemente contento.

¡Y he aquí por fin una carta para ti!

¡Vamos a hablar, a conversar!

¡Hermano querido! Derramé muchas lágrimas por la muerte

de papá,' pero ahora nuestra situación es todavía peor. No hablo

de mí, sino de nuestra familia. Te envío mi carta a Revel sin

saber yo mismo si te llegará... Supongo que no te encontrará

allá... Quiera Dios que estés en Moscú; entonces me sentiría más

tranquilo respecto a nuestra familia; pero dime, por favor, ¿hay

en el mundo alguien más desdichado que nuestros pobres hermanos

y hermanas? Me mata la idea de que sean educados por

gente extraña. Y por eso tu proyecto de ir a vivir a la aldea, una

vez obtenido el grado de oficial, me parece excelente. Allí te podrías

hacer cargo de su educación, querido hermano, y esa educación

sería una felicidad para ellos. Un orden armonioso del

alma al lado de los familiares más cercanos, el desarrollo de todas

las aspiraciones a partir de un principio cristiano, el orgullo

de las virtudes familiares, el terror al vicio y al deshonor, esos

son los resultados de una educación así. Los huesos de nuestros

padres dormirán entonces serenos en la tierra húmeda; pero,

querido amigo, tendrás que soportar muchas cosas. Deberás o

bien pelearte, o bien reconciliarte sólidamente con nuestros parientes.

Pelearte sería mortal; nuestras hermanas se perderían.

Pero si te reconcilias, deberás atenderlos. Ellos llamarán indolencia

a tu repulsa por el servicio. ¡Sin embargo, hermano querido,

sopórtalo! Que no te importen esas almas insignificantes

y mezquinas y sé el benefactor de nuestros hermanos. Sólo tú

los salvarás... Yo sé que tú has aprendido a soportar; cumple,

pues, tu propósito, es admirable. ¡Que Dios te dé fuerza para

hacerlo! Te anuncio de antemano que estaré de acuerdo contigo

en todo.2

¿Qué hacer ahora? Eres más sincero con Iván Nikoláievich

que conmigo; le has dicho que estás abrumado de trabajo y que

no tienes tiempo; sí, tu trabajo es endemoniado, pero ¿qué hacer?

Deshazte de él cuanto antes.

Qué te puedo contar de mí... Hace ya mucho tiempo que no

he hablado contigo con toda franqueza. No sé si ahora me encuentro

en disposición de hacerlo. No sé, pero cada vez con mayor

frecuencia miro lo que me rodea con absoluta indiferencia.

Pero por el contrario, es muy fuerte mi despertar. Mi único

objetivo es estar en libertad. Por ella lo sacrifico todo. Y sin embargo,

con frecuencia, con mucha frecuencia, pienso en qué me

deparará la libertad... ¿Qué voy a hacer yo en medio de una m ultitud

desconocida? Sabré romper con todo esto, pero he de reconocer

que se necesita una fe muy grande en el futuro, un profundo

conocimiento de uno mismo para vivir con mis esperanzas

actuales. ¿Y bien, qué? Es igual si se realizan o no. Yo haré

lo mío. Bendigo los momentos en los que me reconcilio con el

presente (y estos momentos han comenzado a visitarme con mayor

frecuencia ahora). En esos momentos reconozco con más claridad

mi situación, y tengo la seguridad de que estas esperanzas

sagradas se realizarán.

[...]* El espíritu no está sereno ahora; pero en esta lucha del

» El comienzo drl párrafo lia sido arrancado. Los fragmentos que faltan de

aquí en adelante, serán señalados como f . .). (Nula t/tlulilor m u. I

espíritu generalmente maduran los caracteres fuertes; la mirada

nebulosa se aclara y la fe en la vida encuentra una fuente más

pura y más elevada. Mi alma es inaccesible a los arranques tormentosos

de antaño. Todo en ella está tranquilo, como en el corazón

del hombre que guarda un profundo secreto; estudiar

«qué significan el hombre y la vida» es algo en lo que hago

grandes progresos; estudiar los caracteres es algo que puedo hacer

a través de los escritores junto a los cuales paso la mejor parte

de mi vida, con libertad y alegría; no diré nada más sobre mí

mismo. Tengo confianza en mí. El ser humano es un misterio

que hay que descrifrar, y si pasas la vida entera descifrándolo, no

digas al final que has perdido el tiempo; yo me dedico a este

misterio, ya que quiero ser un ser humano. Adiós. Tu amigo y

hermano.

F. Dostoievski.

[...] con las ideas más queridas cada minuto {...] en medio de

los sueños y de los pensamientos la vida pasa imperceptiblemente.

Una sola cosa más [...]: puedo amar y ser un amigo. Hace

poco [...]. Lo más sagrado y grande, limpio [...] este mundo.

Moisés y Shakespeare todo [...] sólo a medias.

¡El amor! ¡El amor! Dices que arrancas sus flores. Pienso que

no hay una renuncia de sí mismo más santa que la del poeta.

¿Cómo se puede compartir el éxtasis propio con el papel? El

alma siempre ocultará más de lo que puede expresar con palabras,

colores y sonidos. De allí la dificultad de ejecutar la idea de

la creación.

{...] Cuando el amor une dos corazones. De [...] hace tiempo

que no muestra sus lágrimas [...] sólo en el pecho. Puede llorar

él solo (...) es necesario tener orgullo y fe cristiana [...] algo sobre

M [...]

Si hasta dentro de una semana, a partir del día de hoy, no he

recibido respuesta, llegaré a la conclusión de que estás en Moscú

y te escribiré a nombre de los Kumanin. Escríbeme, hermano,

ampliamente, cómo has hecho tú y cómo han hecho los

demás con todo esto. Espero con ansia tu respuesta. Ahora, querido

mío, no habrá interrupción en nuestra correspondencia.

Pronto te enviaré la lista de los libros. Escribe. No tengo más

tiempo.

