sábado, 2 de diciembre de 2023

William Morris Historia de la Llanura Espledente Título original: The Story of the Glittering Plain which has been also called the Land of Living Men, or the Acre of thr Undying William Morris, 1890 Traducción: Javier Martín Lalanda

 




William Morris

Historia de la Llanura Espledente

Título original: The Story of the Glittering Plain which has been also called the Land of Living Men, or the Acre of thr Undying

William Morris, 1890

Traducción: Javier Martín Lalanda



William Morris en su juventud


Introducción

A MODO DE PREÁMBULO

Al referirse a la literatura fantástica en Gran Bretaña y, precisamente, al período de la Era Victoriana comprendido entre 1860 y 1895, el High Victorianism, Eric S.Rabkin afirma que tres de sus escritores más notorios la caracterizan perfectamente, pues viene a ser la resultante (en sentido casi físico) de lo que las obras de aquéllos le aportaron[1]. Y añade que una perspectiva peculiar de la religión (un cristianismo casi franciscano, teñido de dualismo y de trascendencia, puntualizamos nosotros) define los cuentos y novelas (para niños, jóvenes y adultos) de George MacDonald[2] (1824-1905); que otra perspectiva igualmente singular de la ciencia (sobre todo de la lógica de proposiciones, que incide en lenguaje) domina la producción de Charles Lutvidge Dodgson, más conocido por el seudónimo de Lewis Carroll (1832-1898)[3], y, finalmente, que una novedosa perspectiva de la historia, más imaginada y sentida que real, enfocada tanto hacia el pasado (las fantasías históricas y los prose romances) como hacia el futuro (la novela News from Nowhere), perfila los paisajes fantásticos de William Morris (1834-1896), de quien nos disponemos a hablar.

Como suele suceder, no todos los críticos coinciden a la hora de destacar la importancia de este último escritor, pues si los que defienden la literatura estrictamente fantástica, como Lin Carter, ven en él al creador de la moderna fantasy (uno de sus subgéneros, que suele ampararse tanto en la fábula como en los planteamientos propios del mundo medieval europeo, por decirlo brevemente) y a quien fue capaz de convertir a los prerrafaelitas en «un poderoso movimiento que, en Europa, alteró la historia del diseño»[4], los que se sienten más próximos a la ciencia ficción suelen denostarlo de manera poco elegante, como es el caso de Brian Aldiss, cuando, al referirse a dos de sus últimas novelas o prose romances, expresión que más tarde explicaremos, The Wood Beyond the World (1894) y The Well at the World’s End (1896), y compararlas con otras coetáneas de ellas, afirma que «esas fantasías de una Edad Media imaginaria carecen de la enjundia de las novelas de aquel período, aunque posean algo de la anémica gracia de los cuadros de su amigo Burne-Jones»[5].

Teniendo en cuenta que ambas críticas (podríamos añadir bastantes más, todas ellas a favor de una u otra postura) no sólo hacen referencia a lo obvio, la creación literaria, sino a la pintura y a las artes decorativas, nosotros, recordando las palabras de Gianfranco de Turris y Sebastiano Fusco, cuando postulaban que la compleja producción de William Morris debía ser analizada como un todo relacionado con sus partes[6], recordaremos en las siguientes páginas sus facetas de escritor, de maestro del diseño, de socialista utópico y de editor.

UN PERSONAJE POLIFACÉTICO

William Morris, de orígenes galeses, el tercero de nueve hermanos, nació el 24 de marzo de 1834 en Elm House, situada en Walthamstow, una pequeña ciudad de Essex próxima a una floresta milenaria, el Bosque de Epping[7]. Su padre, agente de cambio y bolsa establecido en Londres, lo educa según los preceptos puritanos de la Iglesia Evangélica, que William ni siquiera acepta en su juventud. Poco antes de la muerte de aquél, en 1847, que deja a su familia en una posición económica muy boyante, William Morris ingresa en un centro privado de Wiltshire, el Malborough College, donde se prepara para ingresar en la Universidad. Por entonces ya ha descubierto a Walter Scott, máximo representante de la novela histórica inglesa, así como los tesoros arqueológicos y artísticos de Walthamstow y de sus alrededores, que perderán poco a poco su condición rústica para convertirse en una región periférica de Londres.

En enero de 1853, a la edad de diecinueve años, es admitido en el Exeter College de Oxford, donde se convierte en un gran estudioso de la historia medieval, pues, influido por las ideas de su tutor, el sacerdote anglicano F.B. Guy, que defiende los postulados del Oxford Movement[8], ha decidido estudiar Teología para luego seguir la carrera eclesiástica. Al leer las obras de Thomas Malory, John Ruskin, Charles Kingsley, Thomas Carlyle, Alfred Tennyson, John Keats, los folcloristas (y filólogos) Jacob y Wilhelm Grimm, los románticos alemanes, Matthew G.Lewis (célebre por su novela The Monk) y Edgar Allan Poe, entre otros, comprende que la rectitud y el significado que busca en la religión sólo podrá encontrarlos en el arte y en la poesía. Esto le lleva a fundar, a finales de 1855[9] y en colaboración con Edward Burne-Jones (con quien había viajado a Francia en el verano de aquel mismo año para contemplar los monumentos medievales del arte gótico, que dejaron a ambos extasiados, y que también estudia teología en el Exeter, aunque luego abandonará sus estudios, mientras que Morris consigue el título de Bachelor of Arts)[10], la revista mensual Oxford and Cambridge Magazine[11], la cual supone un homenaje a otra, The Germ, fundada por la Pre-Raphaelite Broterhood. Por entonces trabaja en Oxford como aprendiz de George Edmond Street, que era el arquitecto más notable del «Gothic Revival» (movimiento que abogaba por un acercamiento al gótico como forma pura del arte y de la arquitectura), y luego marcha a Londres, donde Burne-Jones, que comparte casa con él, le presenta a Dante Gabriel Rossetti, líder de la Hermandad Prerrafaelita[12], con quien trabajaba como ayudante. A partir de aquel momento, Morris y Burne-Jones se sienten atraídos por el arte preconizado por dicha Hermandad, circunstancia que nos obliga a dedicarle un extenso comentario, puesto que influirá en la ingente producción artística de ambos (y en la literaria de Morris), que son considerados prerrafaelitas de última generación.

La Hermandad Prerrafaelita había sido fundada en 1848 por tres pintores: William Holman Hunt, John Everett Millais y Dante Gabriel Rossetti, que sentían la imperiosa necesidad de abandonar un arte dominado por un academicismo al que sólo le preocupaban el retrato, el paisaje y las usuales composiciones pictóricas, para renovarlo con contenidos de significado naturalista, histórico y, más adelante, simbólico. Movida por un afán que no carecía de cierto carácter social (evidente en la producción de Ford Madox Brown, pues no en vano Marx había publicado su «Manifiesto del Partido Comunista» aquel mismo año, siguiendo el informe que Engels le había preparado acerca de la situación económico-social que imperaba en Gran Bretaña, futuro campo de pruebas de las ideas políticas de ambos), aquella Hermandad intentaba que sus contemporáneos recordaran, comprendiesen y sintieran la estética de un arte que estaba a punto de desaparecer ante el mercantilismo, la producción masiva, el desarraigo del campo y el hacinamiento en las grandes ciudades.


Retrato de Dante Gabriel Rossetti por William Holman Hunt, óleo sobre madera (1853). Museum and Art Gallery de Birmingham

En palabras de Hans H. Hofstätter, que establecen una relación entre la literatura (teñida de elementos oníricos que la acercan a la fantasía) y el arte propio de los prerrafaelitas,

la importancia histórica de los prerrafaelistas reside asimismo en el modo en que trataron el dualismo característico de esa época (…), donde un naturalismo, con frecuencia extremo, es puesto al servicio de lo irreal, de lo que se encuentra oculto. Surge entonces un mundo de imágenes que viene determinado por las leyes del cuento, puesto que también éste (…) describe cosas que sólo pueden existir en un mundo de ensueño[13].

A los tres miembros fundadores se les unirían más tarde los pintores Ford Madox Brown, antes citado, y James Collinson, el escultor Thomas Woolner, el crítico de arte Frederic George Stephens, William Michael Rossetti, que actuaría como cronista de la Hermandad, y Cristina Rossetti[14] (ambos eran hermanos de Dante Gabriel). Un grupo de artistas, entre los que se encontraban William Dyce, Arthur Hugues y Frederic Arthur Sandys, se movería posteriormente en su órbita. Los miembros de la Hermandad se encuentran desde un principio «a la sombra de las alas» del célebre crítico de arte John Ruskin[15], autor de novedosos tratados artístico-estéticos entre los cuales podemos citar The Seven Lamps of Architecture (1849) y The Stones of Venice (1853), quien aprovecharía su prestigio para defenderlos en los periódicos británicos.

