Juan Pegueroles
el pensamiento filosófico de san agustín
nueva colección labor
© Editorial Labor. S. A. Calabria, 235-239 Barcelona - Depósito Legal: B. 2 193 - 1972. Printed in Spam Talleres Gráficos Ibero-Americanos, S. A. Provenza, 88
15 1972
Barcelona -15
Indice de materias
Presentación 7
1
Una ñlosofía cristiana 11
2
El conocimiento del absoluto 29
3
El absoluto del conocimiento 39
4
El ser y el tiempo 61
5
El hombre, ser para Dios 83
6
El sentido de la historia 99 7
La libertad para el bien 127
Bibliografía
147
Tabla alfabética de obras y ediciones 151
Tabla biográfica cronológica 155
Indice de nombres 157
A mis padres A mis alumnos
Presentación
Estas páginas recogen el texto de un curso sobre filosofía de san Agustín que vengo dando, hace ya algunos años, en la Facultad de Teología y Filosofía de Barcelona (Sección San Francisco de Borja). Quieren ser por tanto, ni más ni menos, una introducción al pensamiento filosófico de san Agustín, una síntesis de sus ideas fundamentales, de sus intuiciones más profundas, presentadas siempre con un decidido empeño de orden y claridad. En el campo inmenso de los actuales estudios agustinianos se corre el peligro de que el árbol impida ver el bosque; por ello puede ser oportuno intentar de nuevo esbozar las líneas esenciales, el contorno del panorama, la estructura total del conjunto.
Un capítulo introductorio estudia la concepción que se hace san Agustín de la filosofía, como búsqueda, no de la ciencia, sino de la sabiduría. Cuando años adelante Kant establezca que la metafísica no es una ciencia y cuando Blondel encabece su gran obra sobre L’Action con aquellas palabras: «Otíl ou non, la vie humaine a-t-elle un sens, et l’homme a-t-il une destinée?», no será aventurado ver en estas dos actitudes una semejanza de planteamiento y de orientación con el pensador del siglo V. Esa búsqueda del fin del hombre, añade san Agustín, sólo podrá ser fructuosa si va precedida de una conversión, de una ¡xsTávo?a. Gran parte de los filósofos y pensadores modernos estarán de acuerdo en afirmar la importancia de una opción personal, que comprometa a toda la persona, en el quehacer filosófico. Sólo podrá conocer a Dios aquel que previamente esté dispuesto a reconocerle como Dios.
El segundo capítulo es una exposición del que suele llamarse argumento agustiniano de la existencia de Dios y forma un todo
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con el tercero, como lo indican los títulos, de corte hegeliano:
«Conocimiento del Absoluto» y «Absoluto del conocimiento». Es éste uno de los temas en que más moderno aparece san Agustín. Llegada a su fin la larga etapa racionalista de la historia de la filosofía occidental, se está recuperando y salvando del olvido el pensamiento platónico-agustiniano. A un conocedor de san Agustín, el pensamiento de Heidegger sobre el Ser, por ejemplo, no puede menos de presentársele como una especie de secularización de las ideas agustinianas. Ese Sein que nos habla y hacia el cual está orientado ec-státicamente el hombre, en Heidegger todavía no es Dios, en san Agustín nunca ha dejado de serlo.
El capítulo cuarto intenta esbozar la metafísica agustiniana, tan marcada por la oposición, de cuño platónico, tnulabilidad-in- mutabilidad, temporalidad-eternidad. Se recogen aquí muchos textos que dieron pie, hace unos años, a que se hablase y se escribiese acerca de un existencialismo agustiniano.
El capítulo quinto recoge los elementos de una antropología filosófica (procurando en lo posible desgajarla de la teológica), la concepción agustiniana del hombre como ser dinámico, casi diriamos dialéctico, que debe sin cesar enajenarse, dejar de ser lo que es, para llegar a ser lo que todavía no es, hasta trascender finalmente la condición humana en la participación del Ser mismo de Dios.
En el capitulo sexto se aborda el pensamiento agustiniano sobre el sentido de la historia, aun a riesgo de invadir terrenos teológicos. Especialmente aquí me ha guiado una voluntad de fidelidad y de claridad, separando lo fundamental de lo accesorio, ateniéndome siempre a lo cierto sin aventurarme en lo problemático, para delimitar qué es lo perenne e inamovible y qué es ¡o que debe ser completado en la grandiosa visión agustiniana del acontecer histórico.
Finalmente, en el último capitulo, a modo de complemento, desarrollo el núcleo de la antropología teológica agustiniana, centrada en torno al problema de la libertad y la gracia. Aunque el problema propiamente es teológico, san Agustín elabora, para solventarlo, una concepción peculiar de la libertad, que tiene sorprendentes coincidencias con la de muchos filósofos modernos.
En esta exposición de las ideas filosóficas de san Agustín he procurado ante todo naturalmente ser fiel al sentido original de los textos. Pero además he buscado confrontar este pensamiento, al paso y a modo de indicación, con las principales corrientes de la filosofía moderna. Es decir, he intentado comprender a san
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Agustín desde san Agustín mismo y desde la filosofía moderna, desde su tiempo y desde el nuestro. Los recientes estudios sobre el problema de la hermenéutica nos han enseñado que no hay otro modo de conocimiento histórico. Todo conocimiento es interpretación.
Si, según la conocida expresión heideggeriana, para el filósofo moderno Denken ist Nachdenken, esto es verdad, para el filósofo occidental, ya desde Platón y san Agustín. No en el sentido de que ellos lo dijeran todo. Ha escrito Gilson, hablando de san Agustín (y algo parecido habría que decir de Platón) que hay en él «une justesse d'intuition qui ne s’accompagne pas toujours des justifications téchniques requises».* Pero la intuición si, ahí está, ofrecida a la meditación de los siglos. Platón y san Agustín han sembrado casi todas las semillas y han abierto casi todos los senderos. Estas dos figuras señeras están en la base misma de nuestra civilización occidental.
* L'esprit de '.a philosophie médiévale (París, 1932), p. 95.
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Textos y siglas
Los textos agustinianos se citan generalmente, por razones prácticas, según la edición de Migne (Patrologiae cursus completus. Series latina). Con dos excepciones: 1) para Las confesiones utilizamos la edición de A. C. Vega (Madrid, 1946); 2) para La ciudad de Dios nos servimos de la edición de Dombart-Kalb (CCL 47-48).
AI traducir los textos nos hemos basado en la versión de la BAC (Obras de san Agustín), revisándola siempre cuidadosamente y corrigiéndola cuando nos pareció necesario. El texto castellano de Las confesiones está tomado fundamentalmente de la traducción de L. Riber (Madrid, 1942).
Las principales siglas utilizadas son las siguientes:
BVita
De beata vita
CAcad
Contra académicos
CCL
Corpus Christianorum. Series Latina
CivD
De civitate Dei
Conf
Confessiones
Enarr (38)
Enarratio in psalmum (38)
Epist (45)
Epistula (45)
loan (29)
In Iiannis Evangelium (tract. 29)
LArb
De libero arbitrio
Mag
De Magistro
MorEccl
De moribus Ecclesiae catholicae et manichaeorum
Ord
De ordine
PL
Patrología Latina de Migne
PLS
Patrología Latina. Supplementum
Sermo (7)
Sermo (7)
Sol
Soliloquia
Trin
De Trinitate
UCred
De utilitate credenci
VRel
De vera religione
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