I M A Dostoievski murió el H de junio de 18 V>. Su» iontemporíneos

pensaban que lo habían asesinado sus propios siervos

2. Después de la muerte del padre de Dostoievski fueron los Kumunin

quienes se encargaron de los cinco hijos pequeftt» de lu familia Dostoievski.

aunque rehusaron tener la tutela oficial

domingo, 28 de julio de 2024

Prólogo a Borges poeta Lucas Adur

 9


Prólogo a Borges poeta

Lucas Adur

La poesía, como lo saben todos los que

tienen que saberlo, es secretamente el

corazón mismo del campo cultural

Alejandro Crotto

Este volumen reúne reelaboraciones de los trabajos presentados

en las Jornadas “Borges poeta”, realizadas en agosto

de 2021 en el Centro Cultural Kirchner, organizadas por

el Centro, la Fundación Internacional Jorge Luis Borges

y el FILOCyT “Escrituras de dios. Borges y las religiones”

(Facultad de Filosofía y Letras, UBA).

Los escritos aquí reunidos buscan continuar la relectura

de la obra del autor, iniciada en 2019 con las Jornadas

“Borges 120”, donde, con el lema “Todo hombre culto es

un teólogo y para serlo no es indispensable la fe” (Borges,

1974: 688), nos propusimos discutir las operaciones de

Borges sobre el discurso religioso. Los trabajos de aquellas

jornadas fueron reunidos en un volumen recientemente

publicado: Borges 120 (2021). La indagación de la obra borgeana

continuó en 2020 con las Jornadas “Relecturas del

último Borges”, donde discutimos dos de los libros más

notables de la última etapa de la producción del escritor:

El hacedor (1960) y El informe de Brodie (1970).

En esta ocasión, el eje que organiza los estudios aquí reunidos

es la poesía. Se trata de una de las facetas quizás menos

10 Lucas Adur

exploradas de la obra del gran escritor, cuya reputación

se cimienta sobre todo en los relatos de Ficciones (1944) y

El Aleph (1949). Decir que algo está “poco explorado” hablando

de Borges es, claro, siempre muy relativo. Pero, aun

así, la poesía tiende a ser menos conocida y, me atrevería a

decir, menos valorada que su prosa. Sin embargo, es como

poeta que Borges irrumpe en el panorama de la literatura

argentina y es como poeta que cierra su obra con Los conjurados

en 1985. La poesía fue, a la vez, una constante a lo largo

de su obra, y uno de los lugares donde es posible constatar

mayores desplazamientos y transformaciones.

Entre sus primeros poemas, escritos en Europa –marcadamente

influidos por el expresionismo primero y por el

ultraísmo después–; su obra “criollista” y fervorosa de los

años veinte, con una inflexión particular del vanguardismo;

y los poemas de madurez, donde vuelve a las formas

clásicas y muchas veces a temas metafísicos, es más fácil

encontrar rupturas que continuidades. El propio Borges

pareció consciente de esto y se ocupó de rearmar y reescribir

sus primeros poemarios, introduciendo modificaciones

radicales o excluyendo poemas enteros, donde ya no podía

reconocerse. Su concepción de la rima, de la metáfora, de

la inspiración, de la técnica, del lenguaje, de la idea misma

de la poesía se fue transformando a lo largo de los años.

En este libro indagamos distintos momentos de este itinerario

creador, alternando los abordajes panorámicos de algunas

etapas u obras, con el análisis minucioso de poemas

que consideramos especialmente significativos (y bellos).

El propio escritor situó más de una vez la poesía como

el corazón de su obra. Se definía a sí mismo y a los escritores

que admiraba con ese título: poeta. Como dijimos, su

ingreso a la literatura fue por el camino de la poesía y

su testamento literario, Los conjurados, también tiene esa forma.

Es cierto que hubo casi dos décadas en las que publicó

Prólogo a Borges poeta 11

muy pocos poemas –lo que no quiere decir que no los siguiera

escribiendo–. Pero, luego de su retorno a la poesía

–que podemos vincular con su ceguera–, esta se convierte

en el centro de su producción: la mayoría de los libros que

publica a partir de los años sesenta son poemarios. En los

versos, además, como han señalado varios críticos, se construye

una imagen de autor que no coincide exactamente

con la que emerge de sus relatos clásicos, ni con la imagen

pública: la ironía constante y el escepticismo parecen dejar

lugar, al menos en muchas ocasiones, a formas más directas

de la emoción, lo sentimental, incluso de la pregunta por lo

trascendente –como se explora en algunos de los trabajos

de este libro–.

Como repite Borges más de una vez en esos prólogos de

sus últimos libros, que son breves y bellísimos fragmentos

de una poética, la poesía está en el origen de toda literatura.

Dice en el de La rosa profunda:

La literatura parte del verso y puede tardar siglos en

discernir la posibilidad de la prosa. La palabra habría

sido en el principio un símbolo mágico, que la usura

del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería

restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su

primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría

todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos

físicamente, como la cercanía del mar.

La crítica literaria, tal como la concebimos, debe estar al

servicio de los lectores y lectoras. Tender puentes hacia la

obra, trazar recorridos, inventar modos de entrada. Ojalá

este libro contribuya a que la poesía de Borges siga resonando

en nuestro presente, ojalá ayude a que quien lee sea tocado

por un verso y se sienta convocado a redescubrir esta

obra vasta y profunda, como quien se adentra en el mar.

martes, 23 de julio de 2024

FIODOR DOSTOIEVSKI Cartas a Misha (1838- 1864)




2

 S. Petersburgo, a 31 de octubre de 1838.

Oh, hace mucho, mucho tiempo que no te he escrito, mi

querido hermano... ¡Examen despreciable! Me hizo demorarme

en escribiros, a ti, a papá y en ver a Iván Nikoláievich,1 ¿y cuál

fue el resultado? ¡Me suspendieron! ¡Qué horror! ¡Un año más,

un año suplementario! No me desesperaría de esta manera si no

supiera que fue una infamia, sólo una infamia aquello de lo que

he sido víctima; no lo lamentaría si las lágrimas de nuestro pobre

padre no me abrasaran el alma. Hasta este momento yo

no sabía qué significa el amor propio agraviado. Me hubiera

sonrojado si ese sentimiento se hubiera apoderado de mí... pero

¿sabes? Me gustaría destrozar el mundo entero de una sola

vez.. Perdí, maté tantos días antes del examen, enfermé, enflaquecí,

aprobé el examen espléndidamente, en toda la fuerza y la

extensión de esa palabra, y ¡me suspendieron!... Así lo quería un

profesor (de álgebra) con el cual me porté groseramente a lo largo

del año y que ahora tuvo la bajeza de recordármelo, explicándome

la razón por la cual no pasaba de año... De 10 puntos posibles,

tuve 9,5 y no pasé... Pero al diablo con todo esto... Si hay

que aguantar, aguanto... No voy a desperdiciar papel, pocas veces

converso contigo...