Como muestra de las buenas relaciones existentes entre todos ellos, los miembros de la Hermandad solían posar unos para otros en sus respectivas obras y, también, enamorarse de las esposas de sus compañeros o de las de sus simpatizantes, como Millais, que se casó con Effie Gray, la esposa de Ruskin; o Rossetti, a quien Morris le quitó la modelo, Jane Burden, para casarse con ella, la cual mantuvo después amoríos con aquél; o el propio Morris, que buscó un affaire con Georgiana MacDonald, la esposa de Burne-Jones. Emplearon en su producción un realismo y un detallismo poco usuales, consiguiendo que los atavíos de los personajes y los «decorados» históricos de sus obras no resultasen anacrónicos, en clara competencia con el nuevo arte de la fotografía (D.W. Griffith y Cecil B. de Mille, maestros del cine histórico, se mostrarían años más tarde tan puntillosos como ellos), y mostrando en sus paletas el cromatismo propio de las vidrieras del arte gótico, así como cierta tendencia a un erotismo velado, el cual se refleja en parte de la producción pictórica del atormentado Dante Gabriel Rossetti[16], lo que les llevaría a trabajar con personajes no reales, sino de los mundos clásico y medieval, así como con otros procedentes de la Biblia y de las obras de Dante, Chaucer y Shakespeare[17]. Por otra parte, el simbolismo que se aprecia en la obra de Rossetti encuentra cierto paralelismo (en el método y en la intención) con el preconizado, en contexto cristiano, por el Movimiento de Oxford del que antes se habló.

En este clima artístico de renovación y de ruptura con el arte que predomina por aquel tiempo, Morris publica en 1858 el volumen The Defence of Guenevere and other Poems, que dedica a Rossetti, con quien ha colaborado en la decoración al fresco de la Sala de Debates del edificio Unión de Oxford (en la actualidad su biblioteca): Morris se encargó del diseño de la decoración floreada del techo y luego se unió a Rossetti y a sus alumnos para pintar varios pasajes de la Morte d’Arthur, de Thomas Malory, en las paredes que quedaban libres entre el techo y las estanterías llenas de libros.

El 26 de abril de 1859, Morris se casa con Jane Burden (que había posado para el único cuadro al óleo que nos queda del escritor, La bella Iseo, de 1858)[18] y consigue que el arquitecto Philip Webb (a quien había conocido cuando trabajaba con Street) le construya en Upton on Kent una casa a la que llamará «Red House» (la Casa Roja, aunque realmente su color fuese el de los ladrillos sin revoco empleados en su construcción): un edificio de aspecto medieval adonde se va a vivir en 1860. Burne-Jones y Rossetti le ayudan con la decoración, pintando un armario y un piano, así como varios frescos basados en pasajes del roman medieval Sire Degrevaunt y de la Vita Nuova de Dante.


Óleo de W. Morris, La bella Iseo (1858). Tate Gallery de Londres

Para evitar «el estado de completa degradación» en el que se encontraban las artes decorativas y crear un entorno agradable para el ciudadano, Morris funda en 1861 una sociedad: Morris, Marshall, Faulkner and Co., fine art workmen in painting, carving, furniture and the metals, en la que Rossetti, Ford Maddox Brown y Burne-Jones colaboran en el plano artístico (por lo general, en las vidrieras), junto con Charles Faulkner (que había sido profesor de matemáticas en Oxford), el ingeniero Marshall y Philip Webb, que se dedican a los aspectos técnicos. En aquella sociedad recién fundada, a la que Morris y sus amigos llaman, simplemente, «The Firm», resucitarán las antiguas técnicas medievales relacionadas con el arte de los bordados, los tapices y los vitrales, que habían caído en desuso desde la Reforma. Durante aquel mismo año, Morris comienza la redacción de su ciclo de poemas Scenes from the Fall of Troy, que nunca terminará.

Nace su hija Jane (llamada familiarmente «Jenny»), a la que en 1862 le seguirá Mary (que recibe el apelativo cariñoso de «May», la cual editará más tarde las obras completas de su padre). Morris presenta sus primeros diseños de papeles decorativos para paredes (más tarde hará lo propio con los estampados textiles), consiguiendo que La Firma se dé a conocer en la Primera Feria Internacional del Arte y de la Industria que se realiza en la capital del Reino Unido. En 1865 vende la Casa Roja y se va a vivir a Londres, al edificio que sirve de sede a La Firma, situado en Bloomsbury. Mientras La Firma decora la Armería y la Sala de Tapices del Palacio de Saint James, y después, en 1867, el Comedor Verde del Victoria and Albert Museum, Morris publica The Life and Death of Jason, donde narra la expedición de los Argonautas en pos del Vellocino de Oro, obra que, pensada en un principio para formar parte de su monumental poema The Earthly Paradise[19], aparecido entre 1868 y 1870, dará lugar por sí sola a un libro, por ser demasiado extensa. Recordemos que Burne-Jones, en la serie de acuarelas y bocetos de gran tamaño basados en el tema de Perseo que diseñaría durante veinte años para la mansión de Arthur James Balfour (futuro primer ministro del Reino Unido), iba a inspirarse en la versión que Morris hizo de dicho personaje mitológico en el segmento «The Doom of King Acrisius» de aquel largo poema[20].

Es evidente que estas obras poéticas de Morris ponen de manifiesto el amor y el compromiso que su autor siente por los mundos clásico y medieval-caballeresco, el cual está a punto de ampliarse con el que sirve de marco a las sagas nórdicas, pues al año siguiente, en 1868, conoce al estudioso Eiríkr Magnússon, que le enseña el islandés antiguo, con quien publicará dos años más tarde, traduciendo de aquella lengua, The Story of Grettir the Strong, The Eyrbyggja Saga y la Volsunga Saga (la versión nórdica de Sigfrido y los Nibelungos). Respecto a su trabajo en aquellas obras literarias de la antigüedad escandinava, Morris comentaría lo siguiente:

La deliciosa frescura y la libertad de pensamiento que nos ofrecen, el aire de libertad que se respira al leerlas, su culto al coraje (la gran virtud de la especie humana) y su completo desapego por los convencionalismos, conquistaron mi corazón[21].

En 1871 se va a vivir con su familia a Kelmscott Manor, en el condado de Oxford, acompañado por el pintor Rossetti, lo que da origen a un triángulo amoroso que sólo se concluirá en 1874, cuando aquél abandone la casa. Luego viaja a Islandia en compañía de Magnússon. En 1872 publica Love is Enough, or the Freeing of Pharamond, a Morality. En 1873 visita Italia e Islandia. En 1874 viaja con su familia a Bélgica. Al año siguiente La Firma se disuelve, pasando a denominarse Morris and Company (o, simplemente, «The Company»), cuyo control recae exclusivamente en nuestro escritor. Publica Three Northern Love Stories y una traducción en verso de la Eneida de Virgilio[22].

En 1876 es nombrado profesor de la Escuela de Arte del Sur de Kensington y publica una versión en prosa de la Volsunga Saga, que titula Sigurd the Volsung and the Fall of the Niblungs.

Su actividad política comienza en octubre de aquel mismo año, cuando envía a los periódicos la carta «England and the Turks», en la que aduce que Gran Bretaña no debe tomar partido por Turquía en el largo conflicto que ésta mantiene con Rusia[23], porque antes, para sofocar una rebelión, Turquía había masacrado a un gran número de cristianos búlgaros, doce mil, entre hombres, mujeres y niños. En consecuencia, se convierte en el tesorero de la Eastern Question Association. Cuando la guerra entre Turquía y Rusia estalla finalmente en abril de 1877, Morris escribe el panfleto «Unjust War: To the Working Men of England», en el que, para influir en la opinión pública y sobre todo en los trabajadores, se mofa de los inversores en Bolsa que medran en los conflictos bélicos, de los militares que se aburren por no tener una guerra con la que entretenerse y de la gente ociosa que busca noticias excitantes de las que poder hablar en sus clubes. Curiosamente, Benjamin Disraeli, el primer ministro por entonces, logra mantener la neutralidad de Gran Bretaña.

Rehúsa la cátedra de poesía que le ofrece la Universidad de Oxford y funda, con el apoyo de Thomas Carlyle y de John Ruskin, la Society for the Prevention of Ancient Buildings, más conocida como «Anti-Scrape» (Anti-retoques), donde denuncia que, con el pretexto de la restauración de algunos edificios antiguos o de partes de los mismos, las autoridades civiles y eclesiásticas alteran la fisonomía de aquéllos con aportaciones neogóticas que no vienen a cuento, siempre que no los destruyan en aras de nuevas planificaciones urbanísticas. Recordemos que dicha Sociedad aún se mantiene activa en la actualidad.

Abre una sala de exposiciones en Oxford Street. Imparte su primera conferencia sobre las artes decorativas, que será recogida en un panfleto titulado «The Lesser Arts», editado en 1882, junto con otras relacionadas con la misma materia, en el volumen Hopes and Fears for Art. Las reflexiones que se hará cinco años más tarde resumen perfectamente lo que pensaba acerca de aquellas artes:

A pesar de todo el éxito obtenido, he sido consciente de que el arte que he ayudado a producir puede caer en el olvido tras la muerte de aquellos de nosotros que nos preocupamos por él, pues cualquier reforma en el arte que se base en el individualismo perecerá con el individuo que la creó. Tanto mis estudios históricos como mi conflicto real con el filisteísmo de la sociedad moderna me han llevado irremisiblemente a la convicción de que el arte no puede vivir ni crecer bajo el actual sistema comercial basado en el beneficio. He intentado desarrollar estas ideas, que realmente son el socialismo visto a través de los ojos de un artista, en varias conferencias, la primera de las cuales di en 1878[24].

En 1878 compra al escritor George MacDonald la casa que éste poseía en Hammersmith, llamada «Retrait», cambiando su nombre (porque el de «Retiro» le parecía más apropiado para un asilo) por el de «Kelmscott House». Entonces escribe el panfleto «Wake, London lads» y un año después se convierte en el tesorero de la National Liberal League, que constituía la rama más radical de los liberales, formada por personas que habían pertenecido a la Asociación para la Cuestión del Oriente. En 1880, su Compañía decora el salón del trono del Palacio de Saint James.

Entre este último año y 1882, cuando muere el poeta Dante Gabriel Rossetti, su Compañía se muda a Surrey (para entonces había comenzado a fabricar alfombras, siguiendo el modelo de las que se hacían en Persia) y él trabaja para el comité que intenta aliviar la hambruna que asola Islandia. En 1883 es nombrado profesor honorario del Exeter College y, desanimado por la manera en que se han comportado los liberales tras llegar al poder en las elecciones de 1880, ingresa el 13 de enero de aquel mismo año en la Democratic Federation, que más tarde se llamará Social Democratic Federation[25].

Da una conferencia en Manchester, «Art, Whealt and Riches», y otra en Oxford, «Art in Democracy». Lee Das Kapital de Karl Marx en su traducción francesa y se define como «socialista» (aunque «práctico», puesto que, por más que los socialistas centroeuropeos exiliados en Gran Bretaña le expliquen los planteamientos teóricos del marxismo, él aduce que no consigue comprenderlos en su totalidad), ingresando en la ejecutiva de la Federación Socialdemócrata e impartiendo conferencias acerca del nuevo movimiento. Sus palabras (sencillas, en claro contraste con las empleadas en su producción literaria) nos permiten comprender la estrecha relación que para él existía entre las diversas formas del arte y la política:

Lo que entiendo por socialismo tiene que ver con una condición de la sociedad (…) en la que todos los hombres vivan en igualdad de condiciones y en la que puedan atender a sus asuntos sin tener que dedicarles demasiado tiempo, teniendo plena conciencia de que hacer daño a uno de ellos supone hacerles daño a todos los demás… comprendiendo por fin el significado de la palabra Comunidad[26]. (…) Antes de la llegada del socialismo moderno, casi toda la gente inteligente estaba, o decía que lo estaba, contenta con la civilización de este siglo (…). Pero al lado de los que estaban contentos había otros que no lo estaban (…). De hecho, sólo dos, Carlyle[27] y Ruskin. (…) Mirando hacia atrás, no puedo por menos de decir lo tremendamente insulso que me habría parecido el mundo en estos últimos veinte años sin Ruskin. Gracias a él aprendí a dar forma a mi descontento (…). Sería muy muy pesimista respecto al fin del mundo si no hubiese visto que, entre toda la suciedad de esta civilización, las semillas de un gran cambio, eso que vosotros llamáis la Revolución Social, habían comenzado a germinar. Cuando fui consciente de tal descubrimiento todo cambió para mí, y entonces, para convertirme en socialista, sólo tuve pensar en sus aspectos prácticos (…). El estudio de la historia y el amor por el arte y la práctica de este último me llevaron a odiar a esta civilización que, si siguiera siendo lo que es, convertiría a la historia en un disparate desprovisto de significado, y al arte en una colección de curiosidades del pasado sin ninguna relación seria con la vida actual (…). Pero quizá algunos de nuestros amigos se pregunten qué tienen que ver ellos con eso de la historia y del arte. (…) Quienes piensan que eso del arte y del cultivarse debe anteponerse al cuchillo y al tenedor (y lo cierto es que hay algunos que así lo expresan) no comprenden el significado del arte, ni saben que, para que pueda echar raíces, necesita el substrato que sólo proporciona una vida próspera y tranquila. Y debemos recordarles que la civilización ha reducido al trabajador a una existencia tan magra y tan penosa que le ha quitado las ganas de aspirar a una vida mejor que la que se ve obligado a llevar. La provincia del arte está obligada a poner delante de él el auténtico ideal de una vida plena y llena de razón, una vida en la que la percepción y la creación de la belleza, el disfrute del auténtico placer que ello supone, sean tan necesarios para el hombre como el pan que come a diario[28], y que ningún hombre y ningún grupo social pueden ser privados de él excepto por la fuerza, contra la cual hay que resistir hasta el final[29].

Conoce a George Bernard Shaw (1815-1885), sufraga el periódico de la Federación Socialdemócrata, Justice, cuyo primer número aparece en enero de 1884, no sólo escribiendo en él (sobre todo sus Chants for Socialism), sino vendiéndolo por la calle, y luego, con los trabajadores de su Compañía, funda la delegación de dicha Federación en Hammersmith, de la que Eleanor Marx, hija del teórico del socialismo, es secretaria durante la presidencia de Morris. En diciembre de 1884 abandona la Federación Socialdemócrata y crea con ayuda de otros militantes, la Socialist League, cuyo «Manifiesto» se encarga de redactar. En 1885 funda (y sufraga) la revista mensual, que después será semanal, The Commonweal[30], donde publicará el poema Pilgrims of Hope, relacionado con la Comuna de París de 1871, y la ficción A Dream of John Ball (1886-1887), un sueño en el que Morris se proyecta hacia el pasado para vivir la Revuelta de los Campesinos de 1381, contrastando así los mundos contemporáneo y medieval.

Publica una traducción en verso de la Odisea y escribe una farsa, estrenada el 16 de octubre, en la que interpreta al arzobispo de Canterbury, The Tables Turned, or Nupkins Awakened. Es detenido por la policía tras participar en una manifestación producida durante el proceso celebrado contra varios socialistas, si bien será liberado sin cargos. Los actos de violencia llegan a su culmen el 13 de noviembre de 1887, el «Bloody Sunday» (Domingo Sangriento), cuando la policía dispersa una manifestación realizada en Trafalgar Square, lo cual llevará a Morris a escribir el poema «A Death Song», en memoria de un manifestante fallecido durante los disturbios.

En 1888 edita una recopilación de conferencias, Signs of Change, y la primera de sus fantasías históricas, The House of the Wolfings, que será seguida un año después por otra, The Roots of the Mountains.

 La adoración de los Magos, tapiz diseñado por Burne-Jones y tejido por la compañía de Morris, que ambos regalaron en 1890 al Exeter College.

A lo largo de 1890, la revista Commonweal publica la novela News from Nowhere, cuya versión definitiva en libro es publicada un año después. Morris ha seguido dando conferencias sobre el arte de la fabricación de tapices, la tintorería y la arquitectura gótica. Como tiene que dejar la dirección de Commonweal, porque dicha revista se encuentra bajo el control de los anarquistas que forman parte de la Liga Socialista, la delegación en Hammersmith de ésta última se convierte en la Hammersmith Socialist Society. Aquel mismo año, Burne-Jones y Morris regalan al Exeter College el tapiz La adoración de los Magos, que ha sido diseñado por el primero de ambos y tejido por la compañía del segundo.

En 1891 funda la editorial Kelmscott Press, que inaugura con la publicación de la novela The Story of the Glittering Plain, cuya traducción podrá leerse tras estas líneas.

Al año siguiente, 1892, rechaza el puesto de Poeta de la Corte que se le ofrece tras la muerte de Lord Alfred Tennyson. En 1893 redacta, junto con Shaw y Henry Mayers Hyndman, el «Manifiesto del socialista inglés», firmado conjuntamente por la Sociedad Fabiana[31], la Federación Socialdemócrata y la Sociedad Socialista de Hammersmith, y publica, en colaboración con el filósofo y músico E.Belfort Bax, una recopilación de artículos: Socialism, its Growth and Outcome.