¡Amigo mío! Filosofas como un poeta. Y de la misma manera

irregular que el alma soporta la fuerza de la inspiración, de esa

misma manera es irregular e inexacta tu filosofía. Para conocer

más hay que sentir menos y a la inversa, es una regla irreflexiva,

un desvarío del corazón. ,Qué quieres decir con la palabra conocer?

Conocer ia naturaleza, el alma, a Dios, el amor... Todo esto

se conoce con el corazón y no con la inteligencia. Si fuéramos espíritus

viviríamos, flotaríamos en la esfera de ese pensamiento,

en la cual flota nuestra alma cuando quiere adivinarlo. Pero no

somos sino polvo, y aunque los hombres deben adivinar, no pueden

abarcar de pronto el pensamiento. La inteligencia es la guía

del pensamiento a través de la frágil envoltura hacia los componentes

del alma. La inteligencia es una facultad material... Por

el contrario el alma, o el espíritu, vive del pensamiento que le

susurra el corazón... El pensamiento nace en el alma. La inteligencia

es un instrumento, una máquina que funciona gracias al

fuego del alma... Además (segunda cláusula) la inteligencia del

hombre que se siente atraído por la ciencia actúa independientemente

del sentimiento, por lo tanto, del corazón. Pero si el objetivo

del conocimiento es el amor y la naturaleza, entonces se

abre un campo puro para el corazón. No voy a discutir contigo,

pero te diré que no estoy de acuerdo con tu opinión sobre la

poesía y la filosofía... No hay que suponer a la filosofía como un

simple problema matemático en donde la incógnita es la naturaleza...

Date cuenta de que el poeta, en un arranque de inspiración,

adivina a Dios, por lo tanto cumple con el designio de la

filosofía. Por lo tanto el éxtasis poético es un éxtasis filosófico...

¡Por lo tanto la filosofía es la poesía misma, sólo que en su grado

superlativo!... Es curioso que reflexiones en el espíritu de la

filosofía contemporánea. Cuántos de sus sistemas confusos han

nacido de cabezas inteligentes y fogosas; para obtener un resultado

concreto partiendo de este montón confuso habría que resumirlo

a una fórmula matemática. Esa es la regla de la filosofía

actual. Pero me he puesto a soñar demasiado contigo... Sin aceptar

tu inconsistente filosofía, acepto, no obstante, la existencia

de su inconsistente expresión, con la que no quiero fatigarte...

Hermano, es triste vivir sin esperanza... Miro hacia adelante

y el futuro me horroriza... Me muevo en una atmósfera fría, polar,

hasta la que no ha llegado ni un rayo de sol... Hace mucho

tiempo que no he experimentado los estallidos de la inspiración,

en cambio con frecuencia me encuentro en una situación tal

como, ¿recuerdas', el prisionero de Chillón tras la muerte de sus

hermanos en el calabozo... No me visitará el ave del paraíso de la

poesía, no calentará mi alma ahora fría... Dices que soy reservado;

pero también mis sueños de antaño me han abandonado, y

mis maravillosos arabescos, que alguna vez creé, han perdido su

baño de oro. Aquellos pensamientos que con sus rayos me encendían

el alma y el corazón, ahora han perdido su llama y su calor;

o mi corazón se ha vuelto insensible, o... me horroriza ir más

allá. Me resulta aterrador decir que todo el pasado no fue más que

un sueño dorado, ilusiones floridas...

Hermano, he leído tu poesía... Me arrancó algunas lágrimas

del alma y arrulló por algún tiempo mi alma con el murmullo

caluroso de los recuerdos. Dices que tienes una idea para un drama...

Me alegro... escríbelo... Oh, si te han privado hasta de las

últimas migajas del banquete del paraíso, ¿qué más podías hacer?...

Es una lástima que la semana pasada no haya podido ir a

ver a Iván Nikoláievich, ¡estaba enfermo! ¡Escucha! Me parece

que la gloria también contribuye a inspirar al poeta. Byron fue

un egoísta: su idea sobre la gloria era vana, fútil... Pero la sola

idea de que un alma pura, sublimemente bella, se desprenderá

de las cenizas para ir en pos de tu entusiasmo pasado, la idea de

que la inspiración iluminará -misteriosa, celeste- las páginas

sobre las cuales lloraste tú y llorará la posteridad, esta idea, creo,

penetra con precaución en el alma del poeta aun en los momentos

mismos de la creación. El grito vacío de la multitud es insignificante.

¡Ah! Ahora me han venido a la m ente dos versos de

Pushkin en los que habla de la multitud y del poeta:

Y (la multitud) esa/pe sobre el altar en donde arde tu fuego,

Y en 111 vivacidad infantil hace que se balancee tu trípode... *

,No es verdad que es maravilloso? Adiós. Tu amigo y hermano,

F. Dostoievski.

¡Ah! Escríbeme cuál es la idea principal de la obra de Chateubriand

Le Génit du Christiamsmt. Hace poco en El hijo de la

patria leí un artículo del crítico Nisard sobre Victor Hugo. Oh,

en cuán baja estima lo tienen los franceses. Cuán insignificantes

presenta Nisard sus dramas y sus novelas. Son injustos con él, y

Nisard (a pesar de ser un hombre inteligente), miente.' Y otra

cosa: escríbeme cuál es la idea principal de tu drama: estoy convencido

de que es excelente; aunque para madurar los personajes

de una obra de teatro no son suficientes diez años. Por lo menos

eso es lo que pienso. ¡Ah, hermano, cuánto me apena que no

tengas dinero! Las lágrimas acuden a mis ojos. ¿Habíamos estado

alguna vez así? Ah, a propósito, te felicito, querido mío, por

el día de tu santo y por tu reciente cumpleaños.