De 1893 a 1896, año de su muerte (fallece el 3 de octubre de aquel mismo año), termina la traducción de la Heimskringla (como siempre, en colaboración con E.Magnússon) y, entre otras obras editadas por Kelmscott Press, publica su traducción de Beowulf, de la Ordene de Chevalerie y del Libre del Orde de Cavalleria de Ramon Llull (en un único volumen, junto con la Ordene… antes mencionada: The Order of Chivalry)[32]; así como una versión libre de la novela medieval Havelock the Dane (aprovechando el texto de la misma, editado en 1868 por la Early English Text Society), que titula Child Christopher and Goldiling the Fair, y sus cuatro últimas novelas fantásticas: The Wood Beyond the World (1894), The Water of the Wondrous Isles (1896), The Well at the World’s End (1897) y The Sundering Flood (1897).

Como dijo un eminente médico, su muerte le había sobrevenido por ser él William Morris y haber trabajado más que diez hombres juntos[33].

UN SOCIALISTA UTÓPICO. NOTICIAS DE NINGUNA PARTE

William Morris escribió su novela News from Nowhere, or an Epoch of Rest: being some chapters from a Utopian Romance (Noticias de ninguna parte, o una época de descanso: que vienen a ser los capítulos de una novela[34] utópica), no sólo para hablar del futuro que le aguardaba al socialismo, sino también para poner punto final a su actividad como militante de primera línea, tal y como nos permite suponer el hecho de que su aparición por entregas en la revista Commonweal (del 11 de enero al 4 de octubre de 1890)[35] anteceda a su renuncia a la dirección de la misma y a la fundación de la editorial Kelmscott Press, el primero de cuyos títulos publicados saldrá a la luz en 1891.

Por otra parte, recalcar que News from Nowhere era una utopía resultaba una redundancia, puesto que el propio Morris ya lo avisaba en la primera parte de su título al emplear la palabra Nowhere, cuyo significado, «en ninguna parte», coincidía con el de la latina nusquam, que el creador de la primera novela utópica de la época moderna, Thomas More (Tomás Moro, en castellano), había cambiado, precisamente, por la de utopía[36], su equivalente en griego.

En palabras de Jean Servier:

Si antes luchó contra lo feo, creando formas armoniosas, ahora se entrega a la utopía para remediar la injusticia social. En vista de que el socialismo se pierde en discusiones estériles mantenidas por las tendencias opuestas que hay en su seno, se refugia en el sueño y diseña la maqueta de una sociedad ideal, tan bella como un objeto de formas perfectas[37].

La novela es presentada por Morris como el sueño de un «camarada», William Guest, que él ha decidido publicar. En dicho sueño, Morris-Guest se despierta en 2152, para, en el transcurso de la excursión realizada por los alrededores del Londres de los tiempos futuros, contemplar en qué se ha convertido la sociedad inglesa de finales del sigloXIX. Con la abolición del Mercado Mundial y de las clases sociales, conseguida tras una revolución sangrienta acaecida en 1952, se ha llegado al comunismo. El trabajo como obligación impuesta ha desaparecido, siendo sustituido por lo que los ciudadanos («vecinos», en la novela) aportan libremente al bien común, conscientes, como en la Edad Media, de que, si el trabajo intelectual es necesario para el desarrollo de la inteligencia, el trabajo físico también lo es para la integridad y la evolución de la persona. Dicha sociedad, que ya ha dejado atrás el socialismo de Estado en el que vivió por algún tiempo[38], y en la que no existen la propiedad privada, ni el agobio de las máquinas (aunque haya vehículos terrestres y barcos impulsados por un tipo de energía que no se explicita)[39], ni fábricas, ni comercio, ni intercambio, ni beneficios, ni escuelas públicas («los rediles de niños que solíamos llamar “escuelas”»[40]), ni leyes civiles ni Parlamento, ni política ni políticos, ni cárceles ni castigos, ni pobres ni indigentes, nos devuelve a la Edad de Oro de la que, entre otros, hablaron Hesíodo (Los trabajos y los días, 109-119) y más tarde Ovidio (Metamorfosis, I, II), pues en ella no sólo se consigue una vida larga y feliz, sino que, gracias a la cooperación de todos, el trabajo no resulta penoso, ya que aquel estadio final de la sociedad, en el que la utopía se confunde con el mito, supone la «vuelta a un primitivo estado de felicidad y pureza»[41].

 Caricatura dedicada a W. Morris de 1886, que indica el trato de favor que recibía de la policía, pues nunca fue detenido por largo tiempo. Obsérvese el juego de palabras con el poema «The Earthly Paradise» que le hizo célebre.

Curiosamente, Morris nos presenta en esta novela a un personaje llamado Hammond que supone una proyección de sí mismo, pues parece una reliquia que hubiese quedado de la Inglaterra de finales del sigloXIX.

En palabras de Stefano Manferlotti:

Esta novela, con sus frecuentes incursiones en el mundo de la fábula, ha permitido que el narrador se encuentre consigo mismo, que se duplique en una versión que aún está por venir. Para decirlo mejor, Hammond también es William Morris, que se enfrenta a su propia vejez (…) encarnando una esperanza individual y colectiva irrealizable (o, como decía el propio Morris en sus escritos políticos, aún irrealizable) en la contingencia histórica, pero que sí puede realizarse en la otra realidad de la ficción: Hammond es lo que el Morris histórico hubiese querido llegar a ser, un hombre inmerso en un futuro que se ha convertido en un presente feliz, en una paz que ya no pertenece al dominio de lo que es predecible, como esa «época de descanso» que anuncia el subtítulo de la novela, sino que se ha hecho realidad mediante el esfuerzo y el diálogo[42].

Los siguientes pasajes de Noticias de ninguna parte, en los que no faltan el aprecio por la Edad Media, un fuerte sentimiento libertario y duras críticas al maquinismo y a la política parlamentaria, explicitan por sí solos el contenido ideológico de la novela:

Casi todos llevaban ropas de vivos colores[43] (…). Un rico y espléndido estilo arquitectónico, del cual no podía decirse más que semejaba haber reunido las mejores cualidades del gótico de la Europa septentrional con las bellezas del estilo mudéjar y el bizantino (…). Todo este conjunto de arquitectura (…) respiraba tal audacia, tal riqueza de vida, que me produjo alegría[44].

—Ahí está el palacio del Parlamento. ¿Les sirve todavía?

Soltó una carcajada que no pudo contener en algún tiempo, y después, dándome un golpe sobre la espalda, me dijo:

—Le comprendo, huésped; le causa extrañeza que conservemos en pie semejante edificio. Yo sé algo de los extraños juegos que se hacían ahí dentro, porque mi viejo bisabuelo me ha hecho leer libros que trataban de eso. ¡Que si nos sirve! Sí; lo utilizamos como mercado suplementario y como almacén de abono por la comodidad de estar en la orilla del río[45].

El pueblo de la Edad Media procedía de acuerdo con su conciencia, como lo demuestra su misma observación acerca de su Dios, y que a su vez estaban dispuestos a soportar lo que infligían a los demás; pero a su lado las gentes del sigloXIX eran hipócritas, porque mientras pretendían tener sentimientos humanitarios atormentaban a sus semejantes, obligándoles a soportar duros tratos, encerrándolos en prisiones sin la menor razón[46].

Para nosotros todo es diversión cuando nos sentimos atraídos por la fuerza mágica del trabajo y cuando estamos entre alegres compañeros[47].

El gobierno era el poder judicial, apoyado por el poder ejecutivo, valiéndose los dos de la fuerza bruta que el engañado pueblo le suministraba, y que utilizaba para su servicio exclusivo, quiero decir, el ejército y la policía[48].

Abolida la propiedad privada, todas las leyes y todos los crímenes legales a ella inherentes tuvieron, naturalmente, fin. La máxima «No robarás» fue traducida así: «Debo trabajar para ser feliz». ¿Y es necesario imponer esto por la fuerza?[49].

El objeto de los cabezas de la política consistía en lograr que el público, por medio de lisonjas o de amenazas, pagase los gastos de una vida de lujo y de francachelas para una camarilla de ambiciosos, y la «seria» diferencia de opiniones, como otros actos de la vida, servía de maravilla a este objeto[50].

Toda la pericia del siglo XIX se empleaba en la fabricación de máquinas, maravillas de inventiva, de habilidad y de economía, utilizadas para la producción desmesurada de objetos inútiles y despreciables. En realidad, los dueños de las máquinas no consideraban los productos que fabricaban como objetos útiles, sino únicamente como medios de enriquecerse. El único signo de utilidad de los productos era que tuvieran compradores; inteligentes o estúpidos, poco importaba[51].

Concluimos el presente apartado con el resumen que un especialista en la historia de la utopía hizo de esta novela que comentamos y de su autor:

Morris no es partidario del anarquismo individualista de Stirner ni del anarquismo social de Kropotkin (…); no necesita negar al Estado porque éste se convierte en algo inútil, aunque sí que mantiene la ley democrática de la mayoría. A partir de este momento, su «medievalismo artesanal» no supone una vuelta atrás, sino una proyección hacia el futuro. Tanto en su utopía como en su vida, ha unido política y estética; heredero de un cierto romanticismo, al mismo tiempo que pionero del socialismo, la realización del arte le parece relacionada con la realización de un pensamiento social. Que la realidad histórica se adapte algún día a sus previsiones… ésa es otra cuestión[52].

UN EDITOR DE PRESTIGIO. MORRIS Y LA KELMSCOTT PRESS

Según Morris, el arte de escribir (poesía, traducción, edición, ficción de creación propia) era más un juego que un trabajo, porque, aunque tuviera que dedicarle mucho tiempo, servía para relajarlo de todo el esfuerzo que requería la dirección de Morris and Company[53]. Y el arte de escribir, junto con la traducción y edición de las obras clásicas y medievales que hemos ido viendo hasta ahora, le llevaría a la fundación de la editorial Kelmscott Press, en la que iba a publicar cerca de cincuenta títulos, con una tirada media para cada uno de ellos comprendida entre los ciento veinte y los quinientos ejemplares[54], lo que le supuso numerosas críticas por parte de la izquierda política, que no veía con buenos ojos el elitismo de aquella nueva editorial.


Fotografía de Edward Burne-Jones (izquierda) y William Morris (ca. 1890) al final de sus respectivas vidas

En ésta, Morris usará tres tipos de letras basados en los primeros que había conocido el arte de la impresión: «Chaucer» y «Troy», góticos, y «Golden», latino. Los colores empleados serán el negro y el rojo (éste para los títulos de los capítulos), aunque en las últimas obras publicadas también aparecería el azul. Morris escoge o fabrica el papel en el que se imprimen los libros y diseña las letras capitulares y el colofón propio de la editorial con el que finalizan. Adecua a cada título el papel, la decoración, el cuerpo del texto, los tipos y las ilustraciones pertinentes, siguiendo tres clases de encuadernación: en tela editorial (la más asequible), decorada, y en vitela (la más cara), con tres o más lazos (generalmente de seda) que mantienen cerrado el correspondiente volumen. El tamaño de las obras que publica está comprendido entre el menor, de un dieciseisavo, y el máximo, de folio. Los grabados de Edward Burne-Jones, Arthur Gaskill y Walter Crane, que suelen aparecer en ellas, se encuentran enmarcados por decoraciones vegetales y florales, de suerte que texto, ilustración, decoración, papel y encuadernación componen un todo diseñado y supervisado por el propio editor.

Según Walter Crane, que resume las innovaciones aportadas por Morris a los libros ilustrados, cuyo texto debe leerse al tiempo que se disfruta de las ilustraciones que lo acompañan,

la verdadera página del libro es aquello que el ejemplar muestra al ser abierto, es decir la doble página. Él la concibe prácticamente como dos columnas de texto. (…) Los márgenes más estrechos se encuentran (…) arriba, los más anchos (…) abajo. Estos últimos deberían ser siempre los más anchos; se los podría denominar el asidero del libro, y prescindiendo del hecho de que resulten agradables a la vista, el que estos márgenes sean anchos facilita que la mano sostenga el volumen sin tapar el texto[55].

Recordando las palabras de Jorge Luis Borges, cuando afirmaba que la personalidad de un escritor se debe más a lo que lee que lo que escribe, la de Morris queda perfectamente definida por las obras que edita, pues éstas expresan todas las inquietudes que encontramos en su producción literaria.

Para llevar a buen puerto su nueva faceta de editor y asegurar la calidad académica y literaria de las ediciones que iba a publicar, Morris contaría con un excelente plantel de estudiosos y académicos, entre los que cabe citar a F.S. Ellis, H.Halliday Sparling, A.J. Wyatt, W.W. Skeat y J.W. Mackail, yerno de Burne-Jones y autor de la primera biografía acerca de Morris (The Life of William Morris, 1899), que añadirían introducciones, glosarios y notas a las antiguas obras que la Editorial iba a reeditar, algunas de las cuales procedían de las realizadas por William Caxton, el célebre impresor (y editor) del sigloXV.

La producción editorial de Kelmscott Press puede dividirse, grosso modo, en cuatro grupos:

a)Ediciones y adaptaciones de obras de literatura medieval y renacentista: de carácter religioso, profano, histórico y fantástico-caballeresco.

b)Poesía de autores contemporáneos.

c)Conferencias, ensayos y producción no fantástica de Morris.

d)Ficción fantástica de Morris, que comentaremos en el siguiente apartado.

Entre las pertenecientes al primero, destacan las que comentamos a continuación:

The History of Reynard the Foxe (1892), que presenta parte del ciclo dedicado a este personaje paródico en el Roman de Rénart.

The Recueyll of the Historyes of Troye (1892), que recopila las leyendas medievales basadas en la Ilíada, aprovechando la edición hecha por Caxton.

The Golden Legend (1892), que recoge en tres volúmenes la obra homónima de Jacopo della Voragine, una especie de enciclopedia medieval que narra las vidas de los santos del cristianismo, ilustrada en el primero de dichos volúmenes con dos grabados a plena página de Burne-Jones. Como Morris no conseguía encontrar esta obra en el mercado de los libros de viejo, la Universidad de Cambridge le prestó un ejemplar de la edición realizada por el impresor Caxton.

The Story of Godefroy de Boloyne and the Conquest of Iherusalem (1893), adaptación al inglés de la Historia rerum in partibus transmarinis gestarum, escrita por el obispo Guillermo de Tiro, cuya versión castellana recibiría durante la Edad Media el título de Gran Conquista de Ultramar.

Sir Percyvelle of Galles (1895), que viene a ser una versión de Li contes del Graal de Chrétien de Troyes, pero escrita en el inglés del sigloXIV; The Story of Sigurd the Volsung and the Fall of the Niblungs (1898), con grabados de Morris y de Burne-Jones; varios cantares de gesta breves de origen francés, editados con los títulos de The Tale of King Florus and the Fair Jehane (1893) y Of the Friendship of Amis and Amile (1894), así como otras obras inglesas similares, entre ellas, Sire Degrevaunt (1896) y Syr Ysumbrace (1897); la edición, en colaboración con A.J. Wyatt, del Cantar de Beowulf, aparecido con el título de The Tale of Beowulf, Sometime King of the Folk of the Weder Geats (1895); y la edición conjunta, antes citada, de dos tratados caballerescos, bajo el título de The Order of Chivalry (1893).

The Works of Geoffrey Chaucer (1897), con ochenta y siete grabados diseñados por Burne-Jones, retocados para su edición en libro por Robert Catterson-Smith y realizados por W.H. Hooper. De1893 a 1896, Burne-Jones aprovechó los fines de semana para terminarlos, casi duplicando el número de los previstos originalmente por Morris, que era de cuarenta y ocho.

Utopia (1893), de Thomas More, cuya publicación supone un guiño a aquella otra utopía que Morris había escrito por su cuenta, News of Nowhere.

The Floure and the Leafe & The Boke of Cupide God of Love, or the Cuckow and the Nightingale (1896), ambas de Sir Thomas Clanvowe, contemporáneo de Geoffrey Chaucer; The Poems of William Shakespeare, printed after the original copies of Venus and Adonis (1593); The Rape of Lucrece (1594); Sonnets (1609); The Lover’s Complaint (1893); y, finalmente, The Shepheardes Calender (1896), de Edmund Spenser.

Al segundo grupo pertenecen las que indicamos a continuación:

Maud. A Monodrama (1893), de Alfred Tennyson; The Poetical Works of Percy Bysshe Shelley (1894-1896), en tres volúmenes; Atalanta in Calydon (1894), de Algernon Charles Swinburne; Poems chosen out of the Works of Samuel Taylor Coleridge (1896); Ballads and Narrative Poems (1893), Sonnets and Lyrical Poems (1894) y Hand And Soul (1895), tres recopilaciones de la obra literaria de Dante Gabriel Rossetti; y, finalmente, Love Lyrics ans Songs of Proteus, with the Love Sonnets of Proteus (1892), de Wilfrid Scawen Blunt. También dos obras en prosa que incluimos en este grupo: la primera de John Ruskin, The Nature of Gothic. A Chapter of The Stones of Venice (1892), porque dicho capítulo era el que más le gustaba a Morris de aquel ensayo; y la segunda, Sidonia the Sorceress (1893), que era la traducción, a cargo de Lady Wilde, la madre de Oscar Wilde, de Sidonia von Bork, una novela gótica de Wilhelm Meinhold.

Entre las obras pertenecientes al tercero podemos destacar las que siguen, escritas por el propio Morris:

Poems by the Way (1891); Poems Chosen out of the Works by Morris (1895, distribuido en 1896); Laudes Beatae Mariae Virginis (1896), impreso para circulación privada; Gothic Architecture: A Lecture for the Arts and Crafts Exhibition Society 1889 (1893); The Life and Death of Jason (1895); The Earthly Paradise (1896); Love is Enough, or the Freeing of Pharamond: A Morality (1897), con dos ilustraciones a plena página de Burne-Jones; y, finalmente, sus narraciones utópicas A Dream of John Ball and A King’s Lesson (1892) y News from Nowhere (1893), que incluimos en el presente grupo porque tienen más de ensayo novelado (en el que exponer las propias ideas) que de ficción fantástica propiamente dicha.