En tu poesía «Visión de la madre» no comprendo de qué extraño

contorno rodeaste el alma de la difunta. Ese carácter de

ultratumba no está resuelto. Pero en cambio los versos son buenos,

aunque en un lugar hay un yerro. No te enfades por las críticas. Escríbeme

con más frecuencia, yo también seré más ordenado.

Ah, pronto, muy pronto leeré los nuevos versos de Iván Nikoláievich.

¡Cuánta poesía! ¡Cuántas ideas geniales! Ah, también

me había olvidado de decirte: tú, creo, debes saber ya que

Smirdin está preparando el Panteón de nuestra Literatura en un

libro: los retratos de cien escritores y con cada retrato una obra

representativa de cada uno de ellos. E imagínate a Zótov (?!).

Y a Orlov (Alexandr Anfímovich) entre ellos.4 ¡Qué humor! Escucha,

envíame otra poesía. ¡Aquella era preciosa! Los Merkúlov

pronto se marcharán a Penza, si no es que se han marchado ya.

¡Me apena nuestro pobre padre! ¡Qué carácter más extraño!

¡Y cuánto ha sufrido! Es triste hasta las lágrimas, pero no hay

cómo consolarlo. -¿Y sabes? Papá desconoce absolutamente el

mundo: ha vivido en él cincuenta años y no ha modificado la

opinión que hace treinta años tenía de la gente. ¡Feliz ceguera!

Pero está muy decepcionado del mundo. Esto, me parece, es

nuestro sino común. -Adiós una vez más.

Tuyo.

1. Se traía de Iván Nikol.iievic li Sludlovski ( IH16-1872), amiKo de |uvenlud

de Dtrttoievtki (Sobre las rela< iones de Dostoievski con Shidlovski, ver la

ta n a del I d eeneri.de 1840.)

2. Cita del poema de A S. Pushkin A l poeta < I8M)).

i. En lil hiju Je l.i píllela de marzo-abril de 18 48, se publicaron lo* artículos

de lo» critico» iratueses I). Nisard sobre Lamartine y de G. Planche sobre

Huso. Los títulos de los artículos estaban uno junto al otro y eso hizo que

Dostoievski confundiera los nombres de los autores.

4. A. F. Smirdin editó tres tomos de Cien autores rusos (1839-1845). El primer

tomo fue publicado en 1839.

A. A. Orlov (m. 1840): autor de novelas pseudo-populares, que había sido

ridiculizado por la crítica de los años 30.

R. M. Zótov( 1795-1871): autor de novelas históricas y dramas, a quien el

crítico Belinski puso en ridículo.

jueves, 18 de julio de 2024

Monique Allain-Castrillo} PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO PRÓLOGO DE CARLOS BOUSOÑO EPÍLOGO DE JOSÉ HIERRO

 



PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO

PRÓLOGO DE

CARLOS BOUSOÑO

EPÍLOGO DE

JOSÉ HIERRO

40133

BIBLIOTECAS Y ACERVOS

DOCUMENTALES tJEL

C.U.C.S.H.

< $ > G R E D O S

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

Para A. A., el pasado.

A. A. C., el presente.

G. D. M., el futuro.

PRÓLOGO

Conocí esta obra de Monique Allain-Castrillo, Paul Valéry y el

mundo hispánico, cuando me la presentó en la Universidad de Nueva

York en su primera versión. La leo ahora con renovada admiración

pues el texto original ha sido acrecido con una erudición más completa.

Podemos decir que la autora ha investigado todos los entresijos,

hasta sus más pequeños detalles, de la relación entre Paul Valéry y el

mundo hispánico. Asombra la enorme cantidad de datos de primera

mano que aporta, así como el inmenso esfuerzo que ha sido preciso

desplegar para adquirirla: visitas a las personas que han conocido al

gran poeta, familiares o amigos, conversaciones, rebusca de libros,

cartas, manuscritos y documentos, lecturas detenidas de verdaderas

bibliotecas de información, viajes, y, sobre todo ello, una meditación

constantemente lúcida acerca de los materiales manejados. No ha

dejado de tratar ninguno de los aspectos del objeto de estudio, viéndolo

desde perspectivas siempre renovadas («la mer, la mer, toujours

recommencée»): pasma su número. La autora resucita ante nosotros

las diversas opiniones acerca de la persona y de la obra de Valéry que

los intelectuales españoles manifestaron a lo largo del tiempo, los

cambios que tales juicios sufrieron (cuando así fue) con el correr de

los años y el porqué de tales mutaciones.

Y el lector va siguiendo con pasión creciente tales avatares, y,

guiado por la mano de la autora, descubre, a veces por su cuenta, las

ocultas razones o sinrazones que han podido mover las reacciones de

unos y otros. Admiramos la objetividad con que Monique Allain-

Castrillo nos ofrece sus datos y reflexiones. Nunca observamos nacionalismos

de especie alguna que deformen su pensamiento: sólo

aparecen el documento y la evidencia de su significado. El lector es

el que, con alguna frecuencia, saca conclusiones sobre la generosidad

manifiesta de unos, y la falta de generosidad de otros, o sus oscuros

móviles. La figura moral o la psicología de cada cual queda reflejada

en bastantes ocasiones sin necesidad de formulaciones expresas. La

autora ha tenido el supremo don de hacemos ver a sus personajes sin

necesidad de explicarlos; pero cuando los explica, la explicación se

nos aparece sumamente atinada. De este modo, el libro resulta amenísimo.

De mí, sé decir que no lo pude soltar ni un momento en el

tiempo de su lectura.