En el cuarto grupo se encuentran las novelas que convirtieron a Morris en uno de los precursores de la fantasy contemporánea, las cuales, con excepción de Child Christopher and Goldiling the Fair, constituyen lo que él llamó prose romances. Son las siguientes:

The Story of the Glittering Plain (1891), reeditada en 1894 con grabados de Walter Crane; The Wood Beyond the World (1894), con un frontispicio de Burne-Jones; Child Christopher and Goldiling the Fair (1895); The Well at the World’s End (1896); The Water of the Wondrous Isles (1897) y The Sundering Flood (1897), estas dos últimas publicadas póstumamente.

UN CREADOR DE FANTASÍAS MEDIEVALES

Al hablar de la importancia de la obra de ficción fantástica de William Morris, no podemos por menos de recordar las palabras de Tom Shippey:

Mostró la fuerza de las leyendas medievales, nórdicas y populares a un mundo que había sido educado sin ellas desde el Renacimiento, y también que eran fuerzas vivas que no necesitaban la aportación del mundo académico (…). Introdujo en la fantasía una nota de anhelo frustrado, incluso de nostalgia, que muchos escritores han aprovechado a partir de entonces[56].

Durante sus años de estancia en el Exeter College de Oxford, Morris publicaría ocho relatos fantásticos en la revista Oxford and Cambridge Magazine, que, aparecidos en el transcurso de 1856, muestran el influjo de Walter Scott (las detalladas descripciones del entorno, tanto en lo referente al ámbito de la naturaleza como al histórico y artístico) y de los escritores románticos (la irrealidad, la ensoñación y ciertos sentimientos malsanos que son propios de la literatura gótica). Excepto «Frank’s Sealed Letter» (publicado en el número de abril de dicha revista), que transcurre en el tiempo actual, los demás son fantasías medievales.

Si «The Story of the Unknown Church» (enero), «A Dream» (marzo) y «Lindenborg Pool» (septiembre) están escritos a modo de recuerdos, «Gertha’s Lovers» (julio y agosto), «Svend and His Brethren» (agosto), «The Hollow Land» (septiembre y octubre) y «Golden Wings» (diciembre)[57] vienen a ser fantasías, pero dominadas por esa amalgama de religiosidad y de amor por lo maravilloso que dominó la Edad Media, lo cual no impide que las descripciones épicas que aparecen en ellas muestren una veracidad y una crudeza que resultan insólitas en un autor de tan solo veintidós años. Escritos en un lenguaje muy esmerado y poético que aún se encuentra lejos de la evolución sufrida en el transcurso de la redacción de las últimas novelas de Morris[58], reflejan los recuerdos y ensoñaciones que le asaltaban de pequeño, cuando, a lomos de un poni y vestido con una armadura de juguete, recorría el Bosque de Epping. Curiosamente, ya de mayor, regresará a la Edad Media, pero

no como un simple esteta que busca algo en lo que entretenerse, sino como un niño que regresa al país de las hadas. Era su manera de aislar del espacio y del tiempo lo que amaba, para verlo bajo la luz de la eternidad (…), y esto le permite mostrar en sus escenas de belleza terrenal esa elevada pasión intelectual que, consciente o inconscientemente, es lo primero que constituye la esencia del gran arte[59].

Sus novelas The House of the Wolfings (1888) y The Roots of the Mountains (1889) se nos antojan muy cercanas a las sagas nórdicas que ha traducido, por más que haya intentado seguir a Walter Scott, cambiando el paisaje escocés por otro igual de brumoso, y la ensoñación céltica de sus personajes por el furor germánico del que Tácito hablaba en su Germania. Curiosamente, los poemas que descubrimos entre la prosa de ambas novelas las relacionan con The Story of the Glittering Plain (1891), The Well at the World’s End (1896), The Water of the Wondrous Isles (1897) y The Sundering Flood (1897), pero no con The Wood Beyond the World (1894), porque carece de ellos[60].

Si The House of the Wolfings narra la derrota de los romanos a manos de una tribu de germanos, en The Roots of the Mountains se describe la confrontación entre la gente de Burgdale y unos invasores llamados los Hombres Morenos (posiblemente una tribu de los hunos). Y aunque los personajes y planteamientos de ambas novelas se correspondan con los que hubieran podido darse en una comunidad pagana de los primeros siglos del cristianismo, como no encontramos en ellas ninguna fecha ni toponimia reales que sirvan para apoyar un hecho histórico conocido, debemos considerarlas «fantasías históricas».

Las novelas que las seguirían, desde The Story of the Glittering Plain hasta The Sundering Flood[61], pertenecen al género de lo que Morris llamó prose romances, siguiendo la terminología al uso por entonces en Gran Bretaña, donde el término novel se refería a cualquier obra de ficción en prosa que narrase asuntos relacionados con la realidad, mientras que el de romance, ya fuese en verso o en prosa, se circunscribía a narraciones que nada tenían que ver con lo cotidiano[62], ya fuesen de carácter épico o fantástico.

Nos parece que Morris intentaba alinearse con los autores medievales que habían escrito romans en verso, pero dejando bien claro que no escribía en octosílabos como Chrétien de Troyes, sino en prosa, como Thomas Malory, que en la Morte d’Arthur siguió el modelo francés de la Vulgata artúrica, o como John Bourchiers, Lord Berners, autor de The Boke of the Duke Huon of Burdeux, que adaptó al inglés los cantares de gesta franceses del ciclo de Huon de Burdeos[63]. Y para inducir en el lector el sentimiento de lejanía que se experimenta al encontrarse inmerso en un mundo diferente al del presente, cuyo lenguaje no es exactamente igual a aquel en el que solemos expresarnos, Morris no dudará en seguir los tópicos y recursos narrativos de aquellas obras del pasado, incorporando las construcciones sintácticas y las reiteraciones propias del francés antiguo, así como numerosas palabras que traduce de este último y otras que, procedentes del anglosajón o inglés antiguo, han pasado al inglés medieval. También va a acusar la impronta de los libros de caballerías españoles (suponemos que de los traducidos al inglés, como es el caso de Palmerín de Inglaterra). Desde las perspectivas del estilo y de la estructura, todas estas influencias las conjugará Morris con lo que ha aprendido de la literatura clásica y escandinava en el transcurso de las traducciones que ha realizado del latín (Eneida), del griego (Odisea), y del antiguo islandés (las sagas nórdicas que antes comentamos).

Es evidente que Morris seguía las teorías prerrafaelitas en su máxima expresión, pues si los miembros de la primitiva Hermandad intentaban regresar a los orígenes de la pintura, él deseaba llegar a los fundamentos de la literatura sorteando los obstáculos que suponían las diferentes lenguas en las que trabajaba, para luego producir libros que debían ser obras maestras, tanto en el campo literario como en el de la impresión.

Desde esta perspectiva integradora no puede sorprendernos el hecho de encontrar ciertas analogías entre los decorados que dominan sus últimas novelas y aquellos otros presentes en la mayor parte de la producción operística de Richard Wagner (los de las leyendas medievales y los romans artúricos, en Tannhäuser, Tristan und Isolde, Parsifal y Lohengrin; los de las sagas germánico-nórdicas, en la tetralogía Der Ring des Nibelungen). Y aunque desconozcamos si Morris mostró algún tipo de acercamiento al maestro alemán, que también intentaba romper los moldes que constreñían la ópera de su tiempo al crear la nueva teoría artístico-musical-poético-escénica que iba a dominar sus dramas musicales[64], sabemos que Burne-Jones (que siempre se nos aparece como el alter ego de Morris) visitó a Wagner con motivo de la visita que el músico hizo a Londres en 1877, y que luego mantuvo una correspondencia epistolar con él. Teniendo en cuenta la amistad fraternal que existía entre Morris y Burne-Jones, que ya duraba toda una vida, no resulta descabellado pensar que el escritor acusó el influjo de Wagner mediante la persona interpuesta del pintor.

Por otra parte, es posible que aquellos años próximos a su muerte, en los que Morris pasa revista a los logros conseguidos en los numerosos campos en los que ha trabajado y siente el sabor agridulce que le ha dejado su actividad política, la nostalgia por vivir en un mundo que anhelaba[65] le llevase a escribir aquellos prose romances, pues, en palabras de Alfred Noyes,

quizá más que cualquier otro poeta inglés, Morris expresa esa emoción que Tennyson llamaba «la pasión por el pasado». En Morris es tan intensa que hace daño. Aparece bajo muchos disfraces. (…) Es como si aquellas narraciones de la Edad Media las recordase desde un pasado reciente, un pasado que él mismo había vivido[66].

A la novela The Story of the Glittering Plain (1891), de la que hablaremos más adelante, la seguirían las cuatro antes citadas, cuyos argumentos resumiremos brevemente[67], las cuales, a diferencia de las dos fantasías históricas que antes hemos comentado, se desarrollan en el marco de lo que parece la Edad Media europea.

En 1892, Morris comenzó a escribir una historia titulada The King’s Son and the Carle’s Son, pero como no le gustó el cariz que iba tomando su argumento, la redactó desde una perspectiva diferente, terminando lo que sería la novela The Wood Beyond the World (1894). En ella, el joven Golden Walter (Walter el Rubio) abandona a su esposa infiel y emprende un viaje. Llega a un castillo gobernado por una encantadora a quien sirven una doncella cautiva y un enano deforme. Walter huye con la doncella y se adentra en una tierra de gigantes. En la ciudad de Fuerte Muro, ambos se convierten en sus reyes.

The Well at the World’s End (1896) comienza con la partida de los cuatro hijos del Rey de las Praderas Altas. La historia narra lo acontecido al más joven, Ralph, que, en su búsqueda de la Fuente del Confín del Mundo, cuyas aguas confieren la vida eterna, sufre innumerables aventuras, regresando después al reino de su padre para gobernar en él pacíficamente.

En The Water of the Wondrous Isles (1897)[68], una bruja secuestra a la niña Birdalone (Ave Solitaria) y se la lleva a su morada, más allá del Bosque Maligno, convirtiéndola en su criada. Con ayuda de Habundia, una especie de deidad de la Naturaleza, Birdalone, que ya ha dejado atrás la niñez, roba el bote mágico de la bruja y llega a las Islas Maravillosas (a las que Morris ha puesto nombres simbólicos). En una de ellas (la Isla de la Ganancia Insospechada, posible guiño burlón al capitalismo) encuentra a tres doncellas, cautivas de una hermana de la bruja que la secuestró. Birdalone avisa a los prometidos de las jóvenes, otros tantos caballeros que se encuentran en el Castillo de la Demanda. Finalmente, las tres doncellas son rescatadas. Birdalone se enamora de uno de ellos, llamado Arthur. Para no herir a la prometida de éste, Birdalone se marcha, llegando a la Ciudad de los Cinco Oficios, donde encuentra a su madre. Cuando ésta muere, Birdalone regresa para encontrar a Arthur, que se ha vuelto loco y vaga por los bosques. La novela, que fue publicada póstumamente, aunque posiblemente fue escrita en el transcurso de 1895, tiene un final feliz que no desvelaremos.

Morris comenzó la redacción de The Sundering Flood, quizá su novela más sugerente, a finales de 1895, y acabó de dictársela a su secretario Sydney Cockerell el 8 de septiembre de 1896, menos de un mes antes de su muerte, acaecida el 3 de octubre. Su hija May la corrigió y editó. El libro salió de la imprenta el 15 de noviembre de 1897 y se distribuyó en febrero de 1898. Éste es el resumen de su argumento: El joven Osberne Wulfgrimsson vive aislado en su retiro de Wethermel, al este de un río tan caudaloso (el que da título a la novela) que no puede cruzarlo, por más que esté enamorado de la doncella Elfhild (Batalla del elfo), la cual vive al otro lado del agua. Recibe la ayuda de un ser sobrenatural que puede cambiar de apariencia, quien le entrega la espada Hiendebordas. Cuando las huestes de una horda extranjera, los Pieles Rojas, invaden la región, Elfhild desaparece. Osberne, al servicio de Sir Godrick de Longshaw, captura la ciudad situada en la desembocadura del río y derroca al rey de la misma, que la gobernaba amparándose en una camarilla de ricos mercaderes que oprimían a los virtuosos trabajadores de los gremios (nuevo guiño del socialista Morris). Finalmente, Osberne encuentra a Elfhild, que vive en una casa del Bosque Sin Dueño con una antigua mujer de su familia que tiene poderes mágicos. Tras muchas vicisitudes, todos regresan a Wethermel y viven felices.

En estas cinco últimas obras, Morris desplegaría la panoplia de hechos maravillosos y sobrenaturales, épicos y caballerescos que le venían de las influencias que antes hemos observado en su producción, así como en los libros que editó, dando así paso a las fantasías del sigloXX que las seguirían de cerca, representadas por The Worm Ouroboros (1922) y Styrbion the Strong (1926), de Eric Rucker Eddison (1882-1945); los relatos y novelas que, insertos en los dieciocho volúmenes de la Storisende Edition, publicados de 1927 a 1930 por McBride (pero antes aparecidos en otras editoriales y revistas), componen la «Biography of the Life of Manuel», de James Branch Cabell (1879-1958); The Hobbit (1934) y The Lord of the Rings (1954-1955), de J. R. R. Tolkien (1892-1973); The Well of the Unicorn (1948) y The Blue Star (1952), de Fletcher Pratt (1897-1956); la singular novela «élfica» The Broken Sword (1954, revisada en 1971), de Poul Anderson (1926-2001); las siete novelas de las «Chronicles of Narnia» (1950-1956), de C.S. Lewis (1898-1963); las numerosas novelas de Thomas Burnett Swann (1928-1976), que dan vida a los seres mitológicos del mundo antiguo; las siete entregas que componen la secuencia de «Nehwon» o de «Lankhmar», escritas con mucha ironía por Fritz Leiber Jr. (1910-1992), y, finalmente, los largos ciclos protagonizados por Elric de Melniboné, Dorian Hawkmoon y Corum Jhaelen Irsei, los más originales de entre todos los escritos por Michael Moorcock (nacido en 1939), el único de los autores citados que aún sigue la senda abierta por William Morris, aunque desde una óptica teñida de nihilismo.


Esta edición

Para la traducción del primero de los prose romances escrito por William Morris, The Story of the Glittering Plain, cuyo título completo es The Story of the Glittering Plain, which has been also called the Land of Living Men, or the Acre of the Undying, que habrán podido ver en la página de créditos de este libro, no en la primera de cubiertas, hemos seguido su segunda edición publicada por Kelmscott Press en 1894, que fue reeditada facsimilarmente por Dover Publications Inc. en 1987, la cual supone la versión definitiva de esta novela, que antes había aparecido por entregas en la revista londinense The English Illustrated Magazine, en los números de junio a septiembre de 1889.

Como el lector bibliófilo (o bibliómano, según corresponda) puede estar interesado en los particulares de la edición original de 1891, recordaremos que ésta constó de doscientas copias encuadernadas en tela editorial y seis en vitela, con un formato de cuarto reducido, y que en su impresión se emplearon dos colores de tinta, el negro, para el texto, y el rojo, para los títulos de los capítulos, así como el tipo de imprenta «Golden». Unos lazos de piel lavada (este material fue usado por primera y única vez para el presente título) mantenían bien cerrado el libro. Como Walter Crane, el artista encargado de efectuar los grabados que debían figurar en aquella edición no los entregó a tiempo, Morris la publicó sin ellos. Esto explica la existencia de una segunda edición, hecho singular en los anales de la Kelmscott Press, ya con las veintitrés ilustraciones de Crane.

En esta novela, escrita durante la primavera de 1890, Morris emplearía una sintaxis en desuso, prefiriendo el thou (pronombre personal de segunda persona singular) al you (de segunda persona plural) usado en la actualidad, así como formas verbales, giros, modismos, construcciones sintácticas y palabras en desuso[69] (casi en la línea, aunque salvando las correspondientes distancias, que siglos antes había seguido François Rabelais en la redacción de los cinco libros que forman su ciclo de Gargantúa y Pantagruel, para los que creó numerosos neologismos que perviven en la actualidad), mostrándose muy influido por el léxico de las sagas escritas en islandés antiguo (de donde provienen los kenningar empleados por Morris: metáforas que embellecen el significado de un concepto que hubiera podido precisarse con una simple palabra[70]) y por el que procedía del inglés medieval, así como, en lo referente al estilo y a la retórica, por los motivos tópicos de los amaneceres y atardeceres, sobre todo en el mar, y de la navegación, que él conocía por sus traducciones de la Odisea y de la Eneida. Al igual que en la literatura medieval en prosa y en los posteriores libros de caballerías, Morris intercala poesías en el texto (por lo general, vienen a ser la letra de las canciones interpretadas al hilo de la narración), las cuales, al dilatar el desarrollo del argumento, crean un hiato en el discurso narrativo que permite al lector anticiparse a lo que va a suceder a continuación[71].

En buena parte de la novela, Morris se sirve del motivo del viaje por mar, siguiendo el esquema-tipo de los imrama irlandeses (navegaciones fantásticas similares a los que estructuran la Odisea, las aventuras de Simbad y las andanzas del capitán Nemo) que, desde la Navigatio Sancti Brandani al Moby Dick de Herman Melville, tanto éxito han tenido en la literatura mundial, pues Hallblithe, su personaje principal, que busca a su prometida, raptada por unos piratas (aquí escuchamos ecos de la antigua novela griega influida por el helenismo, estructurada por la «separación de los amantes, búsqueda con múltiples peripecias y reencuentro final»[72]), llega por mar a una especie de Paraíso, la Tierra de la Llanura Esplendente, en la ocasión, una variante del que griegos, romanos y celtas (y, más tarde, las ficciones de Tolkien) situaban hacia Poniente[73].