Numerosas cartas inéditas nos informan en ocasiones más y mejor

sobre Valéry y sus corresponsales que lo hubieran hecho capítulos

extensos. La relación del poeta francés con Unamuno, con Ortega,

con Madariaga, con Eugenio d’Ors, con Azorín, con Machado, con

Juan Ramón Jiménez, con la Generación del 27 (especialmente, claro

está, con Jorge Guillén) aparece nítida. Leyendo este libro, aprende

uno mucho, no sólo sobre Valéry, sino sobre la triste y baja naturaleza

de los hombres, aunque también, afortunadamente, sobre su posible

nobleza. La actitud de Valéry es, en todo momento, generosísima,

cosa que yo siempre había sospechado. Las reticencias de algunos escritores

españoles o su entusiasmo por el poeta francés despiertan la

curiosidad del lector y ponen en juego su penetración psicológica. La

recepción del gran poema Le Cimetiére Marin (para mí su obra suprema

y una de las composiciones cimeras de la poesía europea de

todos los tiempos) nos hace meditar. Existen cuarenta traducciones al

español de esta pieza admirable, como nos enseña Monique Allain-

Castrillo. Su éxito mundial fue, pues, inmenso. Y, sin embargo, yo

recuerdo (esto no lo cuenta la autora) la carta de Valéry a Gide, en la

que le viene a decir que el estilo de tales versos es el de un poeta espontáneo,

lo que nunca quiso ser. Y añade: «por supuesto, no me parece

publicable». ¡Hasta qué punto se puede equivocar sobre sí mismo

un hombre máximamente inteligente y crítico, y refinadamente

sensible! Y uno recuerda a Virgilio queriendo destruir la Eneida, y a

Kafka despreciando sus narraciones, y a tantos otros artistas igualmente

errados al juzgarse con pesimismo. ¿Qué conclusiones habría

que sacar?

Pero volvamos a la obra que nos ocupa. La curiosidad de Monique

Allain-Castrillo no se atiene exclusivamente a los españoles. La

autora investiga con la misma minucia y sabiduría la recepción de la

obra de Valéry en la América de habla hispana, y va recorriendo las

diferentes personalidades de la literatura de aquellas tierras en su relación

con Valéry: Alfonso Reyes, Miguel Ángel Asturias, Mariano

Brull, Eugenio Florit, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Borges, etc. En

general, podemos decir que la lejanía del espacio equivale a la lejanía

del tiempo. La justicia de la recepción aumenta con la distancia. ¿No

nos dice esto bastantes cosas sobre nuestros prójimos?

La autora se pregunta acerca del posible influjo de Valéry en la

poesía pura de Juan Ramón Jiménez, y no da una respuesta precisa,

pues el Diario de un poeta recién casado del segundo es de 1917, o

sea, de la misma fecha en que el primero publica La Jeune Parque.

Ahora bien: esta duda de la autora proviene del hecho de atenerse a la

opinión académica, según la cual la poesía pura de Juan Ramón comienza

en el libro citado, cuando en realidad se remonta a Estío, del

año 1915, y por tanto no me parece que ofrezca duda la primacía cronológica

del español respecto al francés (bien que el origen remoto de

la poesía de esa especie se halle en Mallarmé).

No es sólo esto lo investigado en el presente libro. Sirviéndose de

los métodos más avanzados de la crítica de los últimos años, nos hace

ver la autora la formación hispánica de Valéry: sus tempranas lecturas

de los místicos españoles (San Juan de la Cruz y Santa Teresa), y

luego Gracián, San Ignacio de Loyola, Góngora, Calderón, y las huellas

que existen en su pensamiento y en su obra de tales experiencias

emocionales e intelectuales, llegando a la conclusión, expresada en

términos divertidamente valeryanos, de que el Valéry maduro es, en

alguna parte, «hispanidad digerida»: sobre lo dicho, añade el volumen

que nos ocupa los contactos del poeta francés con la pintura y la

música españolas (Falla, Mompou) y los cuarenta años de amistad

con José María Sert.

Quiero añadir aquí que los juicios de algunos españoles sobre

Valéry (y también sobre Jorge Guillén) adolecen de una tremenda incomprensión

de lo que significa la poesía pura. Tanto a Valéry como

a Guillén se les ha colocado, por algunos, el sambenito de frialdad e

intelectualismo: «el intelecto no ha cantado jamás: no es su misión»,

decía Machado en clara referencia a los poetas puros. Pero esta frase

confunde el intelecto con lo que puede hacer el alma humana frente a

los productos del intelecto. Del mismo modo que los hallazgos de la

ciencia (una teoría física o matemática) pueden suscitar entusiasmo y

hacemos cantar, así ocurre con las operaciones mentales de los poetas

puros al elaborar sus arquetipos de belleza. Lo que pasa es que dentro

del proceso de interiorización en que consiste el desarrollo de la

poesía desde el Romanticismo hasta el Superrealismo, la Poesía Pura

representa el punto en que la «verdadera realidad» ya no es la impresión

como en el Simbolismo impresionista, sino la impresión modificada.

Se declara «realidad verdadera» no a la objetividad, ni a la impresión,

sino a la estilización del objeto mirado, convertido así en

perfección arquetípica. Y como ésta no se halla en el mundo objetivo

y en consecuencia tampoco en el mundo de la impresión, el resultado

será una abstracción y como tal algo que se halla fuera del tiempo y

del espacio, despojado de anécdota espacio-temporal. Mas, estos productos

de la imaginación, al ser sentidos como «verdaderamente reales

», pueden hacer prorrumpir en sentimientos de gozo o de gloria a

quienes así experimentan la vida. No se trata de conformistas, pues si

se modifica la impresión es porque hay conciencia de la imperfección

de lo que llamamos «el mundo objetivo» . Ese producto «puro»,

fuera del tiempo y del espacio, ¿por qué no va a poder suscitar grandes

emociones en cuanto que es, sin duda, un anhelo humano y universal?

Como se ve, el libro de Monique Allain-Castrillo obliga al lector

a reflexionar por su cuenta, y ése es, precisamente, entre muchos

otros, uno de los visibles méritos de la obra. Pero aún debo expresar

que la prosa de la autora es en todo caso excelente, y ello contribuye

a la gran amenidad que, como ya dije, es otra de las brillantes virtudes

que se nos ofrecen. Frente a tantos libros que nada esencial añaden

a lo ya dicho, éste rebosa de pensamientos inteligentes, de noticias

que ignorábamos, de investigaciones personales que era preciso

realizar. Dentro de la bibliografía valeryana, tan extensa, estamos

ante una aportación decisiva.