En lo que se refiere a los personajes de la obra, recordemos que los tres viajeros alucinados que aparecen en su primer capítulo y que luego cumplirán en aquélla un papel importante, al rescatar a un Hallblithe que vaga perdido por un inhóspito desierto, suponen un homenaje a los peregrinos que, en The Earthly Paradise, también buscaban aquella tierra de descanso eterno. Los restantes (la Rehén, Zorro Pequeño, el Águila del Mar, el jefe pirata Águila Marina y sus súbditos) no desentonan en el entorno germánico-nórdico en el que se mueven, ya que a éste nos remiten constantemente numerosas referencias: el Ocaso de los Dioses, que algún día acontecerá; las Nornas, deidades similares a las Parcas o a las Moiras, que tejen el destino de los seres humanos; el Yule, la celebración pagana del Año Nuevo; ciertos ritos como el Yugo de la Tierra, empleado para establecer una alianza de sangre; la Sala (Hall en inglés), término de amplio significado que se refiere tanto a la casa más señorial, de planta rectangular, del típico poblado escandinavo, como a la principal estancia de aquélla, donde acontecen espléndidos festines y en la que tienen lugar algunos de los momentos más significativos de la novela, pues Morris centra en el Hall de la Isla del Rescate buena parte de la narración; y, finalmente, los navíos largos, que darían nombre a una magnífica novela histórica de Frans G.Bengtsson llevada al cine.

El argumento de la obra marca un neto contraste entre Hallblithe y su enamorada, por una parte, y sus supuestos enemigos, por otra, pues mientras que éstos son una especie de vikingos, aquéllos viven pacíficamente en una comunidad agrícola-ganadera asentada en la Tierra de los Riscos junto al Mar, formada por estirpes o tribus denominadas genéricamente «Casas», como las del Cuervo (uno de los animales totémicos del dios Odín) y de la Rosa (de larga tradición simbólica en la literatura medieval y en el arte «floral» de los estampados, papeles decorativos y tapices diseñados por el propio Morris y su Compañía).

En el transcurso de las aventuras que acontecen al protagonista de la novela en busca de su enamorada, centradas en Hallblithe y carentes, por tanto (excepto en las escasas ocasiones en que la narración así lo requiere), del entrelacement propio de la novela moderna (que consiste en ir presentando alternativamente lo que acontece a los diferentes protagonistas de la misma), aquél es ayudado por Zorro Pequeño, personaje que, además de ser tan pelirrojo como el cánido, muestra la ambigüedad[74] y las tretas del antihéroe del Roman de Renart, cuya traducción, como antes vimos, publicaría Morris en la editorial Kelmscott Press.

Por otra parte, la perplejidad de Hallblithe ante los sucesos extraños que presencia (el combate de dos grupos de tres caballeros que se enfrentan entre sí en la Isla del Rescate; el rejuvenecimiento de quienes llegan a la Llanura Resplandeciente; el hecho de que los súbditos del Águila del Mar no le dirijan la palabra; el extraño y ambiguo comportamiento del Rey Inmortal; la aparición, por fin, de la Rehén en un alto trono) no puede explicarse sin aquella otra que, en El cuento del Grial (digámoslo ahora en castellano) de Chrétien de Troyes (cuya adaptación también sería publicada por Kelmscott Press), mostraba Perceval al contemplar el cortejo del Grial en el palacio del Rey Pescador.

Morris se muestra preciso y contundente en la narración, centrándose en abundantes descripciones de tipo geográfico muy logradas: el implacable mar; la aridez demoledora del desierto por donde se aventuran Hallblithe y los tres peregrinos; los deleitosos lugares donde aquél descansa en compañía del Águila del Mar y de su amiga; la interminable sucesión de valles, riachuelos, bosques y colinas que atraviesa en solitario. También encontramos en ella descripciones de significado «estético» o «decorativo» que sólo pueden explicarse por la condición de artista del propio Morris: las molduras en las que Hallblithe observa por primera vez la figura del Rey Inmortal; el espléndido libro iluminado que posee la hija de aquél; los detalles arquitectónicos de la Sala de la Isla del Rescate.

Todo lo expuesto sirve a las mil maravillas para definir la personalidad de Hallblithe, que encarna el arquetipo del joven sencillo, amable, valiente y sufrido a quien la necesidad y las penalidades convertirán al final de su aventura (como en cualquier buena historia que se precie de serlo) en un hombre más sabio, cuando su viaje se concluya donde comenzó, en la Tierra de los Riscos junto al Mar.

Digamos finalmente que, debido a la complejidad del entramado lingüístico de esta novela, en su traducción hemos empleado las palabras y construcciones del castellano que, a nuestro entender, mejor se corresponden con las del original inglés, sin doblegarnos a un estilo actual, porque con ello habríamos traicionado la intención de William Morris.


BIBLIOGRAFÍA

Omitimos las obras clásicas y medievales de referencia (Odisea, Los trabajos y los días, Beowulf, El cuento del Grial, etc.) que han conocido numerosas ediciones, así como aquellas otras, escritas o editadas por William Morris, que no guardan relación directa con la literatura fantástica, indicando las que hemos empleado en esta edición y que son más accesibles, y remitiendo a la lectura de sus obras completas, en veinticuatro volúmenes: May Morris (editora), The Collected Works of William Morris, Cambridge, Cambridge University Press, 2012 (reedición de la publicada en Londres, de 1910 a 1915, por Longmans, Green and Co.). El lector también puede acudir a la asociación cultural que desde Gran Bretaña, y mediante publicaciones, visitas guiadas, conferencias y exposiciones, divulga la extensa producción del autor de quien tratamos. Éstas son sus coordenadas:

William Morris Society, Kelmscott House, 26 Upper Mall, Hammersmith, W6 9TA (UK). Tel: +44 (0)208 741 3735.

Página web: williammorrissociety.org.uk.

Email: info@williammorrissociety.org.uk.

OBRAS DE WILLIAM MORRIS

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The House of the Wolfings, Londres, Longmans, Green and Co., 1888 [reedición facsimilar: Van Nuys, Newcastle Publishing Co., 1978, introducción de Richard Matthews].

The Roots of the Mountains, Londres, Longmans, Green, and Co., 1889 [reedición facsimilar: North Hollywood, Newcastle Publishing Co., 1979].

The History of the Glittering Plain, or the Land of Living Men, Hammersmith, Kelmscott Press, 1894 [reedición facsimilar: Mineola (N.Y.), Dover Publications Inc., 1987].

Child Christopher and Goldiling the Fair, Portland, Thomas B.Mosher, 1900 [reedición facsimilar: North Hollywood, Newcastle Publishing Co., 1977, introducción de Richard B. Matthews].

«The Hollow Land» and Other Contributions to the «Oxford and Cambridge Magazine», Londres, Longmans Green and Co./ Chiswick Press, 1903 [reedición facsimilar, sólo de los cuentos: Golden Wings and Other Stories, Van Nuys, Newcastle Publishing Co., 1976, introducción de Alfred Noyes, posfacio de Richard B. Matthews].

The Water of the Wondrous Isles, Nueva York, Londres y Bombay, Longmans, Green and Co., 1909 [reedición facsimilar: Londres, George Prior Publishers, 1979].

The Well at the World’s End, 2 volúmenes, Londres, Nueva York, Bombay y Calcuta, Longmans, Green and Co., 1910 [reedición facsimilar: Londres, George Prior Publishers, 1979].

The Sundering Flood, Nueva York, Londres, Bombay y Calcuta, Logmans, Green and Co., 1910 [reedición facsimilar: Londres, George Prior Publishers, 1979].

The Glittering Plain, Hollywood, Newcastle Publishing Company, 1973, introducción de R.Reginald y Douglas Menville [al ser los editores de la colección Newcastle Forgotten Fantasy Classic, sus nombres no fueron mencionados].

The Wood Beyond the World, Oxford, Oxford University Press, 1980, introducción de Tom Shippey.

Il Bosco oltre il Mondo, edición a cargo de Gianfranco de Turris y Sebastiano Fusco, Nápoles, Akropoli, 1980 [traducción italiana de The Wood Beyond the World].

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El bosque más allá del mundo, Madrid, Miraguano, 1990, trad. Elías Sarhan [traducción española de The Wood Beyond the World].

Noticias de ninguna parte, edición y traducción de Jorge A.Sánchez, introducción de Clive Wilmer, Barcelona, Abraxas, 2000 [traducción española de News from Nowhere (1891), que es la edición definitiva de esta novela].

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