C a r l o s B o u s o ñ o

sábado, 13 de julio de 2024

CÁTEDRA EN EL CAFÉ BORRADORES REVISIÓN EL RETORNANTE NOCTURNO

 


6 de julio de 2024

¡Diferente es Jack the Ripper! Ese monstruo que hizo temblar a Londres en la Época Victoriana. Jack es un artista porque nunca fue descubierto, quedó todo en el misterio, lo meramente estético no juega un papel importante, o quizá sí, si usamos el vocablo de “la estética del horror y lo macabro” como algo artístico. ¿No lo cree? Raffo hizo una pausa.

—        Usted habla del hombre como si lo admirara! ¡Usted lo admira profesor! Dije con cierto sarcasmo y humor negro.

—        No le voy a mentir: de alguna manera sí lo admiro.

FRAGMENTO. BORRADOR. REVISIÓN. EL RETORNANTE NOCTURNO. NOVELA.

***

Lo primero que me llamó la atención es que el hombre realizaba el mensaje-vídeo en una penumbra. Por momentos se le veían los contornos de su cara y en ocasiones –dependiendo de sus movimientos – la cara se perfilaba con rasgos de un hombre mucho más joven. En aquel momento no podía interpretar la imagen. No, no le dí importancia pero, cuando miré el vídeo por tres o más veces, me dije que el perfil de V.D. o del hombre que estaba detrás de la sombra se modificaba en realidad. No, no era un problema o efecto de las luces y las sombras, era una mutación constante que se realizaba de la cara. Existía una fascinación por aquella silueta que no podía interpretar: ¿Por qué en vez de sentir un terror incontrolable o una repulsión ya fuese Julián Casasola Brown o Víctor Doryan lo que sentí fue solo curiosidad?

Confieso que cuando el hombre de V.D. o JC hizo los comentarios imaginé que me iba a decir: “mire Hardin, no demos más rodeos, usted ya conoce quién soy, ¿le parece absurdo e irreal, una leyenda o un mito? ¿Le parece que usted no es capaz de digerir racionalmente lo que mira?  Venga, lo espero, no se preocupe, no tenga miedo, deseo que conversemos como viejos amigos. Creo que le resultará interesante, el único requisito es que venga solo y que no falte a su palabra en este punto.  Y agrega el hombre con una  risa burlona, ni usted ni nadie tiene la posibilidad de llegar hasta mí sin que yo no lo desee. Entonces, lo espero señor Hardin, lo espero a las 18:00 horas en mi Torre Argos Panoptes.

FRAGMENTO. BORRADOR. REVISIÓN. EL RETORNANTE NOCTURNO. NOVELA.

jueves, 11 de julio de 2024

POSTEGUILLO SANTIAGO EL SÉPTIMO CÍRCULO DEL INFIERNO. FRAGMENTO. ESCRITORES MALDITOS ESCRITORAS OLVIDADAS




Sinopsis

El KGB, el régimen nazi, la Inquisición, las guerras, el FBI, el gobierno chino, el hambre, la pérdida de

un ser querido, la enfermedad, el exilio, la censura... Muchos son, en efecto, los infiernos de la literatura

a los que se han tenido que enfrentar escritores y escritoras de todos los tiempos.

¿Cuál es el séptimo círculo de este universo infernal? Para Kipling su infierno fue la muerte de su

hija Josephine, y de ese infierno surgió una obra tan vital y esperanzadora como El libro de la selva. Para

Imre Kertész su infierno fue ser víctima del holocausto, pero también del desprecio por parte de los

suyos. Y de ahí salió Sin destino. Carson McCullers, la gran olvidada, la mejor autora estadounidense

del siglo XX, menospreciada por ser mujer.

Con la elegancia y el tino literario de las obras que homenajea, de los autores y autoras que

reivindica, navegando entre viajes, anécdotas, episodios y experiencias propias, Santiago Posteguillo

consigue contagiarnos su amor por los libros y en especial por los autores cuyo genio y talento hizo que

del infierno salieran con obras que aún hoy nos elevan a los altares.

Para Lisa y Elsa,

mi primer círculo del cielo

Los infiernos de la literatura

Muchas son las circunstancias terribles en las que se generan los libros. Esto no es porque a los autores

les gusten los problemas, las dificultades y las penurias. Es simplemente porque los libros, desde

siempre, ya sean poemas, obras de teatro, ensayos o novelas, han sido perseguidos, y los que persiguen

son muy buenos en crear infiernos perfectos, totales, completos para los creadores a los que buscan

acorralar. Lo que les duele a los perseguidores, lo que no terminan de entender es cómo es posible que

incluso en esos infiernos se escriba tanto y tan bien.

Pero vayamos por partes.

¿Quiénes son los perseguidores de la literatura? Muchos y variados, pero todos con el denominador

común de la intolerancia absoluta. Así, por El séptimo círculo del infierno van a desfilar, como en una

macabra parada de monstruos, el KGB, el Comité de Actividades Antiamericanas, dictadores fascistas,

nazis o comunistas y, cómo no, hasta la Inquisición, de la que tanto aprendieron los anteriores.

Todos estos perseguidores son maestros, como decía, en construir infiernos humanos, a saber:

prohibiciones, censuras, guerras, cárceles, violencia de género y campos de exterminio. Alrededor de

estos infiernos se levantan los muros de la ignorancia, la incultura y el olvido que ayudan a mantener a

todos dentro de ellos.

Pero ¿por qué se persigue a los escritores? Por los mismos motivos que a cualquier otro ser

humano: por su religión, por su origen, por su orientación sexual, por su sexo, por el idioma que hablan y,

a todos, por querer ser independientes y querer contarlo. Esto, por supuesto, es lo que más encoleriza a

los perseguidores. (Una nota: las escritoras suelen sufrir, en particular, una doble discriminación: la que

proceda en cada caso —por ideología, creencias religiosas, culturales, etcétera— y, además, por ser

mujeres.)

A todos estos infiernos artificiales creados por los perseguidores, la existencia misma nos regala

dos más: la enfermedad y la pérdida de seres queridos. Experiencias de las que nadie se libra.

El séptimo círculo del infierno intenta mostrar algunos de estos mundos terribles, de estos

momentos duros, y cómo grandes escritores y autoras de todos los tiempos supieron superarlos,

doblegarlos, romperlos y, al hacerlo, regalarnos maravillosas obras de la literatura. Para ello viajaremos

desde la más antigua Grecia, desde la isla de Lesbos, hasta la literatura del siglo XXI; desde Europa a

China, pasando por Estados Unidos, América Latina y África. (Una segunda nota: hay infiernos «dulces»,

como aquellas escritoras que quedan olvidadas bajo la sombra de un escritor de gran fama. También he

intentado recuperar a alguna de ellas.)

Eso sí, en medio de toda esta vorágine, me he permitido una licencia para recrear o, mejor dicho,

para ver cómo un genio literario recreaba un gran orgasmo. Un momento de liberación física y mental en

medio de tanta persecución.

Dante describió el infierno en La divina comedia en nueve círculos. ¿Cuál es el séptimo y qué tiene

que ver con la literatura?

Todo a su debido tiempo.

La décima musa

¿Cómo escribir sin ellas, sin su inspiración?

No habría nada sin las musas. Es cierto que su influencia, sus destellos geniales nos llegan siempre

cuando trabajamos mucho, pero creo en ellas. Hay momentos en la concepción de una novela o de un

poema que uno siente que ha ocurrido algo especial.

Deben de ser ellas.

Al principio eran tres.

Luego nueve.

Unos decían que eran hijas de Urano y otros, de Zeus. Pausanias terció en el conflicto y concluyó

que había dos generaciones de nueve, unas más antiguas y otras más modernas. Desde Homero ya eran

nueve, y nueve permanecieron durante largo tiempo. Sus nombres: Calíope, Clío, Erato, Euterpe,

Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.

Pero las cosas iban a cambiar.

Atenas, 367 a. C.

—¿Nueve? —dijo el filósofo, mirando su copa de vino vacía—. No. Son más bien diez.

Si hubiera sido un charlatán de esos que iban de pueblo en pueblo intentando subsistir engañando a

unos y otros, nadie le habría hecho caso, pero era Platón el que miraba la copa de vino vacía y había

dicho que eran diez.

—¿Y quién es la décima musa? —preguntó Aristóteles, su alumno, asistente a aquella comida.

Platón sonrió y fue a dar su respuesta, pero, como si el dios del viento Eolo hubiera despertado de

pronto, un vendaval infernal ahogó las palabras de Platón en el silencio del tiempo y, aunque sus labios

se movieron, su respuesta quedó borrada de los anales...

Universidad de Milán, 2001

La investigadora examinaba el viejo papiro extendido sobre la mesa del laboratorio con una lupa.

—¿De dónde dices que lo habéis sacado?

—De una momia —respondió el profesor que la acompañaba—. Era de una colección privada.

—¿Una momia de qué época? —insistió la investigadora sin soltar la lupa y sin dejar de mirar el

papiro.—

Una momia de la época tolemaica, siglo II a. C. aproximadamente. Están trabajando en la datación

exacta. ¿Qué le parece el texto?

—Es griego.

—Eso ya lo sabemos —replicó el segundo profesor algo exasperado.

—Son textos de Posidipo.

Eso ya era algo más concreto.

—¿Está segura?

La profesora Kathryn Gutzwiller, experta en estudios clásicos de la Universidad de Cincinnati, dejó

de mirar el papiro y giró la cabeza, encarando a su interlocutor.

—Totalmente. De los ciento doce epigramas que he contado en el texto, dos al menos ya han sido

identificados previamente en otras ocasiones como de Posidipo en otros papiros y el resto sigue su

mismo estilo. Si fueran de varios autores, lo probable es que al final de cada epigrama hubieran puesto el

nombre del autor, ¿no cree? Pero no lo han hecho porque todos son del mismo escritor, Posidipo. —

Volvió a examinar el papiro con la lupa—. Pero lo más interesante es este epigrama sobre la décima

musa.

—¿No eran nueve?

—Hasta ahora —dijo Kathryn Gutzwiller—. Hasta ahora...

Mitilene, isla de Lesbos, siglo VII a. C.

La joven caminaba con la mirada triste. La acompañaba otra mujer, algo mayor, pero tan hermosa o aún

más que la muchacha.

—No estés triste, Atthis —dijo la mujer, y la abrazó con fuerza.

La chica levantó el rostro sin separarse un ápice y entreabrió la boca.

Se besaron. Con cariño, con ansia, con pasión.

—No estés triste, Atthis —repitió la mujer al separarse al fin de ella—. Él será un buen esposo.

La muchacha, al fin, se despegó de entre sus brazos y, con lágrimas en las mejillas, se despidió para

siempre.

La mujer se quedó sola en la playa, viendo cómo las pisadas de Atthis eran borradas por el agua del

mar. Así, pensó, desaparecen las personas, pero ¿y la impronta que éstas dejan en nuestro ser?

Aquella noche fue la mujer la que lloró amargamente, pero no con lágrimas. Lo hizo como ella sabía

mejor, con palabras:

Igual a los dioses me parece el hombre dichoso que te abraza y te oye en silencio con tu voz de plata y tu sonrisa risueña...

Cuán cara y hermosa era la vida que vivimos juntas.

Pues entonces, con guirnaldas de violetas y dulces rosas cubrías junto a mí tus rizos, ondeantes.

Y con abundantes aromas preciosos y exquisitos ungías tu piel fresca y joven en mi regazo y no había colina ni arroyo ni lugar

sagrado que no visitáramos danzando...

Dejó de escribir. De las palabras a los recuerdos, de la memoria al llanto.

Roma, siglo XI d. C.

—¡Que los quemen! ¡Que los quemen todos! —gritó el papa Gregorio VII.

—¿Todos los poemas de Safo? —preguntó su asistente.

—¡Todos! —sentenció el pontífice—. Son poemas de amores perversos. Amores entre mujeres.

Contra natura. Todos y cada uno de ellos a la hoguera.

Y las obras de Safo fueron destruidas.

Alejandría, siglo III a. C.

Dos hombres conversaban a las puertas de la gran biblioteca.

—¿Eso dijo Platón? —preguntó Posidipo.

—Eso dicen que dijo —le respondió su interlocutor.

—Esas palabras de Platón no deberán olvidarse. Merecen ser recordadas eternamente.

—Pues recuérdalas en uno de tus epigramas.

—Lo haré.

Y Posidipo, en cuanto llegó a casa, se sentó a escribirlo.

Universidad de Milán, 2001

—Eran nueve musas —continuó la investigadora de Cincinnati—, pero aquí Posidipo nos cuenta que

Platón pensaba lo siguiente. Leo literalmente..., cuesta un poco... —Levantó el papiro hacia la luz para

ver mejor las palabras medio borradas—. «Algunos dicen que las musas eran nueve. ¡Qué descuidados!

Mirad, está Safo también, de Lesbos. La décima.»

—De modo que Platón pensaba que la poetisa Safo era tan buena como las mismísimas musas.

—Eso parece.

Mi sala de escritura, Valencia, 2016

Safo fue la primera gran poetisa del mundo. Joven inteligentísima, brillante, cambió la historia de la

poesía clásica griega. Escribía con una técnica perfecta (que apenas podemos apreciar en las

traducciones por muy buenas que éstas sean). Pero Safo se enfrentó, junto con su familia, al tirano

gobernante en Lesbos y sufrió el exilio. Hermosa y mujer de su tiempo (ahora encajaría de nuevo

perfectamente), amaba sin límites a hombres y mujeres. Y, además, lo contaba en los poemas más

hermosos, como el que escribió cuando su amada Atthis tuvo que abandonarla para contraer matrimonio.

Hubo más amantes, femeninas y masculinos y, gracias a Dios, a los dioses o a las musas, muchos más

poemas.

Pero su obra nació para ser condenada a un olvido absoluto por cuatro motivos: en primer lugar,

porque su griego no era el de Homero, sino otra variedad arcaica más difícil de entender por los lectores

de siglos posteriores, lo que restringía el acceso a sus poemas a no ser que fuera alguien tan culto como,

por ejemplo, Platón. En segundo lugar, sus obras, como todas las del mundo antiguo clásico, eran

paganas. En tercer lugar, Safo era, más que otra cosa, homosexual. Y por si todo lo anterior fuera poco,

aún nos queda lo peor, su mayor delito: era mujer.

El papa Gregorio VII ordenó que toda su obra se destruyera.

Ya antes se habían quemado obras suyas en la Constantinopla del siglo IV. Lo del papa Gregorio VII

era el remate final.

Entre unos y otros destruyeron muchos de los pocos libros que aún contenían sus poemas.

Pero Safo, intermitentemente, retorna desde el pasado y nos sigue cantando sus versos desde el

Hades: la poetisa de Lesbos continúa enviándonos poemas cruzando los siglos, el tiempo, la distancia, y

superando siempre aquel cuádruple olvido. ¿Fue una casualidad que Platón comentara en voz alta su

admiración por Safo y que luego sus palabras llegaran a Posidipo, y que éste decidiera inmortalizarlas en

un epigrama, y que ese epigrama terminara escrito en un papiro que un embalsamador usó para momificar

a una persona, y que esa momia fuera encontrada en el siglo XXI con aquel papiro que contenía aquel

epigrama con aquellas palabras del viejo Platón sobre Safo?

¿O eran las musas protegiendo los versos de la poetisa de Lesbos? ¿Seguirán las musas protegiendo

los poemas de Safo?

Oxford, 2014

Llovía con la intensidad perenne de los siglos y las gotas estallaban como lágrimas de otro tiempo sobre

los cristales de las ventanas. En el interior de la estancia había dos hombres.

—¿Es usted el profesor Obbink? —preguntó un caballero empapado por la lluvia que lo había

sorprendido de camino a la universidad. Sostenía un papiro aún enrollado en su mano derecha, bien

protegido por un tubo de plástico transparente pero sólido.

—En efecto —confirmó el académico.

El recién llegado abrió el tubo protector y extendió con cuidado el papiro en la mesa. Era otro,

diferente al descubierto en la momia estudiada en Milán.

—Está en griego. Siempre he tenido curiosidad por saber lo que dice, si es importante, o no es nada

—dijo el hombre de la ropa mojada.

El profesor Obbink se inclinó y empezó a leer.

Primero serio.

Luego más serio aún.

Se llevó el dorso de la mano izquierda a la boca entreabierta.

—No puedo creerlo —dijo al fin—. Es de Safo. Son dos poemas de Safo, inéditos. Nuevos. Es

decir, muy antiguos, pero no descubiertos hasta ahora.

Mi sala de escritura, Valencia, 2016

Safo sigue sorteando el tiempo y enviándonos sus poemas desde el lejano siglo VII a. C. Sólo los

protegidos por las musas son capaces de tanto. Dicen que Safo misma dijo una vez: «Si la muerte fuera un

bien, los dioses no serían inmortales». Pero Safo ha derrotado a los mismísimos dioses: ella ha

demostrado que incluso muerta se puede ser inmortal. Sólo que, siendo precisos, Safo no está muerta,

sino esparcida, dispersa, repartida toda ella en un sinfín de papiros secretos que, supervivientes a la

hoguera, poco a poco, nos van regalando nuevos versos suyos eternos.

Isla de Lesbos, siglo VII a. C.

Safo volvió a pasear por la playa. Atthis se había marchado ya hacía tiempo. Su corazón aún sentía

punzadas de agonía. Se detuvo mirando al mar, pero su cabeza seguía inquieta, uniendo palabras para

explicarse a sí misma su dolor.

Isla de Lesbos, verano de 2016, siglo XXI d. C.

En la misma playa, una mujer siria con el cadáver de su hijo en brazos llora amargamente su pérdida

infinita. Es una nueva Safo perseguida, sólo que muda, sin versos ni palabras con las que inmortalizar su

desgracia brutal. Sólo tiene olvido, toneladas ilimitadas de olvido donde sus gritos y su llanto son

enterrados por la más inmisericorde indiferencia.

Archivo del blog

FRIEDRICH SCHILLER: ESTÉTICA Y LIBERTAD FRAGMENTO

Presentación En sus conversaciones con Eckermann, Goethe decía que la idea reinante en toda la obra schilleriana, desde sus tragedias hasta ...

Páginas